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Channel: Relatos Eroticos
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Juegos en el Camino

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Podría citar un montón de típicos tópicos sobre la imprevisibilidad de la vida, sobre su capacidad para alterar todo nuestro mundo o al menos una parte de él, para dar comienzo a esta breve crónica… Pero mejor que comience por el principio y deje de elucubrar sobre cuestiones que no atañen a este relato.

Después de una serie de sucesos personales, decidí utilizar unas vacaciones para recorrer a pie el camino de Santiago. No me movían cuestiones morales ni religiosas, simplemente el afán de desconectar un poco de la cotidianeidad y explorar nuevos lugares y, ya que estaba, hacer un poco de ejercicio y senderismo. La misma noche en la que llegué a Astorga, mi salida de ruta, empezó todo.

Me hallaba en el albergue, recostado sobre la litera superior y ligeramente apoyado contra una ventana, leyendo como buenamente podía, gracias a la mortecina luz de una farola de la calle. Suficiente para un lector ávido como yo y con el insomnio gobernando mi mente. Súbitamente, una mano aparece en el borde del camastro. Tan sólo se veían los dedos, agarrando las sábanas. Me revolví, acompañado como siempre del sonoro crujido de la cama, para poder prestar más atención. La mano se separó y juguetonamente, abrió los dedos e hizo el aspaviento de “hola”. Inconscientemente alcé mi mano para saludarla, cuando a mitad gesto, desapareció para volver a reaparecer casi al instante con una linterna pequeña que dejó caer bastamente sobre la cama. Comencé a moverme para intentar asomarme para agradecer a quien fuera la amabilidad, cuando a mitad se escuchó una maldición en alemán que rápidamente entendí gracias al sentido común, por lo que intenté dejarme caer suavemente sobre mi posición original y leer en silencio. Acompañado de aquella nueva luz, mis ojos se cerraron pensando en dar las gracias a la mañana siguiente.

A la mañana siguiente me alcé de un salto debido con el sonido de la sirena de un camión. Todavía conservaba en mis manos la linterna encendida y el libro medio aplastado. Medio dormido, bajé como pude de la cama y deambulé por el pasillo hasta el baño de los chicos. Cuando el reflejo de una chica en ropa interior hizo que mi sueño se desvaneciera con un relámpago. Allí vi a una chica, acabando de lavarse los dientes, apoyada en la pila. Aguantaba con una mano de piel morena una melena lisa de color castaño cobrizo, impidiendo que se mojara con el agua que corría. Vestía un top deportivo que apenas dejaba a sus pechos acompañar el movimiento del brazo. Unos pechos que se antojaban ni grandes ni pequeños, en su justa medida, y unas mallas deportivas cortas de color azul cielo. Mi mirada se cruzó por un instante con sus ojos de color verde y mi corazón comenzó a latir de excitación. Súbitamente, mi moral entró en acción y rápidamente agaché la cabeza con la sangre agolpada en mis mejillas y en mis calzoncillos, y continué con paso rápido hasta el baño, cerrando tras de mí. Mientras me acicalaba para dar los buenos días a mi primer día de marcha, pensaba en lo que había visto y me sorprendí de haber recorrido con mi mirada la piel tostada de aquella mujer en apenas unos segundos. Algo más aliviado y con la mente puesta en el camino, abrí la puerta.

-¡Oye! – súbitamente un dedo me estaba apuñalando el pecho y tenía encima aquellos ojos verdes mirándome inquisidoramente. Di un paso atrás y ella avanzó otro, su cuerpo parecía una tormenta estival. Sin embargo, y aguantándome el corazón en la boca por el susto, no pude evitar deslizar mi mirada por aquel rostro endemoniadamente bello y bajar ligeramente hacia su cuello, a la sombra de la marca del bikini en los hombros…

- Me debes mi linterna… – tras lo cual todo su cuerpo cambió y parecía ser la niña más buena del mundo. Junto sus brazos sobre su pecho y sonrío de oreja a oreja.

- Ah!… esto… sí claro, ahora te la doy.- Comencé a caminar muy turbado hacia la habitación, cuando de pronto recordé que no le había dado las gracias así que rápidamente giré todo mi torso hacia donde estaba ella, pero me había seguido de cerca. Nuestras caras chocaron y caímos al suelo. – Lo.. lo siento.. ¿Estás bien? –

- Con mal pie empiezas el camino – dijo entre huraña y divertida. Se levantó del suelo de un salto y me miró sonriente. Me acompañó gentilmente y tras darle las gracias, se alejó con un grupo de chicas que la esperaban.

Mientras caminaba aquel día, recorriendo mi primera etapa, estuve largo tiempo pensando en aquella chica y sus amigas, elucubrando e intentando deducir su origen, su relación. Saqué en claro que obviamente eran amigas, quizá parientes, que tenían la misma edad más o menos, en torno a los veinte, y que obviamente habían ido mucho a la playa o habían tomado el sol mucho, por su moreno. Sin embargo no podía quitarme de la cabeza aquellos ojos verdes y aquel comportamiento que tan pronto oscilaba a un lado, como al otro. Al anochecer de ese día ya no pensaba en nada, sólo en dormir y descansar en mi nuevo albergue. He de confesar que las busqué con la mirada mientras todos nos acostábamos, pero allí no estaban. Al día siguiente había pasado a ser una chica más, un personaje fugaz en mi periplo a Santiago… cuánto me equivocaba.

Al atardecer del tercer día, mientras estiraba en un parque en las inmediaciones del refugio, después de la última etapa, una luz apareció entre mis piernas. Me giré para ver su origen y la encontré allí de pie, observándome divertida.

- Vaya cómo has llegado a éste lugar? – dijo con sorna.

- El chiste es fácil, caminando, como tú supongo. – repliqué en tono glacial. Estaba muy cansado después de recorrer más de cuarenta kilómetros y no me apetecía jugar con nadie.

Volví a lo mío e intenté concentrarme en la quietud del lugar, pero no pude evitar escuchar como ella se movía detrás de mí y se dejaba caer en el césped, cerca de mí. La miré a hurtadillas, de reojo. Estaba a mi lado, sentada tranquilamente en la hierba, mirando con una mueca triste el ocaso del día mientras se frotaba los gemelos. Sus ojos se volvieron hacia mí y rápidamente volví a lo mío. Casi podía sentir la satisfacción de ella al haberme descubierto. Por lo que furioso, me giré y continué mi estiramiento encarándola, observándola ávidamente casi con crueldad. Me di cuenta que vestía un sencillo short vaquero con una camiseta ancha de color avellana. Su cintura era ceñida por un chaqueta de chándal aplastada contra la hierba. Me miró de hito en hito, sorprendida. No dudé en fijar su mirada. Le estaba diciendo “no eres una diosa”, “no te rías de mis vergüenzas”, “venga chula, ahora qué vas a hacer”. Ella miro avergonzada el horizonte y tras suspirar enfadada, se levantó de un salto y se marchó a paso rápido. La vi desaparecer calle abajo y no pude evitar fijarme en que tenía unas caderas muy pronunciadas, unas piernas ligeramente más grandes de lo que debería. “Hasta las diosas tienen fallos”, pensé.

Al día siguiente, mientras caminaba por un sendero y me tiraba por encima una botella de agua, escuché unos gritos más adelante. No podría entender qué decían, pero conforme me aproximaba se sucedían y súbitamente nada. Continué mi camino, extrañado e inquieto hasta que llegué a una fuente enorme de piedra con una concha amarilla labrada en la pared. Bajo ella estaba sentada la chica de la linterna, con la mirada perdida entre sus piernas. Sola. Por un momento experimenté una ternura digna de un caballero medieval. Pero simplemente me aproximé a la fuente y metí dentro mi botella de agua, dispuesto a rellenarla, evitando por todos los medios mirarla. Bebí y me refresqué la nuca y cuando me giré allí estaba ella mirándome de hito en hito.

- Uhm… ¿y tus amigas?- dije yo nervioso, sintiéndome atacado por aquellos ojos.

- Ya las veré en Santiago- respondió mientras se quitaba la mochila y la dejaba en el suelo. Sendas marcas de sudor bajaban por su espalda hasta el nacimiento de su culo, donde se marcaba, debido a la humedad, un tanga que en mi mente se adivinaba de lo más erótico.

- ¿Ya no vas con ellas?

- No, ahora voy por mi cuenta. Apártate que necesito llenar la botella de agua. – dijo con hostilidad.

Me sentí defraudado, y mirándola desafiante a los ojos, moví un ápice mi cuerpo, para que si quería pasar, tuviera que tocarme o apartarme. Ella sonrió con malicia y se acercó hasta mí, y sin dejar de caminar, contorsionó su cuerpo para pasar por el pequeño espacio y justo cuando había pasado, pisó mi pie.

- ¡Ups! Perdón – Mi mente se arremolinó en furia. Había pasado de sobra esa enana, me ha pisado adrede. Me giré airado y con un manotazo, vacié mi botella sobre su cabeza.

- ¡Está helada! – gritó entre maldiciones. Reí todo lo que daba de mí el pecho, y eché a correr. No sé por qué, simplemente corrí sin mirar atrás. Corrí hasta llegar al fin de la etapa

Horas más tarde, bastante más cansado de lo que debería debido a la carrera, mientras ocupaba mi mente en qué cenar, la vi entrar por la puerta. Su piel ligeramente húmeda, brillaba por el sol de la tarde. Me dirigió una mirada furibunda y luego una sonrisa maléfica. Mientras entregaba sus datos y le asignaban un lugar, no dejó de lanzarme miradas enigmáticas. Mi inquietud iba en aumento. Huí de sus ojos verdes como un verdadero cobarde, por lo que rápidamente ordené mis pertenencias y salí a cenar. Mientras intentaba quitármela de la cabeza evitando los lugares donde podría estar e incluso, pasando a hurtadillas por los interiores del albergue, mi perversa mente no dejaba de esculpir su recuerdo en mis neuronas. Aquella mirada, aquellas curvas, aquella tormenta de verano, empezaba a perturbarme más de lo que imaginaba. Tanto es así que cerré mis ojos y abracé el sueño con ella aún en mi mente.

A la mañana siguiente me desperté con una notable erección en mi pantalón, pero lo peor no era levantarse así en medio de aquel lugar lleno de gente, sino que además estaba durmiendo fuera del saco, por lo que cualquiera que hubiera pasado a mi lado me habría visto. Rápidamente la vergüenza despejó todo atisbo de embotamiento matinal, y agarrando el neceser de forma estratégica, volé hasta el baño. Al salir me esperaba ella, ya con la mochila preparada. Me sonrió y me dio dos besos en la comisura de los labios.

- Buenos días… caballero – dijo con sorna. – Espero que tengas un buen camino hoy. – guiñó un ojo y salió corriendo como una niña pequeña con una sonrisa boba en sus labios.

Todavía aturdido por aquello, comencé a preparar mi mochila para la etapa, cuando me percaté de dos terribles cosas, la primera que todos mis calcetines estaban expuestos como si de un tenderete se tratara, a lo largo de la cama. Mojados. Lo segundo fue que las zapatillas también tenían un dedo de agua. Maldecí para mis adentros. Se había vengado. Luego encontré una nota junto a mi ropa interior, escrito en una letra cursiva y muy redondeada, decía “Así sabrás lo que ha sido caminar veinte kilómetros con los pies mojados. Espero que los disfrutes tanto como lo disfruté yo. Ah! Cuidado con las rozaduras y la tierra que se pega. Besito.” Y al final había un corazón con una firma “Núria”. Al menos ahora sabía cómo se llamaba. Justo debajo, había un calzoncillo mío con el dibujo de un pene erecto hecho a rotulador con una leyenda que decía “Señor Pene”. Encima me había visto. Fugazmente pasó por mi mente un instante de excitación al saber que ella me había visto así… Luego comencé a planear mi venganza.

Nada más llegar al albergue, localicé su litera por la mochila. Mientras me reponía del día, la busqué con la mirada y tras la cena, vi mi momento cuando ella hablaba con otro peregrino. Rápidamente me dirigí a su mochila y la abrí sin miramientos. Busqué su ropa y la extendí por la cama. Vi su otro top y su ropa interior. Ver aquello así hizo que me excitara y mi pene reaccionara lentamente ante la perspectiva de manipular todas las prendas íntimas de aquella extraordinaria chica. Pensar que aquello acariciaba su piel… Entre excitación y rabia, aparté sus tangas y me los guardé en el bolsillo, así como su único sujetador y un culotte de color azul chillón. Sonreí para mí. Ahora a ver qué tal hace la etapa sin todo aquello. Recogí y dejé las cosas tal y como estaban, para que no se diera cuenta de que había manipulado nada. Al fin y al cabo, ella ni siquiera sabía que estaba allí, bien me había cerciorado, por lo que no estaría en guardia. Marché a mi cama con la felicidad del trabajo bien hecho y con la excitación de tener en mi poder sus prendas íntimas. ¿Se le marcaría las formas de su cuerpo sin la ropa interior? Mañana lo comprobaría. Me moría de ganas por verlo.

Al día siguiente me levanté antes de lo habitual y salí a caminar poco antes del amanecer, sin siquiera comprobar que mi pequeña venganza se había cumplido. Quería gozar de una tranquila caminata siguiendo el nacer del sol. Quería no volver a pensar en nada. Sin embargo ella estaba allí, nadando en mi mente. Excitándome con su imagen. Su nombre retumbaba en mis neuronas. Al final no pude evitarlo. Mi excitación era imposible de controlar, así que salí del camino y me interné en la penumbra de una arboleda. Allí, me cercioré de que nadie podía verme y me despojé de la mochila. Busqué un lugar cómo donde sentarme y allí, entre el frío de la brisa matinal, y las tenues caricias del amanecer, introduje mis manos en el pantalón y extraje mi miembro, y entre imágenes mentales y las circunstancias del aire libre, dejé que mis caricias me llevaran al clímax.

Mi magnífico comienzo del día fue rápidamente destruido al llegar al nuevo refugio. Me negaron la entrada porque estaban completos, y tuve que caminar seis horas más a pleno sol del mediodía para llegar al siguiente lugar, una cochambrosa casa de tres estancias con tres tristes literas y un camastro. Eso sí, un inmenso patio lleno de arbustos tan altos como un servidor, donde el cuidado brillaba por su ausencia. El hombre que lo regentaba, tras tomarme los datos, comenzó a contarme una historia rocambolesca de la que no alcanzaba a comprender, debido a la insolación que comenzaba a sufrir. Lo único que extraje en claro era que se tenía que marchar y que dejase la llave en una maceta en la puerta cuando me fuese. También me explicó dónde estaban las cosas, pero a mí me daba igual, sólo quería dejarme caer en algún lugar fresco y bien iluminado, por lo que una vez el hombre se hubo marchado, arrastré mis pies hasta el patio y dejé mis cosas al lado de una mesa con dos balancines que estaban a la sombra de un árbol. No bien me acababa de sentar, cuando sonaron unos golpes en la puerta. Maldije en voz alta y apelando a mi voluntad más bondadosa, me alcé del asiento y me encaminé a la puerta.

- ¡Tú! – dije sorprendido cuando la vi allí, bajo el inclemente sol de la tarde, respirando agitadamente por el esfuerzo y apoyándose con cara cansada sobre el marco de piedra de la entrada. Ella abrió mucho los ojos con sorpresa y soltó un improperio. Me lanzó una fulminante mirada aunque atisbé un alivio infinito en fondo de sus pupilas, cuando me aparté de la puerta y la invité a pasar gentilmente.

Mientras recitaba como un loro pero incoherentemente la rocambolesca historia del exiliado responsable de la casa, ella en silencio rellenaba sus datos en el libro y se estampaba el cuño en el credencial. Aproveché entonces para recorrer con mis ojos su figura, fijándome en que no se le marcaba ninguna ropa interior y que se podían percibir sus erectos pezones a través de la tela de la camiseta, así como la silueta del pubis más abajo y la impecable línea de sus nalgas. Siguiendo con el recorrido, me percaté en que tenía unas piernas fuertes y con un músculo marcado y desarrollado, como de alguien que hace deporte a menudo. Entonces me fijé en que le temblaban las piernas y rápidamente me acerqué a ella y le puse una mano en el hombro. Todo su cuerpo se erizó con el contacto de mi mano y así mismo, noté una descarga de deseo recorriendo mis dedos y mi brazo hasta mi cabeza. Me miró con enfado y curiosidad, aunque se podía ver marcado en su rostro, en las interminables líneas de sudor y las marcas de transpiración de la ropa, que estaba extenuada. Continué con mi movimiento, mirándola directamente a los ojos verdes, deleitándome con la línea de imperfecto rostro, parándome en algunas espinillas infantiles y en la sencillez de su asimetría. Agarré suavemente el asa de la mochila y la retiré de su hombro, e hice lo propio con el otro. La cargué contra mi hombro y caminé sin esperarla, mientras seguía recitando las innumerables características de aquel irrisorio palacio. La excitación vibraba en mi interior e intentaba por todos los medios que no se notara. No podía evitar pensar en que no llevaba nada debajo, en que se marcaban sus intimidades. Evité mirarla a los ojos porque sabía que si lo hacía, descubriría mis pensamientos. Por lo que, con tono monocorde, le indiqué que se acomodara y que yo me marchaba al jardín.

Me senté en el balancín del jardín y puse mi sombrero de paja sobre la cara, intentando invocar un sueñecito reparador, pero me era esquivo. Sin embargo, cuando estaba a punto de desistir, apareció ella en el jardín. Podía verla a través de los agujeros de la paja del sombrero. Dio un par de pasos reconociendo el salvaje lugar y luego se encaró a mi posición. Observé que sus labios se torcían en una sonrisa amable y luego unos tímidos dientes mordieron por una fracción el pequeño y exiguo labio inferior. Recompuso tu postura corporal y se dirigió a mi lado con rostro severo. Se sentó en el balancín de enfrente de mí y tiró mis pies de la mesa de piedra. Fingí sobresaltarme y me quité el sombrero de la cara. Ella me miraba sonriente.

- Bueno, creo que ya te has divertido bastante. – dijo con una sonrisa en los labios y un tono glacial en la voz

- ¿Perdona? – repliqué devolviéndole la sonrisa. Ella se recostó y sobre el balancín y abrió las piernas ligeramente. Me retaba a mirar y yo caí por un fracción, la justa para confirmar que efectivamente, se le insinuaba las líneas del pubis en su apretada malla.

- Pues que sé que fuiste tú quién cogió mi ropa. ¿No te era suficiente con hacerme caminar mojada sino que además ahora querías verme caminar sin ropa interior?

- ¿Cómo sabes que fui yo? Podría haber sido otro… – dije utilizando mi mejor cara de póquer. Ella sonrió divertida y por unos instantes permaneció quita. De pronto, como un serpiente, salto de la silla y metió la mano en el bolsillo de mi pantalón, pero torpemente tropezó con mis pies y calló entre mis muslos. Sorprendido lo único que hice fue acomodar instintivamente mis piernas para que no se fuera al suelo, eso sí, agarré la mano dentro del pantalón. Ella sonrió con confianza.

- ¿Qué es esto que estoy tocando? Si parece uno de mis tangas… – susurró juguetona sin sacar la mano del bolsillo.

Desde mi perspectiva podía ver el nacimiento de su escote, ello unido a su cabeza apoyada en el interior de mis muslos, peligrosamente cerca de mis genitales, hicieron que el deseo nublara parcialmente mi buen juicio y se reflejara, inconscientemente, en una ligera hinchazón de mi pene. Hecho que no se le escapó ya que dirigió su mirada a mi entrepierna y luego sonrió con un rubor infantil en las mejillas. Extraje su mano de mi bolsillo y suspiré, derrotado, mientras ella sacaba todas sus prendas del interior. Volvió a su asiento y las dejó todas en un montón encima de la mesa, justo entre ambos.

- Fue por lo que hiciste en mi calzoncillo. – repliqué enfadado.

- ¡Oh! Vamos, no fue para tanto. Una sencilla obra de arte. – comentó con una risa suave.

- ¿Qué no fue para tanto? – proclamé enfadado. Me alcé del asiento y bajé mi pantalón un poco para que viera su obra de arte. Ella comenzó a reírse ligeramente sonrojada. – ¿Qué te hace tanta gracia? – Bajé mi mirada a mi entrepierna y allí vi el dibujo y mi pene creciente. Morí de vergüenza. Me dejé caer en el asiento y desvié mi mirada, huraño, al fondo del salvaje jardín. Núria mantenía una sonrisa sincera y traviesa. Durante minutos no hizo más que mirarme.

- Te propongo algo, una especia de tratado de paz. – dijo mientras se levantaba con deliberada lentitud. La repasé con la mirada, todavía enfadado, sin importar mi descaro. Ella no se ofendió. – Que te parece si tú me vas dando las prendas todas las mañanas, las que tú quieras que lleve y podrás cambiarme siempre que quieras. A cambio tú realizarás una cosa que yo te pida al día. Sólo una. Sin rechistar. ¿Trato? – dijo extendiendo la mano delante de mí. La así sin pensar. Sólo anhelaba tocar su piel y cuando sentí la tibieza de sus dedos en mi mano, mi corazón se encabritó y mi excitación comenzó a subir aún más.

- Trato. – concedí sonriente.

Ella me devolvió las prendas con una mirada inquieta y me miró expectante. La observé allí, de pie, esperando para mí. Anhelando saber mi primer deseo y sonreí con fiereza.

- Date la vuelta. – dije en un tono que no admitía replica.

- ¿Perdona? – sorprendida, me miró con ojos desafiantes.

- Sí, date la vuelta que voy a elegir qué vas a llevar por el momento. – Dudó un poco. Desplazó su peso a un pie y luego al otro y finalmente sonrió con lascivia y como si portara un vestido, se dio la vuelta lentamente, para que admirara bien. Cogí unas prendas y se las di.

- Entonces este tanga y el sujetador… de acuerdo. – hizo ademán de irse con ellas

- ¿A dónde vas? – la interrumpí.

- A cambiarme claro.

- No, no. Cámbiate aquí. – me miró nerviosa, casi asustada. – ¿A qué esperas? – mi excitación era absoluta.

Mi pene comenzaba a crecer sin control bajo los pliegues de la ropa y sabía que iba a ser más que evidente en apenas unos minutos. Ella recobró la compostura y llevó sus manos al short. Lentamente comenzó a deslizarlo hacia abajo. Sus pezones se marcaban bajo la camiseta y el rubor de sus mejillas se intensificaba. Comenzaba ya a verse la piel blanca de la ausencia de sol y casi a verse el pubis cuando con una sonrisa, me giré y esperé. Ella exclamó con sorpresa y comenzó a reírse por lo bajo. Al poco, se acercó por detrás de mí y metió sus manos en mis dos bolsillos. Podría notar sus pechos contra mi espalda y su calor corporal rodeándome los dorsales. Sus manos juguetonas exploraban ambos bolsillo y donde en uno asía la llave de la puerta, con el otro comenzó a acercarse por dentro hacia mi pene hasta que con la punta de los dedos, comenzó a acariciarlo. Se le escapó un suspiro. Yo intentaba ser como una roca, pero era imposible. Con una última caricia, retiró las manos y salió corriendo por delante de mí entre risas. Iba sólo con ropa que le había dado. Sus nalgas casi desnudas se movían delante de mí hasta perderse en el interior del edifico. Pude fijarme que tenía una sombras de celulitis pero en aquel momento, aquel cuerpo me parecía el más sexy sobre la tierra. Mi excitación era más que patente bajo el pantalón y mientras me encaminaba a una ducha reparadora, donde aliviarme un poco los calores, escuché como ella cerraba la puerta y desaparecía en una de las habitaciones.

Más tarde, en una de las duchas del complejo, cuando el agua me golpeaba en la ducha y mis manos comenzaban a estimular mi pene, escuché su voz a mi espalda.

- Estupendas vistas… aunque igual mejoraban si perdías algún kilo. – me giré sorprendido y la vi sentada en los bancos de vestuario, mirándome con descaro, vestida únicamente con su ropa interior.

- Lo mismo digo. – repliqué.

- Creo que ha llegado la hora de cobrar. Quítate el jabón y sin salir, mastúrbate para mí.

- ¿Qué? – exclamé indignado

- Que te toques como hiciste en el bosque.

- ¿Me seguiste? ¡Estás loca!

- Tú también lo estás. Y ahora a ver que te vea, venga. – Su tono, entre lascivo y tiránico, no admitía réplica.

Me armé de valor aunque por dentro me estaba muriendo de timidez y vergüenza. Las dudas me asaltaban. ¿Le desagradaré físicamente? ¿Se reirá de mí? ¿Será todo una broma?… Ella simplemente se recostó en banco y contra la pared y me miró expectante. Me di la vuelta y dejé que agua cayese sobre mi piel desnuda. La enfrenté con todo mi cuerpo, apuntando con mi pene a su figura. Me sonrió y pude ver como por una fracción de segundo, su lengua paseaba por sus labios con deseo. Aquello aumentó mi excitación y mi confianza, por lo que comencé suavemente a acariciarme el pene con una mano bajo su atenta mirada.

Deslicé mis dedos por el contorno de mi erecto pene y me detuve durante un largo minuto a rodearlo con tranquilidad, regodeándome en cada sensación producida. Después comencé a retirar la piel del glande, dejando al descubierto el mismo, rojo e hinchado. Notaba en mi mano como poco a poco comenzaba a segregar el fluido pre seminal. Sonreí para mí, con lo excitado que estaba no haría falta usar mi saliva al principio. La miré mientras continuaba con aquella caricia. Ella no perdía ojo de mis movimientos. Sus manos habían descendido hasta el borde de su braguita y allí permanecían, recorriendo con sensualidad el borde. Me sonrió divertida. Di un par de pasos y salí de la ducha, completamente mojado y me acerqué a ella sin dejar de acariciarme. Núria sonrió:

- Así lo veré mejor, sin duda. – comentó divertida.

- Espero que lo estés disfrutando. – repliqué en un susurro.

- Mucho.

Advertí que uno de sus dedos comenzaba a jugar por encima de la tela, con su vagina. Eso me excitó a un más, por lo que, deteniéndome a escasos centímetros de su cuerpo, agarré mi miembro con todos los dedos y comencé a subir y bajar lentamente. Ella bajó toda la mano y comenzó a acariciarse ya sin pudor, por encima de la tela del tanga. Su otra mano ascendió y se quedó jugando con el borde del sujetador. Entreabrió los labios y comenzó a respirar más agitadamente. Mi mano comenzó a ascender el ritmo, suavemente, sin prisa, como si de una escala se tratara. Ella no quitaba ojo de la operación y poco a poco su respiración fue acelerándose cuando de pronto, suspiro complacida y me sonrió. No lo entendí primeramente, pero al observar su entrepierna asentí feliz y lleno de ego. Su mano se había introducido bajo las bragas y se podía ver perfectamente el movimiento de sus manos jugando el clítoris.

- No te cortes y disfruta. – le susurré de forma cómplice. Ella se mordió un labio y comenzó a acariciarse un pecho.

- Lo mismo digo. No… pares.

Con la cabeza ya perdida en la nube del deseo y la lujuria, aceleré aún más el ritmo. De la punta de mi pene comenzó a salir más líquido preseminal y parte cayó en una de sus piernas. Ella la recogió con la mano y se llevó un poco a los labios. “No sabe mal” dijo con una sonrisa. Aquello disparó mi cuerpo y mi mano libre descendió hasta mis testículos donde comenzó un masaje acorde con lo demás. Entonces ella comenzó a suspirar cada vez más fuerte, así como incrementaba la velocidad de su mano bajo la tela del tanga. De pronto se quedó quieta y tuvo una convulsión en el cuerpo. Su boca se quedó entre abierta mientras me miraba fijamente. Exhaló con placer poco después. Yo notaba como mi resistencia llegaba al límite. Mi mano subía y bajaba a la velocidad del rayo. Estaba a punto de culminar, cuando de pronto me miró a los ojos con deseo y se incorporó, quedando su pecho a menos de un palmo de mi pene. “No te cortes”, susurró.

Exploté en placer.

Comencé a soltar pulsaciones de semen que fueron directamente sobre su piel morena y sobre su escasa ropa interior. Cayeron chorros en su sujetador, en sus piernas e incluso por las clavículas y el nacimiento del cuello. Di dos pasos atrás por el esfuerzo y pensé que quizás podría molestarle. Las dudas asaltaron por un momento mi mente, vacía temporalmente de todo deseo debido al orgasmo, pero ella se levantó y me dio un beso tímido en los labios. Sabía a fruta. Sabía a gloria. Sabía a deseo y pasión. Luego, tras asentir con la cabeza, llevó uno de sus dedos a sus pechos y recogió con la yema parte de mi semen. No pude ver qué hizo con él porque se dio la vuelta y salió de la habitación, pero sí logré escuchar una expresión satisfecha justo antes de que la puerta se cerrara.

Así comenzaron unas de mis vacaciones más interesantes e inesperadas de mi vida.


Merengueando en Familia

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Mis padres eran muy liberales en cuanto a la desnudez, en casa todos siempre estábamos con poca ropa o en ropa interior, mis padres decían que la desnudez era natural y no había de que avergonzarse, y mis 5 hermanas y yo nos criamos viendo la desnudez en forma natural.

Mi hermana mayor Doris la mayor, yo Darío el único varón, Dulce, Delicia, Desiré y Denis.

Vivimos en una ciudad tropical, casi todo el año hace calor, los fines de semanas nos vamos a pasear a un rio con pequeñas cataratas y grandes piedras, llevamos alimentos nos vamos temprano a las 5:00 am y volvemos al atardecer, Papa tiene un pequeño auto Fiat Palio, todos vamos ahí dentro como sardinas.

En el aspecto sexual nuestros padres siempre nos hablaron de las transformaciones y sentimientos que experimentaríamos al crecer, teóricamente teníamos todo el conocimiento necesario para ver el sexo con naturalidad, pero las hormonas y la curiosidad no entienden de teorías.

Nuestra casa era muy pequeña solo tenía 3 habitaciones, en una estaba la cocina y el comedor, la segunda era la habitación de mis padres y en la tercera era la de nosotros los hijos que dormíamos en 3 camas, dormíamos dos personas en una cama, en mi caso yo me llevaba bien con todas mis hermanas, mis hermanas menores a veces se peleaban por dormir conmigo. Es en estas circunstancias en que mis hormonas me traicionaban empecé a ver los pechos de mi madre y de mis hermanas en forma diferente, disimuladamente mira sus cuquitas cuando estaban en calzones, en las noches a veces me despertaba y acariciaba las nalgas de mi hermana a la que estuviera esa noche de turno en mi cama, lo hacía muy despacito para que no se despertara. En todas las ocasiones trataba de controlarme, yo no quería hacerles daño, hasta ese día lo más lejos que llegue fue pasar mi pene por las nalgas de Delicia, una noche de luna clara, que ella dormía con un pequeño camisón sin bragas, pues la desnudez no era inconveniente como ya lo mencione, ella dormía acurrucada en posición fetal, yo estaba con mi pene que reventaba, y pensé que solo rosaría mi pene en su colita y nada más, saque mi pene por un lado del bóxer y lo puse en las carnosas nalgas de Delicia, era una delicia sentir mi pene apretado por sus glúteos, ella dormía plácidamente y yo despacio movía con mi mano mi pene por el medio de su cadenciosa, carnosa y pulposa cola, quise sentir más sus carnosos glúteos, metí mi rodilla entre sus muslos abriéndola y me coloque de tal manera que mi pene quedaba atrapado por su gran cola, sentía como ella apretaba su cola una y otra vez, tenía ganas de penetrarla pero me conforme con sentir sus nalgas apretar una y otra vez creo que ella fingía dormir, agarre sus caderas y despacio me movía como cogiéndola pasando mi pene por todo su canal formado por su cola, me provoco tanto placer que eyacule en sus nalgas, no pude evitarlo, después asustado no supe que hacer, al otro día al desayunar mire a mi hermana y parecía que ella ignoraba todo lo que yo le había hecho. De esa manera jugaba con todas mis hermanas a excepción de la mayor, solo las manoseaba y las rozaba nunca las penetraba.

Como todos los hermanos siempre teníamos charlas, y a esa edad muchas veces derivaban en el sexo, una tarde Desiré comento que a veces se sentía muy rara, cuando se bañaba se tocaba los pezones y sentía rico, los pezones se ponían duros, sentía su vagina caliente y que se hinchaba, y también se mojaba sentía como si se orinase, mis otras hermanas sonreían picarescamente, Doris le dijo que lo que sucede es que cuando te tocas te excitas, ya te estas convirtiendo en mujer, Dulce y Delicia le dijeron que eso era muy normal, Delicia que era más extrovertida dijo que incluso cuando ve a los perros aparearse siente su vagina mojada, abrió sus piernas y nos mostró como se mojaba todo su calzón, yo me estaba excitando viendo a Delicia explicar gráficamente su excitación, como si fuera lo más normal del mundo hizo a un lado su calzón y nos mostró su clítoris como se erectaba, era la primera vez que veía una vagina en forma detallada, se tocó su botoncito y dijo que cuando las mujeres se acarician ahí se siente más placer y emitió un gemido sin querer mis otras hermanas se rieron a carcajadas. Me preguntaron a mí que sentía cuando me excitaba, yo para no parecer cohibido, me baje el short y le mostré mi pene erecto, mis hermanas me miraban con unos ojos brillantes, le mostré como salía mi liquido pre seminal y les dije que cuando estaba bien excitado mi glande se ponía grueso, grueso y después me salía el semen. Ellas sonreían, a pesar de que nosotros conocíamos teóricamente todos los temas sexuales era la primera vez que lo hacíamos gráficamente y detalladamente. Delicia me pregunto si yo ya había tenido sexo y le dije que no, y le pregunto a Doris y ella también respondió que no, Desiré argumento que cuando la mujer tiene sexo la primera vez le duele, pero si está muy excitada no siente dolor solo placer, y le pregunto a Doris como ella podía saber que estaba muy excitada, Doris como la mayor con su aire de sabelotodo estaba por explicarle y Delicia que era la más parlanchina le dijo fácil, cuando estás bien mojada, tus pechos durísimos, tu vagina supe abultada y tenes deseo de tener un pene dentro es que estas lista para tener sexo, y Dulce como era una niña dulce e inocentona le pregunto a Delicia y tu como sabes eso, Delicia le dijo que a veces se sentía así, Dulce le volvió a preguntar si ya había tenido sexo, Delicia le dijo que no, pero que ya encontraría con quien gozar y seguía la charla entre teoría y sensaciones experimentadas por mis hermanas.

A medida que pasaba el tiempo mis hermanas y yo conversábamos, jugábamos y nos tocábamos en juego conociendo nuestros cuerpos y experimentando, Dulce y Desiré se dieron por ser mimosas conmigo y se peleaban por sentarse en mis piernas cuando viajábamos en el pequeño auto de mi padre, y entre juegos y movidas aprisionaban mi pene en sus glúteos, lógicamente yo colaboraba inclinándome o en ocasiones sacando mi pene cubierto por la falda de mi hermana de turno. Nuestros juegos eran sin palabras, Doris mi hermana mayor cuando pasaba cerca de mí me apretaba los huevos o me palmeaba las nalgas, cosa que también yo hacía cuando la pillaba sola, todo entre risas, con Delicia no pasaba casi nada ella era toda boca y creo cosas de su imaginación.

Un domingo fuimos al rio, como siempre estábamos todos desnudos jugando en el rio, después de almorzar estábamos descansando bajo las sombras de unos árboles, nuestros padres nos dijeron que nos quedáramos un rato que ellos iban a explorar la cabecera del rio, y se fueron por el medio de la piedras, y como siempre Delicia, nos dijo que tal si vamos a espiarlos, creo que ellos se van para tener sexo, todos nos miramos y Doris dijo que no, Delicia le dijo no seas tonta y si lo hacen por fin vamos a ver de verdad como es el sexo, así que nos organizamos y adelante como explorador iba yo con Doris atrás a unos cuantos metros mis otras hermanas, nos fuimos por la orilla del rio, no caminamos mucho cuando a lo lejos veíamos a nuestros padres besándose, nos metimos al monte y nos fuimos acercando, desde el monte espeso como a unos 15 metros estaban nuestros padres gozando, papa se sentó en una piedra y mama se agacho a chupar su pene, todos estábamos sorprendidos mirando agazapados cubiertos por la maleza la escena más morbosa de nuestras vidas, mire a mis hermanas, me retire hacia atrás para observarlas y todas con reacciones de sorpresa y manifestaciones de asombro, Denis la más pequeña petrificada sobre sus rodillas, Desiré estupefacta agachada con su mano entre sus piernas, Delicia paralizada sentada en el suelo agarrándose la cara, Dulce y Doris atentas observando apoyadas en un tronco con sus colas paradas, yo excitado viendo sus colitas y sus almejas brillantes humedeciéndose, luego mama se reincorporo le dio la espalda a papa agarro el pene y lo llevo a su vagina, sentándose y cabalgando como una obsesa, exaltada y fogosa se meneaba rápido una y otra vez, estuvieron por unos minutos así y cambiaron de posición mama puso sus manos en la piedra y papa se colocó detrás de ella y la follaba, con furia golpeaba su pubis contra la cola de mama, nosotros extasiados con la imagen y yo más viendo los cuerpos desnudos de mis hermanas, mis padres disfrutaban del sexo, Dulce con su cara toda roja se paró y nos dijo temblando vámonos tal vez nos descubren, todos como autómatas nos fuimos en silencio al lugar en donde nos dejaron nuestros padres. Al llegar empezamos a reírnos como locos, Delicia empezó a burlarse de mi pene totalmente erecto, y yo les dije que ellas tenían su vagina infladas como un sapo, nos burlábamos y reíamos, pero en el fondo todos estábamos excitados. A los minutos legaron nuestros padres, y nos dijeron que nos alistemos para irnos, fuimos a recoger nuestras ropas, pero las dos mochilas en que estaban nuestras ropas estaban en el agua, toda nuestra ropa mojada, papa nos dijo que teníamos que irnos desnudos, si nos poníamos la ropa mojada mojaríamos los asientos del auto, mama se puso un camisón y papa su bermuda, y nosotros pusimos toallas en los vidrios para ocultarnos de la gente, tuvimos que acomodarnos 5 en el asiento de atrás del Fiat palio, a lo largo del asiento de atrás estábamos apretados sentados, en la pierna de Doris estaba Denis, y en mi pierna se sentó Delicia, nos reíamos como locos, yo excitado y todavía más sintiendo las nalgas de Delicia sobre mí, Delicia alocada como siempre se meneaba riendo y jugando, mi pene en el medio de ella, ella abrió sus piernas quedando montada sobre mí, yo me deslice hacia abajo para sentir mejor, pero la picara de Delicia le mostro a mis otras hermanas mi pene erecto entre sus piernas, todas reían alborozadas. Yo quería controlarme, y Delicia seguía con sus juegos apretando mi pene, y mis hermanas mirando y riendo, al ritmo de la música merengue del CD, Delicia se revolvía, retorcía arriba, abajo, a un lado y al otro meneándose jugando y excitada porque yo sentía la humedad de su vagina entre mis piernas, en el calor del juego solo en mi inconsciencia quería penetrarla, estaba sonando la música del General “Muevelo”, en el coro:

“hacia bajo, hacia bajo

hacia bajo, hacia bajo

para arriba ,para arriba

para arriba ,para arriba

Delicia se agarró del asiento delantero se levantó meneando su cadera, todos cantaban hacia arriba, hacia arriba, para un lado para el otro, yo agarre la base de mi pene y puse la cabeza como un arpón, ella al sentarse sintió la estocada, todos cantaban a gritos, mi hermana dejo de cantar, acomodo la entrada de su vagina y mi glande quedo en perfecta posición, y se fue deslizando hacia abajo lentamente, yo sentía sentí mi glande chocar con sus labios mojados, mientras se sentaba podía sentir la fricción sobre mi glande, fue deslizándose agarrada del asiento de papa, yo quieto y mudo, ella callada, mis otras hermanas se dieron cuenta de lo que estaba sucediendo, pues nos miraron y mi hermana y yo ya no cantábamos, vi los ojos de Doris Dulce y Desiré mirando sorprendidas, se callaron un segundo y siguieron gritando y cantando

Muevelo Muevelo (que sabroso)

Muevelo Muevelo (como lo haces)

ven a bailar (mmmm)

ven a gozar (mmmm)

Muevelo Muevelo (que sabroso)

Muevelo Muevelo (como lo haces)

ven a bailar (mmmm)

ven a gozar (mmmm

Delicia con la mitad de mi tronco dentro de ella volvió a menearse al ritmo de la canción, y volvió a cantar meneándose, mis piernas estaban empapadas de sus jugos vaginales, Delicia al ritmo de la canción se fue sentando lentamente hasta quedar completamente penetrada, que sensación más rica, yo inclinado en el asiento de atrás para poder penetrarla más y Delicia moviéndose muy rico, termino la canción y la siguiente fue la de Franchesca “menéalo”,

Menéalo un poquito

Menéalo suavecito

Menéalo un poquito……. te quiero ver

Menéalo suavecito

Delicia abría y cerraba las piernas, su vagina apretaba mi pene al ritmo de la canción, ignorando lo que sucedía en la parte de atrás del auto mi mama y papa también emocionados cantaban la canción, Delicia estaba entusiasmada subía y bajaba desesperadamente ya no al ritmo de la canción, sentía mi pene apretado y exprimido, estrujado totalmente, en ese frenesí mi pene se llenaba, agarre a mi hermana de sus cadera, la oprimí y ella hundía sus caderas hacia abajo, eyacule en su linda cuevita, ella cansada se desvaneció hacia atrás en mi pecho, mientras mis hermanas cantaban y nos miraban. Llegamos a casa, y nos fuimos rápidamente a bañarnos, yo asustado y Delicia también no sabía que hacer habíamos follado delante de nuestras hermanas, cuando estuvimos en nuestro cuarto todos estábamos callados yo fui a mi cama y mis hermanas me miraban y Desiré dijo, bueno, ahora Delicia y Darío cuéntennos que se siente hacer el amor, sorprendido no sabía que decir, Delicia también estaba muy callada, mi hermana Doris fingiendo seriedad nos dijo bien chicos todas los vimos así que empiecen a contar que se siente.

Diario de un puto

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Y hasta el momento han pasado muchas cosas en mi vida, amores y desamores triunfos y fracasos, mi vida es como una rueda de la fortuna en la que a veces se gana y otras se pierde, lo importante es no darse por vencido la vida nos da muchas sorpresas y eso hace parte de “La Bella Vida”

Llegue a la conclusión que tal vez por el momento me debo quedar así solito, tal vez el amor no es algo que se pueda dar entre dos hombres, empiezo a creer que si va en contra de la naturaleza, así que me dedicare a seguir con lo mío, hasta que encuentre esa oportunidad ese momento feliz en que ya voy a tener que entregar mi cuerpo para vivir…

Tengo que confesar que cuando salgo en las noches a los bares también a conseguir clientes, debo encarnar un personaje un chico extrovertido, sexy y muy complaciente, me paro en la mitad de la pista de baile, y debo bailar como todo un profesional de la seducción.

Debo admitir también que las miradas son muy complacientes, ser el centro de atención mueve mi cuerpo como por arte de magia… De pronto se acerca un tipo a bailar me ofrece un trago y intenta persuadirme como un lobo en celo, que espera el momento oportuno para darle una mordida a su tierna presa.

Si estoy cansado, fastidiado, asqueado de ir en cama en cama con hombres que ni siquiera conozco y siento que cada vez me hundo más, pero no pierdo el norte de que gracias a esto voy a salir adelante y encontrare la forma de nunca más volver a explotar mi cuerpo, porque el cuerpo es un templo nuestro templo y ay que cuidarlo como tal.

Son las diez de la noche , un exclusivo bar de la ciudad para personas open mind, donde solo suena música trance, electro-pop, cantantes como David guetta y madonna son los anfitriones de la noche en el bar aunque es un bar-discoteca.

Ay bastante competencia van muchos chicos lindos con sus parejas o a buscar y además ellos no cobran, asi que tendré que ser sumamente sensual para que los posibles clientes se fijen en mí

Me abro campo en el centro de la pista y empiezo mi show, primero cierro los ojos la verdad siento mucha vergüenza me intimida tener tantas miradas encima, luego cuando ya me adueño de la pista abro los ojos y empiezo a lanzar miradas a los posibles hombres que estén interesados en mí.

De pronto se me acerca un chico de unos 25 años se pone enfrente de mí, y empieza a bailar, es guapo y muy candente pero no es el tipo de chicos que me pagaría para irme a tener sexo con él así que le sonrió y me voy a sentar a la barra, pido un cóctel y siento que alguien se me sienta al lado.

-Hola como te llamas?

Wow era aquel chico de la pista, le invente el nombre generlamente todos los días me llamaba diferente jeje.

*Hola me llamo Santiago.

-Quieres ir conmigo a un sitio más privado?

Y fui al grano.

*Lo siento, soy de los chicos que cobran por ir a esos sitios privados.

-No ay problema puedo pagarte.

Estaba impresionado realmente de que un joven tan guapo pagara por ese tipo de servicios.

Fuimos a un motel cerca donde tenían sauna, jacuzzy y hasta cama de agua.

Él me dijo que me quedara toda la noche.

Nos empezamos a besar, él era muy excitante pero la verdad ya no producía nada en mi era como si yo fuera un pedazo de roble, tal vez me sentía mal por cobrarle a este adonis por sexo.

Era excepcionalmente bien parecido, lo primero que destacaba eran sus dientes, enmarcados en unos labios rosados al natural que formaban ese tipo de sonrisa que se tiene que envidiar, con las dos comisuras que le daban una forma tierna, y muy masculina.

Un trasero redondo y de apariencia dura. El abdomen con esos cuadritos y ese pequeño surco que se forma a un lado y baja como haciendo una y se pierde en el pantalón.

Toque su piel blanca… y la acaricie verdaderamente… pase mi mano sobre sus pectorales… mi lengua sobre su abdomen, hasta desembarcar donde siempre quise…

De manera muy lenta, como queriendo alargar el momento, toque sus muslos y abrí su pantalón, tenía un bóxer muy pegado de color blanco con costuras negras que resaltaban con su piel, y que dejaban ver un bulto de lo más delicioso…. hasta que vi su pene… no era muy grande… tampoco era grueso… pero era hermoso, con el glande rosado y varias venas que lo surcaban de arriba a abajo.

Lo acaricie y pase mi lengua por el…

Entonces el hizo lo mismo, tomo el mío, poniendo sus labios sobre mí la corona de mi pene, su salivación era única, bajo, hasta humedecer mis testículos, paso su lengua sobre la vena que está abajo y la subió hasta el glande, y empezó a subir y a bajar, a subir y bajar… subir y bajar…. mientras con su mano derecha le daba un masaje a mi entrepierna y a mis testículos…

Lo tome y lo abrace tan fuerte como pude.. no quería dejarlo ir… se dio vuelta y se puso mi pene sobre su ano…. lo moje… y lo penetre suavemente, mientras veía su rostro de dolor.

Así que empecé con un vaivén que lo hizo suspirar, y poco a poco lo fui haciendo más rápido, hasta que el no pudo más… empezó a eyacular desesperadamente, mientras gemía de dolor y placer… y pues no pude con eso!!!! Saque el pene de su ano… y deje un chorro de semen por su ano, sus glúteos y su espalda… Se dio media vuelta y me abrazo… y me dijo… TE AMO…. te amo grandísimo idiota!!!

Se acostó a mi lado y se durmió, la verdad me dejo perplejo ese “te amo” así que tome mi dinero y Salí del motel, caminaba en la friolenta noche, tome un taxi para llegar a casa, tenía dinero suficiente para ir a dormir tranquilamente y no tener que ir a buscar más clientes por esa noche.

Si desean comunicarse y conocerme más en mi perfil esta mi whatsapp y twitter los espero y un gran abrazo…

Nota: No enamorarse de un alumno

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Ya era tarde, pero aun seguía en la biblioteca de la Universidad, tenia mas de 10 años trabajando allí, y este año se les había ideado cambiar por completo el sistema de trabajo, era injusto por una parte, pero por otra era razonable, todo se tiene que actualizar en algún momento y supongo que era mi momento. Pero no me parecía que fuera el mismo día que tenia que terminaba el primer semestre, sencillamente hubiera podido estar haciendo otra cosa mas productiva, pero no, estaba en la biblioteca, ya bien tarde, enojado por que lo mas seguro es que los otros profesores ya estaban en casa disfrutando del breve receso que se nos daba.

Se podía alcanzar a oír a lo lejos las gotas de agua que golpeaban la ventana del enorme departamento, en si, odiaba los días con lluvia, no se los motivos, solo que no me gustaban, así de simple. Suponía que estaba solo en toda la escuela, la encargada de la biblioteca me había dejado las llaves, era un maestro, teníamos el derecho si queríamos permanecer hasta tarde en la institución. Estaba ya cansado de leer libros, los decidí llevar a mi casa, pasaban de las 6 de la tarde, y se supone que terminaría hasta las 5, pero bueno, terminaré en casa.

Busque uno que otro libro extra, hice una solicitud general para lo que me había llevado y la deje en el mostrador, así no se pensaría que habían desaparecido o se los hubieran robado. Como sea, tome mis cosas y cerré la biblioteca y comencé a caminar hacia la salida de aquel enorme edificio.

Se escuchaba la lluvia caer ahora con mas fuerza, parecía que el techo estuviese a punto de caer por las enormes gotas que rebotaban en el. No quería mojarme, pero no llevaba ni siquiera un paraguas para protegerme, estaba realmente molesto, pero con eso no ganaría nada, así que salí lo mas rápido del edificio y salte a mi auto, que aunque estaba muy cerca no basto nada para mojarme gran parte del cuerpo, todo por venir protegiendo el portafolio con los libros, eran mas importantes, así que no tenia otra opción.

Ya no quedaba ningún autobús, por que lo deduje que ya todos los alumnos habían regresado con sus familias. No quedaba nadie en el campus, los edificios donde se encontraban los dormitorios estaban en penumbra total, era oficial, las vacaciones de Navidad ya habían comenzado para todos. No quedaba ningún auto, nada de nada, tal vez los vigilantes, pero deberían estar dentro, debido a la lluvia.

Logre distinguir a lo lejos, una silueta, me pareció muy raro, estaba seguro de que no había nadie en la Universidad, así que mi curiosidad me gano y me detuve a preguntar, pese a que la lluvia todavía no cesaba. Acerque el auto un poco mas, y con eso pude notar que se notaba de un alumno, por que era muy joven para ser un maestro.

-¿Que es lo que haces aquí a esta hora? -Le pregunte al muchacho, que estaba empapado, claro, todo por la lluvia.

-E-esperando a-a que lleve el autobús -Me decía el chico temblando.

-Pero si ya no queda ninguno, creo que estas equivocado, mejor deberías regresar, antes de que te de un resfriado -Le dije yo un poco serio.

-¿Q-q-que? No s-sabia que los autobuses ya s-se habían i-ido, además ya t-trate de regresar a mi d-d-dormitorio pero esta todo c-cerrado, supongo que nadie m-me escucha d-d-debido a la lluvia. -Me decía este, que aun seguía temblando, entonces me di cuenta, que por mas que no quisiera, tenia que ayudarlo, ‘¡Que suerte la mía!’ pensé en ese momento, era lo que me faltaba.

No tenia opción, así que baje del auto lo mas rápido que pude, tome sus maletas sin darle ningún aviso, las subí a la parte trasera y me subí al auto, pero este chico no supo que hacer, solo se quedo parado allí, parado, como tonto.

-¿Que esperas? -Le decía yo, un poco molesto.

-¿Que espero para que? -Me contesto algo confundido.

-Sube al auto, se supone que por eso subí tus maletas, ahora sube -Mi tono de voz se volvía aun mas fuerte.

-No g-gracias, pero le a-agradecería que dejara mis m-maletas en su auto, no q-quiero que se mojen mas, son impermeables, pero por si las dudas. -Me seguía diciendo el muchacho, pero me había colmado la paciencia, de todas formas, no podía dejarlo allí.

-¡¡Subete CABRÓN!! Nada mas me tienes esperando como pendejo aquí, que si fuera por mi ya me hubiera ido, así que te lo dije una vez mas SU – BE – TE. -Si, le había gritado de mala manera, pero era por su bien, aunque exagere, pero ya ni modo, lo hecho hecho esta.

El chico se sorprendió, no dijo nada mas y subió a la parte del copiloto del auto, un poco asustado y todo mojado, como sabrán aun temblaba. Arranque el auto, ahora si, me dirigía a mi departamento, casi daban las 8 de la noche, lo anunciaban en el radio. No era recomendable manejar tan rápido, que no era una tormenta muy fuerte, pero si lo suficiente como para encharcar por completo la carretera. Miraba de reojo a ese chico, del cual no sabia ni su nombre, se había calmado un poco, pero se notaba los leves toques que su cuerpo daba, supongo que era escalofríos, el clima estaba frío, aun con la calefacción en caliente, se sentía el aire fresco en el aire.

-¿No tienes a ningún familiar cerca por aquí? -Le pregunte al muchacho, el cual se tornaba un poco morado de los labios y blanco de la piel.

-N-no, n-no tengo a na-die, no soy d-de a-aquí -Me contesto el chico, aun con las manos temblando.

-¿Y por que perdiste el autobús? Se supone que salían todos de 3 a 4 de la tarde -Le cuestione de nuevo al muchacho.

-S-suena tonto, p-pero me dormí, y cuando me d-desperté pasaba de las 4, baje con la e-esperanza de encontrar un au-u-utobus, pero no en-encontré nada. Me quede esperando co-como por una hora, y cu-cuando empezó a ll-llover decidí regresar, p-pero el edificio estaba c-cerrado, intente hablar pero nadie me e-escucho. -Me decía el muchacho, que ya me estaba preocupando, cada vez se tornaba mas blanco y su mirada se perdía.

-Espero no te moleste, pero te llevare a mi departamento, se que no es lo correcto, pero la lluvia esta algo fuerte para buscarte algún lugar donde quedarte. -Le dije pero este no me dijo nada solo se quedo quieto. A los pocos minutos llegados al edificio donde vivía, metí el coche al estacionamiento, baje de este y el hizo lo mismo. Estaba empapado, ni con el aire acondicionado de había secado.

-¿Por que no bajas una de tus maletas? Estas bien mojado, seria mejor que te cambiarás o algo. -El muchacho no dijo nada, solo obedeció, bajo una de sus maletas, y de la otra logre notar que saco una especia de inhalador, sabia lo que era, por que cuando era pequeño lo usaba.

No le hice mas preguntas, pero decidí ayudarle con la maleta, por que no se miraba muy bien que digamos, lo cual me ponía nervioso, en que me estaba metiendo, por que era yo, y no otro tonto maestro de la Universidad. Llegamos a mi piso, mi departamento estaba al final de este. Busque las llaves en mi bolsillo, pero no encontré nada, en ese momento sabia que era el hombre mas desafortunado del mundo, las llaves tenían que estar en el auto, pero mi departamento quedaba hasta arriba del edificio, tenia que bajar de nuevo y volver a subir, de solo pensarlo me daban ganas de azotar mi cabeza contra la pared, soy algo dramático, lo se, pero era el primer día de vacaciones y era imposible que me estuviese pasando de todo.

De todas formas tuve que bajar, llegue al estacionamiento, por suerte había estacionado el auto cerca de la entrada, así que camine unos pasos y empecé a buscar. Las encontré en el porta-vasos delantero, esa manía tenia, por lo regular siempre las dejaba allí. Subí de nuevo, un montón de escaleras, por que el maldito elevador estaba fuera de servicio, llegue al piso y empecé a caminar a la puerta. Mire que el muchacho estaba sentado en el suelo, aun con la mirada perdida, sin decir nada, ni una sola palabra.

-Ya puedes entrar, no esta muy ordenado, pero no te fijes -Le dije en tono burlón.

De nuevo no me dijo nada, solo se levanto muy lento, todo su maleta y con la miraba baja entro a la habitación. El parecía cansado, lo note cuando se dejo caer en el sofá, aun seguía temblando, me daba un poco de lastima, su familia debería estar preocupada por el y todo por dormirse, bueno, las cosas de la vida.

-G-gracias, si usted n-no me h-hubiera recogido me estuviera m-muriendo del frío ahora -Me decía entrecortado el muchacho.

-No tienes nada que agradecer, pero ahora debes cambiarte, te hará daño si te quedas así, que no estas tan mojado, pero de todas formas. -Le aconseje al muchacho quien pronto obedeció, le dije donde estaba el baño, tomo ropa y se fue a cambiar.

Había dejado su maleta abierta, se que esta mal, pero de nuevo esta curiosidad mía por investigar. Mire un papel, típico que se les da a los alumnos con las calificaciones finales de cada semestre, me quede impactado, era prácticamente un genio, tenia la puntación máxima en todo, ahora entiendo por que se había quedado dormido, debería haber estado cansado o algo así, pienso que era un alumno nuevo, por que no lo había visto, además no creo que tomara Psicología, por que si no lo hubiera reconocido, aunque de tantos alumnos que tengo hubiera sido imposible.

Decidí no revisar mas, no estaba bien, además no tardaría en salir del baño. A los pocos minutos salio, ya un poco mas tranquilo, eso me calmo, no quería que se enfermara y meterme en un problema por traer a un alumno a mi casa, eso si que seria un alboroto en toda la Universidad, debido a que esta prohibido.

-¿Como te sientes? -Le cuestione para estar seguro.

-Me siento mejor, gracias de nuevo por traerme a su casa, no quería causar molestias y perdón por no obedecer al principio -Me decía y se le notaba un poco apenado.

-No hay problema, disculpame tu a mi por la forma en que te trate, no fue justa -Ahora el apenado era yo.

La platica se hizo mas larga, pero no quiero entrar en detalles, fueron cosas de la escuela, el sabia que yo era maestro, ya me había visto un par de veces, estudia Informática, y por lo que me decía es muy bueno. Era agradable para sus 19 años parecía muy maduro y su formal de hablar era interesante, tal vez para un viejo de 37 años como yo todo parecía interesante.

Mire el reloj, estaban por dar las 11 de la noche, el tiempo se había ido volando. Entre hablar y hablar, no tenia nada interesante que contarle. era un maestro que estaba soltero, por que si que no tenia suerte con las mujeres, además la escuela consumía el mayor parte de mi tiempo.

-Creo que es hora de dormir, ya es tarde, y estoy que me muero del sueño -Le dije al muchacho.

-Esta bien, mañana regresare a la escuela y le avisare a mi madre que si pueden venir por mi, o que puedo hacer, tal vez quedarme en la escuela. -Me comentaba mientras yo le traía una almohada junto con una sabana, que tal vez no serian necesarios, pero hombre precavido vale por dos, según recuerdo.

-Si necesitas algo solo toca la puerta del cuarto -Le comente por ultima vez, antes de irme a dormir.

Desperté de golpe y mire el reloj, eran las 3:40 de la mañana, pero tenia una enorme sed que no aguantaba, era muy normal levantarme en las noches a tomar agua, una de mis miles manías, que supongo la mayoría hace. Así que me pare de la cama, tome mis anteojos, y camine directo a la puerta. Pero cuando la abrí, sentí como algo cayo.

-Carlos ¿Que haces dormido en la puerta? -Le cuestione al muchacho, en ese momento estaba confundido.

-Disculpe Profe. Alberto, es que no podía dormir -Me dijo muy bajo.

-Soy especialista en Psicología, y no te creo, ¿a que le tienes miedo? -En ese momento yo no estaba seguro, solo lo había dicho al azar, para ver si tenia razón.

-A la oscuridad -Decía muy bajo, no podía escucharlo para nada.

-Disculpa, es que no te escuche -Le mire un poco raro.

-A la oscuridad -Me dijo esta vez un poco mas alto.

-¿No crees que ya estas un poco grande para tenerle miedo a la oscuridad? Además puedes encender la luz, no hay problema. -Le dije seguro de mi mismo.

-No se si lo sepa, pero la luz se fue desde hace ya mucho rato -Me dijo mientras trataba de moverle al apagador pero este no respondía, entonces si tenia razón, debido a la tormenta habían cortado la luz.

En ese momento no sabia que hacer, no lo podía meter a mi cuarto, solo había una cama, que no era muy grande, y sea como sea era un hombre y lo peor de todo es que era un alumno de la escuela donde yo trabajaba. No tenia ni la mas mínima idea se que hacer, y de nuevo esos pensamientos de ‘¿Por que a mi?’ pero ya que, ni modo de regresar el tiempo.

- No puedes dormir en mi habitación, lo siento, pero soy un maestro, estaría mal, enserio disculpame -Le dije yo un poco apenado, por que sabia que no me estaba mintiendo, la forma en que hablaba sonaba muy sincera, y no tendría por que hacerlo.

-No se preocupe, enserio, aquí estoy bien, no hay problema para mi dormir aquí, se que usted esta dentro y me siento seguro, así que como le dije, no se preocupe.

Me sentí aliviado, así que no dije nada mas y me dirigí a la cocina por el agua, mi boca estaba muy seca, así que enserio la necesitaba, creo que había tomado como 2 vasos. Tarde un poco, por que entre al baño a orinar, siempre que tomo agua lo hago, creo que era costumbre o algo así.

Cuando regrese a mi habitación, note que Carlos ya se había dormido de nuevo recargado en mi puerta, odio mis sentimientos, hace que me sienta culpable por todo, y si, así como sabrás lo desperté y le dije que se metiera al cuarto, que sabia que estaba mal, pero hay voy de tenerle lastima al alumno, por que le entendía, yo le tenia miedo a muchas cosas, que aun no he superado, como las alturas y las profundidades, pero bueno creo que la oscuridad es peor, por que de noche esta donde sea.

-Podemos tomar una parte de la cama cada uno -Le dije yo un poco nervioso y serio.

-Esta bien, pero si lo incomodo puedo dormir afuera, no hay problema o en el suelo -Me decía el también un poco nervioso, lo note por que se enredaba al hablar.

-No, no hay problema, además el suelo es muy duro, mejor te hubieras quedado afuera. Acuestate en la cama, ya te dije que todo esta bien, te entiendo, creeme, no hay problema. -Le dije con un tono de confianza para que se sintiera mas cómodo.

El caso es que nos acostamos, cada quien por su lado, yo hasta la orilla, por que no era lo mas correcto que digamos. Acomode mi cabeza en la almohada, y después de un rato había quedado profundamente dormido.

……….

Desperté de nuevo, sentía como algo encima de mi, al poder por fin regresar en mi note que era Carlos, estaba recargado y su mano estaba sobre los vellos de mi pecho. No era incomodo, en cambio era agradable, me sentía como un heroe en ese momento, como alguien importante, que suena algo estúpido, pero era verdad, simplemente me sentía bien, me sentía acompañado.

-Carlos, hey Carlos -Le decía yo en voz baja

-¿Hmm? -Respondió el, levantando un poco la cabeza.

-Creo que estas abrazandome o algo así -Le dije mientras me reía un poco.

-No, disculpe -Dijo Carlos mientras se alejaba rápidamente de mi, se fue a la orilla de la cama y se sentó. -Supongo que pensé que era mi almohada, lo que pasa es que siempre duermo abrazando una almohada, enserio d-disculpeme, no fue mi intención.

-No hay problema, es mas, me gusta el olor a tu cabello -Le respondí.

-Gracias, pero enserio disculpe, no quería ser así, perdón, no quería, es que mi almohada. -Decía el pobre niño de 19 años, creo que no se entendía ni el mismo.

En ese momento un rayo de luz había iluminado el cuarto, después fue acompañado por un enorme estruendo que provenía de las nubes, la lluvia tropical se había convertido en lluvia eléctrica, la madrugada se había hecho eterna, no me gustaban los rayos y mucho menos los truenos, eran una de las razones por las que odiaba la lluvia.

-No me diga que le tiene miedo a los truenos y esas cosas -Me dijo Carlos, ahora el burlándose de mi.

-No, no les tengo miedo, solo son mis reflejos. -Le conteste.

-¿Entonces por que su pie esta temblando?

-Por que es un maldito tic nervioso que tengo y odio -Le conteste un poco molesto.

-Entonces si tiene miedo, por que creo que eso solo aparece cuando alguien tiene miedo o algo así -Me dijo muy seguro de si mismo.

La platica se calmo un poco, nadie hablo mas, solo se escuchaba como el cielo se caía afuera, la tormenta no dejaba dormir, y estaba tan sorprendido, había sido una de las tormentas mas largas que había vivido y para acabarla ¡en pleno INVIERNO!, como sea, que clima mas loco el de estos días. Me estaba prácticamente muriendo del miedo, odiaba esas tormentas, todo en un maldito día, que me estaba pasando, que estaba pagando.

-Gracias por el abrazo que aunque lo hice sin darme cuenta-Rompió el silencio Carlos.

-Fue agradable, sentí como un padre cuidando a un hijo -Le respondí.

Y todo volvió a silencio de nuevo, como de costumbre, nos quedamos callados, sin decir nada, la lluvia era la musica de fondo. Al momento, solo mire que Carlos se volteo, y volvió a la pose del principio, recargado encima de mi pecho, pero ahora no estaba dormido el estaba despierto, estaba en sus cinco sentidos y lo estaba haciendo, no se por que, pero me abrazaba de nuevo.

-Como son las cosas, si usted no se hubiera quedado en la escuela, yo me moriría de hipotermia en este momento -Decía mientras rozaba las yemas de sus dedos en los vellos de mi pecho.

-Fue una suerte, ahora no me siento tan solo, me siento acompañado contigo -Tome su cabello y comencé a acariciarlo lentamente, como si se tratara de un niño pequeño, que estaba solo contra el mundo.

De nuevo, ambos callamos, solo seguimos así por un rato, no recuerdo cuanto tiempo fue, pero ese momento fue algo raro, pero a la vez agradable, lo único que recuerdo eran mis ojos entre cerrándose poco a poco, mientras miraba su cabello.

-Sabe que esto esta mal -Le dije con mis ultimas fuerzas a Carlos.

-Lo se, pero nadie lo sabrá, solo somos amigos, nuevos amigos -Me contesto.

Y quede completamente dormido, supongo que el también, por su tono de voz, algo pausado y lento, suave al oído y muy agradable, aunque no podía creer lo que estaba haciendo, algo por lo que me podían despedir, que aunque solo hablamos un rato se podría tomar de muy mala manera, pero, pero, no me importo.

……………………….

-PREGUNTAS FRECUENTES-

- ¿Que es eso de lluvia en pleno diciembre? -En algunos lugares pasa, además no encontré como relacionar todo, espero que perdonen el error ese, se que hay mas, pero bueno, al fin, solo espero que les haya gustado.

-¿Como son los personajes de Carlos y Alberto? No los describe mucho físicamente, por que se que cada quien tiene su estereotipo para los personajes, así que mejor los dejo a su criterio.

-¿Donde se desarrollan los hechos? Donde tu quieras que pasen, bueno, me refiero al lugar como el país, estado y eso.

-¿Pueda una lluvia durar tanto? -No lo se, pero si he presenciado lluvias que duran hasta 5 días, así que ya sabrás.

-¿Por que el maestro no hablo por teléfono a algún auxiliar para que dejaran pasar a Carlos a su dormitorio? -Por que no se me ocurrió en su momento, se me olvido, además mi historia es algo irreal.

-¿Habrá segunda parte? -No lo se, creo que si ustedes lo quieren, por que no.

-¿Por que la escena de la cama se desarrolla tan rápido? Por que, no se, supongo que las tensiones se dan rápido y pues son personas ya un poco maduras.

-¿Y la parte erótica? Na, eso para después, creo que es demasiado pronto para algo erotico entre los personajes, no quiero que se vean tan urgidos.

…………………………………

-C O M E N T A R I O S: franmlcosta@gmail.com

Esther es mas puta que yo

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Todavía recuerdo el día que la conocí, Esther estaba en un bar en el que la fortuna me hizo caer una mañana de agosto. Desde que entré, me llamó la atención porque era la única mujer del local y sabiéndolo, con una mirada pícara, tonteaba con dos compañeros. Mientras ella bromeaba, los dos hombres hacían que seguían su conversación cuando en realidad tenían fijos sus ojos en los pechos que se escondían tras esa camiseta blanca. Tras darle un repaso y valorar que esa mujer de casi uno setenta estaba buena, comprendí y acepté que en vez de mirarle a la cara, ese par se concentraran en esa parte concreta de su anatomía.

Como no tenía nada que hacer, me quedé observando a ese trío pero entonces la muchacha decidió ir al baño y eso fue mi perdición. Con su melena suelta, ese primor recorrió el pasillo con un movimiento que me dejó alelado:

“¡Menudo Culo!” pensé hipnotizado. Como si fuera un pez, abrí la boca y babeé al contemplar ese par de nalgas dignas de museo.

Morena de piel y con el pelo negro, esa mujer bamboleaba su trasero con un ritmo que te impedía pensar en algo que no fuera ponerla a cuatro patas y follártela. Aunque resulte imposible de aceptar, me la imaginé tomando el sol en una piscina, con un breve tanga como única vestimenta y mirándome con los ojos entrecerrados. Su mirada era una mezcla de satisfacción al sentirse observada y de reto, como diciendo a los otros bañistas: “Aquí estoy, disfrutad comiéndoos mi cuerpo con los ojos porque será lo único que catareis”.

Desde mi asiento, acepté ese desafío imaginario y antes que saliera del baño, ya había decidido conocerla. Anticipando el futuro, la vi en mi cama gritando de placer mientras la penetraba. Con mis dientes me apoderaría de los pezones oscuros que de seguro adornaban esos pechos que había idealizado a través de la tela, cuando su dueña, como pago al placer que le estaba dominando, me los ofreciera. Como si llevara un año sin catar el dulce sabor de un sexo femenino, iría bajando por su cuerpo antes de hundir mi cara entre sus piernas y entonces separando con mi lengua los pliegues de su vulva, me adentraría en el paraíso al apoderarme de su clítoris. Supe en aquel instante que cuando esa morena experimentara mi húmeda caricia, intentaría juntar sus rodillas para aprisionar mi cabeza entre sus muslos y así eternizar las sensaciones que estaba sintiendo. Su entrega me haría devorar ese coño, mientras con mis dedos exploraría sin pedirle permiso el interior de su sexo y solo cuando después de beber de su flujo y cuando sus gemidos me confirmaran que estaba lista, me incorporaría y cogiendo mi pene entre mis dedos, apuntaría hacia esa fabulosa entrada y de un solo empujón, la poseería. No me cupo duda que de hacerse realidad ese sueño, la morena gritaría a los cuatro vientos su placer mientras su entrepierna empapada era asaltada.

Desgraciadamente todo tiene un final y cuando saliendo del baño, esa mujer cortó de plano mi ensoñación, no tuve oportunidad de conocerla porque cogiendo su bolso, abandonó el local. Loco de deseo, lamenté su marcha y sin saber qué hacer, me fui hacia mi casa. Durante el trayecto, cada paso que daba era un suplicio porque me alejaba de ese bar que aún sin ella conservaba su aroma. Ya en mi apartamento, intenté pintar ese cuerpo para así inmortalizar su recuerdo pero en cuanto empecé a esbozarlo, me percaté que me faltaban datos porque no sabía a ciencia cierta cómo tendría sus senos o si tendría esa pequeña barriga que a los hombres nos entusiasma o por el contrario su estómago sería una tabla de dura roca, de esas que inspiran a esos diseñadores homosexuales de ropa tan de moda en nuestros días.

Frustrado, decidí darme un baño. Y mientras el chorro rellenaba la bañera, mi mente seguía a un kilómetro de distancia rememorando el movimiento de ese trasero que había alterado mis hormonas esa mañana. Al desnudarme y sentir el calor que desprendía, me fui hundiendo en el agua mientras, ajeno a todo, mi pene se iba irguiendo con su recuerdo. La tremenda erección que sobresalía sobre la espuma, me hizo coger entre mis manos mi miembro y lentamente soñar que eran las de esa mujer las que me pajeaban. Esa morena anónima me besaba sin dejar de jugar con mi entrepierna mientras me susurraba al oído lo mucho que le gustaba. Lentamente sus yemas se acomodaron a mi extensión y una vez la tenía bien asida, comenzó a subir y bajar su mano, poniendo sus pechos en mi boca. Juro que estaba tan concentrado que llegó un momento que realmente creí que esos pezones imaginarios, que se contraían al contacto con mis dientes, eran reales y explotando mi deseo, dejé blancas gotas flotando, muestra visible de la atracción que sentía por esa desconocida mujer.

Cabreado e insatisfecho, me vestí y llamé a Johana, mi jefa, para ver si tenía algún encargo que me hiciera olvidarme de esa obsesión. Desgraciadamente me informó que no tenía nada para darme y por eso colgándola el teléfono, salí en busca de una clienta. Sabía que a las doce de la mañana era imposible conseguir una patrocinadora pero, aun así, lo intenté recorriendo infructuosamente los hoteles de la gran manzana. Tras dos horas durante las cuales lo más cerca que estuve de hallar negocio, fue cuando un par de ancianas me preguntaron por un casino, volví tras mis pasos y con paso cansino, entré en un restaurante a comer.

Parafraseando una canción: “Es increíble que siendo el mundo tan grande, esta ciudad sea tan pequeña”. Contra toda lógica y incumpliendo las leyes de las posibilidades, mi morena se hallaba comiendo en una mesa al fondo. Creyendo que Dios me había dado una segunda oportunidad, decidí no desperdiciarla y aprovechando que el local estaba repleto, le di una propina al maître para que le pidiera, ya que estaba comiendo sola, si podía sentar a otro comensal en su mesa. Esa práctica, tan ajena y extraña en nuestro país, es común en los Estados Unidos y por eso al cabo de un minuto, me hallé compartiendo mantel con esa monada.

Al sentarme, le pedí perdón por mi intromisión pero ella me contestó que no había motivo para pedirlo y que se llamaba Esther. Por su acento adiviné su origen y pasando al castellano, me presenté diciendo:

-Soy Alonso y si no me equivoco somos paisanos. ¿Naciste en Canarias?-

-¿Tanto se me nota?-

-Solo sería más evidente si al salir en vez de tomar el autobús, tomaras la guagua- respondí sonriendo.

Mi respuesta le hizo gracia, lo que me hizo pensar que la misión que me había marcado, iba viento en popa porque no hay nada que le guste más a una mujer que le hagan reír. Se la notaba alegre al encontrarse por esos lares a un español y por eso fuimos cogiendo confianza de forma que cuando el camarero llegó con la comanda, ya nos considerábamos amigos.

Si ya me gustaba esa monada, su voz con un tono grave casi masculino me cautivó. Las palabras parecían surgir de su garganta como por arte de magia. Magia que me fue embrujando paulatinamente hasta que con disgusto comprendí que había caído en su hechizo. Esa mujer, involuntariamente o no, desprendía sensualidad por todos sus poros y mientras hablaba o reía, sus pechos participaban en la conversación, moviéndose libres sin la contención de un sujetador.

La visión de esos senos grandes y bien formados, en los que la gravedad no había hecho mella, me hizo empezarme a excitar. Sé que ella lo notó porque bajo su camisa, sus pezones al reaccionar a mi mirada, la traicionaron. Duros y grandes, se dejaban ver presionando la tela. Esther al percatarse que la había descubierto, sacó su bolso y poniéndolo enfrente, creó una barrera física que mi imaginación bordeó sin esfuerzo.

-¿A qué te dedicas?- pregunté rompiendo el silencio incómodo que se había instalado entre nosotros.

Mi táctica al desviar su atención dio un pésimo resultado y poniendo un mohín de tristeza, me respondió:

-Debido a la crisis, estaba en paro y por eso me vine a esta ciudad. Ahora tengo un sex-shop y me va bien-

Reconozco que me pasé, pero al escuchar que tenía una tienda de elementos eróticos, no pude reprimir mi carcajada. Jamás me hubiera imaginado que esa mujer se dedicara a esa actividad pero al ver su cara de enfado, le pedí perdón y cogiéndole la mano, prometí ser uno de sus mejores clientes. Indignada, pidió la cuenta pero antes de irse, me pasó una tarjeta de su negocio para ver si era verdad que me iba a gastar mi dinero en su tienda. Nuevamente en menos de dos horas, me vi solo, sorbiéndome los mocos y recriminándome la torpeza con la que había actuado y por eso mientras terminaba mi café, comprendí que le debía una disculpa.

“Joder, era lógica mi reacción. A ese bombón le pega más ser la dueña de una tienda de golosinas”.

Al salir del restaurante, me fui directo a una floristería y aunque intenté comprar un ramo de estrelitzias, una flor que le haría recordar su tierra natal, al ser tan raras me tuve que conformar con dos docenas de rosas amarillas. Ya en la caja, me tomé unos minutos en pensar la dedicatoria. Afortunadamente las musas tuvieron piedad de mí y la inspiración fluyó entre mis dedos:

“Soy un patán. Solo espero que estas flores sirvan para paliar mi error. Una rosa es una rosa aunque tenga espinas. Si te apetece cenar y así tener la oportunidad de echarme en cara lo que piensas, llámame. Mi teléfono es XXXXXXXXXXXXXX”

Una vez redactada mi bajada de pantalones y esperando que mi disculpa fuera suficiente, cerré el sobre y tras pagar un servicio express, salí del local parcialmente ilusionado. Sabía que era casi imposible que me diera otra oportunidad pero el premio era tan grande que esperaba que esa tarde al recibir las flores, esa mujer se apiadara de mí y aceptara cenar conmigo. Si lo hacía, me juré por lo más sagrado que no volvería a errar y que andaría con pies de plomo.

Toda la tarde me la pasé comiéndome las uñas, temiendo que hubiese roto mi tarjeta y que no llamara. Por eso al dar las ocho ya había decidido irla a ver pero justo cuando cogía la puerta, sonó mi móvil.

-¿Alonso?- escuché nada más descolgar.

Era ella. Sin poder creer en mi suerte, me disculpé nuevamente pero Esther cortando por lo sano, me soltó con voz dulce:

-No creas que te voy a perdonar tan fácilmente. Para que piense en hacerlo, esta noche me tienes que llevar al Gallagher’s Steak House y te aseguro que no te saldrá barato-

“Coño, a quien se lo vas a contar” pensé al recordar la factura que pagó una de mis clientas la última vez que fui. Aunque era difícil conseguir mesa, conocía al chef por lo que pude contestarle que no habría problema, tras lo cual, le pregunté donde quería que la recogiese:

-En mi casa. Vivo en la avenida Jeromé 37. Te espero a las nueve- y sin darme tiempo a reaccionar me colgó.

Como esa dirección era del Bronx, llamé a la compañía de taxis y pedí que me recogieran a la ocho treinta porque así me daría tiempo de sobra para llegar a por ella y mientras tanto, me volví a duchar pero esta vez con una idea clara:

“Esa noche no dormiría solo”.

Acababa de terminar de vestirme cuando sonó mi telefonillo y cogiendo mi cartera, salí al portal. Como era habitual, el taxista era paquistaní y por eso le tuve que escribir en un papel el destino y mediante señas, explicarle que íbamos a recoger a otro pasajero, tras lo cual debía llevarnos a ese restaurante.

Al llegar hasta su casa, la llamé a su móvil y con autentico desasosiego esperé a que bajara. Cuando lo hizo, venía enfundada en un traje negro de raso que se pegaba a su cuerpo, dotándolo de un atractivo que me hizo sudar, sobre todo cuando al saludarme con un beso, pude echar una rápida ojeada por dentro de su escote y descubrí que esa mujer tenía unos pechos duros y redondos.

Si Esther fue consciente del repaso, no lo sé pero lo que si me consta es que nada más acomodarse en su asiento, se giró de tal forma que la tela de su vestido se abrió dejándome disfrutar de un pezón grande y oscuro que me dejó petrificado:

“¡Eran tal y cómo, me había imaginado!”

Su descaro me hizo creer que deseaba un acercamiento pero cuando lo intenté llevando mi mano a su pierna, separándola me soltó:

-Verás pero no tocarás-

Ella al ver mi desconcierto, se subió la falda hasta cerca del inicio de su tanga y poniendo cara de perra viciosa, se rio mientras me decía:

-No todo lo que hay en mi sex-shop está en venta, pero como soy buena te voy a dejar ver lo que te has perdido-

Jugando conmigo y castigándome por la impertinencia de reírme de su profesión, me preguntó:

-¿Te gustan mis piernas?. Creo que las tengo un poco gordas pero mi ex nunca puso reparo a hundir su cara entre ellas y darme placer-

-Serás cabrona- maldije entre dientes mientras no podía retirar mis ojos del coqueto tanga negro semitransparente que llevaba.

-No te lo he dicho pero, sabiendo que iba a cenar contigo, me depilé y ahora tengo un coño de cría- y realzando la imagen que ya asolaba mi mente, prosiguió diciendo: -Imagínate, ¡Sin un solo pelo!. ¿Te apetece verlo?-

Con voz confusa, contesté afirmativamente y entonces ella cerrando sus rodillas me contestó:

-Todavía no te lo has ganado-

Al enfilar el taxista la quinta avenida, lo agradecí porque así terminaría el suplicio de tener a esa belleza a mi lado, sabiendo que era un terreno vedado a cualquier aproximación. Lo que realmente me apetecía no era cenar sino hundir mi cabeza entre sus pechos pero me había dejado claro que esa noche y a no ser que la convenciera de cambiar de opinión:

“De sexo, nada”

Cumpliendo a rajatabla las normas de educación, me bajé antes que ella y le abrí la puerta. Esther salió del vehículo sintiéndose una princesa y a propósito, rozó con mi mano mi entrepierna mientras me decía que era un caballero.

“¿A qué juega?” pensé al sentir su caricia ya que era justamente lo que ella me había prohibido.

Cabreado y conociendo de antemano, que esa zorra se iba a dedicar durante la cena a provocarme, me senté en mi silla esperando que producto de su sadismo, esa mujer se fuera calentando y que después de cenar, me dejara tomarla como me imploraba mi miembro. Mis peores augurios se hicieron realidad cuando le estaba diciendo al camarero lo que queríamos cenar, al sentir un pie desnudo subiendo por mi pierna.

-¿Te pasa algo?- preguntó con una sonrisa irónica la morena mientras su planta se afianzaba encima de mi bragueta –Te noto un poco nervioso-

-No sé porque lo dices, estoy tranquilísimo-

-Pues sé de un pajarito que no opina lo mismo-

Que se refiera a mi miembro con ese diminutivo, me cabreó y tapándome con el mantel, saqué mi polla de su encierro para que palpara sin impedimento alguno que de pequeño nada. Estaba orgulloso de cada uno de los centímetros que lo componían y puedo asegurar que eran muchos. Mi reacción momentáneamente desconcertó a Esther al comprobar el tremendo aparato que calzaba entre las piernas pero después de la sorpresa inicial, me sonrió y poniendo una cara de no haber roto un plato, quitó su pie y me dijo:

-Cariño, no te enteras. Yo marco el ritmo y creo no haberte pedido que hicieras eso, así que voy a sumar un nuevo castigo a tu larga lista-

La seguridad con la que habló, me desarmó y metiendo mi encogido miembro dentro del pantalón, bebí un sorbo de vino mientras intentaba pensar en cómo vencer a esa arpía. Para colmo de males, un conocido suyo Un cuarentón de buen ver, apareció por el local y tras saludarle con un magreo en el culo, le preguntó quién era yo:

-Un aprendiz que se cree muy machito- respondió pegando su cuerpo al del recién llegado- espero que cumpla pero si no lo hace, ¿Te puedo llamar?-

-Claro, ya sabes que mi cama siempre está libre para ti- y dirigiéndose a mí me dijo: -Muchacho, Esther es una profesora excelente-

Mi humillación era máxima pero también mi excitación, de no haber sido por mis hormonas me hubiese levantado de la mesa y me hubiera ido a rumiar mis penas solo, pero justo cuando ya había dejado mi servilleta en la mesa y me disponía a irme, Esther me pidió que la acompañara al baño. Sin saber a qué atenerme, la seguí por mitad del restaurant siendo testigo de cómo los hombres se daban la vuelta para verla pasar. Todos y cada uno de los presentes, se fijaron en el culo de la española por mucho que, a los ojos de un gringo, fuera otra latina más. Pero para mí, ese trasero era una meta.

No fui consciente de lo que se me avecinaba hasta que al llegar al baño, esa mujer de un empujón me metió en el de damas. Nada más entrar, cerró la puerta con llave y dándose la vuelta me pidió que le bajara la cremallera. Temblando como un crio, cogí el cierre entre mis manos y lentamente lo fui bajando. Centímetro a centímetro la espalda de esa mujer se me fue mostrando mientras mi pene saltaba inquieto dentro de mi calzón pero aunque me moría por agarrar ese par de peras y hundir mi polla entre sus nalgas, me abstuve recordando que ella quería llevar la voz cantante. Esther al notar que la había abierto por completo, me ordenó que le sacara el vestido por la cabeza, por lo que me tuve que agachar e ir levantando poco a poco la tela, de forma que pude disfrutar de la perfección de su cuerpo mientras lo hacía. Ya desnuda a excepción de su tanga, se dio la vuelta tapándose los senos y entonces me preguntó:

-¿Quieres verlas? ¿Te apetece ver mis pechos?-

La pregunta sobraba, ¡Por supuesto que deseaba contemplar esas dos bellezas! Pero sabiendo que tendría precio, con voz titubeante le dije que sí.

-Arrodíllate en el suelo-

Sin voluntad alguna porque esa zorra me la había robado, sumisamente, me puse de rodillas mientras ella separaba sus manos. Al ver la perfección de sus tetas valoré en justa medida el precio que tuve que pagar y con una sonrisa, comprendí que había salido ganando. Mi expresión de felicidad, la confundió y con voz áspera, me preguntó porque sonreía, a lo que solo pude contestar con la verdad. Ella al oír mi respuesta, se sintió ama de mi cuerpo y sentándose en el wáter se puso a cagar. Habiendo satisfecho sus necesidades físicas, se levantó y poniendo su culo en mi cara, separó sus nalgas con las manos y me ordenó:

-¡Límpiame!-

Casi llorando por la ignominia a la que me tenía sometido, saqué la lengua y la llevé hasta su ojete. Había supuesto que me resultaría desagradable pero me encontré al recorrer sus pliegues que su culo tenía un sabor agridulce que, sin ser un manjar, no resultaba vomitivo y por eso cuando me hube acostumbrado a ello, tomé más confianza y usando mi húmedo instrumento me permití profundizar en sus intestinos. Esther no se quejó de mi iniciativa y separando sus piernas, me permitió seguir con mi exploración. Sus gemidos no se hicieron esperar y ya seguro de que le gustaba, hundí toda mi cara mientras con los dedos la empezaba a masturbar.

-Eres un estudiante travieso- me soltó dando una risotada, tras lo cual se dio la vuelta y sentándose en el lavabo, me dijo: -Termina lo que has empezado-

No me lo tuvo que repetir y con un hábito aprendido durante años, fui subiendo por sus muslos mientras le daba besos en mi camino. La morena no se esperaba tan tierno tratamiento y por eso cuando mi lengua se apoderó de su clítoris, este ya mostraba los síntomas de su orgasmo. Decidido a hacerla fracasar en su intento por dominarme, estuve jugueteando con su botón durante una eternidad hasta que sentí que esa dura dominante se derretía sin parar. Sabía que era mi momento y por eso mientras lo mordisqueaba, fui preparando su sexo con someras caricias de mi yemas, de manera que obtuve y prolongué su ansiado éxtasis hasta que berreando como una loba, me pidió que parara pero entonces y por primera vez, la desobedecí y metiendo mi lengua hasta el fondo de su agujero, la empecé a follar sacándola y metiéndola de su interior.

-¡Virgen de la Candelaria!- exclamó al notar que sus defensas iban cayendo una a una con la mera acción de mi apéndice hasta que, convulsionando sobre la loza, su sexo se convirtió en un geiser de donde manaba miel.

Recogiendo su néctar con mi lengua, me di un banquete que solo terminó cuando, con lágrimas en los ojos, esa mujer me rogó que volviéramos a la mesa porque llevábamos mucho tiempo en el baño y los camareros se darían cuenta. Su peregrina excusa, era eso, una vil excusa. Yo sabía la razón y no era otra que esa mujer había perdido la primera batalla y deseaba una tregua que le permitiera reorganizar sus tropas. Satisfecho pegando un pellizco en uno de sus pezones, recogí mi medalla y tras vestirse, galantemente, le cedí el paso.

Al contrario de nuestra ida al servicio, a la vuelta el rostro de la mujer estaba desencajado al no saber si podría someterme tal y como había deseado. En la mesa, durante unos minutos evitó mi mirada y ya repuesta, me pidió que pagase la cuenta. Al hacerlo, recogió su bolso y meneando el trasero, fue en dirección contraria a la salida. Extrañado y sin saber a dónde me llevaba, la seguí para descubrir que se paraba frente a la puerta de los baños de hombres.

-¿Y eso?- pregunté extrañado de que quisiera repetir.

-Reconozco que me has vencido pero ahora sin la premura del tiempo, seré yo quién te derrote- contestó y tal y como había hecho yo con anterioridad con una sonrisa en los labios, me dejó pasar.

Creyendo que, ya que el partido se jugaría en mi campo y con la confianza del equipo de casa, entré en el baño convencido de que saldría victorioso y que de haber afición, esta me sacaría en hombros. Qué equivocado estaba, porque nada más trancar la puerta, esa mujer se convirtió en una loba en celo y arrancándome los botones de mi pantalón, me lo bajó mientras me sentaba en el wáter. Como una autentica obsesa, fue rozando mi miembro todavía morcillón con sus mejillas, mientras me anticipaba que jamás nadie me habría hecho lo que ella me iba a dar. Y supe que era así cuando habiendo levantado mi extensión siguió golpeando con la cara mi pene, como si quisiera usar sus mofletes como arietes con el que derribar mis murallas. Lo creáis o no me da igual, esa mujer consiguió de ese modo tan extraño que la dureza de mi erección fuera hasta dolorosa y sólo cuando percibió que esta había llegado al máximo, poniéndose entre mis piernas, se sacó los pechos e incrustándoselo entre ellos, me miró diciendo:

-¿Tu sabes, mi niño, que toda canaria es medio cubana?-

Y sin esperar a que le diese mi opinión, estrujó sus senos contra mi pene formando un canalillo que me recordó a un sexo femenino pero más seco pero ante todo más estrecho. Era tanta la presión que ejercía sobre mi extensión que al principio le costó que este se deslizara `por su piel.

-¡Te voy a dejar seco!- me amenazó poniendo cara de puta y recalcando esa idea, me dijo mordiéndose los labios: -Voy a ordeñarte hasta que explotes en mi cara-

Poco a poco, el sudor que se iba acumulando en ese artificial conducto fue facilitando que Esther cumpliera su desafío y por eso al notar que ya se resbalaba libremente a pesar de la presión, afirmó:

-Te gusta guarrete, ¿Verdad que nadie te había hecho una cubanita así?-

Si le hubiese respondido, hubiera reconocido mi derrota de antemano y por eso, cerrando los ojos, me concentré en evitar dejar que las sensaciones, que estaba experimentando, me dominasen. La morena al observarlo, contratacó agachando su cabeza y abriendo su boca, de forma que cada vez que mi pene sobresalía por encima de sus pechos, su boca me daba una húmeda bienvenida.

“Mierda” pensé al darme cuenta de su estrategia pero la gota que derramó el vaso, fue sentir que su lengua intentaba introducirse por el diminuto agujero que coronaba mi glande.

La mujer al sentir que mis huevos se estremecían supo que estaba a punto de ganar la escaramuza y por eso, esperó tranquilamente a que llegara el momento y entonces usando mi pene como una manguera, bañó su rostro con las andanadas de blanca leche que salieron expelidas al correrme. Con una sonrisa en su cara, saboreó su victoria llevándose con los dedos el manjar que bañaba su cutis hasta sus labios e introduciéndolo en su boca, lo fue devorando sin dejar de mirarme.

-¡Qué rico está tu semen!- susurró incrementando el morbo que me daba ese ágape erótico del que fui testigo.

Degustando las últimas gotas de mi descalabro, se levantó y sin esperar a que me vistiera, desapareció por la puerta mientras soltaba una carcajada. Hundido por haber perdido mi ventaja me abroché el pantalón, quedándome el consuelo que esa pérdida había equilibrado el marcador y estábamos empatados.

“¡Quien ríe el último, ríe mejor” sentencié saliendo en busca de esa zorra que sin duda me esperaba fuera del baño. Pero al llegar al pasillo, no la encontré y por eso, la busqué en el exterior del restaurante. Con una sonrisa en su cara y ya en el interior de un taxi, la arpía gritó al verme salir:

-Estoy aquí, machote. Entra que te voy a llevar al Empire State-

Descojonado por esa idea tan absurda porque sabía qué hacía más de dos horas que había cerrado sus puertas, me metí en el coche pensando en que hasta andando podríamos ir a mi casa y me convenía ganarle aunque fuera por una décima de punto. Al mirarla, vi que estaba esplendida y que curiosamente parecía estar segura de que podríamos entrar. Como esa mujer no dejaba de sorprenderme, decidí no decir nada, no fuera a ser que tuviera un as bajo su manga.

Una vez a los pies de ese enorme edificio, comprendí que había acertado cuando golpeando el cristal, llamó la atención de un enorme negro de más de dos metros, el cual nada más levantar su cara del periódico que estaba leyendo, le dirigió una sonrisa para acto seguido, abrir la puerta:

-¿Qué hace aquí mi blanquita favorita?- soltó ese animal con una voz de pito que no cuadraba con su musculatura.

-Pedirte un favor, Ibrahim. Mi primo se vuelve a España de madrugada y no ha visto Nueva York desde el Empire-

-Pero Esther, tengo prohibido dejar pasar a nadie a deshoras. Me pueden despedir- protestó débilmente.

Mi acompañante no se amilanó por la negativa y pegándose a él, le empezó a acariciar la tremenda barriga mientras le decía con tono compungido:

-Ibrahim, ¡Se lo he prometido!. Te juro que la próxima vez que vayas a mi tienda, te regalo mis bragas usadas-.

El rostro del gorila se transmutó y forzando la negociación le soltó que no podía esperar y que si quería contemplar la ciudad esa noche, debería darle las que llevaba en ese momento. Esther, pegando un grito de alegría, le dio un beso en los labios y sin darle tiempo a arrepentirse, se quitó el tanga y sensualmente se lo lanzó a la cara. El gigantesco individuo apretó la prenda contra su nariz y apretando un botón, llamó al ascensor. Lo último que vi antes de entrar el interior, fue a ese hombre bajándose la bragueta mientras olfateaba la suave tela en busca del olor de su dueña. Al cerrarse la puerta, Esther empezó a desnudarse diciéndome:

-Tenemos media hora, no creo disponer de más tiempo antes que ese pendejo se canse de verme desnuda y quiera que nos vayamos-

-¿Nos va a ver?- pregunté alarmado.

-¡Pues claro! O crees que va a perder la ocasión de pajearse mirándonos- contestó completamente desnuda y acercándose hasta mí me ayudó a quitarme los zapatos.

En ese momento, el elevador llegó a su destino y abrió sus puertas. Esther al verlo, salió corriendo y soltando una carcajada, me dijo:

-Machote, ¿A ver si me alcanzas?-

Sin dudar fui tras ella pero lo que debía ser fácil en principio, me resultó casi imposible porque moviéndose como una anguila, cuando ya creía que la iba a coger, hacía un recorte y reiniciaba su carrera.

“¡Será puta!” pensé al tropezar y caerme contra el suelo.

Fue entonces cuando saltando encima de mí, me empezó a besar. La zorra se convirtió en una dulce amante que pegando su cuerpo contra el mío, buscó su placer entrelazando nuestras piernas. Acomodándose sobre mi pene, forzó su sexo y lentamente se fue empalando mientras ponía sus pechos a mi disposición. Cogiendo ese par de melones entre mis manos, llevé un pezón hasta mi boca mientras mis dedos pellizcaban el otro.

-¡Me encanta!- gritó pegando un alarido que nadie escuchó para acto seguido iniciar un suave trote mientras sentía la dureza de mis dientes, mordisqueando su oscura aureola.

-¡Más rápido!- le exigí con un duro azote en sus posaderas.

-¡Más rápido!- insistí soltándole otro mandoble al no notar cambio en el ritmo con el que me montaba.

-¡Más rápido!- repetí, cabreado porque deseaba que esa mujer saltara sin freno sobre mi pene.

No comprendí la terquedad con la que se negaba a obedecer mi orden hasta que soltando un gemido, mezcla de dolor y de deseo, su vulva se encharcó y sumisamente me informó que solo aceleraría el compás de sus caderas, si yo le marcaba el ritmo a base de nalgadas. Su entrega me enervó y aceptando su sugerencia marqué una cadencia imposible que ella siguió como si nada.

-¡Sigue!- chilló – ¡Ojalá estuviéramos en mi casa!, allí sacaría una fusta y no pararía de darte latigazos hasta que aprendieras a hacerlo-

Completamente dominada por la lujuria, esa puta no olvidaba su vena dominante y por eso, quitándomela de encima, la puse a cuatro patas tras lo cual, guie mi pene hasta su ojete y de un solo empujón se lo clavé hasta el fondo.

-Ahhh- gritó al sentir mi intromisión en su entrañas y llorando me pidió que lo sacara.

-¡Te jodes!, puta- dije en su oreja mientras seguía machacando su interior con mi mazo.

Implorando mi perdón, Esther sollozó al experimentar que su esfínter estaba sufriendo un castigo brutal pero no me apiadé de ella y sin pausa, incrementé la velocidad de mi estoque mientras le exigía que se masturbara. La muchacha incapaz de negarse, llevó su mano a su entrepierna y recogiendo su clítoris entre sus yemas, empezó a acariciarlo con avidez. Su deseo se fue acumulando con el tiempo hasta que estallando en risas, se corrió sonoramente.

Volví a infravalorar a Esther, muerta de risa, me exigió que le diera caña mientras se descojonaba de mí al haberme creído sus lágrimas:

-Eres un niñato. Unos lloriqueos fingidos ya te crees que me dominas-

Su burla me sacó de quicio y hecho una furia, le di la vuelta y le solté un bofetón. La morena limpiándose la sangre de sus labios, soltó una carcajada retándome. Fuera de mí, con mis manos empecé a estrangularla pero ella, en vez de defenderse, cogió mi pene y se lo insertó en su sexo mientras me decía:

-Asfíxiame pero no dejes de follar-

Comprendí al instante sus deseos, esa zorra quería que al reducir yo el oxígeno que llegaba a su cerebro, le otorgara una dosis extra de placer. Cumpliendo fielmente su pretensión, le apreté el cuello mientras mi miembro se movía a sus anchas en su interior. Cuando su rostro ya estaba completamente amoratado, la vi retorcerse sobre el mármol y para de repente ponerse a temblar mientras su cuerpo se licuaba dejando un charco bajo su culo. Mi éxtasis se unió al suyo y mezclando mi simiente con el flujo que brotaba de su coño, me desplomé agotado sobre ella.

No sé el tiempo que permanecí desmayado, lo único que sé es que al despertar, Esther permanecía desnuda, apoyada en la barandilla mientras miraba Nueva York desde las alturas Acercándome a ella, la besé en el cuello y le pregunté en que pensaba:

-En que somos unos extraños en esta ciudad pero la amo-

Fue lo primero realmente sincero que dijo esa mujer en toda la noche y conmovido, le respondí que a mí me pasaba lo mismo. No concebía mi vida sin vivir en la gran manzana. Estábamos recogiendo nuestra ropa, cuando mirándome me preguntó:

-Por cierto, ¿A qué te dedicas?-

-Soy prostituto-

Incapaz de contenerse, soltó una carcajada pero en cuanto se dio cuenta, se pegó a mí y de buen humor me preguntó dónde iba a tener que llevarme a cenar.

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Os aconsejo revisar mi blog:

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En él, encontrareis este y otros relatos ilustrados con fotos de las modelos que han inspirado mis relatos. La modelo de este relato es sinceramente ESPECTACULAR.

El regreso de Sonia

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Nota del Autor: Uno de mis lectores contactó conmigo y me pidió que escribiese un relato hablando sobre él. Este es el resultado. Espero que os guste.

David regresó al pueblo donde nació. Pocas cosas habían cambiado. En esencia seguía siendo lo mismo que hacía 19 años, cuando lo dejó. Bueno, el pueblo había crecido, pero sólo en superficie y en número de habitantes. Seguían siendo la misma gente cerrada y de un nivel cultural más bien bajo. Allí, a él no podían entenderlo.

Llevaba ya muchos años viviendo en una gran ciudad con todo lo que ello conlleva. Allí estaba a gusto, siendo quien quería ser, a salvo, en el anonimato que proporciona la gran urbe. Él había cambiado, el mundo no. Su pueblo, ese pequeño universo en el que creció, seguía igual. Sin expansión ninguna.

Caminando por sus calles sintió pena y alegría. Alegría por que haberse ido de allí. Fue la mejor decisión que tomó en su vida. Pena por que mucha gente no tuvo al valor para hacer lo que él hizo.

Reconocía balcones, casas y gentes. La panadería, el Ayuntamiento. Giró una esquina y entró en la que era su calle. Ascendió por ella recordando las travesuras que su hermano y él solían hacer. Se detuvo frente a la puerta de la casa que lo vio crecer. Se acordó de sus padres y una lágrima cruzó su mejilla. La dejó caer.

Abandonó la calle y se dirigió a la casa que un amigo le había dejado. La casa estaba vacía. Se alojaría allí casi toda la semana. Era un buen amigo. Los hombres con los que se cruzaba se quedaban mirando a David de arriba a abajo. Algunas mujeres se volvían intentando averiguar quien era. Sabían por qué lo miraban. No hizo caso y siguió caminando por la calle hasta que llegó a dicha casa.

Al entrar, fue directo a la habitación y dejó allí el equipaje. Se miró en el gran espejo que hacía las veces de puerta de armario y vio la mujer en la que se había convertido. Su esbelta figura. Su largo y negro pelo. Su pechos, pequeños y redondos sobresalían tímidamente por el precioso escote que llevaba. Nadie le había reconocido, mejor dicho nadie la había conocido. Y es que el cambio había sido radical. Pasando las manos por sus caderas con un movimiento muy femenino, se miró los “jeans” de pitillo ajustados que llevaba y se atusó el pelo para estar aún más guapa. La encantaba mirarse y admirar su delicada figura.

Deshizo la maleta y la colocó en el armario. Examinó la ropa que cuidadosamente había elegido para el viaje y comprobó que nada estuviera arrugado o descolocado.

Descansó un poco y salió a comprar algo para cenar antes de salir. Si, saldría e iría a uno de los pocos pubs donde se reunía la gente del pueblo. Había gente a la que quería ver.

Aún no era de noche cuando comenzó a arreglarse. Bajo la cortina de agua caliente que le proporcionaba la ducha se dio unos minutos de relax. El vapor llenaba el baño de una niebla embriagadora. El agua resbalaba por su femenino cuerpo. Sus pezones enrojecidos adornaban unos redondeados pechos. Su pene, relajado colgaba entre sus muslos depilados. Su pubis lucía sin bello alguno. Le encantaba su cuerpo.

Ya después de ducharse se acercó al armario donde sacó sus prendas favoritas. Con las que mejor se veía y más se identificaba.

Desde bien joven David por el mero hecho de ponerse unas botas de cuero, o cualquier prenda de cuero, se excitaba. Ahora, más adulto le pasaba lo mismo.

Se miró una vez más y girando su cuerpo de un lado a otro pasando sus manos por sus caderas y pechos, notó como el flujo sanguíneo se le bajaba a su entrepierna. Se veía de lo más guapa y sexy. No pensaba volver a casa sola.

Ya no quedaba ningún resquicio de lo que fue “David”. Se había convertido en otra persona. No sólo en apariencia, sino más fuerte mentalmente y adulta de lo que fue David nunca.

A James le encantó la cultura española desde el primer día que supo algo de ella. Es posiblemente lo que le llevó a estudiar filología hispánica, allá en su país de origen. Un país frío de esos del norte de Europa con una cultura distinta a la nuestra. Distintas costumbres y distintos compromisos.

Desde que viajó por primera vez a España fue a aterrizar a Andalucía, concrétamente a Málaga, donde se enamoró perdidamente de nuestro país. Esto trajo sus consecuencias. Estuvo estudiando aquí durante dos años. El primero sólo y el segundo acompañado de su novia. Una chica rubia de lo más guapa llamada Keira. Pasaron casi todo su primer año en España en Granada estudiando y trabajando. Después de eso, y con algo de dinero ahorrado se dispusieron, antes de regresar a su país natal, a viajar y recorrer gran parte de Andalucía. Así es como terminaron en aquel pueblo de la serranía de Jaén.

En esta parte del viaje los acompañaban unos amigos de Málaga. Se conocieron en un programa de colaboraciones con la Universidad de Málaga, donde James terminó su carrera.

James aprovechó que su novia y amigos salieron del bar para acercarse a una mujer que había en la barra. Era una mujer preciosa. De esas bellezas que no había en su país. Morena, con una larga y lisa melena, con el flequillo recto como se llevaba por todo el país en esa época y toda vestida de negro.

El cuero había sido una sabia elección. Una blusa negra abotonada lo justo para tapar el sujetador y dejar un insinuante escote a la vista. La falda de cuero negro, le llegaba hasta la mitad del muslo, de tal manera de que sentada como estaba en el taburete con las piernas cruzadas, tapaba lo justo y dejaba a la vista unas preciosas y largas piernas. Unos zapatos de tacón también negros terminaban de dar ese toque de elegancia que la distinguían de cualquier otra mujer del Pub. Le daban un toque salvaje.

Llevaba observándola como una media hora y había visto como a dos hombres que se le habían acercado los había rechazado. Bebía de un vaso con un líquido transparente con una rajita de limón. Creía haber visto al camarero servirle ginebra. Sentada de espaldas a la barra ella también observaba el bar con su mirada. Como si buscase a alguien.

James, decidido a hablar con ella se acercó a la barra y pidió un Gin & Tonic. Ella lo miró y el la sonrió, preguntándole si quería otro, puesto que el vaso estaba casi vacío. Ella giró la cabeza ligeramente y entornando un poco los ojos estudió al joven muchacho que le ofrecía la copa.

-Si, por que no- Dijo la morena.

-Espero no haber interrumpido nada- Dijo James con un ligero acento extranjero, señalando el taburete vacío justo al lado de la chica.

-No, de ninguna manera. He venido sola- Dijo la chica sonriendo.

-Me cuesta creer que una chica tan guapa como tu, venga sola- Dijo James sin vergüenza alguna.

-Pues vine sola de vacaciones y sola estoy disfrutando de mi copa- Contestó la chica con lo que pareció un tono un poco seco. Al menos James lo interpretó como tal, así que se relajó y utilizó otra técnica con ella.

Pasado un minuto en silencio, el camarero vino con el vaso y le sirvió. James al pagar le dijo al camarero que se cobrase la siguiente ronda de la chica morena. Dejó el dinero en la barra y despidiéndose de la morena, “Un placer…” se marchó.

Justo cuando se daba la vuelta, la chica le habló.

-Tu no estás solo- Dijo en tono afirmativo. Esa chica se había fijado en él y lo habría visto con su novia, hacía unos minutos. Seguro.

-No, ya lo sabes- Dijo James dándose la vuelta y mirando a la chica morena con media sonrisa en la cara. -Creo que los dos hemos observado al otro sin darnos cuenta- Dijo James, admitiendo que había estado fijándose en ella.

-Me llamo Sonia- Dijo ella.

-Mi nombre es James- Dijo James acercándose a ella y dándole dos besos, los cuales Sonia, recibió con agrado, pues le había gustado aquel chico.

-Perdona que haya sido un poco seca, pero ya me he tenido que quitar a dos idiotas de encima. Hay gente muy… machista por aquí- Dijo Sonia mirando a un rincón, donde estaba uno de los hombres que la había entrado esa misma noche. Un tipo la mar de desagradable al menos en apariencia.

-Si es verdad, hay gente con muy “malo” educación- De vez en cuando se le escapaban a James algunos errores que delataban que no era español.

-Y dime ¿ya no está tu novia por aquí?- Preguntó Sonia con cierto interés, mirando a los alrededores.

-No, se ha ido con los demás al otro garito, el de la entrada del pueblo- Contestó James sentándose junto a Sonia, que seguía con las piernas cruzadas y con el codo apoyado en la barra. Con una mano sostenía la copa, con la otra jugaba con un mechón de su negra melena.

-Vaya, ¿Y te deja sólo en este bar mientras ella se va al otro?- Dijo Sonia extrañada. -Es que…¿Habéis discutido?- preguntó, dándose cuenta de que estaba realmente intrigada.

-Bueno, es que tenemos una relación peculiar. Abierta, digamos- Dijo James medio sonriendo.

-Vaya, osea que te deja aquí ligando, mientras ella se va a ligar al otro bar…- Sonia se asombró un poco. -Vaya si que sois liberales. Desde luego no sois españoles- Dijo con cierto tono de ironía. -No sé cuanto tiempo llevas en España, pero he de decirte que la gente de este país es muy cerrada!!- Dijo con cierto tono de resentimiento.

James no paraba de mirarla de arriba a abajo. Disimuladamente, por supuesto, pero llevaban unos minutos hablando y tenía más que estudiado su escote.

Sonia, por su parte estaba disfrutando hablando con aquel chico que además de educado, era guapo. Rubio y de complexión fuerte, tenía temas interesantes de conversación. No estaba dispuesta a dormir sola esa noche y acababa de encontrar a un buen candidato.

-¿Te apetece que salgamos fuera?, tengo ganas de fumar- Dijo ella dando un último sorbo a la copa y dejando el húmedo vaso sobre la barra.

-Si, por supuesto. Sin ningún problema- James se levantó y le preguntó al camarero su podía sacar el vaso fuera. Este asintió con gesto amable.

James, con un leve gesto de la mano cedió el paso a Sonia, a quien le encantó la cortesía, quizás por no estar acostumbrada a ello.

Ya fuera, se apartaron un poco de la puerta y se fueron a una esquina más oscura. Más íntima.

James admitió que no fumaba, así que Sonia, sensualmente se encendió un cigarro para ella. El humo inundó su conversación, la cual se estaba calentando por momentos. Sonia, curiosa y ávida de conocimientos le preguntó por el tipo de relación que llevaba con su novia y de si esta era común en su país, el cual resultó ser Finlandia.

-Lo es. Las parejas jóvenes suelen tener amantes, los cuales, sólo representan sexo para uno de los miembros de la pareja. El otro sabe que existe, pero no se conocerán nunca- Explicaba James. Mientras observaba como Sonia chupaba el humo del cigarro y con soltura lo echaba hacia arriba. Con el cigarro en alto y los brazos a medio cruzar. Muy femenina.

-¿Osea que pretendes que yo sea tu amante por esta noche con el consentimiento de tu novia?- Dijo Sonia directamente sin tapujos imaginando la respuesta. -¿Esperas que en un país como este alguien te diga que si a una proposición tan clara?- Preguntó dando otra calada al cigarro.

-Pues, de todas las mujeres que he visto hoy en el pueblo, desde luego creo que eres la única que podría decirme que si a algo así- Sonia se tomó eso como un piropo conociendo a la gente de su país, y más a la gente de su pueblo.

-Eres muy amable- Dijo al chico rubio el cual cada vez le parecía más atractivo. Alargando la mano, Sonia le quitó con delicadeza el vaso a James y bebió un trago. James impertérrito dejó que lo hiciese y al entregarle el vaso de nuevo, se acercó a él y lo besó sensualmente. Corto, pero húmedo y sensual. El la correspondió.

-¿Entramos de nuevo?- Dijo Sonia, dándole una última calada al cigarro y arrojándolo con dos dedos al asfalto -Creo que quiero esa copa que me ofreciste antes- y entraron de la mano.

Keira llevaba un rato en ese bar con sus amigos de Málaga. Era un poco más feo que el anterior, pero era más barato. Se iba a tomar la tercera copa de la noche cuando recibió un mensaje de James. “Ya casi está. La morena de la barra. Es muy sensual, creo que nos gustará”. Contenta por haber recibido ese mensaje se pidió esa tercera copa.

-Un White Label, por favor…sí, con Cola- Gritó a la camarera. Sintió unas manos rodeandole la cintura por detrás. Sabía quien era. Jose Luis, el que fue su amante en el último año de carrera de James.

-Hola, ¿te has pedido otra?- le preguntó.

-Hola Joselu- Le saludó Keira que era como le llamaban todos los del grupo. -Si me he pedido otro whisky- Dijo ella. Más bajita que él, tenía que mirar un poco hacia arriba para verle la cara. -Por favor, sabes que no quiero que me abraces en público. Esto no es Finlandia- Protestó ella.

-Perdona, pero es que no está James y pensaba que…bueno, ya sabes- Dijo el chico claramente deseoso de Keira.

-Mira lo nuestro se terminó. Fue una aventura y sabías que no pasaría de ahí- Respondió ella. -No digo que no me gustes, pero estoy con James, no contigo-

-¿Te parece si lo hablamos fuera?- preguntó él.

-No, lo hablamos aquí. Nadie de “nuestra” grupo nos oye- Keira no quería salir, porque sabía que Jose Luis se le echaría encima, cosa que, por una parte deseaba, ya bien por el alcohol, o por que disfrutaba mucho con él en el sexo, pero tenía que poner fin a aquello. Se le estaba yendo de las manos. Aunque por otro lado, pronto estaría de vuelta en Kurku, su ciudad natal, lejos de Jose Luis y sus obsesiones.

-Es que me siento ignorado, Keira- Dijo él frustrado por no poder llevarla a su terreno.

-Es la mejor manera de hacer las cosas para separarnos- Dijo ella chupando sensualmente la pajita y dejando que el whisky invadiese su boca.

-Pero yo no quería separarme de ti- Dijo Jose Luis con algo de desesperación en la voz.

-Te dije que era una simple aventura. Que mi relación funciona así, pero tu decidiste, no sé porqué, ir contando a la gente que éramos pareja- Argumentó inteligéntemente ella.

-Si, bueno, hice mal, pero me gustabas mucho. Y me gustas- Se sinceró él. A ella le seguía gustando, pero en su día le tuvo que dar un escarmiento. No podía tratarla como lo hizo.

-Pues te equivocaste- dijo ella soltando la pajita de su vaso. -¿Donde está el baño?- le gritó a la camarera para que la oyese por encima de la música.

-¡Al fondo, cruzando la otra sala por aquella puerta!- Le contestó la camarera con aproximadamente 7 kilos de maquillaje, observó Keira.

Cuando llegó a la puerta, antes de salir, miró hacia atrás y vio como Jose Luis la había seguido con la mirada. Ella le sonrió, sabiéndose observada y salió.

Jose Luis no había dejado de mirar aquel culo tan sólo cubierto con una fina mini-falda de algodón blanca. Vio como lo miró antes de salir y como le sonrió.¿Quería jugar la zorra? pues jugarían. Se bebió de un último trago la copa y dejando el vaso en la barra salió tras ella.

Keira salió a una sala sobre decorada con motivos cubanos. Horrible. Menudo mal gusto. Tenía pinta de sala de baile hortera. Probablemente lo era. Al fondo vio tres puertas. En una de ellas había un mujer cubana dibujada. Asomo la cabeza y resultó ser el baño. Entró e hizo pis.

Jose Luis salió a la sala de baile, donde no dejaba de mirar todos los cuadros y plantas de plástico. Había lámparas y cosas cubanas de todo tipo. ¡Que sala tan..cubana! Le gustó. Vio las tres puertas al fondo. Se acercó y vio los baños individuales y una puerta que decía privado. Esta última comprobó que estaba cerrada. Intentó abrir la de las mujeres y una la voz femenina, sensual y claramente extranjera de Keira sonó desde dentro, “Ocupada!”.

Keira estaba frente al espejo, retocando el maquillaje un poco y haciendo de nuevo su rubia coleta. “Jose Luis era majo, pero era impulsivo y quería cortar de una vez con él…” se encontró pensando frente a su reflejo. “…aunque podría disfrutar una última vez” No sabía que hacer. “…sería injusto para él, puesto que ella si tenía las cosas más claras…”. Mientras sus pensamientos le invadían la cabeza, abrió la puerta y se asustó al ver a una figura delante de ella. La reconoció. Era Jose Luis. Este tiró de ella y la metió en la puerta contigua que era el baño de hombre. Cerró de un portazo por dentro.

Para cuando Keira se dio cuenta de los que había pasado, levantó la cabeza para protestar mirando a la cara a Jose Luis y este le cerró la boca de un beso. Ella no supo que hacer en ese momento. Estaba caliente, pero no eran maneras. Aunque por otro lado era lo que le gustaba de Jose Luis. Impulsividad.

Mientras esos pensamientos pasaban por su cabeza y casi sin darse cuenta, estaba correspondiendo el beso de Jose Luis. Su lengua ya exploraba su boca sin dejar ningún rincón por conquistar. Ella agarraba su cuello para pegarse más a él, mientras que el ya la tenía cogida del culo. Ambos estaban calientes.

El baño era alargado con el lavabo en un lado y al final la taza del water. Ella lo arrastró hacia allí y lo sentó, de esa manera estaban más a la altura el uno del otro. De pie frente a él como estaba, tiró hacia abajo de su camiseta de rayas blancas y azules de escote “palabra de honor” dejando su generosos pechos desnudos. Él sabía lo que a ella le gustaba y sin pensarlo se lanzó a chuparlos, a pellizcarlos, a morderlos y aspirarlos.

-Si cielo, sabes lo que me gusta…chúpame, chúpame…- Keira echó la cabeza hacia atrás dejándose llevar por el placer. Tenía los pechos y los pezones muy sensibles. Tanto que le proporcionaban placer orgásmico. Dejó que Jose Luis se ensañase con sus pezones. Eso la excitaba sobremanera. Estaba ya empapada. Sus braguitas eran ya un charco de flujo. La había calentado en pocos minutos.

-Eres un cabrón. Te aprovechas de que sabes lo que me gusta- Decía ella entre gemidos. -Ahh si sigues voy a correrme…- A Keira se le fu una mano a su entre pierna mientras Jose Luis, que también disfrutaba de lo que hacía, besaba y sobaba los pechos de aquella finlandesa que había conocido un año atrás.

A Sonia le gustaba aquel chico. Tenía temas de conversación realmente interesantes y además era guapo. Tenía novia, pero ella no buscaba ni novio, ni matrimonio esa noche.

Estuvieron bebiendo y riendo como media hora más. A ambos se les escapaban miradas furtivas al cuerpo del otro. Sonia se agachaba a sabiendas de que le enseñaba todo el escote. También sabía ella que tenía que calentarlo, cuanto más mejor, antes de contarle su pequeño secreto. De todas formas ella apostaba a que no le importaría y menos después de lo que él la había contado acerca de lo liberales que eran en su país y en concreto él y su novia.

-¿Te importa que salga a fumar?- Dijo Sonia a James, mostrando el paquete de Chesterfield. Él dudó, pero finalmente dijo “claro que no”.

-Quería decir que si me acompañas afuera a fumar…- Dijo ella acercándose a él y diciéndoselo al oído para hacerse oír por encima de la música. Él asintió ahora aliviado al entender la proposición y salieron juntos del bar. Se apartaron al mismo lugar donde hablaban antes. Ella sacó un cigarro y lo encendió. Disfrutó de la primera calada antes de expulsar el humo a un lado para no molestar a James.

-¿Y cuando os vais del pueblo?- preguntó Sonia.

-Nuestra intención era marcharnos mañana por la tarde- Dijo James tranquilo.

-Vaya, yo que pensaba que podría verte otro día sin que tuvieses que volver con tu novia- Dijo Sonia descaradamente, intentando redirigir la conversación hacia donde ella quería.

-No tengo que volver con nadie, digamos que nos hemos dado la noche “libre”- Dijo él sentenciando el tema y dejando claro que no había ningún problema.

-Osea, que…- dio otra calada al cigarro. -…si quisiese esta noche podrías ser mio- Dijo soltando el humo elegantemente y ambos rieron por la medio broma.

-Bueno, no te he sido del todo sincero- dijo James, lo que provocó una ligera tensión en Sonia. -Mi intención era proponerte que pasases la noche conmigo y con mi novia- “Ay va!”, pensó Sonia. Eso si que no lo vio venir.

-Vaya, me has dejado de piedra- Dijo y pensando rápidamente en los pros y los contras tardó poco en decidirse. -La verdad, es que con que tu novia sea la mitad de guapa y de agradable que tu aceptaría sin pensarlo- Dijo acercándose a él y dejando un ligero beso en sus labios.

-Aunque yo tampoco he sido del todo sincera- dijo apartándose un poco. Con un leve movimiento de su mano dio una última calada a su cigarro. James pudo apreciar las blancas y femeninas uñas de Sonia. Lo agarró de la mano y caminando unos metros lo llevó un poco más adelante en la calle, donde sabía ella que había un callejón con poca luz. -Esto quiero que lo veas por ti mismo, más que contártelo- Dijo cuando entraron en el callejón. Allí en las sombras, James ya no la dejó hablar. La atrapó en un abrazo contra la pared y la besó. Ella lo correspondió sin protesta alguna. Es más, con sumo placer.

-MMmm, besas muy bien- Dijo Sonia, pensando que estaba donde había querido llevarlo, ya que lo había calentado lo suficiente como para contarle su “secreto”. -Tengo que decirte que no soy lo que aparento- Y con estas palabras llevó la mano de James a su entre pierna mientras lo besaba de nuevo. Este tardó unos segundos en reaccionar. En cuanto notó el semi-fláccido pene de Sonia, paró el beso y se separó para mirar hacia abajo como buscando una explicación, pero sin separar la mano de las bragas de Sonia, donde seguía moviendo los dedos tactando aquel escondido pene. Volvió a mirar hacia los ojos verdes de aquella mujer de arrebatadora belleza y como respuesta a lo que le acababa de contar, la volvió a besar.

De todas las reacciones que había visto Sonia, esta había sido la más halagadora. Siguieron besándose por unos minutos. Excitados los dos como estaban, Sonia ya tenía una mano sobre el paquete de James.

-Me encanta como besas- Dijo con ese ligero acento que tanto le gustaba a Sonia.

-¿Vamos a mi casa?- Preguntó Sonia volviendo a besar al rubio norteño.

-Tengo que avisar a Keira- Dijo agarrando su móvil mientras Sonia no dejaba de besarle el cuello y sobarle el paquete por encima del pantalón.

-Dile que se de prisa o voy a empezar a comértela aquí mismo- Dijo Sonia excitadísima mientras chupaba una de las orejas de James, el cual como podía mandaba un mensaje a su novia.

Keira se había dejado al placer. Se había dejado llevar y ya se había corrido una vez. Jose Luis no dejaba de comerle las tetas y ella estaba encantada con ello. De pronto su móvil hizo un leve pitido y vibró. Era un mensaje de James.

“Cariño, todo arreglado. Vamos para su casa” y a continuación una dirección y unas coordenadas de GPS.

-…mierda, esto tiene que acabar pronto…- Susurró al leer el mensaje de su novio, el cual estaba al otro lado del pueblo.

-¿que?- Preguntó Jose Luis, que levantó la cabeza de las tetas de Keira.

-Que quiero comerte esa polla que estará ya durísima- Dijo besando su boca. Se arrodilló allí mismo, abrió los pantalones de Jose Luis y sacó su polla. Estaba grande y roja. Comenzó a pajearla y a sobarla.

-Ahora te toca a ti cielo, ya sabes lo que me gusta- Dijo Joselu insinuante. “No vamos a llegar a eso”, pensó Keira. Se arrimó y dejó caer un hilo de saliva en aquel rosado glande. Lo extendió con la mano y engulló el pene con placer.

-Oh, eso también me gusta Keira!!- Dijo suspirando de placer. -Que zorra eres- A ella no le gustaba que la hablase así, pero él la dejó claro que no lo decía en serio, sólo para excitarse.

Mientras chupaba su polla, lo masturbaba con la mano llena de saliva. Eso aumentaba el placer. Ella por supuesto, también disfrutaba de aquello, pero desde luego el que lo estaba pasando de maravilla era Jose Luis. De vez en cuando escupía un poco más para aumentar la lubricación, eso lo ponía a mil. Quería follar con él pero también quería irse cuanto antes para reunirse con James y la chica misteriosa. Eligió lo segundo y aceleró la mamada.

Este no tardó mucho en correrse, que es lo que Keyra buscaba.

-Keira, cariño me corro…ahhh- Ella se apartó y con la mano siguió masturbando a Jose Luis que eyaculó hacia adelante llenando el suelo de semen fresco. Alargó la paja hasta que dejaron de salir las últimas gotas.

Ella sabía que no podía demorarse demasiado, sino Jose Luis se pondría muy pesado. Debía aprovechar ese instante. Se incorporó, lo besó y se lavó las manos.

-Te espero fuera- Cuando Keira salió del baño, Jose Luis aún estaba en éxtasis, atontado por el orgasmo. Él mismo aún se tocaba. Tardó unos segundos en darse cuenta de que Keira había salido.

Keira ya en la calle, después de despedirse del resto de sus amigos, agarró su móvil y con algunos movimientos rápidos de sus dedos el GPS de su iphone le dió una respuesta: “You must turn right in 40 meters…”. Estaba en camino.

Sonia y James, caminaban contentos hacia la casa de esta. Agarrados de la cintura paraban en cada esquina para besarse y tocarse. Sonia hizo amago de abrirle el pantalón a James en plena calle pero el no quiso. Prefirió esperar. En cambio no dejaba de meter la mano por debajo de la falda de cuero negro que llevaba Sonia para tocar el bulto que escondía su tanga. Esta se excitaba y mordía los labios de aquel rubio apuesto.

Llegaron a la casa, donde se detuvieron otra vez a besarse y tocarse. Se abrazaban con deseo y se mordían mutuamente el cuello conteniendo sus impulsos en espera de Keira. James palpaba los pechos de Sonia por encima de la camisa mientras esta gemía levemente en respuesta a sus caricias.

-Espera, voy a abrir la puerta- Dijo Sonia soltando a James y apartándolo. Abriendo la puerta estaba, cuando vieron que alguien venía por la calle. Vajita y rubia, saludó ondeando la mano hacia ellos.

-Es ella. Es Keira- A Sonia le gustó en cuanto la vio. No muy alta, comparada con James, pero igual de rubia. Con generosos pechos y andares alegres. Se acercó a ellos y saludó a James con un tierno beso en la boca.

-Hola, me llamo Keira- Saludo sonriente a Sonia.

-Hola, yo soy Sonia- y se dieron dos educados besos en las mejillas. Sonia terminó de abrir la puerta.

-Vamos, entrad. Este pueblo tiene ojos y oídos en cada rincón- Dijo sonriendo. -Pasad a la salón- Dijo señalando una puerta a la derecha de la entrada. Ella entró tras ellos. -¿Os apetece tomar algo?-

-Si, ¿por que no?- Dijo Keira sonriente. Era simpática y agradable. Tenían complexiones completamente distintas. Sonia era más estilizada, casi tan alta como James. Keira en cambio era más baja y voluptuosa. Sin perder la figura femenina, tenía más curvas que Sonia.

-Tengo Whisky, Ron, cerveza y maría- Dijo Sonia enumerando lo que había.

-¿Que licor es maría?- Dijo Keira.

-Marihuana, cielo- Dijo James, sonriendo.

-Ah! pues yo quiero… whisky y maría- Dijo riendo de su propio error.

-Yo tomaré lo mismo- Dijo James.

-Pues ahora mismo preparo tres whiskys y un porro de maría- Dijo Sonia sonriendo y alegre de poder compartir toda la marihuana que se había llevado al pueblo.

No tardó en servirlos. James se había sentado en un largo sofá y Keira en otro sofá un poco más pequeño junto al grande. Sonia sirvió los whiskys en la pequeña mesa de centro y desapareció por la puerta. En unos segundos regresó con una pequeña caja de madera. La abrió y allí estaba la marihuana y todo los aparejos para hacerse el porro.

Tomó asiento en el sofá junto a James, teniendo a Keira a su otro lado. Con unos rápidos movimientos de las manos y algunos gestos que ya se había convertido en rutinarios se hizo un delgado porro de maría.

-Toma, para ti. Tu lo enciendes- Y le pasó el porro con el mechero a Keira.

-Ah, gracias guapa- Esta lo cogió con gusto y dejó su vaso en la mesa. Lo agarró con la punta casi de sus largas uñas, se lo arrimó a los labios. Lo encendió con una larga bocanada. Aguantó el humo lo que pudo y exhaló el resto. Tosió varias veces.

-Si, es un poco fuerte, pero no lo he cargado mucho- Dijo Sonia. y mientras decía eso, miró lascivamente a James, el cual le devolvió la mirada. Bebieron ambos de sus vasos.

-Ahí va…- Keira pasó el porro a Sonia, que rápidamente le dio una larga calada. Sosteniendo el afrodisíaco humo le pasó el porro a James.

-Mmm, uff! me encanta- Dijo Sonia, mientras James hacia lo propio con el porro, que por fin terminó de nuevo en manos de Keira. Esta se vio con el porro en una mano y el vaso en la otra.

James, expulsando el humo hacia a un lado, dejó el vaso y cogiendo levemente la cara de Sonia, se arrimó y la besó. Fue un beso tierno, en el que prácticamente ella no participó. Fue ya en el segundó que ella reaccionó y ambos sacaron sus lenguas para fusionarse en un beso de lo más pasional. Estaban ya muy excitados y eso se notaba. James no tardó en meter una mano por la blusa de Sonia para acariciar uno de los redondos y tiernos pechos de la morena. Ella paseaba su mano por encima del pantalón, notando como el bulto que James tenía entre las piernas crecía por momentos. Le besaba el cuello y el escote. pasaba su lengua entre sus pechos.

Sonia vio un movimiento a su lado. Era Keira ofreciéndole lo poco que quedaba de porro. Sonia lo agarró y le dio otra profunda calada. En ese momento James levantó la cabeza y metió su lengua en su boca, obligandola así a contener el humo. A Sonia pareció gustarle y correspondió el beso con sumo placer. Aguantaron unos segundos y luego Sonia exhaló con fuerza. Puso con un gesto sensual el porro en los labios de James quien dio una corta calada. Se lo devolvió a Keira quien miraba recostada en su sillón.

Sonia, ya con las manos libres, agarró con firmeza la cara de James y se fundieron en un profundo y sexual beso. Intercambiaron algo más que el beso. Las manos de James no dejaban de sobar a Sonia por todos lados. Se notaba que tenía ganas de desnudarle. Ella por su lado no dejaba de sobar el ya gran paquete que tenía James dentro de los pantalones.

Keira disfrutaba del panorama y del whisky. Relajada, miraba como se magreaban su novia y aquella morena de la cual poco sabía. Eso la excitaba. Confiaba en su James y sabía que no se había liado con cualquiera. En cuestión de físico la encantaba. Alta y de larga melena. Muy española. Dio un último sorbo al vaso y apagó el porro. Había decidido unirse a la fiesta.

Sonia, mientras exploraba con su lengua la boca de James, notó como la atusaban el pelo. Eso le gustaba. Se separó de James, para girarse un poco y aprobando lo que hacía Keira con una sonrisa acercó su cara a la de la rubia quien entendió al momento lo que quería e hizo lo propio, hasta que ambas bocas se rozaron. Fue un roce sensual. Un primer contacto cariñoso. Al que siguieron varios iguales. Pequeños besos se sucedieron entre las dos mujeres. James mientras tanto acariciaba el cuerpo de Sonia.

Fue Keira, quien con un gesto de su boca provocó que las dos lenguas femeninas se juntasen y comenzasen un juego persecutorio por las bocas de ambas chicas. Keira, que ya venía caliente por su encuentro con Jose Luis, no tardó en llevar la mano de Sonia a uno de sus pechos, lo que provocó que Keira gimiese. El beso lesbiano se alargaba en el tiempo. Sus cabezas giraban, pero sin separar las bocas. James ya había conseguido abrir la camisa negra de Sonia. Sus dos perfectos y redondos pechos lucían en un sujetador de encaje negro precioso.

Sonia notaba como la abrían la camisa y trataban de desabrochar su sujetador. Mientras, ella se besaba con Keira, la cual tenía los pezones durísimos. Los de Keira eran unos pechos voluptuosos y redondos. Carnosos pero sensibles. Sonia notaba que con sólo rozar sus claros pezones ella se estremecía. Los besos que intercambiaban ambas mujeres habían comenzado por ser tiernos y dulces, pero se estaban convirtiendo en algo más. Sus labios, ya húmedos por el roce de sus bocas no cesaban en el intento de agarrar los de la otra. Se chupaban la barbilla y volvían a sus labios. Las lenguas no dejaban de jugar entre ellas. Sonia y Keira estaban inmersas en aquel interminable beso.

James ya había desabrochado el sujetador. Salieron entonces a la luz dos pechos redondos, con pezones oscuros y duros. No eran grandes, pero a James eso no le importó. Pudo ver la belleza en ellos aunque no tuviesen un tamaño exagerado. Con un gesto sencillo agarró uno y comenzó como pudo, puesto que las mujeres se medio abrazaban mientras se besaban, a mamar de él. Notó como Sonia se estremeció un poco. Mientras lo hacía su mano se coló por debajo de la falda de cuero y notó como el tanga de Sonia ganaba volumen por momentos.

Keira, mientras se besaba con Sonia a la cual la tenía suavemente agarrada por la cabeza, observó como su novio, James, comenzó a chupar uno de los pezones de esta. Eso la encantó y la calentó aún más de lo que estaba.

Envidiosa de que Sonia recibiese una mamada en sus pezones, quiso lo mismo para ella. Se separó del beso que se estaba dando con Sonia y se puso de rodillas en el sofá, de manera que su voluptuosos pechos quedasen a la altura de la cara de la mujer con la que se besaba hacía unos segundos. Esta no lo dudó. Observó las tetas de Keira, que eran preciosas y empezó a pasar su lengua, como si de un polo se tratase por los pezones de Keira. Esta reaccionó dando pequeños gritos de placer. Sonia supo al momento lo sensibles que eran aquellos pechos. Intensificó el trabajo de su lengua y los gemidos de la rubia se lo confirmaron. Abriendo la boca como pudo se metió uno de sus pezones dentro y comenzó a mamar de aquel pecho mientras su lengua jugaba con el pezón. Keira enloqueció. Gritaba y gemía como una perra. Le encantaba lo que Sonia le hacía.

James por su parte no dejó ni un rincón de los pechos de Sonia sin chupar. Sacó la mano de debajo de la falda y fue a desabrochar la cremallera lateral que esta tenía.

-No, por favor. Déjame la falda puesta- Dijo Sonia mirando a James. -Quiero que me folléis con la falda puesta- James le contestó con una medio sonrisa y dejó la cremallera en paz. Su mano regresó a la entre pierna de Sonia, donde ya podía agarrar su pene medio erecto. Sonia, cuando notó como James agarraba su “juguete” como ella se refería a él, gimió. Su gemido fue sordo pues volvía a tener uno de los pechos de Keira en la boca. Esta gemía bien alto.

-MMMm, no pares….ahh, ahh- Decía la finlandesa echando su cabeza hacia atrás abandonándose al placer. -Chúpame más…voy a correrme..- La afirmación que Keira hizo entre gemidos, sorprendió a Sonia. ¿Tan sensibles era sus pechos? pues, parecía que si.

-Ah, me corro……si, me corro..- Keira apretó la cabeza de Sonia fuerte contra uno de sus pechos. Esta respondió chupándolo aún más intensamente. -ahhhhhh- Un grito señaló el momento de más auge del orgasmo.

James ya había retirado un poco la falda y mientras chupaba los pechos de Sonia, masturbaba su pene ya liberado de la prisión que suponía el tanga. Un pene no muy grande, pero tampoco pequeño. Rigurosamente depilado y moreno por el sol.

Cuando Keira volvió en si, miró a Sonia y volvió a besarle con pasión y deseo. Miró a su marido y lo que vio la dejó paralizada. Era un hombre…es decir, un transexual. James no la había dicho nada. Seguro que se lo guardó como una especie de sorpresa. Sin pensarlo, se bajó del sofá y se arrodilló frente a Sonia. Miraba al pene de Sonia como si fuera el primero que veía en años. Su mirada iba del pene a Sonia. Esta sonreía. Sin dejar de mirarlo y viendo como Sonia volvía a centrar su atención en su marido que le seguía comiendo las tetas, Keira, comenzó a lamer el glande de aquel pene como si de un polo se tratase.

Sonia cerraba los ojos dejándose llevar. Tras unos lametones más Keira poco a poco introdujo aquel sabroso y femenino pene en su boca. Un leve gemido de Sonia, confirmó a Keira de que aquello la gustaba. Keira inició con un ritmo suave un mamada que terminó de poner erecto aquel depilado pene.

Sonia por su parte excitada como estaba, reclamó lo que llevaba toda la noche esperando. Separó a James de sus pechos y tiró de su pantalón hacia ella pidiendo con gestos que se los quitase. Este lo comprendió y se deshizo de ellos rápidamente. Se puso de pié en el sofá y colocó su polla a la altura de la cara de Sonia. Esta no dudo ni un segundo y engulló con pasión y deseo la verga de James. Este gimió levemente. Sonia absorbía cuando la polla de James entraba en su boca para intensificar el placer. LE encantaba mamar un buen rabo y sabía hacerlo muy bien.

Así Keira chupaba la polla de Sonia y Sonia la de James. Keira, miraba a Sonia mientras su boca se llenaba con aquel miembro transexual. La excitaba mucho esa idea. La excitaba también ver a Sonia mamar la polla de su novio.

No había rastro de bello en Sonia. Tanto los testículos como la base del pene estaban depilados a conciencia. Era una sensación extraña, pero la mar de agradable no notar nada de bello.

Aunque pensamientos como estos pasasen por la cabeza de Keira, no había parado su felación a Sonia. La polla de aquella “mujer”, entraba y salía de la boca de la finlandesa con una facilidad pasmosa. pequeñas gotas de saliva resbalaban por el tronco de aquel falo hacia los testículos. Keira lamía de vez en cuando todo aquello para limpiar la saliva sobrante y volvía a echarlos sobre el glande para lubricarlo.

Los gemidos de los tres se hacían notar en aquella silenciosa habitación. Por encima de los de las mujeres se comenzó a oír los de James, quien estaba sobreexcitado por la mamada que Sonia le estaba proporcionando.

Esta había estado deseando toda la noche poder meterse aquella polla en la boca y saborear sus jugos. Era más grande que la suya, pero no demasiado, con lo que podía jugar con ella en al boca. Movía su lengua estimulando el glande acompañando así la propia mamada. El chico estaba enloqueciendo de placer. Sabía que zonas debía estimular, puesto que tenía su propio pene. Con una mano sujetaba la base del falo, con la otra acariciaba sus huevos y pasaba, de vez en cuando, sus dedos por su ano, lo cual no parecía molestar a James.

-Para, en serio. Para que me corro- Dijo echándose hacia atrás. Sonia notó como el pene de James salió por si solo de su boca. Quería más. Adoraba esa polla. -Si seguimos con esto, me corro ahora mismo- Dijo el rubio casi pidiendo un descanso.

-¿Ya mi vida?- Dijo Keira sorprendida. -Pues si que debes hacerlo bien- Dijo mirando a Sonia con su falo en la mano. Lo soltó e incorporándose besó a la morena que sentada en el sofá la recibió con un abrazo y la boca abierta.

James contento de que le dejasen relajarse un momento se separó un poco a observar a las chicas.

-Parece ser que tus habilidades amatorias superan a las mías- Dijo Keira. Mirándose a los ojos, las mujeres volvieron a besarse, sacando sus lenguas para juntarlas en el aire, fuera de sus bocas.

-Si, aprendí bien hace unos años, con mi antiguo jefe- Dijo Sonia como pudo con la lengua de Keira buscando la suya. Miró a la derecha y vio a James, sentado mirando lo que ellas hacían.

-¿Has descansado ya?- Dijo Sonia. -Por que necesito que alguien me folle mi húmedo culito- Explicó mirando la polla erecta que se mostraba ante ella.

-Creo que si…- Dijo tímidamente James ante la proposición tan directa de Sonia. Keira sólo los miraba. No decía nada.

-Pues será mejor pasar al dormitorio, ¿no creéis?- pregunto la española.

-Creo que es una brillante idea- Dijo Keira, quien poniéndose de pie, tendió la mano a Sonia para acompañarla.

-¿Por donde?- Preguntó la rubia.

-Por allí…- Dijo Sonia señalando un cuarto al fondo de un pasillo. Keira tiró de Sonia, quien al pasar junto a James, lo agarró de la mano y juntos los tres se fueron al oscuro dormitorio.

Al llegar, Keira se paró a los pies de la gigantesca cama que presidia el centro de la habitación y con un par de rápidos gestos se quedó completamente desnuda. James aún llevaba sus calzones y su pene salía por la abertura que estos suelen tener para orinar.

-Ven conmigo- Dijo Keira a Sonia, quien obedeció diligentemente. Las dos mujeres arrodilladas la una frente a la otra en la cama volvieron a besarse. Keira agarró la polla de Sonia que asomaba medio erecta por debajo de la falda.

-Eres muy bonita, ¿lo sabias?- le dijo la Finlandesa.

-Gracias. Tu también me gustas mucho- Contestó esta. Sus labios intercambiaban saliva sin cesar. El beso cada vez era más húmedo. Keira ya había comenzado un movimiento masturbatorio que hacia gemir levemente a Sonia. Sonia pasaba la mano por encima del escaso bello púbico que Keira tenia entre las piernas.

Con una rápida mirada Sonia encontró a James, ya desnudo, de pie fuera de la cama mirándolas.

-Ven- dijo al chico rubio tendiéndole una mano. Este se acercó por detrás de Sonia y la abrazó. Su pene fue a chocar con la falda de cuero de Sonia. Esta lo sintió y levantó un poco la falda, para poder sentir aquella polla en su culo. James la abrazaba y cogía sus pechos con ambas manos. La besaba la nuca, mientras Keira besaba sus labios por delante. Cuatro manos y dos bocas la estaban acariciando. No se había sentido mejor en su vida. Echó una mano hacia atrás por encima de su hombro para acariciar la cara de James. Sus gemidos eran los únicos que se oían en la habitación.

-Sois maravillosos…-Dijo entre jadeos. Esto no hizo más que intensificar las caricias y besos de la pareja.

Sonia, con un gesto firme pero sensual, empujó a Keira quien cayó de espaldas en la cama. Esta supuso lo que Sonia iba a hacer y se colocó con las piernas abiertas frente a ella, sonriendo. Casi ansiosa. Sonia no la hizo esperar y se agachó para meter su cabeza entre las piernas de la rubia. Su lengua pronto encontró el clítoris de Keira.

-Ahhh…- Un largo y agónico gemido salió de la boca de la finlandesa, quien recibía lametazos a lo largo de su coño. -Ahh, me encanta…no pares…-Decía en perfecto español.

James que sin saber como, se vio de repente con el culo de Sonia en pompa frente a él. Metió con cuidado la mano por debajo de la falda y tiró suavemente del tanga para quitárselo. Lo sacó y humedeciendo su glande con abundante saliva lo restregó entre los carrillos del culo.

-No tengas reparo. No vas a hacerme daño- Dijo Sonia en un susurro a James. Este entendió que no era la primera vez. Apuntó con cuidado al culo de Sonia y empujó levemente. El glande, que en estos casos es lo que más cuesta, entró fácilmente. El resto vino solo.

-Ahhhh, dios que placer…- Gritó Sonia. Agarró fuerte el muslo de Keira y su lengua paró por un momento de amasar aquel delicado clítoris para disfrutar de la sensación de tener a James dentro de ella. Notó como el tronco de dicha polla la penetraba entera y aunque sintió un poco de dolor, sabía que eso desaparecería en unos momentos. En cuanto James imprimió un ritmo constante a las embestidas que recibía su culo, ella volvió, entre gemidos eso si, al coño de Keira donde un torrente de fluidos la esperaba. Húmedo como estaba, le pareció delicioso aquel coño abierto pidiendo guerra. Guerra que Sonia estaba dispuesta a dar. Mientras sorbía fluidos y besaba el clítoris bajo los gemidos incesantes de Keyra, James la penetraba sin parar. Su pene entraba y salía del culo de Sonia haciendo de ese vaivén un placentero baile. El pene erecto de Sonia se bamboleaba hacia adelante y hacia atrás con cada embestida. Sonia dejó de hacer esfuerzo por intentar llevar su propio ritmo en su cunilingus y dejó que las propias sacudidas que recibía su culo fuesen las que moviesen su lengua por el coño de Keyra, a quien no parecía importarle.

-Ahhhh….ahhh, sigue que me corro de nuevo!- Exclamó Keyra agarrando la cabeza de Sonia, quien procuró lamer con más fuerza. Besaba y mordía suavemente el coño que tenía entre los labios. Pasaba su lengua desde abajo hasta arriba chupando hasta el último rincón de aquella preciosa vagina. -Siii! lámeme así….- Keyra estalló en otro orgasmo que se alargó durante al menos un par de minutos.

-Ahhh, ahhh, ahhh…no paréis, me estoy corriendo- Decía mientras no dejaba que la cabeza de Sonia se separase se su coño. El flujo vaginal resbalaba por su entre pierna y caía sobre las sabanas de la cama.

-Creo…., yo creo que….también voy a correrme…- Dijo James con voz entre cortada. Las sacudidas que Sonia recibía frenaron. El ritmo se ralentizó, pero sin llegar a detenerse.

-No pares por favor- Dijo Sonia, mirando para atrás a James, quien tenía los ojos cerrados en gesto de profunda concentración.

-Es que si sigo me corro…- Dijo sin abrir los ojos.

-Pues córrete, pero hazlo fuera- dijo Sonia con la voz entrecortada a la vez que movía el culo para reanudar el vaivén que James había parado.

-No, no hagas eso…me corro….- Dijo el Finlandés, agarrando el culo de Sonia fuertemente entre las manos. Un par de sacudidas fuertes y con un gesto brusco sacó su pene a punto de estallar justo para disparar su primer chorro de leche sobre la baja espalda de Sonia. Esta se dio rápidamente la vuelta y acogió el resto de la corrida en su estomago y falda de cuero. Eso la excitaba sobremanera. El semen de James, caía sobre ella y su falda. Se podía apreciar muy bien como el espeso líquido, de un tono claro se escurría sobre la falda de cuero negro. James, se agitaba en espasmos provocados por el orgasmo. Se masturbaba para exprimir aquella ola de placer. Sofía con una mano esparcía el semen por su falda. Siempre le había encantado el aspecto del semen sobre el cuero.

Keyra se levantó como un resorte para abalanzarse sobre el pene de su novio, el cual aún estaba frente a Sofía de rodillas. Una vez hubo terminado de eyacular casi todo, Keyra, fielmente, se la metió en la boca para limpiar los restos. Esto provocó más olas de placer en James.

-Ahh, nena me encanta y lo sabes…- Decía James mientras se escurrió hasta terminar tumbado de forma relajada dejando que su novia le limpiase los restos de leche. Cuando hubo estado limpia se levantó. Sabía que su novio estaría fuera de juego al menos por un buen rato.

Keyra buscó a Sofía. Estaba tumbada mirando los chorretones de semen que recorrían su cuerpo y falda.

-Hola preciosa- Dijo Keyra acercándose a Sofía. Con ambas manos retiró el pelo de su cara y depositó un suave beso sobre sus labios. -Espero que James no te haya defraudado. Se excita mucho, se acelera y eso lo pagamos nosotras- Dijo Keyra mirando el cuerpo de Sofía.

-Ha estado bien y muy cariñoso- Dijo Sofía de forma educada, pensando que le hubiese gustado seguir follando.

-Si ya, pero no te has corrido- Dijo Keyra rozando el pene de Sofía con la punta de sus dedos. -Creo que es hora de limpiarte- Dijo la Rubia a Sofía cogiendo a esta de la mano.

James, tumbado en la cama, extasiado por el orgasmo tan potente que había tenido vio a las dos mujeres como, de la mano, desaparecían por una puerta que había en la habitación.

El baño era amplio con una gran plato de ducha. Nada ostentoso, pero elegante para una casa antigua como aquella.

-Esto, creo que es hora de que te lo quite- Y con gestos ligeros Keyra se deshizo de la falda de Sofía la cual no puso resistencia alguna. El tanga calló también al suelo, quedándose Sofía completamente desnuda. Aquellos preciosos y redondos pechos en combinación con aquel pálido pene la hacían la mujer mas hermosa del mundo a los ojos de Keyra.

-Dios, eres preciosa…-Dijo La rubia acercándose a Sofía y besándola suavemente. Mordían sus labios y sus lenguas salían de sus bocas para encontrarse y lamerse. Las manos de ambas mujeres recorrían el cuerpo de la otra.

-Vamos dentro- Dijo Keyra tirando de Sofía para que entrase en la amplia ducha. Ya centro volvieron a besarse. -Voy a limpiarte- Le dijo Keyra. Y con deseo se agachó y comenzó a lamer su vientre donde aún había restos del semen de James. No tardó mucho en encontrarse con el pene semi-erecto de Sofía. Lo besó, lamió y engulló.

-Ahh…eres una diosa con la lengua- Dijo Sofía notando la mamada de Keyra. Esta lamía los huevos de Sonia, mientras con una mano masturbaba aquel maravilloso pene. -Ahhh…- Sonia, se derretía. Keyra volvía a engullir la femenina polla de Sonia. Sonia a su vez se agarraba los pechos y estirando la lengua rozaba con ella uno de sus pezones. Estaba abstraída. Abandonada al placer.

Keyra se detuvo un momento para abrir el grifo. El agua tibia, empapó a ambas mujeres. Keyra reanudó su felación bajo aquella lluvia relajante. Le costaba coordinar respiración y mamada, pero hacía lo posible por no dejar de dar placer a Sonia, quien de pie intentaba no perder el equilibrio debido al mareo producido por las oleadas de placer que le llegaban de su entre pierna.

Keyra, se separó detuvo el agua y echando una generosa cantidad de gel en sus manos embadurnó el vientre de Sonia. El jabón chorreó y bajó por sus ingles. Keyra lo frotó todo. Masturbaba a Sonia con las manos llenas de jabonosa espuma.

-¿Me vas a follar antes de correrte? Aunque sólo sea un poco…- Dijo La rubia arrodillada en el suelo mirando a los ojos de Sonia que seguía en pie.

-Lo estoy deseando desde que entramos en la casa- Dijo Sonia sin apartar la mirada de sus azules ojos.

Keyra se puso en pie y besó a Sonia apasionadamente, para inmediatamente darle la espalda. El pene erecto de la mujer se instaló casi al instante entre las piernas de Keyra, quien al sentirlo las abrió como por acto reflejo. Encorvando la espalda, le facilitó la tarea a Sonia, quien apuntó al coño de la finlandesa. Con tanto jabón el pene se coló muy fácilmente, lo que arrancó un fuerte gemido de Keyra.

-Es delicioso…Ni muy grande, ni muy pequeño…- Gemía la rubia apoyada en la pared. Sonia, no comenzó el vaivén inmediatamente. Primero se inclinó y abrazó a Keyra cogiéndole ambos pechos fuertemente. Keyra respondió con más gemidos.

-No pares nunca..- Keyra se derretía sintiendo el pene de Sonia entrando y saliendo de su húmedo coño. Su vagina se contraía como reacción del roce de las manos de Sonia en sus pezones. Ambas mujeres gozaban de sus mojados cuerpos.

Sonia bajo un poco el ritmo para no correrse dentro de Keyra. Esta pidió más.

-¿porque paras? Dame más fuerte- Dijo con ansiedad.

-Es que no creo que vaya a durar mucho más. Te recuerdo que llevo un buen rato en la cama aguantando- Keyra comprendió y dejó que Sonia hiciese las cosas a su ritmo.

-Cuando vayas a correrte avísame quiero saborearte…-Dijo Keyra a Sonia mirando por encima de su hombro con cara de viciosa.

Ahora fue Keyra la que impuso un poco el ritmo dando a su cuerpo un vaivén con el que la polla de Sonia entraba y salía sin que ella hiciese nada.

-Si haces eso me voy a correr en breve- Argumentó la morena.

-La quiero para mi- Keyra con un ágil movimiento sacó el pene de Sonia del interior de su propia vagina y rápidamente se arrodilló frente al erecto miembro de Sonia que amenazaba con descargar en cualquier momento. Lo acarició y observó la reacción de su amante. Esta echó la cabeza para atrás pidiendo más y gimiendo.

-Ahhh, másss, estoy a punto…- Keyra sin avisarle engulló el glande de aquella durísima verga. -Ahhhhh….- un alarido de Sonia avisó a Keyra de que se venía lo inevitable. La finlandesa dejó que el primer chorro salpicase sus tetas. Tras ese primer disparo volvió a meterse el nabo de la boca y empezó una nueva mamada para exprimir todo el semen de aquellos prietos testículos.

-Ahhh, no pares, sigue mamando…-Decía Sonia al sentir de nuevo, en pleno orgasmo la lengua de Keyra acariciando su polla. Keyra chupaba y tragaba. Era una sensación maravillosa. Involuntariamente Sonia inició un movimiento de caderas con el cual se follaba la boca de Keyra, la cual dejó de moverse para disfrutar de aquello. No duró mucho pero ambas sonrieron cuando se detuvo.

Chupar una polla y exprimirla de semen y al mirar para arriba ver a una mujer. Keyra estaba en el cielo.

Sonia tiró de Keyra una vez hubo terminado para que se levantase y así poder besarle. Compartieron fluidos y caricias. Se fundieron en un abrazo que duro largos minutos. Dejaron de nuevo caer el agua sobre ellas para aclarar sus cuerpos y así poder regresar a la cama junto a James.

No pasó mucho tiempo cuando que se quedaron dormidas abrazadas la una a la otra.

Os haya gustado o no, os pido que lo valoréis. Es algo que los autores de TR nos merecemos, creo, sólo por el esfuerzo y tiempo dedicados para vuestro disfrute. Mi contacto ya sabéis… Luis) coslada75@gmail.com

Nuestra primera vez en un club liberal

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Que tarde-noche de sábado más agotadora, yo que en un principio no iba muy convencida de lo que me iba a encontrar allí, ya que la idea fue de mi marido y acabé follándome a cuantos, 7-8 tíos diferentes?? Incluso con ratos de una habitación cerrada y tres a la vez!!

Llegamos a eso de las 18 para conocer el local más tranquilo, lo primero que hicimos fue darnos un baño en el jacuzzi exterior, habían unas camas fuera y un hombre desnudo tumbado en una de ellas no paraba de mirarme, después conocimos una pareja muy simpática que nos explico las salas, fué cuando nos dijeron que existía una que era el cuarto oscuro (sala que no creía que me atrevería a entrar y que fue donde más disfrutamos jiji) y ahí fue mi primer contacto físico, me dijeron que si me arrimaba a los barrotes un chico de fuera me tocaría y vamos si lo hizo, no perdió tiempo, el tio me sobó las tetas y gracias que llevaba una toalla enrollada a la cintura, que sino hubiera llegado a mas, de hecho intentó quitarme la toalla.

Luego para empezar “flojito” decidimos ir por nuestra cuenta a probar la jaula, tú te encierras si no quieres compañía y desde fuera te ven, el fallo fue que en pleno polvo, oímos las rejas y vimos que no cerramos del todo y que teníamos compañía, había un tío masturbándose junto a nosotros, pero continuamos y cuando volví a mirar, ya habían dos!! El segundo era el del jacuzzi y el primero a lo largo de la noche descubrí que era el primero que me tocó en el cuarto oscuro, que nos dio mucho juego y que lo llamaré Pepe Jaja, nada decidí que mientras mi marido me follaba, yo tenía dos manos libres, que podía hacer jiji me cogí una polla en cada mano y les masturbé hasta que se corrieron los tres, no podía hacerles el feo de dejarlos a medias.

Nos tomamos un descanso, era nuestra primera vez en el local y no sabíamos la noche como seria, así que nos fuimos a cenar para pillar energía, que bien que nos hizo falta.

Volvimos al local, donde el ambiente había mejorado, había gente de todas las edades, nacionalidades, peso…

Yo me tomé unas copas, estaba algo mas tímida que antes, mi marido solo me decía déjate llevar, aquí todos son respetuosos y con las mismas intenciones.

Dimos vueltas por el local, tienes un montón de camas por todas partes, nos cruzamos varias veces con el hombre al que le hice mi primera paja de la noche, siempre con la sonrisita y preguntándonos que tal lo estábamos pasando.

Fuimos a un sofá y mi marido empezó a meterme mano, me habría el coño cuando ví que un hombre se sentó delante y cuando me di cuenta ya estaba el hombre chupándome el coñito uuhhhmmm y a mí que no me gusta ni nada (irónicamente hablando) en medio del salón, creía que me corría, mi marido le preguntó si quería follarme y nos fuimos a una habitación, ese fue el chasco de la noche, polvo fallido, el pobre hombre no pudo con la presión, pero la chupada que me dio, no lo deja en mal lugar.

Seguimos probando suerte, una copita más en la terracita a la fresca y otra vez a experimentar, esta vez quise probar el columpio y camino al lugar donde estaba, nos volvimos a cruzar con Pepe, que sin dudarlo se apuntó, entre los dos me ayudaron a subirme, me sentí como acorralada, con los dos pensando en hacerme disfrutar y vamos que si lo consiguieron, Pepe se agacho y me dio tal chupada que me costaba sujetarme en el columpio, nos pidió permiso para follarme y joder el tío tenía experiencia y bueno otra cosa, buen pollón jaja, como el columpió es difícil de mantener quieto, nos fuimos a una cama y se nos coló otro chico más, me preguntaron si cerraban la puerta o no, dije que sí, con tres hombres ya tenía suficiente y vamos que si lo tuve, se corría uno me penetraba el otro, la polla de mi marido en mi boca, penetrándome y otro lamiéndome los pezones, no daba abasto uuuhhmmm y el pepe este que sabía darme… no sabría decir cuántas veces me corrí jaja

Después de un rato de puro sexo en las camas, otro descansito, venia el show de la noche, striptease de una chica con serpiente, primer voluntario mi marido, le di un buen empujón para que saliera al escenario, le tocó el culo, le quitaron la camiseta a mi marido se le subió la chica encima y jugó con él, la verdad es que la gente no parecía muy motivada, supongo que un striptease en un local liberal… salías al jacuzzi y estaban todos en pelotas jaja pero lo novedoso fue la serpiente que sacó y que yo fui de las primeras en querer tocarla, serpiente de animal, porque de las otras habían, de todos los tamaños, más oscuras, mas claras, con más o menos pelos jijiji

Al acabarse nos fuimos a refrescarnos al jacuzzi, ya que entre la follada y el espectáculo no habíamos descansado, salimos del jacuzzi y estuvimos tomándonos otra copa en la terracita, parecía ser la zona de descanso, hasta que empezaban a meterse mano algunas parejas y mi marido no quería ser menos, enseguida se puso a tono y me cogió la mano para que le hiciera una paja, el calentón lo controlamos poco, nos fuimos otra vez dentro a buscar más experiencias, decidimos probar aquello del cuarto oscuro, zona donde nos sabes quién te toca, quien te folla, ufff entramos y al momento parecía (con perdón si nos os parece el ejemplo más apropiado) un montón de zombies intentando comerte, él se quedo por un lado yo acabe entre 4 o 5 tíos, metiéndome mano hasta lo más adentro que les llegaban sus dedos, mi marido se acercó y me preguntó que qué me estaban haciendo y casi era más fácil decirle que no me estaban haciendo jiji, yo le dije que aprovechara, era la primera vez que iba a estar con otra mujer, mi marido no sabía que podía hacer lo que quisiera, que de eso se trataba y le falto el tiempo, cuando me di cuenta ya se estaba follando una mujer, la mujer me hizo gracia porque lo reconoció del espectáculo y mi marido le dijo que no era justo que él no la veía a ella jaja, era una madurita con muuucha marcha, yo empecé a agobiarme con tantas manos por mi cuerpo y tantas pollas en mi manos e intentando follarme y le dije a mi marido de salir.

Nos quedamos en las camas grandes de parejas, follando como locos, vimos a una pareja extranjera que nos miraba y les ofrecimos el cambio, era la segunda mujer con la que vería a mi marido follar, yo ya iba por 5º o 6º, la tía se le tiró encima vi como se hacía con el control y yo sabía que a mi marido no le gusta que lo dominen por lo que le costó follársela, a mi en cambió el otro hombre, tampoco se ponía a tono, aunque cuando se puso, tampoco me excitó mucho, nada cada uno volvió con sus parejas, los extranjeros se fueron y otra parejita más joven y española se fue acercando, mientras mi marido me estaba pegando tal chupada que no pude evitar correrme, estaba agotadísima y cuando le propuse a mi marido salir a descansar, vi como miraba y empezaba a tocar a la otra chica y le pregunté al chico si permitía a mi marido follársela, él chico me dijo que si ella se dejaba que bien, vamos creo que no hubo duda cuando mi marido la embistió y aquella empezó a gemir como una loca, (mi marido sabe follar, con tantas experiencias que tuve esa noche me quedó claro) el chico me metía mano, mientras la chica se la chupaba a su pareja y mi marido se la follaba, yo en cambió aproveche para descansar, hasta que cambiaron de postura y él otro chico me dijo que si me podía follar a mí, por supuesto no iba a perder la oportunidad, aunque estuviera saciada, hubieron momentos en que la chica me tocaba también o yo a ella, fue la primera vez que toque un coño que no fuera el mío, era una noche para exprimir, para experimentar, menuda caña me dio también el otro chico, estuvimos otro ratillo hasta que volví a correrme y les dije que me sabía mal pero es que ya no podía mas, le dije al chico que al lado tenían a otra pareja que nos estaban observando y creo que acabarían con ellos jeje.

Volvimos a salir a la terracita de descanso, a tomarse la última pero aun no acabaría ahí la noche, yo creía que no podía tener ni un orgasmo más, quién volvimos a ver, a Pepe jeje buscando morbo, eran entre las 3 o 4 de la madrugada y no se rendía, nos conocimos un poquito, era curioso primer follabas con la gente y luego la conocías, me sorprendió cuando me dijo la edad, 48 años y fue el que mejor me folló en esa noche, no es por peloteo como pensaría mi marido, cuando digo que él fue el segundo, aunque pon un Pepe en tu vida y disfrutarás jaja la verdad es la experiencia que más me pone recordar jaja.

Y nada llegaba la última experiencia de la noche, nos despedimos de Pepe, aunque podríamos haberle despedido mejor, yo no podía más pero mi marido me pidió una última visita al cuarto oscuro, allí fuimos otra vez, para pasar al cuarto oscuro pasabas por la cama grande de parejas, donde más que intercambio parecía una orgia, no sabias donde empezaba y acababa nadie , se oía gemidos, suspiros, era una cosa para ver, como todos disfrutaban sin importar que la gente les observara, pasamos de largo y por el pasillito oscuro a penas se podía pasar estaba lleno de gente haciendo de todo lo que se podía hacer allí, decidimos besarnos en medio del pasillo acercándonos como podíamos hacia dentro donde era inevitable el roce, nos quedamos al lado de una parejita y le dije a mi marido al oído que le metiera mano a la chica y de repente yo estaba con el otro y él follandose a la chica, algo que no me quedo muy claro fue, que creo que el chico se corrió en mi mano, pero era tan confuso entre todos los que me metían mano, la oscuridad, las copas que llevaba encima, que perdí de vista a mi marido, hoy a la tía gemir otra vez como una loca, todas las que se follaba mi marido gemían muy fuertes, se notaba que les daba lo que quería, a mi él chico me hizo un dedo mientras me besaba el cuello y me tocaba entera, hasta que me recline, necesitaba que me follara, sentir otra vez una polla dentro de mí, como si no hubiese tenido suficiente esa noche, mientras me follaba, mi marido apareció con la chica que ya habían acabado, la chica me empezó a tocar las tetas, mi marido me miraba como disfrutaba y con tanta expectación me corrí enseguida, esa iba a ser la última corrida de la noche.

Fue una noche de lo más completa, os aconsejo probarla alguna vez y dejarse llevar, a mi me costó, pero cuando me dejé no había quien me parara jeje

Madre me cuida

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Me llamo Jaime, tengo 22 años, soy alto, moreno de piel y de pelo, fuerte, ojos azules, etc. Lo que os voy a contar me sucedió cuando aún me quedaban unos cuantos meses para cumplir los diecisiete. Ha pasado mucho tiempo desde entonces pero aún lo recuerdo como si hubiera sido ayer.

Yo era un chico bastante problemático, y por circunstancias que no vienen al caso, me rompí un brazo (el derecho), me hice un esguince en el tobillo izquierdo y tenia el brazo izquierdo entumecido y morado, y casi no lo podía mover. Estuve en el hospital una semana, durante la cual lo pase muy mal, sobre todo al tener que hacer mis necesidades fisiológicas. Cuando por fin me dieron el alta y pude volver a casa, me pegaba el día viendo la tele, oyendo música y aprovechándome de mi condición de tullido y escayolado. Mi padre no hacia otra cosa que echarme la bronca, no solo por estar así, sino por no hacer nada por recuperarme, en cambio mi madre era más comprensiva, y me mimaba como si aun fuera su chiquitín.

Los dos primeros días los pase con dolores terribles a la hora de ir a mear y tal, y pegaba gritos que casi se oían en todo el edificio, solo mover los brazos para intentar sujetármela era un infierno. A mi madre le di pena y me dijo que la próxima vez le avisara para ayudarme, que podía contar con ella para lo que quisiera.

A pesar de ser un tipo “duro” con los amigos y demás, había ciertas cosas que me daban mucho reparo, como por ejemplo que alguien de mi familia me viera desnudo. Esto hizo que cuando empecé a sentir ganas de mear, me aguantara durante mucho rato, esperando a que mi madre saliera de casa, para poder gritar a gusto, y no quedar mal con ella por no pedir su ayuda. Pero ella no salio de casa, y yo ya no podía mas, así que me dirigí al baño, ella me vio y me dijo que me iba a ayudar, por mis movimientos (aunque tenia escasa movilidad en ese estado) ella dedujo que me estaba meando. Entramos al baño, fui hacia el váter e intente bajarme el pantalón del pijama, pero entonces aparecieron sus manos, que terminaron de bajar el pantalón, y me la sujeto muy suavemente, como con miedo, y bromeando me dijo que ella no tenia muy buena puntería, la risa hizo bajar mi nerviosismo pero solo durante dos segundos. Tarde un poco mas de lo normal en empezar a mear, por los nervios, pero empecé, ella apuntaba al váter, y el movimiento de sus dedos hizo que me recorriera un escalofrió seguido de un calor, que se empezó a notar algo en el estado de mi pene, se endurecía un poco, aunque no demasiado porque yo intentaba hacer todo lo posible para que no se pusiera erecto, algo que me costaba muchísimo. Termine, y mi madre me dio dos ligeras sacudidas, diciéndome: “¿así lo hacéis los machos, no hijo?” y dedicándome una sonrisa. Aquello debió suceder en tan solo 2 minutos, pero a mi me pareció una eternidad.

A falta de cosas que hacer, no podía dejar de pensar en aquello, me había excitado con los dedos de mi madre, pero por otro lado intentaba convencerme a mi mismo de que era algo normal, que llevaba dos semanas sin masturbarme, y cualquier estimulo por mínimo que fuera me hacia efecto. Me pegaba el día empalmado intentado disimular las erecciones para que no me viera nadie de mi familia.

Se repitió la escena de la meada, ese mismo día, y días siguientes, en todas las ocasiones, mi polla se hinchaba pero sin llegar a estar dura, porque yo no quería e intentaba evitarlo. Al día siguiente de la primera vez que mi madre me ayudo a mear, se acerco a mi, y me dijo que me tocaba una ducha, que ya olía a tigre, y que no me preocupara, que ella me iba a ayudar en todo lo posible. Con miedo y nerviosismo dije que si, que ya era hora, entonces me levante y me fui hacia la ducha, ella fue a coger unos plásticos, y me los puso alrededor de las escayolas, para que no se mojaran. Entonces me quito la camisa, y luego me bajo los pantalones, me quedé desnudo delante de ella, volvía a tener la polla un poco animada y ví como la veía de vez en cuando, la miraba como algo que llama la atención, pero que se procura no mirar por algún motivo. Me metí en la ducha, ella puso el agua caliente, y empezó a mojarme, se subió las mangas, cogió una esponja la llenó de jabón, y empezó a enjabonarme el pecho y la espalda. Me enjabonó el pelo y me lo aclaró, y luego siguió enjabonándome, siguió con las piernas, dejando olvidada mi entrepierna, yo pensaba que no me lavaría en esa zona o algo así, pero entonces se echo jabón a las manos, y empezó a frotarme con ellas los huevos y el pene, pasando la mano entre mis piernas, lavando mi culo también. Me limpiaba el glande, y debajo de él, mientras me decía que si no me lavaba así algún día tendría fimosis. Entre el agua que resbalaba por sus brazos, y la que salpicaba de la ducha, tenía su camiseta bastante mojada, y se le transparentaban sus pechos. Eran grandes, con un pezón oscuro, y algo caídas y hacia los lados.

La visión de sus tetas y el lavado que me estaba dando hizo que se me empezara a endurecer de una manera tal que me era imposible controlar. Mi pene estaba ya completamente erecto y duro, me palpitaba de la excitación, mientras mi madre me aclaraba el cuerpo, pasándome sus suaves y finas manos por todo mi cuerpo. Ella no dejaba de mirar mi verga de reojo, no sabía que decir, y yo no sabía que hacer. En ese momento se decidió a hablar y me dijo mirando mi aparato:

- “Hijo, veo que la ducha caliente te esta sentando muy bien”

Yo le dije que era algo que no podía evitar. Cerraba los ojos y los apretaba, no solo por la vergüenza sino porque intentaba pensar en algo que no me excitara, pero era imposible. Mi madre veía mi cara que debía ser un cuadro, y me decía que si estaba bien, que si me dolía algo, yo le conteste que estaba demasiado bien.

Se alejo un poco de mí, y se descalzó, se bajó los pantalones de estar por casa, y se quedó solamente con la camiseta y las braguitas, entro en la ducha conmigo, y se puso en mi espalda. Se abrazó fuerte a mi, y con una mano me cogió el pene con fuerza, y empezó a masturbarme ligeramente, mientras me daba besos en el cuello, se puso de espaldas a mi supongo que para no mirarme a los ojos, y así no sentir vergüenza de lo que estaba haciendo. Escalofríos recorrían mi cuerpo, comenzando en mi cuello y terminando en mi pene, de mi boca solo salían suspiros y leves y roncos gemidos, estaba apunto de correrme no aguantaba mas, ella lo debió notar, y se paso enfrente mío, y agachada a mis pies siguió masturbándome un poco hasta que yo me corrí soltando todo lo que tenía almacenado en mis testículos, que era mucho. Salían chorros de semen sin parar, que caían sobre su cara, su boca y su camiseta mojada, encima de sus pechos, casi visibles. Su cara es muy fina, tiene la piel muy suave, con unas ligeras arrugas que la hacen aún más bella, unos labios de un color rosa tirando a rojo, medianos, tersos y humedecidos por su lengua de vez en cuando. No reconocía a mi madre, sus ojazos azules miraban mi polla con lujuria, observaba cada uno de sus movimientos y solo los cerraba cuando introducía mi pene en su boca, cosa que hacia suave y lentamente.

Me siguió masturbando un rato hasta que dejó de salir líquido, entonces me dió un par de lamidas al glande y luego un beso en la frente. Terminó de aclararme y no hablamos de lo ocurrido. Yo tenía otra vez ganas de eyacular, y también muchas ganas de mear, así que le dije,

- “Mamá, tengo ganas de mear otra vez”, y ella me dijo: “voy a ayudarte cariño”.

Me puse enfrente del váter, me agarró el pene otra vez, pero ahora ya no podía o no quería disimular, así que se me puso completamente duro, mi madre lo agarraba con fuerza, ver su delicada mano agarrando mi pene me excitaba más todavía, y se me endurecía más si es que eso era posible, empecé a mear, la meada salía dispara, muy fuerte debido a la erección. Cuando terminé, mi madre bajó la tapa del váter, sin soltar mi pene, se sentó en ella mirando hacia mi, y empezó a meterse mi polla en su boca, lo hacia con tanto entusiasmo que parecía que era lo que más le gustaba en este mundo, su lengua recorría toda la base y el tronco del pene, rodeaba el glande, se intentaba introducir en la puntita, y lamía sin cesar el pellejo del pene mientras con una mano masajeaba mis testículos, grandes y caídos, que aún tenían mucho semen en su interior. Ella procuraba no mirarme, solo miraba lo que estaba haciendo, pero de vez en cuando lo hacía para ver mis reacciones, cuando lo hacía yo parecía ver el cielo en esos ojazos azules, que me miraban curiosos. Ver a mi madre en bragas, con la camiseta mojada, sentada delante mío chupándome la polla es algo tan excitante que no podía aguantar, y como si de un sexto sentido se tratara, ella volvió a detectarlo, se la sacó de la boca, y se quitó la camiseta, cuando ví aquellas tetazas bamboleándose delante de mi, mojadas, caídas pero tersas de piel suave, casi eyaculo allí mismo sin ni siquiera tocármela, pero aguante.

Me agaché y empecé a lamerle los pezones, ella movía sus pechos por mi, ya que yo no podía, se las chupaba enteras, rodeaba su pezón con la punta de mi lengua, me las introducía en la boca, y ella empezaba a soltar pequeños gemiditos, cerraba los ojos y me decía:

- “sigue así cariño, son todas tuyas”.

Instintivamente ella se iba abriendo de piernas, miraba hacia el techo y gemía cada vez más, yo para no perder el equilibrio intente sentarme en el poco trozo que quedaba de la taza del váter, cuando me senté tenia mi polla erecta encima de su vientre, con mis huevos sobre sus bragas, notaba el calor que desprendía en ellos. Bajo sus manos hacia sus braguitas, y empezó a tirar de cada lado de la goma, subiendo y juntando sus piernas, empezó a bajárselas, se le enrollaban mientras recorrían sus preciosas piernas morenas, llegando a sus hermosos pies, donde sus lindas uñas pintadas lucían resplandecientes, con esa visión, no se me ocurrió otra cosa que empezar a chupar sus pies, pasaba mi lengua entre sus deditos, lamía cada centímetro de sus pies, mientras subía con mi lengua por sus piernas, notando el sabor salado de su ligero sudor hasta llegar a su coñito, lo empecé a lamer, de abajo a arriba, hacia círculos alrededor de él con la punta de mi lengua, lamía toda su raja con pasión, mientras mi madre gemía sin parar. Saboreaba cada milímetro de aquel precioso chochito, jugando con su clítoris, introduciendo mi lengua en su húmeda vagina. Tenía un sabor y un olor exquisitos, y su aspecto era fino y delicado, con poco pelo, rosado y en aquel momento muy mojado.

Seguí chupándole un buen rato, hasta que mi madre me dijo: “hijo, penetramé, quiero sentirte dentro cariño mío”, aquellas palabras me excitaron más todavía, y guié mi verga hacia su vagina con dificultad, no podía apuntar bien sin manos, así que ella me ayudo agarrándomela y metiéndosela en la vagina, entro fácilmente, estaba muy mojada, pero yo sentía como sus paredes presionaban mi pene, la fricción que había era exquisita. Sus piernas me rodeaban y me atrapaban en el calor de su entrepierna, no pare de mover mi pelvis, sacando y metiendo mi pene completamente hasta que mi madre se corrió, mojándome parte del vientre y los huevos con sus jugos mientras gemía de una manera escandalosa y me decía:

- “hijo, dame toda tu lechecita, quiero sentirla dentro de mi”, poco después, yo ya no podía aguantar y eyaculé en el interior de su vagina, notaba mi semen brotar a golpes, y luego mojar aquella deliciosa caverna en la que se encontraba mi pene. La saque de su coño y ella se abalanzó sobre mi pene para chuparlo, estaba resbaladizo lleno de semen y jugos vaginales, lo lamía con pasión, le gustaba su sabor, en su cara había muestras de satisfacción.

Cuando termino con el, me dio un beso en los labios, y me dijo que quería ducharse y pensar un rato invitándome a salir del baño, me puso el albornoz y salir. Ella se encerró en el baño, poniendo incluso el pestillo. Desde fuera oía como lloraba ligeramente, de alguna manera silenciada para que no pudiera oírla. Me encontraba aturdido, no solamente por haberlo hecho con mi madre, sino porque no sabía porque ella estaba llorando, tal vez se arrepentía, tal vez tenía miedo de que se supiese, etc. Se me pasaban por la cabeza muchas cosas, sobretodo teorías del motivo de su llanto.

Gracias por leer mi relato.


Carmeli

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PREFACIO

Lo que seguidamente vas a leer, estimada lectora, estimado lector, es muchas cosas. El comienzo son los recuerdos de mi ya más que lejana primera juventud; mis diecisiete-dieciocho-veinte años; entonces, por primera vez en mi vida, me enamoré de una chica… Con ese vigor, ese idealismo propio de tal edad… Y, al propio tiempo, también mi primer mal de amores, del desamor, pues esa chica no me correspondió y me dio unas “calabazas” de a metro y medio

También es el recuerdo, los recuerdos, de algo más de cuarenta años de vida profesional de viajante de comercio o representante comercial, en una zona muy específica, toda la región manchega, a lo largo y ancho de las provincias de Toledo, Ciudad Real, Cuenca y Albacete, más las de Murcia y Alicante

Mis principios con mi padre, viajante también, como la mayoría de los varones de mi familia paterna, comerciantes establecidos o viajantes/representantes la mayoría de ellos, tíos y primos hermanos… El primer día que salí de viaje con mi padre, un día de inicios de Enero de 1959, con dieciocho años aún… La primera vez, con diecinueve recién cumplidos, que mi padre me mandó a venteármelas por mi cuenta, haciendo todo Murcia y Alicante, con el tren y los coches de línea… A vérmelas en solitario con “tiburones” de cuarenta y muchos-cincuenta y bastantes años, cuyos dientes, como quien dice, les habían salido en una tienda… En una ferretería… Y logré hacerlo bien, hasta el punto de quedar mi padre asombrado del resultado que había logrado, según me confesaría luego un cliente de Alcantarilla, Paco Guillamón, que mi padre le había dicho

Luego, en una especie de segunda parte, el relato es… Para empezar, pura fantasía que con la realidad nada en absoluto tiene que ver… Una fantasía romántica… Digamos, que una especie de ejercicio onírico; un sueño, un soñar despierto… O un cuento de hadas, que de todo puede que tenga…

Yéndome hacia atrás, diré que aquella muchacha de la que, en verdad, me enamoré más que perdidamente por mis dieciocho-diecinueve años, pronto pasó a ser sólo un recuerdo; un recuerdo bello, al formar parte de esa época de mi más que primera juventud, mis diecisiete-veinte/veintiún años, que a ver a quién no le resulta bonita; a ver quién no se enternece un poco, o un mucho, al recordarla, en especial si ya los sesenta, y no digamos los setenta, quedaron atrás… Así que conocí a la que hoy es mi mujer, me enamoré de ella y nos casamos… En mi página, “Información Personal”, digo que si afirmara que quiero a mi mujer como el día que nos casamos, mentiría, pues hoy día, tras 46 años de matrimonio la quiero bastante más que entonces Incluso, podría decir que la deseo, la encuentro hasta más atractiva que entonces… A sus 71 años en el próximo Octubre… Y esto que digo, va a misa; MI PALABRA DE HONOR, DE HOMBRE QUE HOY Y SIEMPRE SE VISTIÓ POR LOS PIES…

Pero hace un tiempo, dos años, al escribir un relato, tuve que rememorar, y mucho aquella época; en especial la parte, digamos, romántica de aquellos años, 1958-1960 más o menos… El frustrado idilio con ella, Carmeli, que tan mal parado me salió al final… Y sucedió que ese recuerdo de aquél amor que un día sentí por ella, de antiguo más dormido que otra cosa, poco a poco, paulatinamente, fue convirtiéndose en recurrente… Hoy día, y sin merma del amor y cariño que, indudable, siento hacia mi esposa, sé, he sabido, que a nadie, a mujer alguna, he querido tanto como a esa chica, a esa mujer, Carmeli… Fue mi primer amor, y bien se dice que quién da primero, da dos veces

Y así, de esos recuerdos… Y, por qué no decirlo, de la añoranza de aquellos tiempos 1958-1960… Y de ella misma, que todo hay que decirlo, surgió, surge este “ejercicio onírico”; este “soñar despierto, en una cabriola literaria, o al menos eso quisiera hacer, literatura, dentro de lo que cabe, claro está; “cabriola literaria en la que hago que, lo que pudo ser y nunca fue, en la fantasía, en mi onirismo o soñar despierto, hago que, por finales, sea

Nada más, estimada lectora, estimado lector… Que te guste el relato es lo que quisiera, ya que ante todo, y a pesar de cuanto dijera antes, eso es lo que es, primordialísimamente: Un relato, de tipo romántico y con final feliz, que es lo que me gusta escribir… Un abrazo a todas vosotras, a todos vosotros, mis estimadísimas/os lectoras/es

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La verdad es que ni me acuerdo de cómo empecé a andar tras Carmeli, Carmen por buen nombre. Debió ser como pronto hacia mis dieciocho años, pues con dieciséis y cuatro-cinco meses dejé el seminario en que ingresara cerca de cuatro años antes y desde luego los últimos meses de mis dieciséis años y todos los de mis diecisiete fueron más bien algo turbulentos, pues mano a mano con mi amigo de toda la vida, Carlos, hacíamos las primeras “armas” de seductor. Y en qué escenarios, madre: Los bailongos de la zona alta de aquél Arturo Soria de la segunda mitad de los años cincuenta, entonces sembrada de pinares, y por la entonces famosa Cruz de los Caídos, al final de lo que fuera entonces la Carretera de Aragón, hoy confines de la calle de Alcalá, cuya selecta clientela mayormente eran “macarras” con patillas de “boca de hacha” y navaja al bolsillo más “marmotas” medio “furcias”, si no “furcias” a todo ruedo. El “salón de baile”, un espacio al aire libre acotado por una valla de cañizo sembrado de mesas y sillas de madera de las llamadas de tijera y por música un “pick up”, inmediato antecedente del tocadiscos carente de altavoces por lo que era imprescindible conectarlo a un aparato de radio para que allí sonaran aquellos discos de pizarra y 78 r.p.m. Vaya, lo ideal para iniciarse un par de “pipiolos” de la más tradicional clase media española, pelín más, pelín menos, acomodada, de rigurosa educación católica en colegio de curas, los Calasancios, de la calle Conde de Peñalver 51, y, por ende, un sí es, no es, “franquista”, con permiso de mi padre, republicano de pura cepa, de aquella burguesía izquierdista y republicana seguidora de D. Manuel Azaña.

En fin, que decididamente me decanto porque mis galanteos hacia la bella Carmeli empezarían allá por el verano de 1958 y para el de 1959 yo ardía en amor por aquella chiquita, año casi escaso menor que yo, de la que me cautivaba todo, aunque lo verdaderamente determinante era su rostro, radiante tan pronto sonreía, pues la sonrisa le iluminaba la cara y hasta se diría que el sol se oscurecía ante las radiaciones de ese otro astro. Era una sonrisa que te envolvía y se adueñaba de ti, rindiéndote a ella, a esa sonrisa pero también a ese cuerpecito de casi mujer, casi adolescente de Carmeli a sus dieciocho años.

Los veranos se iban en “guateques”, excursiones a un paraje más bien montañoso, muy fresquito, con un río de aguas heladas que abastecía una hidroeléctrica local, muy, pero que muy de andar por casa, que por allí llamaban “fábrica de la luz”… Y en pasear la calle Mayor y la carretera Nueva, que baja, rodeando el montículo en que se enclava el pueblo, hasta la carretera general Valencia-Jaén, únicas vías del pueblo que admiten caminar juntas a más de dos personas, ya que el resto de calles del lugar son callejones, a veces tan estrechos que impone la “fila india”, con las personas pasando de una en una, y que bajan a la calle Mayor por una acera, para seguir deslizándose, por la otra acera, cuesta abajo, hasta la vega que rodea el pueblo, al pie del montículo donde se eleva

Una cosa tal vez haya observado el avispado lector: Que hablo de mis estancias en Madrid y en el pueblo; y es que, aunque normalmente vivíamos en Madrid, donde mis padres se trasladaron nada más casarse, hacia fines de Junio nos íbamos todos al pueblo hasta el diez-doce de Septiembre, acabada ya la Feria, que volvíamos a Madrid. Bueno, mi padre nos traía al pueblo y luego nos devolvía a Madrid, pero en esos meses de veraneo, él sólo pasaba con nosotros domingos y lunes, volviendo a la ruta los martes, pues el dinero nunca nos cayó del cielo sino que a diario había que ganarlo sacando pedidos a los clientes, pues siempre trabajamos, primero él, luego también yo, a comisión: Si cursamos pedidos cobramos, el 5% de lo servido, pero si no hay pedidos, ni un duro.

Yo empecé a viajar con él en Enero de 1959, por lo que desde ese año ya no pude estar en el pueblo todo el verano, sino sólo los fines de semana, que no empezaban hasta la madrugada del sábado al lunes, que solíamos llegar a casa, pies por entonces los sábados eran enteramente laborables, mañana y tarde, por lo que emprendíamos viaje a casa tras despachar al último cliente de la tarde, a veces hasta ya pasada la medianoche, si te topabas con un parsimonioso que tenía que ver todo lo que tenía en almacén, contándolo caja por caja… ¡Dichoso Marcelo Sánchez Beato, de Corral de Almaguer, Toledo! Hasta las once de la noche no había manera de empezar con él, pues no cerraba hasta que todo el pueblo estaba ya en su casa, cenando, y mientras no cerraba, no te atendía, con lo que de allí llegamos, llegué, a salir pasada la una de la madrugada…

De todas formas la tarde del 26 de Agosto era imprescindible estar en el pueblo para recibir a la Virgen Patrona que era traída desde su ermita al pueblo y ya permanecíamos allí hasta volver a Madrid, a fin de pasar las Ferias y Fiestas anuales del pueblo

El lugar es el de nacimiento de mi madre y “patria chica” ancestral de su familia. Enclavado al pie de una serranía de Albacete, allá por donde converge con Jaén y Ciudad Real. Mi padre no era de allí, sino de una localidad de Ciudad Real, a unos sesenta kilómetros del pueblo. Aquí, a este pueblo que en época no tan lejana fuera ciudad de cierta importancia, emigraron mi padre y sus hermanos mayores a principios de los años veinte, se arraigaron allí hasta poder traerse con ellos a su madre, hermanos menores y hermanas, excepto la mayor, casada ya con un muchacho del lugar donde nacieran todos.

También las raíces ancestrales de Carmeli estaban en ese pueblo-ciudad, aunque tampoco vivía allí sino en una localidad de Murcia donde sus padres se asentaran, pero también ella solía pasar los veranos allí, no con sus padres que no solían venir, sino con un tío suyo, el confitero del pueblo de toda la vida.

Así llegó el verano de 1960. En principio se presentaba como los anteriores, los ratos con los amigos durante el día, con los vinos y cervezas del mediodía, el famoso vermut antes de ir a casa a comer, y por la tarde, tras comer, al casino, con el café, el coñac, sempiternamente en mi caso, y la partida de cartas, en la que casi siempre era el mayor “pagano” pues nunca acabé de entender las cartas y, la verdad, nunca acabaron de gustarme… Excepto el póker; ahí sí me gustaba darle… Y, a veces, hasta ganaba… Hasta los “pelaba” a los demás; pero que allí tenía poco predicamento, mire usted por dónde.

A última hora, las siete más o menos, a la calle Mayor, la “calle del Roce”, a buscar a las chavalas. Eso si no había preparado guateque en alguna casa, la mía o las de mis primos Alberto y Vicente por un lado, Teodoro por otro.

Como antes dijera los guateques eran obligados los domingos, pero también algunos otros días de la semana se montaba alguno que otro. En aquella época las relaciones chico-chica se basaban en pasear, bailar y alguna que otra vez ir de excursión en plan pandilla. Pero lo básico era bailar y un domingo sin guateque era impensable.

Pues bien, como digo, respecto al asunto Carmeli todo se desarrollaba como era habitual hasta entonces, emparejándonos tanto al pasear calle Mayor abajo, calle Mayor arriba, carretera Nueva abajo, carretera Nueva arriba o en los guateques. En fin, que todo transcurría así hasta que llegó la Feria, con lo que los guateques se sustituyeron por el diario baile nocturno en la pista que quienes explotaban el bar del casino montaban cada año en la parte posterior, al aire libre, amenizando el bailoteo una orquestina contratada al efecto.

Para entonces, pensando que con Carmeli iba “sobrao”; la emplacé muy en serio: “Dame el Sí o el No definitivo, no me tengas más así, entre el cielo y el infierno”. Y es que aquella situación me impacientaba, estar casi seguro de una cosa pero a la par siempre dudando. Y sí, una de esas noches de baile en el casino me dio la respuesta pedida. El cielo se me cayó encima cuando me soltó unas “Calabazas” que, la verdad, no me esperaba.

Me maldije una y mil veces por precipitar las cosas, pues hasta entonces, al menos, podía balancearme en las nubes, hacerme la ilusión de que al final ella me aceptaría. Pero no era así, no fue así, y yo no tenía más remedio que aceptar aquella realidad por mucho que ello me doliera. No hubo reproches ni nada que se le pareciera ni tampoco ella varió su forma de tratarme: Seguimos bailando y así estuvimos hasta que aquellos días de Feria se acabaron y, al poco, regresamos a Madrid.

Con la vuelta a Madrid se impuso la normalidad de la vida. Mi padre y yo de nuevo en viaje temporadas más bien largas, de mes y medio a dos meses con ligeros descansos de domingo a lunes o al martes; las estancias en Madrid las pasaba yendo con mi padre a las casas representadas, en definitiva al almacén de ferretería que era la base del negocio.

Y los ratos libres, que no eran tantos fuera del domingo, salía con los amigos de allí de toda la vida: Carlos, mi amigo de siempre, pues nos conocimos en el colegio a los diez-once años, Fernando, Luis, Pedro… Íbamos a tomar vinos y patatas “bravas”, bien picantes; al cine de vez en cuando… Nos gustaban ante todo las del Oeste, particularmente las de John Wayne… Y cómo no, el “western” que interpretara Elvis Presley que, al menos en España, se estrenó como “La estrella de Fuego” y es que cómo íbamos a perdernos el “western” de nuestro gran ídolo musical, del que ya habíamos visto la mítica “King Creole”. Y el guateque nuestro de cada domingo.

El verano de 1961 Dios, o el Diablo, se puso de mi parte para no ir al pueblo, cosa que, ni “atao”, quería hacer, por no verla a ella. Y es que sucedió que mi padre y mi madre, con un primo hermano mío, también viajante, con su mujer, (casi toda mi familia paterna fue comerciante; viajantes todos los hermanos de mi padre, eran seis, excepto uno, que abrió un comercio en el pueblo; y de mis primos hermanos, pues la mayoría, aunque brillando no unanimidad) se fueron de viaje por Andalucía, la ruta que mi primo hacía, de manera que mi padre me mandó de viaje, a batirme el cobre yo solo la mitad de Junio y todo Julio.

En Agosto ellos volvieron y, claro, volvimos a viajar los dos juntos, mi padre y yo; llegó el primer fin de semana y él dijo de volver a casa, en el pueblo, y yo le dije que me quedaba en ruta; que se tomara algún día más, que conmigo en viaje sería suficiente. Él no me dijo nada; sabía lo que había pasado con Carmeli, y lo entendió… Y sí, se quedó la semana entera.

El 26 de Agosto mi padre dijo de volver al pueblo hasta ya pasar la Feria y yo, de nuevo, le dije que no iba; él me dijo que era una tontería que no fuera, pues, al parecer, Carmeli en el pueblo ese verano no estaba, pero le dije que los recuerdos sí estaban y que en viaje no pensaba en ella. Lo volvió a comprender.

Llegó 1962, y su 19 de Marzo, fecha en que la Patria dijo que sin mis servicios, como soldadito de España en el Regimiento Infantería “Covadonga” nº 5, en Alcalá de Henares, no se podía pasar… Vamos, que debía de serle del todo imprescindible, “cachis” en la mar, con lo que allí estuve hasta mediados-fines de Julio del 63, en que la Patria pensó que bien podía volver a mi casa y vida de siempre

Volví a casa y a salir de viaje con mi padre. Por entonces me hice cargo de mis primeras representaciones; mías, no de mi padre. Un almacén de cristalería, con “caballo de batalla” en el “Duralex”, a precios incontestables, vajillas y juegos de café, en porcelana y loza, figuritas de porcelana de Bidasoa, lo de Gadea, botes y enseres de cocina en plástico de primera calidad, muy bien decorado y tapas de madera, más otras pijaditas por el estilo; otro almacén más, también de Madrid, de pequeño material eléctrico, los típicos mecanismos de “Simón”, aunque también algo de marca desconocida y poca calidad, pero precios muy económicos; cable paralelo, manguera, regletas para fluorescentes, con y sin tubos, bombillas… En fin, sota, caballo y rey. Todo muy compatible con la ferretería pura de mi padre, compartiendo los clientes ferreteros, pues la mayoría de las ferreterías también toca lo eléctrico, más los típicos de lo mío, cristalerías, artículo de regalo… Comercios de ese tipo

Hacia 1966, tomé la representación de un almacenito de ferretería, de Madrid también, con poco surtido, herramienta, batería de cocina, la corriente, marrón, de San Ignacio, y los juegos de cinco piezas… Y poco más, aunque yo les embarqué en más artículos, cerrajería por ejemplo, con lo que la oferta de género de tal almacén se amplió bastante no tanto tiempo después

Con eso, lo de viajar con mi padre ya no fue posible, al pasar a competir los dos llevando ambos ferretería, con lo que me independicé con mi primer coche, cómo no, un Seat 600. También por entonces me fui apartando de mis amigos madrileños de siempre, pues cada vez paraba menos en Madrid, implicado más y más en el viaje, en el trabajo…

Y es que yo tuve la gran suerte de enamorarme de mi profesión… Eso de fajarme con el cliente hasta sacarle pedido me encantaba… A ello se sumaba que ya tenía amigos en la ruta con los que alternaba casi todos los días…

Mi vida sentimental era inexistente; no voy a decir que no frecuentara alguna chavala que otra, por aquí y por allá, pero cosas de poca monta, nada serio… Pasar el rato y, a ser posible, disfrutar de algún “achuchón que otro… Aunque, seamos sinceros, los “apuros” de entrepierna más bien había que solucionarlos con alguna prostituta que otra… ¡Ay mi “Alto la Villa”, en Albacete! Alguna que otra noche tengo pasada allí, despertándome a la mañana sin saber ni dónde estaba de la borrachera que llevaba cuando entré en la habitación…

A este respecto, una curiosidad: Durante la época anterior, como se sabe, el Carnaval estaba absolutamente prohibido; y salir a la calle con la cara cubierta por una máscara no digamos: Al cuartelillo del tirón. Pues bien, hasta el último rincón manchego, desde las ciudades más importantes hasta la más mísera aldea, se celebraba abiertamente el Carnaval, con chicos y grandes, hombres y mujeres, disfrazados y con la cara tapada por las más variopintas caretas o antifaces, con el típico “A que no sabes quién soy”.

Y por las paredes los carteles anunciando los bailes y los artistas que venían, que en las ciudades más importantes y ricas, Albacete capital, Villarrobledo, Alcázar de San Juan, Valdepeñas, Manzanares, etc. los principales intérpretes del momento pasaban, Joan Manuel Serrat, Juan y Junior, Rocío Dúrcal, Sara Montiel, que nunca faltaba a las celebraciones de su natal Campo de Criptana, junto a Alcázar…

Y en los carteles anunciadores campeando lo de Bailes de CARNAVAL y no “FIESTAS DE PRIMAVERA” como se anunciaban en Tenerife y Cádiz, a pesar de su fama, suntuosidad y riqueza de ornamentos y disfraces; sí, disfraces, pero con la carita descubierta y al aire. También en aquellas tierras manchegas había Guardia Civil pero a la chita callando, haciendo como si nada “prohibido” allí sucedía; y los guardias a disfrutar del Carnaval siempre que podían, como cualquier otro hijo de vecino.

Pues bien, yo también, y muy a mis anchas, me sumaba a la “órgia” y “desénfreno” de aquellas fechas y, admitámoslo, hacía lo que podía. Vamos, que lo del sexo ocasional, para mí, un invento de “narices” y, si podía y la circunstancia se daba, me dedicaba a él con ímpetu digno de mayores empresas; mayores seguro que haberlas, haylas, pero más placenteras más bien que no.

Hasta me salió un “ligue” la mar de interesante con la nunca bien ponderada Patricia, una “colega” del ramo de la alta perfumería. Esta mujer, mujerona mejor le cabría, era una exuberante hembra de treinta y seis, treinta y siete años… Vamos, lo justo para mis veintisiete… Alta de estatura y ancha de cuerpo, son buena envergadura de hombros, que evidenciaba un esqueleto fuerte; ojos marrones y cabello rubio tirando a cobrizo; tetona, buenas caderas y mejor “culamen”; piernas largas, algo musculadas, pero de excelente factura… Y muslos, desde que pude vérselos a “tutiplén”, de verdadero ensueño. Lo único que la afeaba un tanto, era la expresión de su rostro, tirando a dura, un tanto hombruna; pero sin pasarse, que conste. Vamos, un tipo de fémina con bastante “materia donde agarrarse” que, dicho sea, hoy a las “gachesis” no les gustará, pero que a mí me volvía y vuelve, que conste, turulato.

La cosa fue que una noche, solitariamente sentado en una mesa del restaurante del hotel de Ciudad Real capital al que los “compis” del oficio solíamos acudir, hizo su aparición la “buenorra” de Patricia; paseó su mirada por la sala, y ni puñetera mesa libre. Entonces, en tan dramático momento, hete aquí, que con el mayor desparpajo se vino a mí.

Hola colega; ¿te importa que me siente?
Y claro, servidor, que es un caballero, y, además, ante la tal Patricia los ojitos me hacían chiribitas, no tuve inconveniente ninguno en compartir mesa con ella. Es más, que, todo yo galantería, me levanté y aparté la silla, justo enfrente de la mía, ofreciéndosela. Durante la cena charlamos de cosas baladíes; vamos, que yo no estaba en mi mejor momento de “labia”, pues ante las esplendideces de tal “jembra”, estaba un tanto acogotado

Acabamos la cena, y, ¡oh milagro!, aquél monumento de mujer me dice que si salimos a tomar café y alguna copichuela que otra… Y yo, que apenas si me podía creer tanta belleza, a ver qué le iba a decir más que sí. Visitamos tres, puede que cuatro bares, libando copa tras copa, ella wiski, yo coñac, como siempre, con un café solo en el primero cada uno, hasta que a las horas mil, y un tanto más que “piripis” los dos, regresamos al hotel. La acompañé hasta la puerta de su habitación y, galante siempre, hasta le pedí la llave para abrirle yo la puerta; me iba ya a retirar a mi habitación, tras franquearle la entrada a la suya, cuando ella me detiene y, ¡oh milagro de milagros!, me dice con la mayor desenvoltura

¿Quieres pasar la noche conmigo?
Y qué puñetas iba a responderle yo, más que colarme en su habitación a tumba abierta. Nada más cerrar ella la puerta, la engancho por la cintura, arrimándomela, para al instante bajar ambas manos, abarcando cada una cada uno de ambos hemisferios de su culazo, arreándonos un “morreo” que ni en el cine. Y qué decir de la noche que siguió… Patricia se me reveló como consumada jinete, cabalgando sin descanso, “sin bridas y sin estribos”, como dice García Lorca en “La Casada Infiel”, de su “Romancero Gitano”(1)

Aquella noche, aparte de sexo, también fue de confidencias. Mientras fumábamos el famoso cigarrillo “de después”, reponiendo los dos fuerzas, abrazados, para afrontar el próximo “kiki”, como ella decía, me confesó que me tenía “guipado” (visto) de tiempo atrás, de cuando iba con mi padre, como tarde, desde mis veinte-veintiún años

Un bollito de leche la mar de apetecible me pareciste desde que te eché el ojo por vez primera… Pero nene, eras de un “esaborío”… Como mucho, un “Hola” cuando nos cruzábamos, de Pascuas a Ramos mayormente… ¡Y yo, ansiosa por que me dijeras, siquiera, “Los ojos tienes negros”!…
El siguiente día seguimos en Ciudad Real pero al otro volvimos a ponernos en viaje, en ruta, a seguir visitando clientes los dos. Pero salimos hacia Madrid. Íbamos, como es lógico, con los dos coches, el de ella y el mío, circulando casi en caravana en los trayectos por carretera, yo delante, pues su Citroën era más rápido, evidentemente, que mi 600.

Cuando llegábamos al hotel, o lo que fuera, pedíamos una sola habitación y una sola cuenta; desde el primer día establecimos un fondo común, abastecido por los dos, mitad por mitad, que renovábamos periódicamente, según iba agotándose, pagando ella todos los gastos conjuntos que hacíamos, corriendo por cuenta propia los gastos personales, como el tabaco, útiles de baño, etc. la Los días los pasábamos cada uno por su lado, con sus propios clientes; comíamos juntos, si era posible, pero cuando terminábamos nos juntábamos y así hasta la mañana siguiente, que empezaba un nuevo día

El sábado de esa semana, al acabar de trabajar, pusimos rumbo a Madrid, a su casa, y al llegar me condujo al el garaje del edificio, ocupando su plaza mi Seat, pues el viaje lo reemprenderíamos, el lunes o el martes, con un solo coche, el suyo, más moderno y, sobre todo, más cómodo… Más apropiado para carretera que el mío, con lo que mi 600 se quedó en el garaje, muerto de risa…

La relación duró cerca de dos años; al cabo de ese tiempo, una noche de domingo, en su casa, mientras fumábamos el cigarrillo “de después”, inopinadamente, con toda tranquilidad, como si me hablara del tiempo, me soltó que esa sería la última noche que pasaría conmigo; que por la mañana, por favor, me marchara de su casa para no volver

Resultó que se casaba en casi una semana escasa… Con un cliente suyo, casi más sesentón que cincuentón, pero con más billetes que pelos en la cabeza. Era viudo de tres o cuatro años y deseaba volver a tener una mujer a diario en su cama, y no andar a salto de mata día sí día también, como venía haciendo últimamente… Y desde antes de quedar viudo… En fin, que la retiraba del viaje, para pasar a ejercer de gran señora.

A la mañana siguiente é el equipaje, recogiendo cuanto en aquella casa tenía. Ella me observaba en silencio, cubierta, cuál era su mañanera costumbre, sólo por una bata ligera, digamos que un salto de cama. Acabé por fin de aprestar todo lo mío y me dispuse a salir de su casa. Entonces, soltándose la bata y apareciendo ante mí desvestida, presentándome senos, “prenda dorada”… Todo su espléndido cuerpo, en definitiva, me sale con

¿Me echas el último “kiki”, cariño?
Me la quedé mirando, supongo que con expresión no muy placentera, precisamente, admirando por postrera vez ese cuerpo que, la verdad, me enloquecía, en franco despecho de perderlo para siempre, pero decliné su ofrecimiento

Mejor no Patricia… Como Jesús dijera a Judas en la Última Cena, me digo a mí mismo: “Lo que has de hacer, hazlo pronto”… No Patricia; si ahora me acostara de nuevo contigo, no te casarías con ese novio que te has echado, porque te raptaría y te encerraría, hasta encadenada, en un sótano oscuro
Patricia me acompañó hasta la puerta; la abrió, me echó los brazos al cuello y me morreó como sólo ella sabía hacer. Luego, me empujó hacia afuera, diciéndome eso tan manido de “Que tengas suerte y seas feliz”, más lo de “Nunca te olvidaré” y demás monsergas al uso, cerrando después la puerta

De manera que allí estaba yo, con veintisiete años, encarando de nuevo la vida en solitario; recogiendo, otra vez, mis pedazos de corazón e ilusiones… Y a ver qué se puede hacer, sea como sea, sino vivir como a uno Dios le dé a entender…

Y viví, y el tiempo fie pasando sin variaciones, sin cambios… Viajando y trabajando día tras día, semana tras semana, mes tras mes… Año tras año, hasta andar ya por la cuarentena, no muy pasada, tres años nada más… Y si antes dije que mi vida sentimental era inexistente, a partir de que Patricia me diera la “patada”, más todavía, pues se acabó lo de frecuentar chavalas y hasta el intermitentemente recurrir a las “cenicientas de saldo y esquina”, como denomina Sabina, en su “19 días y 500 noches”, a las prostitutas

Así transcurría esa, digamos, segunda parte de mi vida, más como ermitaño o monje que otra cosa, cuando un día, deambulando por Murcia capital, a última hora de la mañana, doce y media, poco más, trotando hacia el último cliente de esa mañana, escuché a mi espalda una voz que me dejó helado

¡Antonio… (aquí, mi apellido) ¡Cuánto tiempo, Dios!
Me volví hacia la voz, sabiendo perfectamente a quién le correspondía

Hola Carmeli… Sí; mucho tiempo desde la última vez… Más de veinte años…
¡Señor y qué bien estás!… Me alegro mucho de verte… ¿Qué ha sido de tu vida? Te casarías, imagino… ¿Cuántos críos tienes?… ¡Bueno, no me digas nada ahora!… Tengo mucha prisa, ¿sabes?; he salido del instituto antes de tiempo para ir al ayuntamiento, pues tengo que solucionar alguna cosa que otra y mira la hora que es ya… Me van a cerrar… ¡Ya sabes cómo son los funcionarios!… Bueno, somos; que también las maestras lo somos… Pero me gustaría un montón hablar un rato contigo… ¡Éramos tan amigos!…
No, si también yo tengo prisa; iba por el último cliente de la mañana y, como a ti, se me hace tarde… Pero sí; también a mí me encantaría charlar contigo un poco… ¿Qué tal si nos vemos luego, sobre las dos, dos y media de la tarde?
Perfecto… ¿Dónde?
Donde tú quieras… Donde mejor te venga…
Pues entonces aquí mismamente; en esa cervecería. ¿Te parece bien?
Carmeli señaló un bar-cervecería a su derecha, con terraza a la calle, de mesas a la sombra de algunos árboles… En fin, de la mejor pinta

Estupendo… Me parece estupendo… ¿A las dos, dos y media pues?
A las dos-dos y media
Y dándonos un besito en cada mejilla, como ahora se estila, nos separamos, cada uno a dónde debía ir. Casi pasaban las 14,30 cuando corriendo bastante más que andando, iba a la concertada cita

Lo cierto es que hacía ya tiempo que Carmeli, ni bello recuerdo era ya, pues la costumbre de estar metido y metido en el trabajo había acabado por hacer desaparecer de mi mente todo cuanto fuera ajeno al quehacer de cada día, pero bastó verla para que lo que ella fuera para mí resurgiera, pero sin estridencias…

Como algo bello que un día pudo haber sido pero que, finalmente, no fue… Era una sensación, más que nada, de íntima dulzura… De ternura si cabe… Era como esos recuerdos de infancia y primera juventud, que nos enternecen, pero que sabemos no pueden repetirse, por la sendilla razón de que el pasado no regresa nunca, pues el tiempo jamás se detiene y, mucho menos, hace marcha atrás…

Ella debía estar pendiente de ver si aparecía pues apenas estuve mínimamente cerca, la vi, de pie junto a una mesa de la terraza, haciéndome señas; al instante respondí a sus señales, con lo que en un santiamén estábamos de nuevo juntos; nos cruzamos renovados besos en las mejillas y me senté, frente a ella, a la mesa.

Llegó un camarero y le pregunté su deseaba tomar algo más, estaba acabando una cerveza; la apuró de un trago y pidió se la renovaran, en tanto yo pedía otra. Charlamos, hablando cada uno de nosotros mismos. Respecto a sus preguntas de antes, le dije que de mi vida, pues sin novedad; la “mili” en su momento y, desde entonces, viajando, trabajando como un enano… Y que no; no me había casado, por lo que no había crío alguno… Añadí un bastante machista

Que yo sepa, al menos…
De ella supe que sí se había casado… A los tres años, más o menos, de mis “calabazas”, ejerciendo desde el anterior en un colegio de maestra, pues acabó la carrera el curso siguiente a la, para mí, fatídica Feria del “No” rotundo, contundente, se puso novia con un compañero del mismo colegio, cinco años mayor que ella y al año se casaron… No tenía hijos; él, puede que, por ser maestro precisamente, más bien que odiaba a los niños, por lo que en su intimidad debió imponerse el laboral lema de entonces: “Trabaja, pero seguro”.

Con el tiempo la relación se fue, poco a poco, enfriando, como se enfría un café si se deja en la taza, sin nunca acabar de consumirlo Puede que la cotidianeidad, el día a día que a tantas parejas destruye… O el trajín en que él se metió cuando le destinaron a un instituto en Cartagena y tenía que hacerse, cada día, una hora de ida, Murcia-Cartagena, más el posterior regreso, al acabar las clases…

Porque los dos, seis años después de su boda, hicieron oposiciones a profesores de Instituto y las sacaron, pero él con nota bastante baja, lo que le impidió coger plaza en Murcia, teniendo que resignarse con Cartagena. Fue, más o menos, al año de eso que empezó el enfriamiento entre ellos, que hizo crisis otros cuatro años después, cuando él le dijo que se quedaba, definitivamente, en Cartagena…

A ella, la verdad es que no le hizo mella apenas, pues la ilusión por su marido hacía ya algún tiempo que había desaparecido… La desatención de él, que en principio sí que le causó daño, con el pasar del tiempo se le fue haciendo más y más indiferente… Cuando su marido le planteó lo de dejarla, hacía ya más de un año que la relación íntima entre ellos no existía, y ella, más bien, se había habituado a prescindir de él

Así, que la separación en absoluto fue traumática; simplemente, “partieron peras”, vendiendo el piso que ambos compraran en Murcia, se repartieron las “perras” y cada uno por su lado…

Se nos hicieron más de las tres y media de la tarde y le pregunté si tenía que ir a comer a casa, diciéndome que no; le propuse entonces comer allí mismo, donde estábamos, de “tapas” de cocina, que ella me había dicho eran de “toma pan y moja”, y le pareció bien. Regamos las “tapas” con un buen tintorro de la tierra, de Jumilla, y de postre un café solo; como en mí es más inveterado que otra cosa, pedí un coñac con el café, y Carmeli me sorprendió, pues nunca la vi beber alcohol, pidiendo una copa de ponche; se lo dije y me respondió

Un día es un día… ¡Y no todos se reencuentra una con un viejo amigo!…
Se nos hicieron más las cinco que las cuatro y media y Carmeli, con franco gesto de disgusto me dijo

Lo malo de los ratos buenos es que se acaban… ¡La dura obligación me llama de nuevo!
Nos llama, Carmeli; nos llama… Que también yo debo volver a ella…
Quise pagar, pero ella se opuso a ello: Estaba en su tierra y yo era su invitado, cosa que repugnaba, y no poco, a mi sentido de la caballerosidad, ya para esas fechas, 1982, un tanto trasnochada tras la incipiente “Liberación Femenina”, que sin todavía llegar a las cotas que, para bien o para mal, ha llegado, se dejaba ya sentir, y no poco. Por finales y en aras del “consenso”, tan de hoy en día, adoptamos la salomónica decisión; o, como antes se decía, hicimos “la del gallego”, pagando la cuenta a medias, a pesar de mis quejosas protestas

Y llegó el momento que, sin saber bien por qué, me puso un nudo en la garganta, cuando, tras los mutuos y, hoy día, reglamentarios besitos en las mejillas, nos dimos también la mano, para despedirnos… Y, quizás, pensaba yo, para siempre jamás… ¿Amén? (Amén=Así sea)… ¡Dios no lo quisiera!… Le retuve un momento la mano entre las mías

Ha sido… Ha sido… ¡Maravilloso, volver a verte Carmeli!… Maravilloso de verdad…
Y ella, no retiraba su mano d entre las mías

También yo me he alegrado mucho de volver a verte… Sí; ha sido bonito… Sí, maravilloso, como bien dices…
El dichoso nudo apenas si me dejaba hablar… ¡Increíble, yo quedándome mudo…sin palabras!

¿Podré…podré…podrééé…voolveeer…aaa…veerteee?
Me daba miedo hablar; parecía un colegial cogido en falta, rojo como un tomate… Y, realmente, tartamudeaba casi más que hablaba. Pero ella, Carmeli, me sonreía dulcemente… No, no se reía de mi más que evidente azoramiento

Si tú lo quieres… Si me lo pides…
Quedamos, en ese mismo bar donde entonces estábamos para las 8,30-9 de la tarde-noche. Eran casi las cinco de la tarde cuando de nuevo me reintegré al trabajo; pero ya nada era igual que antes; mi ordenamiento de prioridades había sufrido un verdadero cataclismo. La tarde fue un desastre, sin dar pie con bola; se me escaparon las más gordas y a las seis y media apenas si aguantaba ya, pero es que a las siete no podía más. Le di por “ahí” al “curro”, y como si en ello me fuera la vida, corrí al teléfono público más próximo que encontré.

A mi pedido, ella me había dado tanto su teléfono particular, el de su casa, como el del instituto donde daba clases y a éste último llamé; por fin se puso ella y la dije que ya estaba libre; que a su entera disposición me tenía desde ya, respondiéndome que también ella acababa entonces las clases; que la esperara donde quedáramos, que en minutos estaría conmigo

Pasamos lo que quedaba de tarde… ¡Y yo qué sé cómo la pasamos!… Lo único que recuerdo es que estaba en la gloria, con ella a mi lado y yo, casi más tartamudo que otra cosa, más balbuciente que un crío, soltando “paridas” por mi boca a diestro y siniestro, sin parar, sin descanso… Y ella riéndose en mi cara… Pero estoy seguro de que no era de mí, sino conmigo, que es muy distinto… En un momento dado, me clavó la puntilla al decirme

Toñito, estás rejuvenecido… Muy, muy rejuvenecido… Tanto, que casi pareces un crío…
¡Rayos y truenos!… ¡Me estaba diciendo, en mi bonita cara, que parecía un crío!… ¡Dita sea la pena negra, que sin duda era la mía en lo concerniente a esa bella que me tenía más que sorbido el seso… Si es que de eso quedaba aún algo entre mis meninges, que empezaba a dudarlo

Y la muy puñetera, riéndose a todo reír, a mandíbula batiente, mientras yo me decía ”Trágame tierra”… Pero la tierra no me tragó, cuál era su obligación porque, ya se sabe, la tierra es la mar de suya y cuando a ella recurrimos, suele mandarnos, con las súplicas, al “Maestro Armero “… Aunque, eso sí, enrojecí hasta la punta de las orejas… Por fin cenamos, pero cenamos, dos platos, con postre y todo, en un verdadero restaurante cercano a la orilla del Segura, porque, ahora que me acuerdo mejor, estuvimos, parte del tiempo al menos, hasta que nos entró hambre y nos salimos de allí, en el Huerto de los Cipreses, podría decirse que dentro todavía del Jardín Botánico, del que era como una prolongación más o menos reciente

La dejé en su casa, no tan cercana a donde cenamos, por cierto, casi una hora larga de caminata que a mí se me fue en un suspiro, despidiéndonos con los formales besitos en las mejillas al llegar a su portal, tras ella abrir la puerta. Se separó de mí y desapareció tras la puerta que, por efecto del muelle interior, se fue cerrando detrás de ella

Eso, el vernos a diario, se repitió en los dos o tres días siguientes, en que acabé la capital; a partir de ahí, las estancias juntos se redujeron a la tarde del sábado y el domingo todo el día hasta acabar de trabajar el resto que de Murcia me quedaba por hacer, poca cosa, Cartagena más la parte de la Manga, Torre Pacheco, San Javier, Santiago de la Rivera y San Pedro del Pinatar, más la zona de Alicante que también hacía, desde la capital, hacia el sur, otras tres semanas más o menos, aunque al final resultaron cuatro fines de semana, cuatro tardes de sábado y cuatro domingos; en total, once días juntos, en los que yo estuve en las nubes

Y de nuevo nos separamos; pero, desde que nos reencontramos, la vida cambió por entero para mí; casi parecíamos novios, aunque nada de eso habláramos; aunque nada íntimo mediara entre nosotros… Excepto una cosa que hará sonreír al lector/a, por su casi infantilidad; que la primera tarde de sábado que pasamos juntos, en un momento dado, mientras pasábamos por los jardines de Floridablanca, me atreví a tomarla de la mano… Ella me miró, me sonrió, y, ¡oh milagro de milagros y portentos!, no me la retiró… No rechazó aquella caricia que más bien era una chiquillada… Una niñería, pero que para mí fue todo un mundo, recién descubierto

En fin, que yo la escribía noche sí, noche también, después de cumplimentar lo que de oficina tuviere pendiente, pedidos que pasar al formulario para enviarlos a la correspondiente casa representada, cartas, ya a las casas, ya a clientes… En fin, todo eso, intrínseco al trabajo, y ella me respondía casi en la misma medida. Le volvía a decir que la quería, que la adoraba, y ella seguía sin querérselo creer, riéndose de lo que le decía con cualquier salida de banco, cualquier cuchufleta… Pero en plan sano, que conste… Sin reírse, propiamente, de mí, sino de lo que le decía, en un juego casi erótico que tan bien dominaban las damiselas de bastante antaño

Así, habían ido pasando algo más de dos meses desde que saliera de su tierra murciana, pues era ya Julio apenas entrado, cuando me sorprendió con una propuesta la mar de peregrina: Que ese mes de Agosto no nos viéramos en Murcia, sino en el pueblo, yendo a recibir a la virgen patrona en los confines del pueblo y pasáramos ya allí hasta que acabaran la Feria del pueblo.

A mí mucha gracia, la verdad, no me hacía eso de volver por allá. Mi padre había muerto dos años atrás y mi madre estaba en Albacete, en la Residencia de la Seguridad Social donde mis padres estuvieron los últimos años, donde mi padre muriera, de manera que la ancestral casa familiar del pueblo era ya más de mi hermana que de nadie… Cierto que, indudablemente, yo allí seguía teniendo mi sitio, pero ya no era lo mismo que antaño fue… Por ejemplo, ya era más de mi cuñado que mía esa casa… Y mi hermana tenía, a esas alturas, familia larga, pues a su marido le había ya dado cuatro hijos y a mí los mismos sobrinos, algunos ya mayorcitos, como los dos mayores, Domingo y Mayte, dieciséis-diecisiete y catorce, más doce el siguiente, Gerardo, y unos diez el benjamín, Javier, por mal nombre el “Chiqui”… En fin, mucha gente allí para colarme yo de rondón, se mire como quiera mirarse

Pero ya se sabe, el hombre propone pero quién dispone es la mujer, de modo que Carmeli, toda melosa, eso sí, pero firme como una roca, erre que erre con que quería volver por allí, recordar viejos tiempos y tal, con lo que, qué narices iba a hacer yo, sino decir “amén” a su sacrosanta voluntad

Sería apenas entrado Agosto cuando ella me dijo que la correspondencia se la dirigiera ya al pueblo, no a Murcia, pues ya salía hacia allá. Por suerte, su tío, el confitero del pueblo de toda la vida, todavía vivía, aunque, lógico, ya jubilado, con lo que la confitería, que seguía en servicio, estaba ya regentada por otras personas.

Pues bien, digo que, al vivir todavía su tío, Carmeli fue a su casa a vivir mientras estuvo en el pueblo. Según mi hermana me dijera, ella, que nunca había sido especialmente amiga suya, se conocían, claro está, pero del simple saludo, el “Hola”, “Hola”, raramente habían pasado, pues entonces se esforzó por frecuentarla, y eso fue lo que en una carta mi hermana me decía: “¿Sabes que Carmeli ha vuelto por aquí?… Y, además, nos hemos hecho la mar de amigas ella y yo”… A mí aquello me hizo gracia, y hasta me intrigó bastante el hecho de que el amor de mis amores hubiera, de pronto, mostrado interés en intimar con mi hermana

Por fin, el 25 de Agosto, a eso de las tres de la madrugada, arribé por fin a ese pueblo tras veintidós años de estar ausente de él. Como era costumbre, la comida del mediodía del 28, día de la Virgen, no fue tal, sino una comilona que me río yo de las famosas y quijotescas “Bodas de Camacho”, pues tradicional es juntarnos un montón de primos por parte de mi familia paterna, en mi casa, o ya, más propiamente, de mi hermana. La comida empezaba por unos gazpachos manchegos(2), hechos en casa, por mi hermana, con la ayuda de más de una y más de dos primas, que están para chuparse los dedos, para proseguir con un pisto manchego, elaboración de mi primo Juan, hijo de una hermana de mi padre y que vive en Valdepeñas, no en el pueblo, una olla de no sé cuántos litros repleta de pisto(3), amén de cuanto traen las demás primas, de sangre o “putativas”, como se decía una prima mía, Pili, la mujer de uno de mis primos, Pepe, al que siempre decíamos “El de Francia”, por haber emigrado a tal país de muy joven, por no decir de crío, ya que lo hizo a los dieciséis, arriba, abajo, cruzando de “extranjis” la frontera hacia mediados de los cuarenta, pues me llevaba diez-doce años lo menos. En fin, un festín en verdad pantagruélico

Por la mañana, nada más levantarme y mientras desayunaba en la cocina mientras ella hacía no sé qué, le rogué a mi hermana que invitara a Carmeli a comer al día siguiente, el de la Virgen, con nosotros; me miró un momento, extrañada, hasta que, sonriendo burlona, me soltó

No estarás volviendo a las andadas con ella…
Yo, más colorado que el ya más que manido tomate, no respondí nada al respecto. Por finales sí que estuvo comiendo con nosotros, trayendo una especialidad murciana, unos “paparajotes”, dulce de repostería huertana, que normalmente se hace empapando bien una hija de limonero en la masa y así, bien cubierta de masa adherida por ambas caras, se mete la hoja en la sartén hasta que la masa está dorada; pero, como es lógico, allí las hojas de limonero brillan por su ausencia, por lo que se limitó a hacer la masa, freírla en trocitos pequeños, alargados, y, finalmente, espolvoreados con azúcar y canela.

Lograr que viniera con nosotros fue de todo menos fácil, pero, finalmente, logramos convencerla; parte importante en el empeño tuvo mi prima Raquel, una casamentera de tomo y lomo, que tenía más que olido el “pastel”, y qué no haría ella por su primico “Atoito mono, Atoito rico”, como de críos me decía…

A eso de las siete de la tarde, después de que no pocos comensales, yo entre ellos, durmieran siesta, ya en las camas de casa, ya en sofás o, los aborígenes con casa propia en el pueblo, en sus casas, salimos todos a la calle para bajar, calle Mayor abajo, rumbo al camino de la Virgen, al final mismo de la calle Mayor, de donde salía o rendía, según se mirara. Por cierto, que a la altura de la casa del tío de Carmeli, ella se nos unió, aunque emparejándose abiertamente conmigo… Eso sí, sin tocarnos ni un pelo de la ropa; simplemente, caminando los dos juntos pero…“manitas quietas, que luego van al pan”

Ese día fue el primero que, tras un montón de años, volví a vibrar con la entrada de la Virgen a su pueblo… La Virgen que “Hace siete siglos vino a nuestra tierra para ser de ella, y de su contorno, amparo, conduelo, refugio y solaz. Maravilla que el hombre pregona; orgullo y blasón de esta noble ciudad”, cual reza su himno… Volví a casi llorar con la “carrera”, cuando, tras entrar en la calle Mayor desde su camino, al final de la misma, la Santa Madre “ve”, por primera vez desde el pasado año, a su Santísimo Hijo en la cruz, el Santo Cristo de los Ángeles, el segundo emblema religioso del pueblo, porque el primerísimo, sin duda, es la Virgen(4)

Pasaron los días desde ese 26 de Agosto hasta el 4 de Septiembre, día en que la “novena” a la Virgen finaliza en una misa solemne, por la mañana, y empiezan las Fiestas anuales, la Feria del lugar. Carmeli asistió todos y cada uno de los días al vespertino rezo de la novena en la iglesia de la Trinidad, pero yo más bien no; soy católico casi a machamartillo, dentro de lo que cabe, claro, pues soy casi alérgico a entrar en una iglesia y, desde luego, de fanático nada tengo y me sé más que bien los muchísimos desaguisados que la Santa, Católica y Apostólica Iglesia ha cometido a lo largo de la Historia, de los que, tal vez, lo de la Inquisición no sea lo más grave, sino lo del “mantenello y no enmendallo”, crasa muestra de soberbia y más que escasa humildad

Bien, pues a lo que iba; comenzaron, como digo, las Fiestas, y con ellas los nocturnos bailes con orquestina en la “pista” del casino… La misma donde veintidós años antes tan rotundas “calabazas” me arreara… La misma donde, como entonces, volvíamos a bailar los dos cada noche… Sólo que un tanto más “agarraditos” que “In Illo Témpore”, pero mucho cuidado, sin pasarme un pelo, pues las chavalas de antes, y Carmeli diría que todavía era más de aquél entonces que del actual tiempo, a veces tenían la mano más larga que un día sin pan, y tampoco era plan de arriesgarme a que el alma de mis entretelas me soltara un “sopapo” de los de a kilo

Así llegó una noche, la del día 6 exactamente, en la que vaya usted a saber por qué, pues nos “arrimamos” pelín más que otras veces; y como lo unos lleva a lo otro, mi boquita volvió a constituirse en buzón de correos, pues me lie a “largar” como un descosido, con lo de “Te quiero; te sigo queriendo, y no como antes, sino más… Mucho, muchísimo más”… O lo de “Amor mío… Vida mía… Cielo mío”… vamos, un montón de chorradas cortadas por el mismo patrón…

Mas, cosa de la mar de enjundiosa… No se me rió… Ni me protestó con lo de “estás más loco que una chiva”… Ni muchísimo menos… Simplemente, como quien no quiere la cosa, le echó ambos brazos al cuello y se me apretó lo que no está en los escritos… Y yo, pues qué podía hacer más que estrechármela más si cabe y emprenderla a besos en su cuello, allá, detrás de la orejita, casi al momento sustituidos por cariñosos lametones donde antes la besaba, extendidos a la adyacente orejita cuyo lóbulo acabé mordisqueando levemente, pero sin pausa ni tregua

Abandoné el homenaje rendido a su cuello, a su divina orejita, para pasar a querer mirarme en sus límpidos ojos oscuros, profundos, bellos, como lo era todo en ella… Para mí, al menos… Mi mano izquierda soltó su derecha y mi diestra dejó de apretar hacia mí su espalda, para las dos, al unísono, subir en busca de su rostro. Ella, infalible, adivinó lo que quería hacer, y sus labios se tornaron trémulos mientras su cuerpo empezó a temblequear, cual hoja tremolante al viento.

Mis manos tomaron entre ellas el rostro de la mujer, alzándolo hacia mí, adecuando sus labios a la caricia de los míos que al momento irían en busca de los suyos… Lo tremulante de sus labios se acentuó visiblemente, mientras su cuerpo temblaba más y más y las palpitaciones de su corazón se empezaban a desbocar… Cerró los ojos, pero entreabrió los labios, en muda sumisión a lo que yo deseaba… A lo que ella también anhelaba… Tanto o más incluso que yo…

Y, por fin, nuestros labios se juntaron… Levemente… Suavemente… Amorosamente… En un rapto de amor, de cariño inmenso… Pero, enteramente huero de morbo; de insanos deseos… Allí, en ese o esos besos, esa o esas caricias no había más que amor; amor sublime entre ese hombre que yo era y la mujer que Carmeli también era… Cariño pleno, total… Pero todo se andaría, porque el amor sin su expresión sexual es como jardín sin flores… Tierra, más bien, baldía

Así, a Carmeli le faltó tiempo para entrar en acción, buscando lo que en esos momentos más deseaba… Sus manos, desde que yo abandonara su derecha, parecían yernas… Inútiles… La derecha, colgando semi muerta, la izquierda agarrada todavía a mi hombro diestro, pero sin nada que hacer. Hasta que las dos encontraron objetivo común en que emplearse cuando, a la par, subieron hacia arriba, haciendo que los brazos buscaran mi cuello para rodearle… Para abrazarse a él, firme… casi fieramente…

Su cuerpo se apretó contra el mío como lapa a la roca que la sustenta, estrellando sus senos contra mi pecho, como si quisiera fundirse a mí en un solo ser, en tanto su pubis se pegaba al mío con ansioso anhelo de que también nuestros sexos se hicieran uno solo… Entonces, como por arte de magia, mis manos se independizaron de mí mismo, cobrando vida propia… Voluntad propia cuando, sin que, prácticamente, mi cerebro dispusiera nada, se dirigieron una a in seno de Carmeli, abarcándoselo de una sola vez, estrujándoselo un poquitín, aunque más delicadamente que otra cosa… Acariciándolo, al tiempo que el dedo pulgar intentaba buscar y acariciar el pezón a través del vestido…del sujetador…

La otra mano, por su parte, había bajado en querencia del delicioso culito… O culazo, según se mire, de la mujer… Sabroso, ofreciendo carne que acariciar a la amorosa mano del hombre, pero vacuo de antiestético esplendor… Más duro que flojindango, más alto que caído…

Carmeli, por unos segundos, aceptó aquellas caricias que, seamos fieles a la verdad, la estaban electrizando como hacía casi siglos que así no se sentía… Como hasta pudiera ser la primera vez que tan feliz y dichosa se sentía, con tan solo unas más bien sucintas caricias, pues todavía la sensibilidad de su piel, cada vez más y más en toda su intensa capacidad sensitiva… Pero enseguida se rehízo y, aunque con suavidad, sin violencia, me apartó de ella

No Antonio; eso no… Todavía no… Luego… Cuando, ante Dios, sea tu mujer…
Si me acabaran de echar un cubo de agua helada encima, más perplejo no me quedo

Pero, por Dios, Carmeli… ¿A qué viene esto ahora?… ¿Te has olvidado de que la Iglesia no admite el divorcio?… ¿Qué, para la Iglesia, sigues casada con aquél gilipollas que te casaste?… ¿Qué, por la Iglesia, no podremos casarnos nunca?… ¿A qué juegas?…mecachis en la mar…
Cariño, sabes mucho de Historia… más de una lección, y más de dos podrías darme en la materia, a pesar de mi Magisterio, a pesar de mi título de Profesora de Instituto… De profesora de Bachillerato… Pero tienes poca memoria… O poca perspicacia… A veces, Toñito de mi alma, se te escapan las más gordas… Vamos a ver… ¿Es que no recuerdas lo que era el “Matrimonio Clandestino”?
Claro que lo recordaba… Antiguamente, allá por entre el Alto y Bajo Medievo, siglos XI al XIII… Y hasta, incluso, inicios del XVI, cuando en Trento la Iglesia se “cuadra” más que en serio, erradicándose la costumbre. Era cuando un hombre y una mujer querían casarse, pero públicamente no podían hacerlo por, por ejemplo, ser primos, unión, entonces, incestuosa… O él ser clérigo sometido al celibato… Entonces, la pareja acudía a una iglesia, se postraba ante el altar y, ante Dios, como Sumo Sacerdote, se intercambiaban los votos matrimoniales. Luego, tranquilamente, se iban al “catre” a consumar su amor, y a la paz de Dios, hermano, pues hasta la Iglesia daba válida la unión ante Dios, al haber recurrido a Él, directamente, la pareja(5)

Carmeli continuó

Pero Dios está en todas partes, no sólo en las iglesias… Está aquí, entre nosotros, ahora mismo… Y en la calle… Y en las casas; hasta en la de mis tíos… Y en las habitaciones de las casas… Hasta en las de la casa de mis tíos… Hasta en la habitación donde allí duermo yo… Y hasta en la misma cama donde duermo… Que, por cierto, no es muy ancha, pero, seguro que los dos cabríamos estupendamente…
Y aquí, ya sí que yo me quedé a cuadros… Si no me equivocaba, ella se me estaba ofreciendo con toda claridad, invitándome a pasar la noche con ella… ¡En su mismísima cama!… ¡Dios, Dios, Dios!… No podía creerlo… No podía ser cierto todo eso…

¿Me estás diciendo que?…
Sí; eso mismo; lo que estás pensando…
Y… Y… ¿Qué narices hacemos todavía tú y yo aquí?
Carmeli se echó a reír a mandíbula batiente

Vaya rico… Empezaba a pensar que nunca captarías idea tan sencilla… Que me iba a tener que lanzar sobre ti para que lo entendieras de una vez
Siguió riendo alegre, pero me agarró de una mano y empezó a tirar de mí, para que saliéramos de la “pista”; cruzamos, corriendo los dos, la plaza Mayor y la emprendimos, sin dejar de correr, calle mayor abajo… Riendo los dos, más alegres que “chupillas”, unas veces ella delante, tirando de mí; otras, yo delante, tirando de ella… Otras nos parábamos para besarnos… Para comernos las boquitas más que nada, en morreos de impresión…

Llegamos a la puerta de la casa de sus tíos y Carmeli me impuso moderación, silencio, para que “los viejos” no se despertaran y armaran la de Dios al ver cómo nos metíamos juntos en su cuarto… Sin casarnos, claro…En fin, mañana, con todo ya “consumado”, Dios diría, pero esa noche no, por favor… A mí me hizo gracia los de “los viejos”, pero, realmente, lo eran…

De manera que, la mar de modositos, entramos en la casa y corrimos a la habitación donde ella dormía… No había acabado de cerrar la puerta tras de nosotros, cuando empezó a desnudarse, mandando la ropa a hacer gárgaras, regándola por todo el santo suelo y urgiéndome a mí para que hiciera lo propio que ella…

Desde aquella noche han pasado ya treinta años y casi uno más… Y también desde entonces, a intervalos de diez meses más bien escasos el primero y entre once y trece los otros dos, fueron llegando los tres frutos que nuestro amor nos ha dado, pues yo, en absoluto aborrezco a los niños, sino que los considero una bendición y Carmeli pues no digamos… Fueron niño-niña-niño, un Antonio P… IIIº, Una Carmeli IIª y un Manolo que es un verdadero golfo… En el buen sentido, de que tiene una “labia” y un “aquél” para las “nenas” de padre y muy señor mío

Ahora, y desde hace ya diez años, Carmeli y yo volvemos a estar solos, pues los pajarillos fueron volando del nido según alcanzaban los dieciocho-diecinueve años; es decir, que otra vez yo viviendo para ella y ella para mí… Como cuando empezamos… Y, como al principio, seguimos amándonos día sí, día casi que también… Noche sí, noche, a veces, que también… Y es que Carmeli me sigue poniendo a mil tan pronto la siento cerca… Tan pronto nos rozamos… Y cuando nos metemos en la cama, la repera ya…

Y hasta aquí mi historia con Carmeli… O, tal vez, lo que pudo haber sido; lo bellísimo que pudo haber sido todo…. Pero que nunca fue… ¿Para bien?… ¿Para mal?… ¡Pues, cualquiera sabe!…

F I N D E L R E L A T O

NOTAS AL TEXTO

Creo que no estaría mal reproducir el poema completo, pues, la verdad, es divino… ¡De Federico, ahí es nada!
Y yo me la llevé al río

creyendo que era mozuela,

pero tenía marío.

Fue la noche de Santiago

y casi por compromiso.

Se apagaron los faroles

y se encendieron los grillos.

En las últimas esquinas

toqué sus pechos dormidos,

y se me abrieron de pronto

como ramos de jacintos.

El almidón de su enagua

me sonaba en el oído,

como una pieza de seda

rasgada por diez cuchillos.

Sin luz de plata en sus copas

los árboles han crecido

y un horizonte de perros

ladra muy lejos del río.

Pasadas las zarzamoras,

los juncos y los espinos,

bajo su mata de pelo

hice un hoyo sobre el limo.

Yo me quité la corbata.

Ella se quitó el vestido.

Yo el cinturón con revólver.

Ella sus cuatro corpiños.

Ni nardos ni caracolas

tienen el cutis tan fino,

ni los cristales con luna

relumbran con ese brillo.

Sus muslos se me escapaban

como peces asustados,

la mitad llenos de lumbre,

la mitad llenos de frío.

Aquella noche corrí

el mejor de los caminos,

montado en potra de nácar

sin bridas y sin estribos.

No quiero decir, por hombre,

las cosas que ella me dijo.

La luz del entendimiento

me hace ser muy comedido.

Sucia de besos y arena

yo me la llevé del río.

Con el aire se batían

las espadas de los lirios.

Me porté como quién soy.

Como un gitano legítimo.

La regalé un costurero

grande, de raso pajizo,

y no quise enamorarme

porque teniendo marío

me dijo que era mozuela

cuando la llevaba al río.

2.- El único parecido con el andaluz, el nombre, pues el manchego es, en palabras de un andaluz, viajante con el que coincidí, junto con otros compañeros de Albacete, una vez en una más posada que pensión de Hellín, y el “patrón”, a petición nuestra, de las “manchegos”, nos hizo unos gazpachos para comer; el pobre andaluz iba alicaído toda la mañana, ante la perspectiva de un gazpacho de su tierra por toda comida, pero cuando acabamos de comer decía: “Ezto no é un gazpasho; ezto é una “jartá” e comé”… La materia prima básica de este “gazpacho” es pan ácimo, sin levadura, tortas muy finas que llamamos “de pastor”, por ser el pan que, antiguamente, hacían los pastores de la tierra en hornos artesanales, hechos con piedras. Esta “torta” se desmenuz a, vertiéndola en un caldo resultante de sofreír ajo, tomate, pimiento verde, caza, perdiz más conejo de monte, aunque puede sustituirse con pollo y trozos de jamón serrano; hecho el refrito se le añaden uno o más codillos de jamón, y se vierte agua, según lo grandes que se quieran los gazpachos, una “jartá”, mayormente. Se cuece hasta que el caldo empieza a reducir y se le vierte entonces la torta de pastor; se deja cocer todo hasta que la torta esté más que tierna y a comer. Lo típico, es poner la sartén o utensilio donde los gazpachos se hayan hecho, en el suelo y el centro del corro que los comensales hacen a su alrededor, los cuales se van sirviendo, pero siempre dentro de su propio “rodal, es decir, la superficie más próxima a su sitio, y usando como plato un buen trozo de torta… Pero en casa éramos más civilizados, sentaditos todos en dos, a veces hasta tres mesas, chiquillos aparte, pues llegamos a juntarnos hasta más de cincuenta primitos-primitas, con sus respectivas “medias naranjas”, niños etc., y cada uno con su platito correspondiente… “Reenganches”, a discreción, según existencias…

3.- Tomate y pimiento verde, en trozos, a partes iguales; ajo sal y un pellizco de azúcar para quitar la acidez al tomate, todo ello frito a fuego lento en aceite de oliva hasta macerarse por completo el tomate… Y pare usted de contar; esos añadidos, calabacín y demás, sobran al pisto manchego y lo único que hacen es desvirtuar el sabor del tomate y el pimiento

4.- A la Virgen, al ser llevada al pueblo, se le dan tres “carreras”; la primera, en plena carretera, cuando por vez primera se vislumbra el pueblo a lo lejos; la segunda, nada más entrar en la calle Mayor desde el Camino de la Virgen, por el que la suben desde el pie del montículo que asienta la población hasta su cima y por ende, el pueblo en sí; allí la espera el segundo icono religioso del lugar, el Santo Cristo de los Ángeles, crucificado, a cuya vista se produce esta segunda “carrera”. Y la tercera es ya en la iglesia parroquial por excelencia, la de la Santísima Trinidad, templo gótico del siglo XIII, de soberbia factura, al entrar la Virgen en la iglesia. Las “carreras son tal cosa en sí misma, pues los porteadores de las andas echan, literalmente, a correr, con la Virgen en volandas, tambaleándose en su altar y hornacina de acá para allá, dando tumbos a “tutiplén” haciendo sonar a todo trapo las campanillas que rodean la cúpula de la hornacina; pero es que cuando la Virgen llega al lugar a que debe llegar, los porteadores vuelven a echar a correr, ahora hacia atrás, para volver a repetir la “jugada” por segunda vez, siguiendo a paso normal, en procesión, una vez esta repetición de la carrera ha acabado. Las “carreras”, simbolizan el júbilo de la Virgen; primero, al ver a “su” pueblo; segundo, al ver a su Santo Hijo, esperándola a la entrada del pueblo, podría decirse; y en tercer lugar, al entrar en su iglesia. Cuando la Madre y el Hijo se encuentran, hay otro detalle muy, muy cordial, y es que se “besan”, al volver a reunirse, por fin, tras de un año de separación. Al efecto, los porteadores de ambas imágenes, las inclinan, hasta que los dos rostros se juntan… La verdad, es algo sumamente emotivo para cuantos tenemos mucho que ver con ese pueblo que, realmente, es ciudad, “La muy noble y muy leal Ciudad de…, cabeza de Extremadura y llave de toda España”, reza en su lema, recuerdo de cuando la localidad era tierra de frontera entre moros y cristianos, por su muy estratégica situación, paso obligado entre el Al-Ándalus musulmán y las cristianas mesetas castellanas… El autor, Hanibal, se proclama profundamente cristiano y católico, aunque más cristiano que católico, y a buen entendedor pocas palabras bastan, pero en absoluto fanático, frecuentando la iglesia, sacramentos y demás, muy de tarde en tarde; pero sus maternas raíces están allí, y estos actos le son más que entrañables; cuando los veía, hace casi cuente años que falto de allí, se me ponía un nudo en la garganta de mucho cuidado. Hace unos minutos, a fin de refrescar la memoria, he visto unos videos de la entrada de la Virgen, las “carreras”, el “beso” Madre e Hijo… Y ese nudo se me ha vuelto a poner de corbata… ¡Qué queréis, soy así; sensible a las emociones!… De palo, pragmático, francamente no, sino visceral; muy, muy sentimental; muy, muy vehemente… ¡Qué le voy a hacer si soy así!…

5.- Esta práctica tenía raíces muy antiguas, de los primeros tiempos del cristianismo, ya que en un principio el matrimonio no estaba ritualizado entre los primeros cristianos. Se remitían a lo expresado en el Génesis, invocado por Jesús en los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, “Abandonará el hombre a su padre y a su madre para ir con su mujer, y se unirán los dos en una sola carne… Lo que Dios ha unido, no lo separa el hombre”. Efectivamente, las citas Evangélicas, la palabra de Dios, no hablan de ceremonias previas, ni de sacerdotes, sólo ese “Y se unirán los dos en una sola carne”, para, casi de inmediato, añadir “Lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre”… Lo esencial, pues, en los Evangelios, es la “unión en una sola carne”… Pero es que esos primeros cristianos eran, realmente, muy pocos, y con una fe en Cristo-Jesús muy poco común; hasta llegaban a arrostrar la propia muerte antes que ser infieles a Cristo… Pero luego, eso no pudo ya mantenerse; la Cristiandad proliferó y la fe, lógico, se resintió, con lo que se hizo necesario encorsetar a la ya ingente comunidad cristiana con leyes, rituales, normas… Es lo que sucede en sociedades numerosas, que la convivencia hay que reglamentarla con leyes y ritos… Este fenómeno es tan antiguo como la Civilización misma, de modo que desde siempre existen las leyes y los ritos

6.- Onirismo, según Wikipedia, es: El onirismo ( griego “sueño” y “doctrina”) es una actividad mental que se manifiesta en un síndrome de confusión que está especialmente caracterizado por alucinaciones que pueden indicar una disociación parcial o completa con la consciencia o la realidad. Y ante esto me digo. ¿No estaré un tanto mal de la chaveta?… Y concluyo en que sí; debo estarlo, por todavía creer en el amor romántico y duradero, en la absoluta fidelidad a la pareja…En todo eso que permite que la pareja envejezca junta, hasta la muerte… Por todavía creer en aquello de que “Too er mundo é gueno”… Por creer aún en la bondad humana, en el sentido del HONOR, que hace mantener la palabra dadapese a quien pese… En el sentido del deber… De lo que debe hacerse y lo que no, por mucho que nos apetezca hacerlo… Por todavía creer en la CABALLEROSIDAD del hombre… En el repeto a todo el mundo… Rn que las personas sólo valen lo que tienen o lo que se les puedaa sacar… Desde luego, no es que deba estar un tanto mal de la chaveta, sino que estoy para que me encierren en un frenopátoco, más bien….

El profesor

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La vida de un profesor de la ESO y Bachilerato no es nada fácil. El sueldo es una mierda, el trabajo aburrido, los alumnos unos desagradables y todos sus padres unos irresponsables que te echan en cara el no poder educar a un hij@, que la mayor parte de su vida se la ha pasado con ejemplo paterno poco menos que inútil. Esto es lo que pasa cuando tu trabajo es dar clases de Física en un instituto de cualquier calle pobre de este país. Mi nombre es Javier. A mis cuarenta años recién cumplidos me levantaba cada mañana de Otoño, Invierno y Primavera sumido en la rutina, con un hijo de 4 años que no dejaba de llorar y una mujer a la que apenas veía a lo largo del dia. La relación con ella era insulsa, casi ya no teníamos relaciones sexuales y la magia con la que parecio iniciarse la relación había acabado ya muchos años atrás. La vida trasncurria sin sobresaltos ni mis alumnos me hacían caso, ni mi familia me hacia caso. Entre medias me abstraía llendome de putas baratas que por 4 duros me aliviaban y hacían de mi vida algo duro y ruin aunque quizá algo mas entretenida. De mi vida profesional poco se podía decir, daba clase de Fisica en todos los cursos de la ESO y en Primero de Bachillerato y mi carrera que desde un primer momento parecía que iba por muy buen camino, se torcio y dio paso a una profesión cada año mas repetitiva.

He de decir que a pesar de mis 40 años no me mantenía demasiado mal. Con una calvicie inicipiente y una miopía que provacaba la utilización de gafas de cada vez mas graduación, al menos gozaba de un cuerpo bien conservado por el deporte, de 1,85 de estatura y un pene que aunque poco utilizado había dado grandes noches de gloria gracias a sus 20 centimetros.

Y asi llego el mes de Febrero. El segundo mes del año llego todavía mas frio de lo habitual. Tras varios días lloviendo el clima había dado paso en la ciudad a un frio que te calaba los huesos y te hacia ir dia a dia con cada vez mas ropa de abrigo además las instalaciones del instituto eran bastante deplorables por lo que cualquier precaucion en la vestimenta era poca, tanto para alumnos como para los profesores y tutores de cada clase. Como cada dia madruge, tome algo de café y sin desayunar casi, me fui de casa antes de que se levantaran mi mujer y mi hijo. Llegue a la sala de profesores tras media hora y me dispuse a entrar aquel Lunes a primera hora de la mañana en la clase de 4 de ESO.

Los alumn@s… todo lo que se diga de ellos es poco. Un mar constante de hormonas, sin educación ninguna, la mayor parte no necesitara para nada tener clases a lo largo de su vida ya que si alguna vez trabajaran será de camarero, camionero o señora de la limpieza. Por supuesto que había excepciones que permitían seguir creyendo en esta profesión, pero, merecia la pena matarse por unos cuantos??? Hacia tiempo que había decidido que no y desarrollaba mi trabajo sin importar lo que dirían de mi, diciendo en cada clase lo que me tocaba y sin preocuparme de si lo entendían, o no.

No obstante algo bueno tenia que tener dar clase, y sin duda, lo mejor eran las alumnas. Como correcto profesional nunca había tenido nada con ninguna pero tan solo mirarlas y disfrutar de su cuerpo juvenil y despreocupado, casi siempre virgen e inocente era suficiente. Muchas habían sido las pajas que les dedique a mis alumnas durante mis años de docencia. Las había pequeñas y tetudas, altas y con un culazo, cuerpos de espanto que eran lucidos con vestimentas apretadas y escotes generosos. Las había sucias pero apetecibles, pijas feas y gordas pero con un noseque que que se yo. Las había rubias e indecentes, morenas y pelirrojas, jóvenes de raza negra y actitud lasciva, melenas al viento, las había inteligentes y con cuerpazo, inútiles que habian sido folladas por la mayoría de a clase, chicas que se hacían de rogar y adolescentes que a lo largo de los años habían dado cambios sobresalientes y se habían convertido en el deseo de toda la masculinidad de la clase… Alguna vez se me insinuo alguna pero como sabia cual era mi papel jamas cai en aquella trampa. Nunca ninguna alumna me había visto titubear delante de ellas e incluso cuando a lo largo del tiempo alguna se me insinuo, nunca permiti que vieran que había alguna posibilidad de sacar alguna nta gracias a ello. Pero fue aquel Lunes frio de Febrero, aquel Lunes que había amanecido como cualquier otro dia de invierno, cuando la historia vario para nunca volver a ser la misma.

Como iba diciendo entre en clase aquella mañana de Febrero con la intención de que se pasara lo más rápido posible ya que es la hora que peor viene para dar una clase. Comence explicando la lección sin que mis alumnos (los pocos que quisieron ir a clase) estuvieran prestando la más minima atención, acabe de decir mis palabras y me sente ordenandoles hacer algunos ejercicios en pareja. Estaba a punto de acabar la clase cuando entro Claudia.

Claudia era la típica niña que provenia de familia desestructurada que vivía sola con su madre y que pasaba por completo de hacerle un minimo de atención a la clase. Nunca hacia los deberes en clase aunque hay que reconocer que tampoco molestaba. Se pasa la mayor parte del tiempo con el móvil, atrás y sin molestar. Llevaba un par de años repitiendo curso y tenia ya 18 añitos por lo que se le veía pasar de los chavales de su curso y por lo que había podido oir había estado con multiples tios. La razón por la cual había estado con multiples tios era sencilla: Claudia era simplemente indescriptible para los sentidos. Media 1,70 tenía unos pechos en gran proporción aunque no por ello era gorda, sino que tenia un cuerpo estilizado, prácticamente de modelo, con unas piernas largas y delgadas. Su rostro mostraba unos ojos grandes y expresivos, una boca de caramelo pintada siempre de un color rojo muy fuerte, una nariz chata pero bonita donde llevaba un sensual piercing y un largo pelo liso profundamente oscuro, de un negro muy intenso. En pocas palabras era una mujer muy excitante y tremendamente sexual, pero no por ello lo exhibia. Se sabia tan superior, tan tremendamente bella con respecto a sus compañeras que no le hacia falta utilizar una actitud facilona para conseguir lo que quisiera. No tenia casi amigas, al menos no en clase, ni una relación muy amplia con nadie de allí dentro.

Mi actitud con ella, como con las demás chicas por muy bien que estuvieran, era la de completa y total transparencia, aunque evidentemente a lo largo de los años me había fijado en su tremendo sex-appeal.

Al llegar a clase se sento, y como ya dije antes no solia prodigarse mucho al enseñar su cuerpo. Iba correctamente vestida ya que con lo que se pusiera destacaba con respecto al resto. Se sento en ultima fila y sin sacar un solo libro espero tranquilamente a que la clase acabara. Como el propio colegio lo exigia, al acabar la clase tuve que reunirme con ella para que me diera una explicación de su tardanza a la par que una justificación por escrito. Claudia, tienes la justificación de que has llegado tarde? Pregunté, no profesor, ya se que me tengo que quedar esta tarde, respondio ella sin darle importancia. Los alumnos que no dieran justificación a llegar tarde se veian obligados a asistir esa misma tarde una hora de castigo y asi lo entendio Claudia. Aquella tarde me tocaba a mi quedarme con los castigados asi que después de un insulso dia llego la hora de reunirse con Claudia y los demás castigados. Afortunadamente no había mucha gente lo que podría faciltar que me marchara antes de tiempo.

Al llegar las 17:00 la hora a la que me tenía que ir todos los alumnos, incluida la hermosa Claudia habían salido del aula y en el momento en el que me disponía recoger todo despúes de una tediosa hora de corrección recibi una llamada. Quién es? Conteste, Javi, soy yo Marta (mi mujer) has recogido ya a Santiago de la guardería? Un escalofrio me recorrio la espalda, aquel dia me tocaba recoger al niño de la guardería y me había olvidado por completo.

Durante los siguientes quince minutos se desarrollo una discusión muy importante entre mi mujer y yo. La trifulca no hizo más que evidenciar un matrimonio marchito ya desde hacía tiempo. Aprovechando que se suponía que estaba solo en el Instituto me pude explayar a gusto con mi mujer, a todo volumen, sacando diversos temas a colación, el sexo, nuestra relación fuera de la cama, el cuidado de nuestro hijo, o incluso el trato con mis suegros y cuñados. Justo en el momento en el que mi mujer me saco el tema de las putas ( era evidente que lo sabía) colgué. No quería seguir hablando más, no me veía con las suficientes fuerzas, me gire para irme de aquella aula que había oído todos mis problema, cuando me di cuenta de que no había sido la única…

Que pasa profe? Problemas con la parienta? Claudia apareció detrás mia luciendo una sensual sonrisa de burla, ella estaba situada en la puerta, a unos 5 metros de mi posición en la mesa de profesor y siguió hablando. Parece ser que su relación no esta lo suficientemente consolidada eh? Lo he oído todo profe, más le vale cuidar algo mejor a la parienta no vaya a ser que se vaya con alguien que le trate mejor. Me dispuse a contestarle rápidamente: Callate niña! Tú no tienes ni idea de nada, asi que no me toques las pelotas y ocúpate de tus asuntos. Pero ella no estaba dispuesta, al parecer se había divertido con la conversación. Que pasa profe? No le ha dado ración a su mujer de polla? Porque se la veía descontenta… Y es curioso porque estoy segura de que usted esta bien dotado… Y que es eso de que se va de putitas… Te gustan las putitas jóvenes Javi? (me llamo por mi nombre de pila) Escuchame niñata porque no te lo voy a decir mas veces, no te consiento que me hables a si y menos de mi relación, asi que ocúpate de tus asuntos. Pero Claudia siguió hablando. Venga profe… (me dijo con voz tierna y sensual) si ya se le ve en la cara que le gustan las mujeres… Más de una miradita ya me ha lanzado… Sabe que??? (decía mientras se acercaba y el tono de su voz sonaba cada vez más melodioso y sensual, moviendo lentamente la boca y mostrando varias veces su lengua) entre las alumnas eres de los profesores más afamados, algunas sueñan con hacer algo con usted (decía cada vez más cerca, y cada vez más sensual) muchas notamos sus miradas lascivas profe (ya se había situado a escasos metros de mi cara, mientras yo seguía mirándola fijamente, con los ojos clavados en su boca y sin moverme un milimetro) muchas… muchas notamos profe… como nos mira ( estaba justo delante mia, a punto de rozarnos ya ahora ya hablaba casi susurrando apollada en la mesa y extremadamente sensual) no mira mucho verdad Javi… y seguro que su pollita se pone dura… verdad javi? No le gustaría tocarnos?.. No le gustaría disfrutar nuestros cuerpos… (susurraba ya en mi oído mientras yo me derretía) Sobre todo… mi … cuerpo.. (estas ultimas palabras las dijo con su mano en mi entrepierna). Al acabar de susurrar esto me dio un beso en la boca y yo que había seguido inmóvil hasta ese momento y apunto estaba de perder los papeles disfrutaba de su musical voz sin importarme ya nada ni nadie.

Pero ahí se acabo todo. Después del beso Claudia se levanto y con la mejor de sus sonrrisas dijo : Adios profe y guiñándome un ojo se marcho.

Tarde varios segundos en reaccionar. La niñata cachonda esa me había puesto a mil, algo que nunca me había pasado. A punto estuve de reaccionar de verdad e incluso actuar yo, pero se fue. Me había tenido controlado en todo momento y cuando me tenia en su red se limito a marcharse riéndose. Estaba totalmente desubicado, recogi todo y me meti en el baño de profesores donde me hice la paja más rápida de mi vida, al acabar me quede unos minutos reflexionando en el váter. Que me había pasado?? Tenía que controlarme, dejar que esto pasara, olvidarse de ello y volver a tratar a Claudia como una más. Tendría que volver a casa arreglarlo con Marta y volver al día siguiente al colegio como si nada hubiera pasado.

Y asi lo hice, aquella noche no dormi nada. Seguia sin apenas hablarle a mi mujer y sin apenas hacerle caso al niño, intentaba olvidarme de Claudia pero era imposible. Mi mente se iba una y otra vez a su boca, su piercing ( había descubierto uno en la lengua a parte del de la nariz), sus ojos y sus tetas, su mano tocando mi pene y sobre todo el recuerdo de aquel timido pero seguro y contundente beso que me había propinado.

Era Martes, me levante y me fui a clase, aquel día no tenía case con los de 4 de ESO, los de la clase de Claudia asi que me pude entretener más. La tarde llego y con ella el recodatorio del director de la excursión al museo de arte del Jueves. A cada profesor le tocaban dos excursiones al año sin contar las de fin de curso que era por sorteo, y a mi me tocaba habitualmente ir al museo. Esta vez me volvió a tocar y tendría que ir con 3, 4 y 1 al museo durante toda la mañana de dos días después con la profesora Lucía. Inmediatamente pensé en que Claudia iria también a la excursión y tendría que verla pero intente no darle mayor importancia.

Esa tarde intente olvidar lo ocurrido y me fui de putas otra vez. Olvide a mi mujer y mi hijo una vez más e intente disfrutar de la tarde lo máximo posible. Era curioso el afán que tenia por demostrarme a mi mismo que aunque no fuera ni buen marido ni buen padre si que tenía que ser profesional e intentar no cometer un fallo que llevare al desastre lo poco que quedaba decente en mi vida. Quiza por ello insistiera en que irme de Putas era mejor que follarme como deseaba a la putita de Claudia. Aquel día elegi a una Negra de tetas gordas y mientras me la follaba intentaba no pensar en Claudia, aun y asi no pude y me corri en el coño de la ramera mientras pensaba en mi alumna, pague y me fui de allí.

Aquella noche volvió a ser difícil, mi primera clase con Claudia seria la mañana siguiente justo antes del recreo y no me hacía ilusión llegar allí.

Eran las 11:00 de la mañana de aquel dia ya no tan lluvioso del mes de Febrero y entre en la clase de 4 de la ESO con la intención de tener una clase placentera o al menos aburrida e insulsa, como siempre. Pero nada más entrar ya me di cuenta de que era diferente. Claudia estaba en primera fila y aunque de primeras su actitud parecía ser la de siempre, cuando la mire desde la mesa me guiño un ojo y se mordio la lengua. En ese momento me empalme otra vez y me empece a poner nervioso. El resto de la clase no lo noto pero ella si y parecía divertirle la situación. Explique la clase entre insinuaciones continuas de mi alumna fetiche entre las que destacaba su abertura de piernas que me dejaba ver un pedazo de pantalón roto por que podía ver un lindo tanga, o como me enseñaba sus preciosas tetas a través de un generoso escote que se puso aque día. Acabe la clase antes de lo normal y me fui rápidamente lo que fue de gusto del alumnado ya que les daba via libre para el recreo.

Las pajas que me había echo con Claudia ya eran incontables, solo pensaba en ella y ya no me importaba nada el resto, solo desnudarla con la mirada. Contenrme delante de ella era ya una obsesion y mi cabeza se afanaba burdamente en recordarme que tenía que ser buen profesional. Volvi a dormir poco aquella noche.

Al día siguiente no madrugue tanto por la excursión cuando me levante ya estaban mi mujer e hijo despiertos Al acabar de prepararme le di un beso a mi hijo y me despedi sin apenas mirar a mi mujer. Al llegar al Instituto ya estaban todos los que había querido ir (unos 12 entre los que desgraciadamente se encontraba Claudia, aquel dia mas puta de lo habitual con una falda y medias color carne y un abrigo que ocultaba una chaqueta y una camiseta ceñida que marcaban sus pechos) pero transcurrio en un principio sin problemas con mi aumna favorita. Pase gran parte de la visita al museo con mi compañera Lucía en lo que fue una gradable mañana.

Pero cuando ya estaba a punto de acabar note un susurro en el oído. Profesor, me encuentro mal de la garganta… me puede acompañar a pedir un vaso de agua? Me gire y allí estaba Claudia con aquella sensual y picara sonrisa. Lucía se encontraba enseñándole una cosa a algún alumno fiki asi que no pude decirle que no a mi preciosa alumna. Se puso delante mia y se empezó a contonear suavemente, solo para que yo lo notara, a aquella niña se le había puesto entre ceja y ceja calentar a su profesor. Cuando ambos llegamos a la cafetería para pedir un vaso de agua ella me volvió a susurrar Profe… me acompaña al baño… me encuentro mal del estomago ahora y creo que necesito ayuda… y volvió a aparecer aquella picara sonrisa que ya protagonizaba mis mas maravillosos sueños.

En aquel momento mi corazón se detuvo. Estaba ante la situación clave. Si accedia estaría poniendo en grave peligro mi puesto como profesor y mi futuro asi como el de mi familia… Pero fui incapaz de decir que no… A pesar de que me hacia una idea de cuales eran las aspiraciones de mi alumna favorita. Afortunadamente aquello estaba vacio .La acompañe a un baño pequeño sin que nos viera nadie y cerre la puerta. El baño era el típico de una cafetería cochambrosa… Un váter un fregadero y poco más. Claudia se pego a mi y me volvió a susurrar: Profe… como accedió usted a entrar aquí conmigo? No le parece imprudente? Y se pego a mi cuerpo que estaba totalmente paralizado. Siguio hablando Que pretende hacer aquí conmigo profesor? No recuerda usted que tiene mujer? Le quiere usted ser infiel? Mmmm… conmigo además eh profe? Estabamos totalmente pegados y mi polla a punto de romper el pantalón, pero el miedo y sus propias palabras me hacía continuar inmóvil. Javi… quiere usted follarme eh? Meterme la polla por el coño verdad? Ha venido aquí para esto.. Ya no se puede resisitr… Acto seguido se puso de rodillas y me abrió la pitrina.

Mi mente se nublo. No sabía ni donde estaba ni me acordaba de nada mas, mi polla y su imagen habían tomado el control y me dispuse a disfrutar de su mamada. Pero no fue asi. Con la polla fuera, erguida y deseosa de sus labios, me planto un beso esta vez en la propia polla y luego en la boca y se vovio a ir. No sin antes recordarme que si me veian salir del baño con ella probablemente me suspenderían de empleo y sueldo. Me volvió a dar un beso en la boca y salio por la puerta.

Estaba en un baño de señoras, con la polla bajada, un calenton tremendo y no podía salir. Aquella niña había vuelto a mandar sobre mi de una manera totalmente irracional. Espere unos minutos y sali sigilosamente. Fuera ya me esperaba toda la expedición dispuesta a volver de nuevo al colegio y allí estaba ella, como si nada hubiera pasado. Con gran vergüenza volvi a tomar el mando de la expedición mientras le explicaba a Lucía alguna mentira de que me había pasado.

No podía vivir. En mi cabeza solo se encontraba aquella maldita niña, apenas cene, a penas dormi y apenas hable con nadie. Solo pensaba en ella, y en nada más. Me tenia totalmente dominado, había jugado conmigo como si fuera un niño pequeño y me tenía totalmente a su merced. Solo pensaba en sus piernas. Su mirada, sus pechos y me veía continuamente a mi con el pene fuera y ella debajo, apunto de chupármela. Mi conciencia ya casi no decía nada, el sentimiento de profesionalidad casi había desaparecido, solo tenia en mente sus ojos, su boca y su pelo.

Amaneci aquel viernes de Enero absorto en ella, y asi me fui a clase. Me pase el día entero esperando verla aunque solo fuera para alegrarme la mirada, pero no paso, no estaba en su clase cuando me toco dar clase ni la vi por el pasillo o el recreo. Mi obsesion no cesaba e incluso pregunte a algún alumno si sabia donde estaba. A lo que ninguno dijo nada.

Llegaron las 15:00 de la tarde y me iba a casa a empezar el fin de semana cuando abri el bolsillo del abrigo y me encontré un fino papel en el. Lo abri y en el tan solo ponía un par de palabras concisas. Hoy a las 17:30 en la sala del patio. La letra era indudablemente de Claudia. La sala del patio es una sala que tenemos habilitada para los balones, donde además hay colchonetas, balones de goma, y todo tipo de elementos que utilizan los colegiales para asisitir a clase de gimnasia. Estaba totalmente excitado y fuera de mi. Esa carta era de ella, y en aquel sitio por las tardes nunca había nadie. Ella lo sabía y también conocía que yo como profesor lo sabía.

Pasaron dos horas y media de dolor de cabeza y reflexión mental. De verdad pretendía que nos viéramos allí? Queria que follaramos? Como me tenia tan controlado solo querria gastarme una broma?? El caso es que con el corazón en un puño y a mil por hora me plante con las llaves de la sala del patio delante de su puerta y esperando su llegada. A la hora estimada todavía no había llegado. Me encendí un pitillo y comencé a fumar aunque estuviera prohibido dentro de el Colegio. Continue fumando y allí no aparecia nadie. Habían pasado casi 15 minutos y cuando me estaba apunto de ir, apareció a unos metros mi diosa. Claudia.

Vestia únicamente un largo abrigo y unos tacones altos. Tenía puestas unas gafas de sol y atado el pelo con una coleta, llevaba una ampia sonrisa en la boca y cuando llego a mi altura se quedo en silencio y sonriente, saboreando probablemente su victoria sobre mi.

Ha venido profesor! Dijo ya en ato y con una gran sonrisa. Sabia que vendría, se quedo aer con las ganas verdad? . Se abalanzo contra mi cuerpo y me propino un morreo con lengua en la boca, mi cuerpo todavía inmóvil observo como acto seguido se despojo de su abrigo y quedo de pie delante mia con un conjunto de lencería negro, formado por un tanga, un ligero, y el sujetador. La observaba desde mi posición sin media palabra. Era lo mas maravilloso que había observado jamás. Su cuerpo moreno estaba delante mia con aquel increíble conjunto unas gafas de sol y los tacones. Abri la puerta y nos metimos dentro.

La bestia que llevaba yo dentro se quiso apoderar de la situación pero la niña no quería. Tranquilate amor, te voy a follar como jamás te han follado y va a ser encima de una colchoneta y por una choni de ciudad que no sabe hacer la o con un canuto… Pero te voy a follar hasta que no puedas más para que nunca te olvides de mi. Me tiro en la colchoneta, me desnudo y sin dejar que hablara, se quito las gafas de sol y me comenzó a chupar la polla. Fue la mayor mamada de la historia. Mi polla goo cada uno de los segundos que su lengua la recorrio, haciendo los aprones necesarios, controlando cada posición y sin sobresaltarse lo más minimo. Su boca y el piercing de su lengua se movían alrededor de mi miembro de forma musicalmente maravillosa. Todo lo que tocaba se convertia en placer, después de unos pocos minutos en los que me estuve a punto de correr paro y tranquilamente me dijo que quería que hiciera. Follame le dije sin miramientos. Y tu mujer y tus hijos Javi??? Que pasa con ellos? Prefieres acabar con tu vida por una putita con lencería y unos tacones? No lo pensé lo más minimo en mi cabeza solo estaba su cuerpo desnudo, sus monumentales tetas, sus infinitas piernas, su cuerpo de modelo y su rostro maravilloso. Follame ya maldita puta conteste deseando que me cabalgara. Javi! Por favor? No piensas en que este puede ser tu ultimo dia como profe? Suplicamelo, dime lo que quieres que te haga y yo te lo hare… De nuevo deje de pensar. Follame niña, deso tu coño desde la primera ve que lo vi y llevo varios días sin pensar en otra cosa que no sea follarte.

Ves? Era lo único que quería oir. Rapidamente me tumbo, se quito el tanga y metio mi polla por su dilatado y calentísimo coño. Fue lo mas maravilloso que me ocurrio nunca. Tenia por fin a quella zorra en mi poder y solo pensaba en su escultural cuerpo. Mi polla se movia gozosa entre sus labios que derramaban litros de liquido entre gritos de “Eres mi putita, te voy a follar como llevas pidiéndome desde hace días” por mi parte y de “ Follame profe, he sido una niña mala y quiero que su polla me castigue” Estuve cabalgandola durante varios minutos y cuando mi polla no aguantaba mas la saque y le empece a comer el chocho. Ella me incitaba a que se lo comiera y lamiera, yo que ya era un autentico experto lo hacia con gusto y con ganas, tuvo un orgasmo entre gritos de placer, momento en el que la volvi a levantar, poniéndola en la postura del “ misionero” comencé a darle otra vez ante gemidos y constantes gritos lascivos. A los pocos minutos saque mi polla a punto de reventar y se la meti sin miramientos por su maravilloso culo. No tarde mas que unos minutos en correrme momento en el que me desplome y se me callo ella encima. Me quede un instante derribado y tirado en el suelo totalmente desnudo, disfrutando de haberme follado sin que nadie lo supiera a la mejor mujer, que mis ojos jamas hubieran visto. Pero el gozo fue efímero. Ella todavía desnuda y sudada se levanto cojio mi ropa y las llaves y con un escueto:

Ya nos veremos cariño, mientras me guiñaba un ojo, se fue dejándome encerrado y desnudo en la sala del patio.

CONTINUARÁ.

Una infidelidad por partida doble

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En cierta ocasión acompañé a mi marido a un viaje de negocios, durante todo el día él estaba ausente, así que yo aprovechaba para hacer turismo, en ocasiones procuro acompañarlo cuando se puede; cuando se tratan de cursos, temprano se desocupa y salimos.

Pero ahora no se trataba de un curso, era un tema de trabajo de esta forma salía temprano y regresaba tarde, así que me quedé varias horas sola durante un par de días.

El hotel se encontraba en el centro de la Ciudad de México, me encanta esa ciudad, está llena de lugares a donde ir, el centro es especial no solo por su belleza turística sino por la gente que hay en él, es un mosaico de personas desde las muy cultas, otros tipo hippie y por supuesto un fuerte extracto de clase baja.

Aquí los piropos están a la orden del día, desde los ingeniosos, los decentes y los morbosos, a mi me gustan todos, aunque he de confesar que a veces si me da cierto miedo

Como no me gusta quedarme sola en el hotel, salgo a caminar, una mujer caminando sola en el DF es complicado, si a esto le sumamos que francamente mis curvas son evidentes, pues la combinación puede ser explosiva.

Yo suelo vestir un poco más decente en esas ocasiones, pero mi andar y mi pantalón entallado no puede faltar, de esa forma mi caminar está llenó de comentarios; la mayor parte de la veces me hacen sentir bien.

Procuro disimular mi gusto por los piropos, una mínima señal de gusto me haría tener una fila de albañiles, voceadores y boleros detrás de mi, pero tal vez mis caderas me traicionan y me contoneo un poco mas de lo normal

El primer día que me quedé sola caminé y me paseé mucho, tantas miradas no podrían tener un buen efecto en mi, por la noche esperaba coger pero no fue posible, mi marido llegó muy tarde y el sueño ya me había vencido.

Por la mañana mi marido debió de salir temprano, realmente me dijo que estaba sumamente ocupado y me pidió disculpas por la falta de atención, ese día era jueves, y me prometió que para el viernes estaría libre y podríamos pasar juntos el fin de semana en México.

Ese día la historia fue más o menos la misma, solo que usé un pantalón y una blusa mas entallada, muchos piropos, muchas miradas y mucha atención. Era imposible para mi no calentarme con todo esto, me encantan esas miradas lascivas, pero sobre todo me encanta provocar a todos estos cabrones que seguramente nunca han tenido una mujer como yo y que difícilmente la van a tener

Por la noche, caliente a más no poder, me decidí a esperar a mi marido y hacerlo que me saciara las ganas, nuevamente llegó muy tarde, yo estaba en cama y desnuda, me pareció un buen detalle que cuando mi marido se metiera a la cama, se diera cuenta de ello y entendiera el mensaje, cuál sería mi sorpresa cuando apuradamente se quitó la ropa se lavó los dientes, de inmediato se metió a la cama, me dio un beso y casi al instante se quedó dormido, estaba exhausto.

Con el cansancio ni siquiera se percató que estaba desnuda, así que nuevamente me quedé desvestida y alborotada; solo que esa noche era mucha mi calentura, así que sin mas ni mas comencé a tocarme, primero sobé lentamente mis tetas, me encanta, luego comencé a frotar mi clítoris en círculo, no duré mucho en terminar, justo al sentir mi orgasmo toqué mis pezones con mi lengua, con una mano sostenía mi seno izquierdo y con mi mano derecha libre seguía estimulando mi clítoris, todo hasta sentir un rico orgasmo que por fin calmó mi calentura.

Me fui a dormir una vez que terminé, antes de dormir me hice el propósito de que al día siguiente despertaría a mi marido con una buena mamada, se me antojaba meterme su verga flácida, y endurecerla mientras despertaba, luego en cuanto su verga se parara y mi marido abriera los ojos, montarlo de inmediato y hacer todo el trabajo yo.

Cual fue mi sorpresa cuando el despertar, mi marido ya estaba listo para salir, me dijo que se había levantado temprano porque aun les quedaba mucho trabajo pendiente y al ser viernes debía terminar ese día, además que deseaba por fin tener tiempo para estar a solas conmigo.

Le pedí que se acercara y prácticamente le rogué que me cogiera al menos rápido, estaba segura que casi al momento de sentir su verga estallaría de placer; al acercarse saqué su verga y comencé a mamarla, él se encontraba de pie frente a la cama y yo aun desnuda empecé con mi trabajo, desafortunadamente en eso suena el celular de mi marido, contesta y es un compañero de trabajo que ha venido por él y ya lo espera en el estacionamiento del hotel.

- Dani, debo irme

- Por qué??

- Tenemos junta y no podemos llegar tarde, y el tráfico de esta ciudad está de la madre

- Papi, es que estoy muy caliente

- Te prometo que en la noche nos desquitamos yo también te tengo muchas ganas

- Ok aquí te espero, ojala no te tardes

Y así me quedé nuevamente desnuda y caliente, estaba ardiendo, en cuanto mi marido se marchó me revolqué en la cama como una perra en celo, tuve un orgasmo, pero la calentura no bajaba, necesitaba una verga y esperaba que por la noche esa necesidad por fin se saciara

Me dispuse a arreglarme para salir, inconscientemente esa mañana escogí un atuendo mas provocativo, por primera vez utilice una minifalda y una blusa de tirantes.

El resultado era de esperarse, un sinnúmero de piropos, silbidos y miradas, yo caliente a más no poder no sólo contoneaba las caderas sino que ya sonreía, afortunadamente ningún admirador trató de ir más allá y todo quedo en un “inocente” paseo.

Al llegar la tarde decidí regresar al hotel para comer, llegué al restaurante y ordené algo de comer, al terminar me relajé un poco y pedí una margarita, comencé a leer una revista que recién acababa de comprar, al terminar mi bebida me llegó otra sin pedirla, el mesero me indicó que era un regalo de la mesa del fondo, de reojo voltee y vi a un par de caballeros en traje, maduros y atractivos, agradecí el gesto solo con una leve sonrisa

En pocos minutos uno de los caballeros se retira y el caballero restante se queda tomando una copa, no tarda mucho en acercarse y pedir premiso para sentarse

La verdad era muy atractivo, no dudé mucho en aceptar su propuesta y dejarlo sentar, de inmediato me generó confianza y se portaba como todo un caballero

Me dijo que vivía en el DF pero era del norte del país, al parecer era un ejecutivo importante, tenía poco mas de 40 años y casado; me platicó que acababa de cerrar un negocio importante con la persona que estaba comiendo, al ser viernes no pensaba regresar por la tarde a la oficina

Me pidió acompañarlo con un trago para celebrar su negocio recién cerrado, yo no tenía nada mejor que hacer y acepté, platicamos un buen rato muy ameno, la verdad es que se portaba de lo mas atento y respetuoso, todo un contraste con los comentarios vulgares que acababa de recibir

Como he comentado en ocasiones anteriores, lo que me excita son los extremos, el morbo y la vulgaridad por un lado y por el otro la caballerosidad y el halago, todo esto tiene que darse en el momento justo y si esto se genera puede prenderme bastante.

De esta forma en unas cuantas horas estaba recibiendo ambos contrastes y me gustaba, además mi condición de abstinencia hacía que los efectos se multiplicaran

Me contó que no tenía un buen sexo con su pareja, tradicionalmente los hombres en esta situación dicen que no son felices con su esposa o que se están divorciando, ya saben las típicas historias, él por el contrario no habló mal de su mujer, hablaba en específico del sexo, la verdad es que le creí su historia, me pareció sincero el comentario.

Me decía que era muy sexual y que sentía que su esposa no estaba en la misma sintonía, que no tenía amantes ni pagaba por sexo y que su deseo era que su mujer incrementara su apetito sexual, se le veía un tanto frustrado.

Insisto en que creí la historia, aun en este momento la sigo creyendo, por mi parte yo le comenté que tal vez debería de esforzarse mas, le di algunos consejos desde el punto de vista femenino, consejos tales como incrementar la estimulación previa, el sexo oral, llevar a cabo algunos juegos y mejorar la comunicación.

Y así sin más ya estábamos hablando de sexo, poniendo en contexto la escena, yo con minifalda, muy corta, con las piernas cruzadas, con una blusa escotada de tirantes y hablando abiertamente de sexo mientras tomaba una copa con un atractivo desconocido

Al poco rato yo ya coqueteaba más abiertamente, me aseguraba de que mis tetas estuvieran visibles, cruzaba mis piernas y sonreía.

Pasaron los minutos y un par de margaritas después, yo coqueteaba descaradamente, cada vez me parecía más atractivo, además estaba lleno de detalles y caballerosidad, así mordía mis labios, usaba mi tono de voz más coqueto, me levantaba al baño, movía alegremente las caderas y me aseguraba que su mirada se posara en mi trasero, luego al volver del baño regresaba con la blusa presionada hacia abajo, de tal suerte que el escote fuera casi escandaloso, él se daba cuenta y de esta forma al sentarme nuevamente miraba ya sin reparo mis senos casi al aire.

En un momento me pide perdón para ausentarse unos minutos, me dice que tiene que atender un asunto muy importante, un tanto desconcertada solo atino a decir que adelante y que no hay problema, me dice que por favor no me vaya a ir, que le toma de 10 a 15 minutos regresar.

Se levanta de la mesa y se dirige a la salida, yo me quedo bastante sorprendida, no sé que pasa, no sé si ha encontrado un pretexto para retirarse y no regresará o si le ha salido algún pendiente urgente del trabajo que debe atender, en cualquiera de los casos resulta muy raro su comportamiento.

A los pocos minutos y tal como me había prometido regresa, cargaba una pequeña bolsa con él

- Perdona pero fui a hacer una compra rápida

- Ah que bien

- No quieres saber que compré

- Sólo si tú me lo quieres decir

- Compré un conjunto de lencería para mi esposa, tal como tú me lo recomendaste

- Que bien¡ te felicito, seguro que le va a encantar.

Resulta que al encontrarse el hotel en el centro, justo a unos cuantos pasos sobre la misma calle se encontraba una tienda de lencería, mi amigo salió rápido y realizó una compra, me pareció evidente que ya tenía bien identificada la tienda con anterioridad

- Justo cuando caminaba al hotel vi la tienda y en el aparador vi un conjunto que me gustó, de hecho me le quedé viendo, luego tus palabras sobre la lencería cayeron en el momento correcto y me animé a salir a comprarlo; que te parece?

- Que bien, que bueno que te animaste¡

- Pero tengo un problema muy serio

- Ah si, y cual es? Te puedo ayudar en algo?

- Justo tu eres la única persona que puede ayudarme

- Ah si? Y eso?

- Pues sabes que no sé cómo se le vería esto a mi mujer y la verdad me interesa mucho saberlo, porque si no es la prenda correcta, puedo regresar a la tienda de inmediato a devolver la prenda y así no arruinar la sorpresa con una lencería que no corresponda

- Y yo que tengo que ver con eso? (pregunté coquetamente suponiendo sus intenciones)

- Pues me ayudarías mucho si te pudieras probar el atuendo y ver cómo te queda

- Ahhh, bueno pues puedo ir a la habitación, me lo pongo y te digo mi opinión, que te parece?

- Pues no creo que sea lo mejor, no crees que dos cabezas piensan mejor que una? Además creo que debo de tener el derecho de dar mi punto de vista, pues si yo lo compré y yo lo voy a disfrutar

- Pues qué no lo viste en el maniquí?

- Pero no es lo mismo, tu sabes, es diferente

- Bueno en eso si tienes razón

- Claro que tengo razón

- Y que propones?

Lo dije pícaramente, evidentemente sabía cuales eran sus intenciones, sólo que me encantaba provocarlo y ver hasta donde podía llegar este juego que cada vez me estaba gustando mas

- Pues es fácil te lo pruebas y me dejas ver cómo te queda

- Y como? Ni modo que me vaya al baño y salga en lencería

- Piensa en que le estarías haciendo un gran favor a un amigo

- Pues yo encantada pero no veo como

Y al instante me mordía los labios, sacaba las tetas y usaba un tono que evidenciaba mi coquetería y así volví a la carga

- A menos que …

- A menos que que Dani

- A menos que te invite a subir a mi habitación, me lo pongo en el baño y te lo muestro….

- Excelente idea Dani, no se me hubiera ocurrido nunca

- Pero debes de prometerme que te vas a portar bien, y conste que lo hago por tu esposa

Por su esposa??.. no creo que su mujer me tomara a bien el hecho de que estuviera a punto de modelarle a su marido lencería, ni tampoco el enorme bulto que ya se le asomaba debajo de su pantalón, era evidente que el juego le estaba excitando sobremanera a mi nuevo amigo.

- Claro que si, sabes que soy un caballero y puedes estar segura que no pasará nada que no quieras.

Con todo este preámbulo se me había olvidado mi marido, ya eran cerca de las 5 de la tarde y según sus intenciones eran terminar temprano para estar conmigo, justo en ese momento me llega un mensaje en donde me dice que no podrá salir antes de la 7 de la tarde, lo que hace unas horas hubiera representado una noticia frustrante ahora era un alivio. Ya con todo el entorno propicio me dirijo a mi amigo y le digo:

- Ok entonces vamos a mi habitación

Y con toda intención me levanté y caminé por delante de él, con el claro objetivo de que pudiera observar mis nalgas, sabiendo que seguramente sus ojos se iban a posar en ellas, moví alegremente las caderas mientras nos dirigíamos al elevador.

Llegamos a la habitación y de inmediato tomé el paquete y me dirigí al baño, al abrirlo me di cuenta del tipo de atuendo que se trataba era un baby doll color plateado de frente era bonito y sexy pero nada extremadamente atrevido, era delgado y sin escote, mis pezones se evidenciaban pero mis senos no, lo interesante y original estaba en la parte de atrás, en esa parte era totalmente descubierto solamente se sujetaba por unas pequeños cordones en el cuello y en la parte alta de la espalda, el conjunto se acompañaba con una tanga sumamente pequeña, solo con pequeños tirantes en los costados, de hilo dental y plateada también.

La verdad es que el conjunto era muy sexy y original, era muy buen detalle el modelarlo de frente y verse sexy, para luego dar la espalda y verse puta.

Me vi al espejo y me sentí sexy, cachonda y puta, era sencillo saber que estaba por pasar pero me gustaba el juego de cierta ingenuidad so pretexto de modelar el atuendo para una esposa que estaba a punto de montarse unos cuernos similares a los de mi marido, la idea de lo que estaba por ocurrir en combinación con atuendo, hicieron que me mojara sustancialmente, duré varios segundos mirando el espejo y admirando mis grandes nalgas, saqué el culo y me encantaba lo que veía, luego jugué un poco con mis senos para que mis pezones fueran aun mas evidentes.

Decidida y caliente salí del baño, al salir, mi nuevo amigo estaba recostado en la cama, su cara y sus ojos terminaron de acrecentar mi autoestima y mi calentura, me miró con admiración y con deseo, con sorpresa y con morbo, me encantaba la idea de pensar, que ese día mi amigo se había levantado sin sospechar que al cabo de una horas tendría a una mujer como yo semidesnuda y lista para follársela

- Wooooowwww, que bárbara ¡¡¡¡

- Te gustó el atuendo??

- Me encantó, pero mas me gustas tú

- Gracias, pero recuerda que el atuendo es para tu esposa, así que lo importante es el atuendo y como se le va a ver a ella.

- Si seguro, aunque después de verlo en ti no sé si se vaya a perder el efecto

- Ahhh pues eso está muy mal, pues se supone que esa no es la intención

Hasta ese momento solo me había visto de frente y ya se le salían los ojos, me preguntaba que iba a pasar al verme de espaldas

- Podrías darte una vuelta??

- Claro (me moría de ganas porque me pidiera eso)

Y di la vuelta lo más sexy y despacio que pude, al terminar, volví a ver su rostro aún mas excitado, simplemente me encantó

- Mi amor que buenas estas¡¡¡ podrías hacerlo nuevamente por favor?

- Ok

Y nuevamente la misma dinámica, yo intencionalmente moviendo y sacando mis nalgas y él sorprendido de mi completa desinhibición, luego me pidió algo que me sorprendió un poco:

- Dani, puedo pedirte un favor?

- Dime…

- Podrías regresar al baño, ponerte tus zapatos de tacón y modelarme nuevamente, es que me encantan las mujeres en tacones

Yo había salido descalza, así que a pesar de que me sorprendí un poco, no tuve problemas en acceder, me encanta como me veo en tacones, pero no pensé que en ese momento fuera algo que le importara a mi acompañante.

Regresé al baño y me puse los zapatos, de inmediato me dispuse a salir nuevamente, al hacerlo veo a mi amigo recostado en la cama, pero con su verga de fuera, tenía toda su ropa puesta, solo había sacado su duro miembro, su verga era de hombre, gruesa y lo suficientemente grande sin exagerar, me encantan las buenas vergas, y esa me gustó bastante, además con la calentura que me cargaba, quería saltar sobre ella en ese instante, a pesar de ello seguí jugando un poco y fingí una completa naturalidad

- Así está mejor, te gusta más con los zapatos?

- Si, se ve aún mejor¡¡ que rica te ves

- Gracias, quieres otra vuelta??

- Por supuesto

Y así lo hice, consciente de lo que estaba por suceder, pero aún en este aparente estado de ingenuidad.

- Bueno creo que con esto terminamos; no crees?

- Por qué?

- Pues me pediste modelar el atuendo y ya lo hice; o se te ofrece algo mas??

Y lo dije mordiéndome un poco los labios y con el tono mas coqueto que pude encontrar, él con los ojos desorbitados, y ya masturbándose descaradamente, no encontraba las palabras, se veía que el juego lo tenía sumamente excitado; siendo yo dueña completamente de la situación, al final me alcanzó a decir:

- Bueno la verdad es que tenía en mente que me ayudaras también a ensayar lo que espero que suceda con mi esposa; ya sabes quiero estar listo.

- Ohhh, y como que tienes en mente??

- La verdad es que me encanta el sexo oral, tanto hacerlo como recibirlo y mi mujer no le gusta mucho ninguna de las dos cosas

- Quieres que te la mame??, no crees que es ir demasiado lejos?? Me parece que a tu esposa no le gustaría mucho que yo lo hiciera

- Bueno no tendría por qué enterarse; la verdad es que has sido tan comprensible conmigo que por eso me atrevo a pedirte ese favor

- Nada mas que tengo un problema, yo puedo ponerme este atuendo y pretender que soy tu mujer, pero si te la voy a mamar, pues no puedo hacerlo como lo hace ella, porque no sé como lo hace, solo sé hacerlo a mi manera, así que no sé que tanto te sirva….., ya ves que lo que quieres es ensayar tu encuentro con ella…

Y me mordí mi dedo índice mientras terminaba la frase, él no soltaba su verga y se masturbaba cada vez mas fuerte

- Creo que es un problema menor, hazlo por favor a tu manera, al final a ella no le gusta mucho.

- Bueno la verdad a mi encanta…

- Entonces puede ser un favor que disfrutemos los dos.

- Creo que tienes mucha razón…

Y me acerqué a él despacio, subí a la cama, retiré su mano de su verga y tomé su lugar, lentamente comencé a jalarla y lo miraba con mi mejor cara de puta mientras él se retorcía de placer, tenía pleno control de la situación, sentía que me deseaba como pocas veces había visto, estas actitudes en verdad me hacían creer que estaba ante un hombre casado poco atendido

- Dani por favor, hazlo con la boca

Era un caballero, no me decía, puta, golfa, verga, mamar, coger, etc. cuidaba las formas y las palabras hasta en esos momentos, y yo que me encanta decir y que me digan groserías, me sentía un poco fuera de lugar, pero eso le daba un toque de novedad y me gustaba, a mí que me encanta que me dominen, que una buena verga me someta y que me insulten y nalgueen mientras me cogen, hoy sentía el total control de la situación y eso me excitaba, sabía que podía pedirle cualquier cosa a mi nuevo amante y no tendría reparos en complacerme con tal de que saciara sus fuertes deseos de sexo.

Entonces decidí complacerlo y comencé a mamársela, primero jugué despacio con mi lengua en la cabeza de su miembro, luego lo recorrí completo con la lengua, después me lo metí a la boca y se lo hice lentamente

- Así te lo hace tu mujer??

- Para nada¡¡¡ lo hace despacio pero nada que ver, tu eres lo mejor¡¡, no sabes que delicia

- Que bueno que te gusta ( y seguí con mi trabajo)

- Tu así se lo haces a tu marido

- A veces… la verdad es que se lo hago de distintas formas..

- Y como te gusta mas?

- De verdad quieres saber?? No creo que puedas aguantar sin terminar…

- Me encantaría, no sabes como lo deseo

- Ok, entonces ponte de pie

Así nos levantamos los dos, me propuse darle a este cabrón una mamada que no olvidaría, al estar los dos de pie, me incliné hasta su verga, pero manteniendo mis piernas rectas sin doblar mis rodillas, de esta forma mi cuerpo quedaba en un ángulo de 90 grados y con ello mis nalgas estaban completamente empinadas, así la combinación de mi posición con mi diminuta tanga le daría a mi amante una perfecta visón de mi enorme culo.

La posición no era la mejor para desarrollar un buen trabajo con mi boca, pero si para dar un buen panorama de mis nalgas, así duré un rato y después cambié la posición

- Luego también me gusta ponerme de rodillas frente a mi macho, me encanta mamarla hincada..

Así lo hice y aceleré el ritmo, mientras lo hacía sobaba sus bolas y eventualmente masturbaba su verga, use mi boca y mis manos al máximo y con la mayor velocidad posible

- Así le encanta a mi marido, te gusta??

- Si¡¡¡¡¡ mucho¡¡¡

Y regresé a lo mío, no me llevó mucho tiempo hacerlo terminar, el semen salía de su verga, lo tragaba pero continuaba saliendo, parecía que este tipo no había descargado en semanas, mientras terminaba gemía y gemía, mientras yo seguía mamando y tragando su esperma, la calentura de todo lo sucedido me venció y terminamos juntos, me estaba encantando el poderlo complacer de esta forma y ser capaz de haberlo excitarlo tanto.

- Ahhhhh, papi¡¡¡ que rico sabe tu semen¡¡

Aún con la respiración entrecortada, escucho sonar mi celular, con la calentura se me había pasado el tiempo y me había olvidado de mi marido, justamente era él, tomé el teléfono y contesté, al hacerlo rápidamente regresé a mi posición original de rodillas frente a mi nuevo amigo

- Hola

- Hola Dani, sigo aquí estamos por terminar, pero ya sabes como se pone el trafico los viernes en el D.F, por favor espérame un rato, te prometo que te compensaré

- No te preocupes aquí te espero

Me encanta el morbo, la llamada me dio un pretexto ideal para seguir siendo la puta que soy, mientras tenía en el teléfono a mi marido, con mi lengua limpiaba la verga que tenía enfrente, con mi garganta llena de semen y de rodillas frente a otro hombre, le expresaba a mi marido comprensivamente que lo esperaría sin problema, mientras mi esposo pensaba tener del otro lado de la línea a una mujer empática y tolerante, la realidad es que detrás del teléfono se encontraba una puta calienta vergas que recién le acababa de dar la mamada de su vida a un desconocido y que deseaba todavía ser penetrada por el cabrón en cuestión.

- Gracias por entender Dani

- No hay problema, gracias por avisar

Eso último fue sin duda lo mas sincero de mi conversación, colgué el teléfono y recapacité un poco, tal vez no tenía mucho tiempo, no podía correr riesgos y si quería coger aun debía esperar que mi amante se recuperara, esto no me daba mucho espacio para terminar de saciar mis ganas de verga.

- Era mi esposo, creo que no debe tardar mucho

- Con el tráfico de la ciudad al menos se tarda 1 hora

- Y si no?? La verdad me da un poco de pendiente

Ya empezaba a resignarme a no tener por el momento un pene dentro de mí, al menos ya había tenido un rico orgasmo

- La verdad es que abusando de tu amabilidad, pues creo que no es la manera que quisiera de terminar el ensayo..

- Por qué lo dices??

- Bueno porque evidentemente faltaría la parte donde debo penetrar mi esposa, no crees?

- Bueno eso sí, pero no creo poder ayudarte, no falta mucho para que debas irte y creo que debes recuperarte.

- No te preocupes la verdad es que tengo muchos de reserva

De esta forma se acercó a mí y comenzó a besarme, al mismo tiempo apretaba y sobaba mis tetas, pronto tenía su boca metida en mis pezones, yo rápidamente respondí a sus caricias movía mis caderas, estaba muy caliente

- Te acuerdas que decías que te gustaba hacer y que te hicieran sexo oral, pues déjame ver que tan bien se lo haces a tu esposa

- Me encantaría

Y así me llevó a la cama y comenzó a jugar con su lengua en mi sexo, mordía y chupaba, con la calentura pronto empecé a gemir y a jalar sus cabellos

- Que rico lo haces mi rey ahhhhhhh, siiiiii¡¡¡ no pares¡¡¡¡¡

Y en poco rato sentí un orgasmo salir de mi cuerpo, al recuperarme un poco lo veo acercándose a mi ya con su verga completamente erecta

- Woow si que eres rápido

- Te dije que tenía mucha reserva

- Ya veo, pero me parece que hemos ido muy lejos no crees?? No creo que ni mi esposo ni tu mujer estén muy de acuerdo con este “ensayo”

Evidentemente lo dije de la manera más pícara que pude encontrar y divertida con el juego que estábamos llevando a cabo, con esa clase de sonrisa con la que pronuncié estas palabras era imposible que mi amante pensara por un momento que era en serio

- Y que propones corazón?

- No sé, se me ocurre ponerme así (y me puse en cuatro patas) de esta manera no nos vemos las caras y tu podrías pensar que soy tu mujer y yo que eres mi esposo, que te parece?? Digo es una idea

- Me encanta la idea es la solución perfecta, nada mas que mi esposa no tiene esas nalgotas.

- Muy pocas tienen estas nalgotas papi… así que puedes dejarlas ir o cerrar los ojos e imaginar que son las de tu esposa

- Tienes razón, pero creo que mejor no pienso en ella.

- Ahh no, entonces no, me harías sentir muy mal por ella, sería como si le estuvieras poniendo el cuerno con un puta, nalgona y caliente como yo y eso estaría muy mal, no crees??

Y mientras decía esto movía descaradamente mi culo, así en 4 patas; me encantaba provocarlo y sentirme dueña de la situación

- Dani tienes razón, eso estaría mal (me decía mientras me acariciaba mis nalgas) mejor me imagino que es ella y así todos contentos

- Ok, yo también pensaré que es mi marido quien me penetra, recuerda que soy un fiel mujer casada…

Y entonces por fin me daría el gusto de tener una verga dentro de mí, por fin después de tantos días de abstinencia un trozo de carne entró en mi cuerpo, sentí su verga dura penetrarme y fui feliz, rápidamente moví mis nalgas y era yo la que prácticamente me estaba cogiendo, lo quería duro y fuerte, al poco rato ya era descarado mi movimiento de caderas, la puta que vive en mi ya estaba fuera de control y yo solo quería ser poseída como la perra en celo que soy.

Quería que me insultara, quería que me llamara puta, quería que me nalgueara, que me jalara el pelo, pero simplemente no lo hacía, se limitaba a seguir el ritmo de mis embestidas y tratar de complacerme

- Te dije que no iba a voltear a verte y no voy a hacerlo, pero me encanta lo que me haces mi rey, ahhhhh ayyyyyy

- A mi me gusta mas corazón

- Sabes mi marido suele nalguearme y llamarme puta mientras me coge, ahhhh, me gusta salvaje, ohhhhh

- Yo no puedo llamarte así y mucho menos pegarte

- Ok papi, pero dame duro por favor¡¡

Y entonces aceleró el ritmo y empezó a darme como me gusta, sus embestidas se convirtieron en salvajes y entonces yo ya no me movía, solo recibía su gruesa verga y me deja coger, al poco tiempo mis gritos eran tan sonoros que esporádicamente mordía la almohada para recuperar el aliento y descansar mi garganta.

- Ahhhh que rico¡¡¡, mas mas por favor¡¡¡ que buena cogida me estás dando cabrón¡¡¡

- Te gusta?

- Me encanta¡¡ así te coges a tu mujer cabroncito???

- Para nada a ella no le gusta así de duro

- Pues a esta perra le encanta, ni se te ocurra parar cabrón, dame, dame¡¡

Durante varios segundos seguimos así, luego tomábamos un pequeño descanso y disminuíamos el ritmo, luego acelerábamos y repetíamos el proceso, esto duró varios minutos, luego de terminar yo un par de veces, sabía que era inminente que mi amante terminara, de esta forma me dispuse a cerrar lo mejor posible, por fin volteé a verlo, y fijando mi mirada en sus ojos, quise seguirle demostrando la clase de mujer que creo ser

- Te gusta mi culo papi?

- Me encanta

- Pues si no me quieres nalguear yo si lo voy a hacer (y así me di un par de nalgadas, cada una más fuerte que la otra); te gustó??

- Mucho

- Pues por favor dale duro a esta puta cabrón, quiero que me hagas gritar¡¡

Y de esta forma aceleró el ritmo por última vez, cerca los dos de nuestro orgasmo sólo se escuchaban nuestros gritos

- Siiiii¡¡ que rico papiiiii¡¡¡ dame mas por favor¡¡¡

- Ahhhhh, me vengo¡¡¡

- Ahhhhhh, uffffff

Y así por fin ambos terminamos en un largo y delicioso orgasmo

- Corazón por favor vístete rápido no vaya a ser que llegue mi marido

- Dani estuvo riquísimo no me quiero ir

- Tienes que hacerlo, estuvo muy bien pero ya es hora

- Ok

Al final mi amante entró en razón y se vistió rápidamente, me dio un beso y se fue

- Oye y el atuendo de tu esposa?? Todavía lo traigo puesto

- Quédate con él, siempre fue para ti, mi esposa nunca se pondría algo así

Y así salió de la habitación, me quedé un poco desilusionada porque quería despedirme un poco mas cariñosa, me hubiera gustado al menos darle unos besitos a su verga antes de irse, me quedé unos segundos en la cama con el baby doll puesto, al poco rato oí tocar la puerta, me emocioné al pensar que mi amigo había regresado y podía despedirlo como se merece, me levante rápidamente y me arreglé un poco el cabello, abrí la puerta

- Que bueno que estás aquí mi rey¡¡

- Gracias Dani, por fin puede llegar, wooow que padre sorpresa, que bonito atuendo¡¡

- Ehh gracias, que bueno que te gustó

Era mi marido¡¡ estuvo a punto de encontrarme en pleno acto con otro hombre, definitivamente soy un mujer afortunada, al momento corrí la baño y me arregle un poco, salí y modelé nuevamente el atuendo; por segunda ocasión en el día, el modelito me serviría para excitar a un hombre, solo que era un hombre distinto, a los pocos minutos ya estaba siendo cogida nuevamente pero ahora con la verga de mi esposo, mientras cogía no podía dejar de pensar que tal vez ambos hombres se cruzaron en la entrada del hotel o en el elevador y eso me excitaba, tanto así que durante la cogida con mi esposo simplemente tenía un orgasmo tras otro

De mi amante no volví a saber nada, no sé si alguna vez que regrese al DF vuelva a verlo, lo que si es que aún conservo el baby doll y eventualmente me lo pongo previo a coger con mi marido, cuando estoy sola en el vestidor y punto de ponérmelo no puedo evitar esgrimir una pícara sonrisa y mojarme un poco…..

Gracias a las personas que me escriben desafortunadamente no me es fácil responder, pero para la gente que tiene gusto por lo que escribo creo que lo mejor que puedo hacer es ofrecerles mis textos

Lo que podría haber sido mi primera vez

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No me lo podía creer. A falta de tan sólo unos días para la vuelta a las clases, me había surgido un viaje con mis amigos a su pueblo, y ya de paso un parque de atracciones. Todo iba a ser genial esos 3 días con ellos, y lejos de mi casa, por lo que no me podía quejar.

El primer día ví un partido de la selección española de baloncesto con todos mis amigos, y después me llevaron a jugar con ellos a la pista de un colegio del lugar. Hay que decir que soy bastante torpe en los deportes, y más todavía cuando los demás jugadores se desenvuelven bien. A pesar de no dar la talla, pasé una buena tarde jugando junto a ellos hasta que anocheció. Tras recuperarnos todos a base de bebidas energéticas y algo de picar nos retiramos a casa, ansiosos por el viaje al parque de atracciones del día siguiente.

El segundo día fue muy divertido. A pesar de que no me van las emociones fuertes, me monté en muchas atracciones y lo pasé genial con todos mis amigos. Noté que había una amiga con la que estaba más tiempo que con los demás, pero apenas le di importancia, y me dediqué a pasarlo bien el resto del día. Al final, acabamos todos exhaustos y llegando de vuelta al pueblo a la 1 de la madrugada, ya que el bus que nos debía recoger había ido a otro parque de atracciones cercano. Me acosté pensando en esa amiga con la que había tenido más afinidad durante el día, pero de nuevo le quité importancia y me fui a dormir tranquilo.

El tercer y último día, fue mucho más relajado. Pasamos prácticamente toda la mañana durmiendo, nos levantamos a la hora de comer, y por la tarde decidimos ir a la piscina. Allí estuve de nuevo más tiempo con la chica del día anterior que con los demás, por lo que noté que podía haber algo entre nosotros. A pesar de que nos dejaron solos en la piscina un buen rato, no ocurrió nada, por lo que decidí esperar a la noche.

Mi mejor amigo tenía que hacer una actuación, por lo que podría estar con el resto de amigos, y especialmente, con ella. Vi un rato la actuación, y ambos nos fuimos solos a tomar algo a un bar cercano. Durante el tiempo que duró la cerveza tampoco pasó nada, pero aún quedaba noche, así que nos fuimos con el resto de amigos a cenar kebab. Tras cenar, poco a poco, nos fuimos despidiendo unos de otros, hasta que al final quedamos 2 amigos, ella y yo. Eran mis últimos momentos con esas personas, y quería aprovecharlos lo mejor posible, así que estuvimos un rato en la plaza del pueblo pasándolo bien y riéndonos, y después, cuando tan sólo quedábamos mi mejor amigo, la chica y yo, sucedió.

Cuando llegó el momento de despedirnos de ella, se lanzó a mí como un rayo desde el confín de los cielos, nos besamos apasionadamente, ignorando por completo a mi mejor amigo, que nos observaba guardando las distancias, atónito ante el espectáculo que estaba presenciando a solas. Tras varios largos besos, desaparecimos dentro de la casa de la chica, y subimos rápido hasta su dormitorio, donde sabíamos que nadie podría molestarnos en ningún momento.

Ya en el dormitorio, ambos nos despojamos de la ropa como alma que lleva el diablo, quedando desnudos por primera vez ante otra persona. Cabe decir que ni ella ni yo somos aptos para ser ni modelos, ni actores porno. Yo soy un chico alto y delgado, con una polla que ronda los 16cm de longitud; mientras que ella es una chica baja y con su tripita, pero no gorda, sus tetas no dan para una cubana pero sí para el deleite de mis ojos, y su coño con la depilación brasileña vuelve loco a cualquiera.

Tras una buena serie de besos en la boca y el cuello, la empujé a la cama de tal manera que cayó boca arriba, por lo que podía contemplar como su cuerpo desnudo era todo para mí. Me lancé como un poseso sobre ella, lamiendo su cuello y rozando mi polla con su coño mientras ella no paraba de gemir levemente. De vez en cuando mordía los lóbulos de sus orejas, y eso la volvía loca. Estuve variando el sitio durante varios minutos, hasta que empecé a bajar de su cuello muy lentamente, haciendo todo el recorrido con mi lengua y dejando un húmedo rastro cada milímetro de su torso que avanzaba.

Cuando llegué a sus tetas y rozaron mi cara, pude sentir como sus pezones estaban tiesos como el diamante, denotando su excitación, la cual también se podía oler un poco en el ambiente, ya que su vagina llevaba un rato mojada, impaciente de esperar que llegara a ella. Comencé a lamer sus pezones, mordiéndolos un poco de vez en cuando, lo suficiente para que le duela un poco, pero no tanto como para no disfrutarlo. Mientras lamía uno de sus pezones, retorcía y pellizcaba un poco el otro a mi antojo, intercambiando de vez en cuando la función de la mano con la boca.

Un rato después, y viendo que ya se había cansado de esa actividad, proseguí mi descenso por su cuerpo, lento pero imparable, directo a su monte de venus. Notaba como ella erguía su cuerpo, pidiendo a gritos que llegase de una vez, pero en ese momento decidí ser un poco malo, y hacerla esperar por intentar que me diera prisa. Justo cuando estaba a unos pocos centímetros del comienzo de su coño, cambié de rumbo hacia su muslo izquierdo. Lamía y besaba todo el interior, aproximándome a su mojada y olorosa vagina, pero sin llegar en ningún momento. A pesar de eso, notaba como cada vez su respiración se aceleraba más, a la vez que su nerviosismo aumentaba. Volví a subir al monte de venus, hice amago de bajar directamente al clítoris, pero en el último centímetro mi lengua volvió a torcerse, esta vez hacia su muslo derecho, sólo que ahora bordeando su coñito, dejando que sintiera mi respiración en la entrada de su húmeda cueva. Me detuve justo cuando tenía mi lengua a la altura de la vagina, y la nariz sobre el clítoris, y sin previo aviso lamí de abajo a arriba ese precioso coño, con lo que la chica enloqueció enormemente.

Tras unos instantes sin actividad alguna por parte de los dos, comencé a hacer círculos con mi lengua en su clítoris, que estaba totalmente hinchado y enrojecido, y un rato después regresé a su vagina, abierta y empapada de sabrosos flujos que pude saborear y saboreé como si de la mayor delicia del mundo se tratase. Mientras me dedicaba a comer su vagina, la chica comenzó a tocarse los pezones suavemente. Viendo que su excitación iba a más, yo subí el ritmo de mi comida, lo que hizo que gimiera un poco más fuerte y prolongado.

Mi polla parecía que iba a reventar en cualquier momento, me ponía mucho ver a una chica totalmente rendida a mí, haciendo de su placer mi delicia. Debido al ritmo frenético de mi lengua en su vagina, la chica cayó rendida tras una espectacular corrida como pocas, en la que me llenó entero de sus flujos al estallar de placer. Diría que se quedó prácticamente dormida, ya que no volvió a decir nada ni a reaccionar en un buen rato…

N&B: Diario, Verona G.(1)

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23 de Mayo de 2010, Brighton (UK)

El árbitro pitó el final del partido y pateó el suelo con rabia con las deportivas negras de tacos, mirando a la grada a ese grupito de padres que había normalmente apoyándolas. Miró al marcador. Tres a uno y ni siquiera había puesto los dos minutos extra que debería por no alargar lo inevitable. Se fue directa a las duchas atravesando el campo de hierba en el que ya se habían hecho los primeros charcos de lluvia. Ignorando el gesto tristón de sus compañeras se desnudó en silencio por no gritarles de todo, metiendo en una bolsa todo el uniforme embarrado. Los calcetines largos tenían agujeros. ¡Mierda y ahora qué! Cogió los primeros que vio en un despiste y los metió en la bolsa. ¡Que espabilaran! Así no iban a llegar a final de liga, y llevaba viendo días a ese grupo en la grada vigilando. ¿Observadores? Así no llegaría a conseguir la maldita beca de deporte. No con ese equipo de inútiles que no había movido un dedo en todo el partido, pero cuando escuchó que le echaban la culpa a la lluvia estalló.

- ¡La culpa la tienen vuestros culos gordos, joder!- Todas se callaron al instante y le esquivaron la mirada.- Tendríais que haber venido al entrenamiento de ayer por la tarde, como os dije. Yo, la que lidera este equipo de mierda, la única que se ha esforzado un poco hoy.- Directa a la taquilla mascullando por lo bajo cogió su ropa y se dio prisa en salir de ahí. Tenía hambre, tenía sed y Ally estaba sola en casa.- ¡Mañana a las 5 aquí, todas!- Les advirtió antes de cerrar el vestuario de un portazo.

El campo quedaba bastante lejos de casa y apenas tenía tiempo antes de que cerrasen las tiendas. Ya no podía ir por el centro, la conocían, pero no dudó en pararse en el cajero a mirar si habían ingresado algo. Ya llevaban varios días de retraso y ella nunca se retrasaba en ingresarles desde donde estuviera. Al menos eso lo hacía bien, lo único. Pero nada, no había nada. Le dio una patada al cajero y fue directa a esa enorme superficie comercial de la calle Victoria, a cinco manzanas de su casa. Allí era fácil conseguir lo necesario, y ya estaba completamente calada por la lluvia como para plantearse ir más lejos. El hambre que tenía era brutal, y su estómago rugió en cuanto atravesó el primer pasillo, mirando alrededor. Esperó hasta que nadie la miró y empezó a meter de todo lo que veía en la bolsa de deporte yendo de un pasillo a otro, aparte de pasearse discretamente por el pasillo de licores y pillar algo para ella y zumos para Ally. Pero tenía antojo de helado y no se iría sin él. Las cámaras frigoríficas eran más difíciles, pero con coger el helado y llevárselo de allí consiguió lo que quería. Si ella no se preocupaba de que siguieran vivas ya se encargaría por sí misma de que no les faltase nada. Y con lo que llevaba en la bolsa al menos aguantarían la semana pero… Volvió al pasillo de panadería y cogió tres paquetes más de bollería industrial, de los grandes. Eso la calmaría para no pensar en el maldito alquiler, eso y el helado iban a ser su premio. Fue a la línea de cajas y lo metió todo en esos carritos bajos sin pararse a pensarlo, sin mirar a nadie. En cuanto encontró la caja cerrada más alejada le dio una patada al carrito y continuó andando. Pasó las alarmas sin activarlas. Perfecto, iba a ser fácil. Se fue directa a la salida al otro lado como si no llevara compra, mirando al guardia de seguridad. Un empanado, ni siquiera la miraba, así que se dio media vuel… Cayó de culo del impacto, y cuando vio al inmenso tío con el que había chocado y sus rasgos árabes tensó cada músculo. Y él sonrió, mirándola de arriba abajo y tendiéndole la mano. Paralizada por una mirada intensamente oscura de pestañas lar… No.

- Mira por dónde vas, capullo.- Se levantó por sí misma y le esquivó aprisa.

Fue directa a la zona de los baños quitándose esa imagen de la mente, mirando que su cesta y su bolsa seguían en el mismo sitio. Se metió un momento a recogerse el pelo y prepararse. Si tenía que correr… Recogió el pelo rubio que le chorreaba aún por la espalda en una coleta haciendo que sus ojos ya rasgados de por sí lo pareciesen aún más. Pero las ojeras… Dejo de mirarse y se apretó los nudos de las botas y el cinturón. Esos pantalones ya le quedaban enormes y sólo hacía un mes que los había pillado, joder, y tenía que apañarse algo para ir al instituto al día siguiente y… No, primero esto. Tomó aire.

Bueno, hora del espectáculo.

Y llegó a casa sin problema alguno. Ni siquiera había hecho saltar las alarmas y el empanado del vigilante ni se había fijado en ella. Podría volver la próxima vez. Abrió la puerta intentando ver algo en esa oscuridad, en esa calle de adoquines solitaria cercana al puerto con olor a pescado y comida fritanga, gracias al restaurante que hacía esquina. Entró y miró la estrecha escalera, cerrando la puerta.

- ¿Ally?- Subió de dos en dos los escalones haciendo crujir la madera enmoquetada, escuchando una melodía amortiguada que conocía perfectamente. Pero si será…- ¡¡Allegra!!- Dejó de oírla y su puerta se abrió. Ahí estaba ella, de ojos rasgados y pelo rubio como ella, con su carita de niña buena y una amplia sonrisa. Pava…

- Perdona Vero, estaba…

- Ya, estudiando música.- Se metió en la cocina, empezando a meter lo que había traído del supermercado en los armarios.- La música no va a pagarnos las facturas, mocosa.

- ¿Cómo has conseguido todo eso?- Sólo tuvo que mirarla y su gesto se ensombreció.

- ¿Cómo crees? No hay dinero pero tengo que llenarte la barriga de alguna manera. Toma, los que te gustan.- Le pasó una bolsa de ganchitos de queso.- ¿Necesitas ropa nueva? ¿Zapatos?- Su silencio le hizo levantar la vista. ¡Ah no, llorar no!- Ni se te ocurra Ally, cómete los ganchitos y toca el piano de las narices. Yo me encargo del resto, ¿vale?- Se secó la cara, asintiendo.

- El casero ha estado aquí.- Tomó aire, empezando a notar su estómago rugir ya agónico. El nudo llevaba rato molestándola, pero ahora la ahogaba desde dentro.- No le he abierto, pero dice que pagamos esta semana o…- Cerró el armario de un golpe, levantándose y dándole el paquete de velas. ¡Ya no tenían ni luz!

- Tendrá que echarnos con gas lacrimógeno Ally, venga. Estudia.- Le dio media vuelta y la empujó hasta su habitación cerrando la puerta.

Ya había pensado en vender el piano, pero si lo hacía Ally… No, eso no podía hacerlo. Entró en su habitación a oscuras como el resto de la casa, cambiándose la ropa por un chándal cómodo, quedándose descalza. Y cuando estuvo segura de que su hermana estaba entretenida no lo dudó. Mejor que no viese cómo se iba a poner. Lo necesitaba y lo haría en cuanto pusiera el uniforme de fútbol a remojo. Al menos el agua no se la habían cortado aún, pero si no pagaban el gas pronto… Se sentó en la encimera de la cocina cerca de la ventana y comenzó por el helado a pesar del día de perros que hacía. Era la costumbre. Si llueve comes helado, y el tarro de tres litros de fresa con nueces le calmó el ansia un poco, sobretodo viendo ese programa de talentos a través de la ventana. La vecina siempre ponía lo mismo. Esa vieja antipática al menos tenía la tele donde debía. Empezó a regarlo con Martini viendo que se había sobado en la butaca, a oscuras desde la encimera de la cocina. Y continuó más allá de su capacidad hasta que fue ella quien ahogó al nudo, hasta que el atracón de bollería y helado que se había dado le formó uno nuevo. Uno que podía sacar de su cuerpo. Y lo hizo poniendo la radio a todo volumen ya preparada detrás del retrete para que Ally no la escuchase vomitar.

Experiencia…

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Y, si me decidí, a contar una de mis experiencias, que tengo muchas, de sexo virtual, a pesar de no contar con Webcams. Digamos que la primera vez fue con un hombre de nacionalidad española, (demás esta decir que son los que mas me ratonean o me hago la película o me dan morbo o como Uds. Quieran etiquetarlo)

Por ese entonces corría el año 2004, y recién tenia en mis manos una PC u ordenador, fue la primera vez, con todo, encima en un Cyber, que abundaban en esa época, rodeada de gente, pero en mi box. A Él le pongo un nombre ficticio “Dan” comenzamos a chatear por MSN una palabra siguió a la otra, y de repente, sabia que le gustaba andar en moto, que no le gustaba el queso, que escuchaba a Fito y los Fitipaldis y o casualidad ahora que lo pienso jugábamos a que El me ataba a la cama con pañuelos, y me seducía, y me dejaba,

Como comenzó, la seducción? No lo se, se que sucedió, nos fuimos conociendo, chateamos mucho, y de repente la conversación se volvió mas candente.

-Que, queres Dan?

-Mándame una foto de tus tetas, quiero verte.

-Yo también, esa verga grande y dura, te la estas tocando?

-Yo, pedí primero…- dice Dan con ansias.

-Te gustan? -se la mando con pose sexy-, te dije que mis pezones son grandes y rosados, necesitan tu boca sobre ellos…

-Mmm, Si, asi no pares! Chupame!

- Te gusta, Nena? Quieres más?

-Quiero ver tu boca, y muéstrame tu lengua, Dan, muéstrame…-(Aún conservo las fotos)

-Imagina, que en valle de mis senos esta tu verga, apretada entre mis tetas, y comenzas a subir y bajar, la cabeza del falo roza mi boca, mmm, rico, habro mi boca y succiono la cabezota sintiendo el leve sabor saladito de tu pre-semen, no pares!

Mira lo que haz logrado! Y veo en primer plano la foto de esa hermosa verga totalmente erecta!

-Dan quiero oírte cuando te corras!, dale?

-Si, ya me conecto, pero exijo que me mandes tu voz cuando te masturbes, ok?

-Si, Dan. Esta noche me masturbo gritando tu nombre y me grabo, te lo mando al mail. pero porfa, quiero escucharte, eso me excita, mucho!

– Me escuchas…

Esa fue una de las veces que tuve sexo virtual con “Dan”, fue mejorando, nos pasábamos trozos de películas porno, lo que nos gustaría hacernos, mas fotos, era una experta en diagramar escenas solo para calentarlo, ponerlo al palo, me sacaba fotos super candentes, el me mandaba sus videos, donde él era el único protagonista, a veces le decia que hacer, y lo hacia y a veces el me decía que debía mandarle,

Lo podemos tomar como una relación? No lo se, para este mundo del Cyber-espacio, Yo diría, que si. Pero eso queda en cada uno.

Ahora mismo, sin ir más lejos, otro españolito, me tiene del tomate, de la cabeza, me pone a mil.

Como comenzó, tampoco lo se, soy inocente? No. Acepte ser su amiga? Si. Me obligo? No.

Lo conozco? Conozco lo que El me muestra. Entiende el juego? Si

Es un tipo, atractivo, sexy y lo sabe. Es autoritario y me gusta. Es profesional, son los más peligrosos, malos? No, es peligroso, Por que? Porque piensa. Sigo sin Webcams . Y aún quiere seguir jugando, y yo quiero seguir jugando con El, pero solo con Él, lo acepto como es ( Vos sabes que sos vos, No?)

Chicas, Lectoras; Él es atractivo, sexy, varonil, emite por amateur tv.

La primera vez que no siento celos.

, Le podemos decir a esto relación virtual abierta? Existe ese concepto? Para mi si. Que opinan?

Ahh, tenemos un juego de roles, Él es mi amo. Yo soy su sumisa.

Si alguna quiere saber de quien se trata, y le pico la curiosidad, escríbanme a mi mail.

Besitos, Nos vemos amigos, Los quiero.

El Boom del ladrillo

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Llevaba ya unas horas mirando como esos hombres se movían de forma aparentemente coordinada cuando vi cómo uno de ellos se acercaba hasta donde yo estaba.

¡Hola chaval,… bonita bici! …¿hace mucho que te la has comprado?

A mi lado aquel albañil era enorme, mediría casi dos metros y su descomunal cuerpo proyectaba una larga sombra a la luz del atardecer.

Agarrado al manillar, por si tenía que salir corriendo de allí en cualquier momento le conté que me la acababa de comprar con el sueldo que había sacado después de tirarme más de un mes vendimiando en el campo.

¡No entré en más detalles, acerca de las otras vivencias que había tenido que sufrir para conseguir esa bici,… pero lo cierto es que me hubiera encantado hablar por más tiempo con ese hombre!

Me alargó la callosa mano para darme un fuerte apretón, mientras me decía su nombre. ¡Me llamo Ramón! …¿y tú?

★★★

Los albañiles que trabajaban en esa huerta en rehabilitación, me habían dado la opción de ganarme algo de dinero si les limpiaba las herramientas cada día. Este tedioso oficio, que se debía hacer irremediablemente cada día antes de dejar la obra, y que yo iba a asumir en exclusividad les permitiría el lujo poder irse a la capital un poco antes de lo previsto, …a cambio solo tendrían que darme cuatro perras.

Trabajaban a destajo picando paredes y enluciéndolas con yeso y cemento.

Pretendían de esta forma modernizar interiormente algo que de forma inaúdita no se había tirado para levantarlo de nuevo desde los cimientos!

Los habitantes del pueblo comentaban lo increíble que era eso. ¡Era la primera casa que se hacía de esa forma en el lugar y muchos fuimos los vecinos que nos acercamos hasta allí para ver una excentricidad como esa!

★★★

Mientras cerraba la puerta corredera de la furgoneta para largarse con el resto de sus compañeros de cuadrilla, me lo dijo. ¡Piénsatelo chico,… te podrás ganar un buen dinero con no mucho esfuerzo!

Mi madre no se lo pensó tanto como yo, y al día siguiente me mandó a la hora convenida para empezar a limpiar todas esas herramientas que se amontonaban en el interior de ese bidón de acero cubierto con agua. (De esa forma se evitaba que el cemento depositado en ellas se endureciera).

Los albañiles se subieron en la furgoneta y se largaron entre risas mientras mis manos inexpertas empezaban a restregar con el cepillo de púas sobre una de las paletas. Los cinco duros que esos hombres me iban a pagar, a cambio de poder irse para sus casas media hora antes les salían a cuenta, pero a mí me iban a dar más quebraderos de cabeza de lo que pensaba

★★★

¡Mi mujer dice que cree que eres marica! Me soltó mi casero mientras se echaba hacia un lado después de haberse corrido en mi culo.

Su mano estiraba de la funda de látex, mientras el capullo caía hacia un lado buscando el aire que se le había negado durante la penetración.

¿y tú qué le has dicho? Le dije mientras me incorporaba para ver cómo había salido triunfante ese hombre ante una obviedad como esa.

Mi cuerpo había terminado clavado en ese viejo colchón de muelles mientras esa mole de carne me había estado ensartando durante más de veinte minutos.

El casero se puso a hacerle un nudo al condón encerrando en su interior para siempre ese semen que tanto me gustaba tragar. Después lo tiro a un lado de la cama mientras se rascaba el vello púbico y se recolocaba la polla.

¡Pues qué le voy a decir! …¡Que eso son locuras suyas! …¡Le he dicho también que hace unos meses me pediste permiso para meter a un compañero de piso y que es posible que esos tíos que te acompañan hasta tu casa de vez en cuando lo hagan para ver el piso!

¡Vaya tela! Dije yo mientras me la meneaba para poder correrme. ¡A este tío le gustaba follarme y que se la mamara, pero no mostraba el más mínimo interés por que recibiera placer!

Uno de mis dedos jugaba entrando y saliendo de mi ojete aún abierto mientras, mi mano se agitaba frenéticamente. El hombre a mi lado me observaba mientras seguía hablándome de ella.

¡Me ha dicho también que deberíamos echarte del piso! …¡Que cada vez que se rompa algo que no venga a arreglarlo! …¡Que ella le diga lo que le diga,…cree que eres marica! …¡Que esas cosas se notan!

★★★

¿Eres marica, verdad? Me preguntó Ramón una tarde mientras se lavaba las manos en el bidón donde metían las herramientas

Mis ojos se cruzaron con los suyos durante unos segundos, para después mirar furtivamente al resto de los albañiles. ¡Ninguno de ellos estaba lo suficientemente cerca como para oír nuestra conversación!

¡No lo sé! …Le contesté mientras volvía a mi trabajo. ¿Para qué iba a entrar en detalles?

¿Pero te gustan los tíos, verdad?

★★★

¡Buscar un piso en la capital! Resultó ser más difícil de lo que pensaba. La propietaria de la pensión me acababa de dar un ultimátum,… ¡o dejaba de llevar a esos “amigos” a mi habitación o me iba de allí!

Necesitaba conocer “gente” en la capital, por lo que me resistía a abandonar esa costumbre que con tanto sacrificio estaba llevando a cabo.

El parque que había a unos cincuenta metros de la pensión era un buen lugar para ir de caza. Al atardecer eran muchos los deportistas que recorrían a la carrera el trayecto de las antiguas vías del tren ahora convertidas en zona verde.

Me sentaba en un banco y esperaba hasta que uno de esos deportistas me mirara de forma furtiva al pasar corriendo a mi lado. Mi mano se posaba sobre mi pantorrilla y cuando una de esas miradas se cruzaba con la mía, subía hasta colocarse sobre mi paquete.

Normalmente no suelen ir corriendo mucho más allá,… a unos cien metros el calentón puede con ellos y se dan la vuelta para volver hasta mi posición disimulando un poco mientras hacen “pequeños” estiramientos.

La escasa luz nos ilumina desde una farola cercana, cuando el extraño se coloca a estirar las piernas justo en el banco en el que estoy yo sentado, comienza el cortejo.

Me hago hacía una lado mientras mi mirada se cruza con la del tipo. Después me fijo en su paquete. El short que lleva puesto empieza a deformarse dando lugar a un bulto considerable.

¡Podemos irnos aquí cerca,… vivo en una pensión! Le suelto mientras me recoloco el paquete.

El corredor sigue estirando los músculos. ¡El más importante para mí, ya se ha erizado al máximo!.

¡Se puede hacer deporte de muchas formas! …pero hacerlo follando es la más placentera posible. El corredor me folla mientras mi cuerpo reposa sobre la cama de la pensión. Su ropa esta tirada por el suelo mientras su cuerpo se agita haciendo que mi culo se trague una y otra vez esa polla. Sus manos me agarran de las piernas, tira de ellas para facilitarse la penetración con su rabo.

Mi enrojecido capullo se restriega sobre los pelillos de la manta acrílica sobre la que descansa. El roce hace el cariño y empieza a expulsar la leche sobre él. La mancha va a ser muy difícil de ocultar ante los ojos de la propietaria de la fonda,… pienso

Noto como las contracciones de mi culo al correrse han forzado al corredor a reventar dentro de mi culo. ¡Espero que el condón aguante!, noto como se agita dentro de mi esa polla ¡Se que lo está llenando de leche!

★★★

Bajo por las escaleras hablando con esos dos tíos que me acaban de follar como si nada de lo que ha sucedido en mi habitación hubiera pasado realmente.

Los dos corredores charlan animadamente después de haberme estado follando en una coordinación casi perfecta durante más de cuarenta minutos.

El más viejo permanecía tumbado en la cama mientras mi boca se engullía su duro y gordo rabo, mientras tanto el joven, aprovechando que no tiene tantos achaques, me encula, subido a la cama.

Me sujeta por las caderas mientras su polla entra y sale de mi ojete con facilidad. El viejo le ha allanado el camino hace solo unos minutos con su gorda polla.

Me la he tenido que meter yo mismo, mientras él cuarentón permanecía con la polla dura apuntando al techo sentado en el sillón de la habitación.

¡Para salir a correr todos los días por el parque, el madurete me está resultando un poco gandulete!

La propietaria sale a nuestro encuentro con cara de disgusto.

¡Ahora os veo! Les digo mientras les hago un gesto con la mirada, para pedirles que me esperen en la calle.

¡Esto es un lugar decente,… me dice la mujer, algo molesta! …¡Creo que deberías buscarte otro sitio donde hacer estas cosas!

¿Qué quería esa vieja me pregunta el más joven de mis “amigos” casuales mientras degustamos una tapa de bravas en un bar cercano?

¡Me ha dicho que o dejo de subiros a la pensión, o tendré que buscarme otro sitio!

¡En mi casa no puede ser!…Se apresura a decir el joven ¡Todavía vivo con mis padres!

¡Ya encontraré algún piso en el que instalarme! Le digo para tranquilizarlo. No me gustaría perder la visita diaria de ese joven y largo pollón en mi culete.

¡El maduro medita durante unos instantes mientras se engulle una de esas patatas bravas!

¡Enfrente de casa de mi casa mi mujer y yo hemos comprado un piso para revenderlo! …¡podría convencerla para que se lo alquilemos a alguien mientras lo colocan los de la inmobiliaria!

…¡Me parece una idea cojonuda! Le digo mientras empiezo a valorar las ventajas de tener un pollón dispuesto tan cerca de mi culete.

¡Sí, pero tendrás que ser discreto! …¡ya sabes!

¡Tranquilo ya sabes lo discreto que soy,…y mis labios estarán sellados! …¡Sobre todo cuando vengas al piso para que te coma a diario esta gorda polla que tienes!

★★★

¡Una vez me la chupo en la mili un compañero de barracón! …Me dice Ramón mientras le como la polla detrás de unos sacos de cemento.

Es invierno y oscurece con rapidez al caer la tarde. Los dos aprovechamos las novedades que se desarrollan en la obra.

¡La semana pasada unos gitanos entraron a robar y se llevaron unas cuantas paletas y un par de picos!

¡Su jefe piensa que estos sin-vergüenzas volverán a venir otra vez para continuar con lo que se dejaron a medias!

¡Ramón se ha ofrecido a quedarse a dormir por las noches en ese caserón y yo de paso he ido aprovechando para conocerlo algo mejor!

¡Dice que tiene novia en la capital,… pero yo no lo creo! …¡Se que lleva esos gustos muy en secreto,…solo yo lo sé!

¿y qué tal? Le pregunto mientras me saco su dura polla para lamerle un rato el capullo con mi juguetona lengua.

¡Bien,… bien,… me gusto bastante! …¡Pero me corrí enseguida!

¡Sería por los nervios! Le digo yo mientras abro la boca para arquear a tope la garganta y engullirme el pollón hasta la base.

¡No quiero que el albañil se corra pronto! …¡quiero disfrutar al máximo de este forastero llegado de la capital!

¡Sus manos me agarran de la cabeza mientras grita! …

¡Dios cabrón como la comes! …¡Lo haces mejor que las putas!

¡No hace falta que me digas lo machito que eres! …¡esta tarde dando vueltas por la casa mientras hacía tiempo hasta que se fueran sus compañeros de cuadrilla, he dado con algo inesperado! …¡en el cuarto de baño, en el hueco donde irá colocada la bañera, he visto semienterrado, bajo un montón de escombros, todo el material que robaron los gitanos hace unos días!

¡He pensado en el pillo de Ramón! …¡La paja que le acabé haciendo ayer mientras hablábamos un rato para que cogiera el sueño no fue fruto de la casualidad y el calentón que llevaba, después de llevar allí varios días sin ver a su novia! …¡Esa es la versión oficial, la que se ha apresurado a decirme nada mas verme llegar esta tarde!

Le he prometido que no contaré nada los demás, pero esta tarde cuando se vayan va a ver lo que es un chantaje. ¡Si quiere que su jefe no se entere de lo que ha hecho,… me va a tener que dejar que haga con su dura y larga polla lo que se me antoje!

★★★

El piso es viejo,… ¡Se notan que lo han amueblado con muebles que han retirado de su propia casa! …¡no hay tele! …¡Pero no me importa mucho! …

¡No va el calentador! …Me dice mientras me conduce hasta la cocina para rescatarme de las preguntas de su mujercita.

¡Ríete tu de los autos de fe de la inquisición! Esa mujer quiere saber todo de mi antes de darme las llaves del piso.

¿y cómo quieres que me duche, con agua fría? Le preguntó algo molesto, su mujer ha venido detrás y nos mira desde la puerta de la cocina,… ¡parece algo sorprendida de que me haya dirigido a esa persona que acabo de conocer tan de tú a tú! …¿Es que se conocerán? …La veo maquinar con la mirada. Su marido, ajeno a esas elucubraciones, me muestra cómo se cambia la botella de gas.

¿Para qué quiero saber cómo se cambia la botella si no va el calentador?

¡Es para que puedas cocinar! Tercia la mujer,… ¡pero no te preocupes por el calentador mi marido es todo un manitas, seguro que puede arreglártelo esta misma tarde!

★★★

¡Me he sentado sobre su dura polla! ¡Empiezo con un lento sube y baja, notando como el rabo se adentra centímetro a centímetro hasta chocar con sus pelotas!… ¡Ramón vuelve a hablar!… ¿no te duele?

¡Un poco! …¿por?

¡No,… porque una vez, en un hotel de las Lagunas de Ruidera! …¡Intente metérsela a un colega,… pero no pudimos! …¡Veníamos de una boda todo borrachos y por más que lo intentamos no pude follármelo! …

¿Te has puesto algo, para que te entre mejor?

¡Lo vuelvo a mirar! …¡Estamos completamente a oscuras, mi ojete se traga el pollón con suavidad!,… mientras le digo para tranquilizarlo.

¡Me he puesto un poco de saliva!,… ¡Así entra mucho mejor! Vuelvo a pensar en Ramón y en el dicho,…¡este hombre vale más por lo que calla que por lo que cuenta!

★★★

Llaman a la puerta,… ¡Debe de ser el casero! …¡Seguro que viene a arreglarme el calentador! …¡Lleva dándome problemas desde el día en el que me instale! …¡El hombre ha hecho todo lo posible, pero no ha conseguido hacerlo arrancar!… ¡La última vez que lo estuvo limpiando le explicó a su mujer que el problema consistiría en toda la cal que ha ido acumulando durante años!

¡Por suerte ya tengo agua caliente en la casa! …¡Una tarde se presentó con otro calentador debajo del brazo! …¡En apenas tres minutos de instalación ya salía agua hirviendo por todos los grifos de la casa!

¡No le ha dicho nada a su mujer,… la pobre,… hay tantas cosas que su marido no le cuenta! …¡El piso lo han comprado para venderlo, aprovechándose de la burbuja inmobiliaria! …¡no hay porqué invertir un duro más en la casa!

¡Abro la puerta con la toalla enrollada en la cintura! …¡Pero no es mi casero! …¡Se trata de mi jefe!

¡Hola Ramón! …¿querías algo?

¡Ramón ha dejado de ser albañil! …¡Ahora es constructor,… y yo estoy a su cargo!

¡No nada, pasaba por aquí, y me gustaría comentarte un par de cosas sobre la obra, … lo que pasa es que me he dejado los planos en el coche! …¿bajo un momento a por ellos?

¡Sé que no ha venido a eso! …¡Ha venido a follarme! …¡Anda pasa! Le digo mientras me aparto de la puerta para quedarme en pelotas delante de él. ¡Mi polla ha empezado a ponerse dura con solo pensar en la tardecita que me espera! …¡Tengo que darme prisa y atender a mi jefe lo antes posible! …

¡Le estoy comiendo la polla mientras él permanece sentado sobre el sofá de escay,…cuando oímos como alguien mete la llave en la cerradura y empieza a abrir la puerta de la casa!

¡Sale corriendo hacía las habitaciones totalmente en pelotas, yo apenas reacciono al verme huérfano de rabo!

…¡Me quedo mirando como el tejido plástico sobre el que reposaba su culo, empieza a recuperar la forma!

¿Qué haces, me pregunta el casero al verme arrodillado ante el sofá? Apenas he tenido unos segundos para meter las ropas de Ramón debajo del sofá, antes de que se abriera la puerta de la salita.

¡Nada,… estaba buscando un bolígrafo que se me ha caído,… pero no está por aquí!

¡Si te vale con un rotulador! Me dice mientras se soba el paquete para recolocarse la polla.

¡Mi mujer se acaba de ir a comprar una lámpara para el salón,… la semana que viene tendré que venir a instalar aquí la que tenemos puesta! …¡Miro hacia arriba,… por fin dejaré de tener esa bombilla colgando del techo!

¡Estoy haciendo tiempo para lograr que Ramón coja algo de ropa de mi armario y venga a la salita antes de que ese hombre me muestre los motivos para los que ha venido a la casa! …¡Pero no aparece! …¿Qué diablos estará haciendo?

¿y por qué estas desnudo? Me pregunta

Me quedo mirando al casero. ¡La verdad es que lleva razón! … ¿por qué busco los bolígrafos desnudo?

¡Podría invertarme que estaba duchándome y ha sonado el móvil y que tenía que apuntar algo y que se me ha caído el rotulador, …! …¡Pero paso de mas líos y de rollos, … alargo la mano hasta el bulto que crece bajo su pantalón y sacando la polla morcillona empiezo a mamársela!

★★★

¡Llevo ya un rato esperándolo,… pero no viene a mi habitación! …¡Empiezo a impacientarme! …

¡Esta noche Ramón se ha quedado a dormir por primera vez en casa! …¡Me ha costado un huevo convencer a mi madre para que me deje que metamos un inquilino en casa! …

¡No se ha casado pero aprovechando mi vuelta de la mili, se ha ido a vivir de alquiler con mi padrastro, y gracias a ello tenemos en la casa una habitación libre! …¡Ramón estaba viviendo en un hostal que hay justo a la salida del pueblo, le he dicho muchas veces que le saldría más barato si se buscara un piso! …¡Pero nadie quiere alquilarle,… la pinta de chulito que gasta, es más que suficiente como para que nadie le abra las puertas de su casa!

¡Mi abuela no ha opinado, nada! …¡La he notado tornar un poco el gesto cuando se lo ha dicho mi madre, pero nada más!

¡Acabo de volver de hacer la mili, y he vuelto al trabajo de albañil! …¡Llevo ya varios años trabajando en la cuadrilla de Ramón! …¡El Boom del ladrillo ha logrado que no les falte trabajo en el pueblo!

★★★

¡La puerta se abre sigilosamente! …¿estás despierto? Me pregunta, mientras noto cómo sus pies descalzos corren por la habitación

Se mete en la cama notando como su cuerpo se acerca al mío en busca del calor que ha perdido al caminar de esa guisa por el frío pasillo.

¡Viene totalmente en pelotas! …¡Pero su polla esta dura! …¡Esta deseando follarme! …¡y yo estoy deseando que lo haga!

¡Llevamos unos días en la obra buscándonos como perros en celo! …¡Pero no hemos podido pasar de un par de magreos y sobadas de polla! …¡Cada vez nos resulta más difícil ocultarnos! …¡Y el calentón que arrastramos está haciendo que estallemos, de la forma en la que lo estamos haciendo!

Los muelles de mi cama chirrían con las embestidas del albañil…¡Por suerte mi abuela se toma una pastilla para dormir y como siempre …no escuchará nada!

Ramón no quiere correrse tan pronto, pero no puede evitarlo. ¡Estaba deseando volver a follarme desde que me vio hablando con el capataz en la obra!

¡Su polla está reclamando para sí, lo que durante tantas noches le perteneció! …¿Cuántas veces he follado con Ramón en obras en construcción cuando sus compañeros de cuadrilla se largaban para la capital? …¡No lo sé, pero sé que son muchas!

El despertador sonará a las seis, pero no me preocupa. ¡Se que nos pillara follando! …¡Ramón necesita demostrarme lo macho que sigue siendo ahora que acabo de volver de hacer el servicio militar!

★★★

Al entrar en la habitación no hay rastro de la presencia de mi amante en ella. Suerte que este la persiana bajada y la penumbra lo oculte todo,… ¡Hasta un cuerpo de dos metros de largo escondido bajo la cama!

Mi casero llega a ella con el rabo fuera,… se la he estado comiendo un rato sobre el sofá mientras me hablaba de las próximas reformas que iban a acometer en su casa con mi dinero.

¡Es como oír el cuento de la lechera, pero con una polla en la boca! …¡Los dos cántaros que porta mi casero también producen leche! …¡Mucha leche,… pero no la va a soltar todavía! …¡Quiero follarte, me dice mientras estira de mi cabeza para lograr que libere su polla de entre mis labios!

¡Yo sigo aun nervioso,… sé que mi amante esta en algún lugar de la casa!

El hombre me embiste sobre la cama,… mi culo está algo tenso y me está doliendo más que las otras veces. ¡La culpa de todo esto la tiene Ramón! …¿dónde coño se habrá metido?

★★★

Ramón esta bajo la cama, y hace ya tiempo que le va dando vueltas a la misma idea. ¿Qué se sentirá al ser follado, por una buena polla? …¿y por qué coño se gime tanto cuando lo hacen?

Mi casero me encula mientras el viejo somier se agita hacia arriba y hacia abajo haciendo que los muelles casi le rocen el pecho.

¡Pero Ramón no va a salir,… ni del armario ni de debajo de la cama! …¡Por el momento!

★★★

Se levanta de la cama dando un salto mortal,…

En dos o tres zancadas entra directo al baño,…

Se está duchando despilfarrando el gel,…

Mientras versiono para mi mismo la canción de los hombres G, tirado sobre la cama, veo salir de debajo de ella a Ramón.

¡Por poco me da algo al verlo allí!

El ruido del agua de la ducha logra que mi casero no oiga las palabras de este.

¿Te lo pasas bien con este tío, eh cabroncete? Me dice mientras agarra el preservativo tirado del suelo para lanzármelo.

¡Lo pillo al vuelo a la vez que salto de la cama!… ¡Lo dejo dentro de la habitación y me apresuro a cerrar la puerta! …¡Pobre de él cómo se atreva a salir!

Entro en la ducha mientras veo como ese hombre se enjabona bien por todo el cuerpo. No me gusta el olor de ese gel, pero me he visto obligado a comprarlo. ¡Si quiero que ese hombre me siga follando durante mucho tiempo necesito que su mujer no sospeche nada!

Entro en la bañera, ¡si es que se la puede llamar así!,… ¡es tan pequeña que apenas cabemos los dos en ella!

Le enjabono la barriga y esos pechos cubiertos de bello mientras noto como su cuerpo se va aproximando más y más al mío. El agua caliente nos cae a los dos arrastrando a su paso todo el gel. Me mete la lengua hasta el galillo mientras mi mano tantea hasta agarrarle la polla.

¿Te has quedado con ganas de más polla? …¿eh puta?

Me pregunta mientras su gorda mano se posa en mi coronilla hasta obligarme a hincar las rodillas.

Descapullo durante unos segundos la polla para limpiarla de jabón antes de engullirla por completo.

Mi casero suspira…

Yo sigo mamando,… Me importa una mierda lo que haga Ramón. Le estoy dando tiempo para que se vista y se vaya, pero él como siempre no hace nada de lo que espero.

En lugar de eso se presenta en el váter completamente en pelotas.

¿Mama bien el chaval? …¿Eh? Le pregunta a mi casero que me suelta un ostión para que me desprenda de esa polla.

El hombre quiere saber qué está pasando ahí, pero yo no doy explicaciones. ¡Es Ramón quien se las da mientras me agarra de la cabeza y la vuelve a dirigir hasta que mis labios rozan la polla del casero! …¡Ha perdido volumen por culpa del susto!

¡He venido a follármelo,… pero has llegado tú y me he tenido que esconder!

¡Pero no aguanto más! …¡Mira como se me ha puesto la polla de oíros!

Yo mamo a discreción, notando como la polla del casero vuelve a ganar volumen y dureza con una rapidez pasmosa.

El dueño del piso agarra la polla de Ramón, tira de ella hacia atrás, haciendo que el capullo aparezca. El prepucio no puede volver a su posición de reposo sin ayuda y la polla del albañil apunta al techo.

Mi mano enjabonada la agarra también, mientras tiro de ella hasta acercarla hasta mi boca.

Ramón no puede entrar en la bañera, …¡ahí no cogemos los tres!

Mi boca salta de una polla a otra mientras veo como esos dos machos se morrean. La mano enjabonada de mi casero se desliza lentamente por la espalda de Ramón hasta que un dedo se introduce buscando el agujero peludo.

Una punzonada del gordo dedo, hace que el ojete se abra y la polla de Ramón da un respingo dentro de mi boca.

Poco a poco voy notando como la atención de esos dos machos se va alejando de mí. ¡Sé que estoy a punto de perderlo, … de ahí que me esmere todo lo posible en evitar lo que está a punto de suceder!

¡Quiero que me folles! …¡Lo oigo decirle,… por fin!

El casero salta de la bañera mientras yo me quedo arrodillado en ella huérfano de rabo.

Los dos sementales se largan hacia la habitación dejando todo el suelo mojado a su paso.

¡Lo he perdido para siempre pienso mientras me salgo de la bañera y empiezo a secarme con una toalla!

★★★

Entro en mi habitación y me los encuentro follando como salvajes.

Ramón esta tumbado sobre la cama , con el culo levantado y las piernas descansando sobre los hombros de mi casero.

Este no para de embestirle mientras veo como mi amigo se muerde los labios para no gritar.

La respiración agitada de los dos presagia la inminente corrida que está a punto de suceder.

La mano de mi casero pajea a Ramón mientras veo como esa larga polla se agita lanzando unos fuertes chorros de esperma.

¡Es una lástima que no me hayan invitado a esa fiesta!

¡Y eso que al casero suelen irle los tríos! …¡No entiendo porqué no me ha invitado a este!

¡Ese semen hubiera quedado mejor entrando en mi boca que desperdiciándose de esa manera al caer sobre el pecho de Ramón! Sigo pensando mientras los observo

El casero vuelve a berrear mientras su gorda polla se introduce hasta las pelotas en el ojete recién reventado.

Ramón lo engancha de los riñones, para evitar que se aparte, mientras nota como los lefazos lo abrasan por dentro.

Sus lenguas vuelven a cruzarse. El apasionado beso que se dan es para sellar un pacto de machos. ¡Aunque algunos no lo sean tanto!

¡El hombre va dejar por fin a su mujer!

¡Ramón acaba de salir del armario, de la mejor forma posible!

¡Ese piso es un buen lugar para irse a vivir juntos! ¡Aunque tendrán que cambiar esa cama por una un poco más cómoda!,… donde no chirríen tanto los muelles.

Después me miran a mí con una sonrisa.

¡Entonces descubro que en ese plan maestro … yo he dejado de formar parte hace rato!

Miro hacia el armario. En la parte de arriba descansa una mochila Adidas donde suelo meter algo de ropa cuando me vuelvo para el pueblo.

¡Pronto se verá privada del polvo y las telarañas que ahora se depositan sobre ella para verse llena hasta reventar de la ropa y objetos necesarios para una larga permanencia en el pueblo!

★★★

¡Acaba de terminar de esa forma tan brusca la que hasta hoy ha sido mi última estancia en la capital!


One short de Harry Potter

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Lo siento mucho por haber tardado, pero me han surgido varias cosas fiestas en mi ciudad, jaleos con la administracion de educacion, para matricularme en un modulo que de momento esta solucionado, a partir de octubre no se cuando podre actualizar ya que tengo que hacer las practicas del modulo que he terminado, que el modulo que me queria apuntar y el que he terminado son compatibles, durante unos dias he tenido instintos asesinos por culpa de la administracion.

Bueno os dejo con mi vida, lalo, una semana actualizare aqui en todorelatos y otra en potterfics, despues si me da tiempo subo el de luna y su padre.

Espero que os guste.

James estaba en la casa de su tía Hermione, ya que se quedó a dormir, cuando se despertó solamente estaba ella y su madre que acababa de llegar.

-Buenos días, mama, tía.- saludo a ellas.

-Buenos días, James.

James se acercó a su madre y el beso fugazmente en la boca, Hermione se sorprendió por eso, pero es lo mismo que hacía con su hijo.

Después James se acercó a su tía, para besarla apasionadamente durante unos segundos, después se separó de ella.

-Tía, ¿dónde están Rose y Hugo?

-Rose, se ha ido con Scorpius y con tu hermano al parque de atracciones. Y Hugo se ha ido con tu hermana y Alice al cine y después a los recreativos.

-Entiendo, tía.

-Pero nosotros estaremos, también ocupados James.- dijo sonriéndole.

- Claro, mama, recuerda lo que nos dijo papa y el tío Ron, antes de que se fueran de misión.

Flash back

-Ginny, puedes tener sexo con James, pero solamente una condición.

-¿Cuál amor?-preguntó mirándole a los ojos.

-Grabarlo, solamente es mi condición y tu James da mucho placer a tu madre.- dijo dando una palmada en la espalda de su hijo.

-Hermione, amor, digo lo mismo que Harry, pero haced una copia del video, confío en ti, para que hagas sentir muy bien a tu tía.

-Haré que se mueran de placer y lo grabare.

Fin flash back.

-Se me olvidaba.- dijo la castaña antes de coger la cámara de vídeo.

Madre e hijo esperaron a la castaña y fueron a la habitación matrimonial, dónde James se tumbó en la cama y junto a él se tumbó su madre y esta empezó a tocar el miembro de su hijo, mientras esté la quitaba la ropa, mientras tanto Hermione la ponía en un soporte para que grabara desde allí sin tener que preocuparse por la cámara.

Cuando la terminó de instalar, se tumbó al otro lado del castaño, que comenzó a besarle, mientras esté la quitaba la bata, sin prisa, para más tarde volver a seguir quitando la de su progenitora.

Después de varios minutos que terminaron de quitarse la ropa, la pelirroja fue hacia la entrepierna del chico y empezó a lamer el pene de él mientras acariciaba los testículos del castaño, mientras que la castaña puso su entrepierna en la cara de su sobrino.

James empezó a lamer con gusto la vagina de su tía, mientras sentía como su madre se la metía dentro de su boca, mientras que la castaña se echó hacia delante, para lamérsela el miembro de él.

Ginny daba varias secciones, después se lo sacaba, lo compartía con su cuñada, la polla del castaño.

Así siguieron durante varios minutos, hasta que las dos mujeres se separan de él.

-James, ¿Con quién lo quieres primero?- preguntó la castaña.

James lo pensó ya que aunque tuvieran sus cuarenta años seguían siendo muy atractivas, pero decidió empezar con su madre.

-Quiero empezar contigo mama.- dijo sonriéndola, mientras se sentaba en la cama.

-Perfecto, hijo.- dijo ella mientras se sentaba en la entrepierna de él.

Mientras que James sujeto su miembro con una mano, para que ella se lo fuera metiendo, cuando se metió la punta, él empujó hacia abajo metiéndola entera, dentro de ella.

-James se siente muy bien.- dijo antes de empezar a moverse con rapidez.

-Si, mama, me encanta tus senos.- dijo cogiendo un pecho de ella.

Hermione se tumbó al lado de ellos y empezó a masturbarse, mientras les veía.

Ginny puso sus manos en el pecho de su hijo, mientras movía sus caderas, el chico puso sus manos en la cadera de ella, mientras ponía su boca en el seno derecho de la pelirroja.

Cuando sintió que el pezón se puso erecto y duro se metió el otro pezón en la boca.

Cuando tuvo los dos pezones erectos, dejo los senos de su madre, tranquilos puso sus manos en la cintura, para ayudar que su madre se metiera más su miembro dentro de ella.

Hermione continuó masturbándose, mirándoles, se metía tres dedos dentro de su coño.

Después de unos minutos, James no aguantó más y aviso a la pelirroja que se iba a correr.

-Mama, no voy a tardar en correrme.-la aviso.

-Cariño, córrete en mis tetas.-dijo mientras se levantaba y se sentaba en la cama.

James se masturbo y se corrió abundantemente en los pechos de su madre, el chico vio lo sexy que se veía su madre con su semen en sus tetas.

Hermione fue a gatas, hacia su cuñada, para limpiar con su lengua los senos de ella, enseñando así su trasero a su sobrino, pero estaba de lado.

James se puso detrás de su tía, se masturbo unos segundos, para ponerla totalmente erecta, así poder penetrar a su tía por el coño, la metió de una embestida y empezó a moverse rápidamente, después de unas pocas embestidas.

Ginny acariciaba el pelo de la castaña, mientras veía los gestos que hacia su hijo cuando penetraba a su cuñada.

Cuando Hermione terminó de limpiar los pechos, se apartó de ella para abrir sus piernas, para que esta lamiera su coño.

Hermione empezó a lamer la vagina de su cuñada, mientras James se centraba solamente en penetrarla, mientras veía la cara de placer que ponía su madre, cosa que le excito bastante.

James metió con cuidado, un dedo dentro del ano de la castaña, haciendo que se estremeciera y gimiera más fuerte porque tenía el ano muy sensible.

-Ahhh, James, ten cuidado, lo tengo muy sensible.

-Vale, tía, ¿Alguna vez te han penetrado por el culo, tía, mama?

-Si, hijo, alguna vez tu padre lo hace por ahí.- dijo la pelirroja.

-Yo tampoco soy virgen, por el culo.

-Bien.- dijo sacando su miembro de la vagina de la castaña, para meterlo de una embestida dentro de su culo.

-Ahhh, James.- grito de placer, cuando la sintió totalmente de su ano.

James se movía con rapidez y con fuerza.

Ginny se puso de pié, para besar a su hijo apasionadame durante unos segundos, para después ponerse a cuatro patas al lado de Hermione.

El castaño dio varias embestidas más a su tía, para después sacarlo y meterlo dentro del culo de la pelirroja, mientras masturbaba a su tía metiendo dos dedos por su ano.

- James, eres muy bueno.- dijeron las dos a la vez mientras gemían.

-Gracias.- dijo mientras sacaba su miembro del culo de su madre y meterlo otra vez dentro del ano de la castaña, mientras masturbaba el culo de su madre.

Así siguió daba varias embestidas dentro del culo de una, para después meter dos dedos dentro de su ano, pero James se corrió dentro del culo de Hermione sin avisarla ya que creía que podía aguantar un poco más.

-Ahhh.- gritó de placer ya que se corrió cuando sintió el semen de su sobrino dentro de ella.

James se tumbó boca arriba, cuando sintió que su madre rodeaba con sus senos el pene de él y empezó a moverlos, mientras le miraba a los ojos, además de sonreírle.

Cuando Hermione se recuperó de su orgasmo vio como estaba su cuñada y la metió dentro de su vagina cuatro dedos, para empezar a masturbarla.

-Ahhh.- dio un pequeño chillido porque no se espero que ella hiciera eso.

James empezó a mover su entrepierna ya que ella se quedo quieta.

Después de unos segundos volvió a mover sus senos, mientras gemía, por el placer que la daba Hermione.

La castaña siguió masturbando a la otra chica, hasta que ella se corrió, después fue hacia la entrepierna del chico y se metió en la boca la polla de él, pero solamente la punta ya que lo demás estaba en el canalillo de la otra chica.

-Ahhh, tía.- gimio cuando sintió la lengua de ella recorrer la punta.

- Hijo, si te vas correr avísalo.- dijo al ver que ponía cara de placer.

- Vale, mama.- dijo con los ojos cerrados.

Al poco tiempo James aviso que se iba a correrse, Ginny se apartó un poco, para dejar a Hermione sitio y las dos rodearon con sus tetas el miembro de él, además de poner sus bocas en la punta del miembro.

Varios segundos después él se corrió parte de la cara de ellas, los senos y boca, para después las dos besarse con lengua compartiendo el semen.

James se tumbó boca arriba y se quedó dormido, cuando ellas terminaron de besarse repararon que estaba dormido le dejaron dormir, después apagaron la cámara de vídeo y después empezaron hacer los que aceres de la casa, Ginny fue a su casa a hacerlos.

N&B: Diario, Verona G.(2)

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05 de Junio de 2010. Brighton (UK)

Salió del despacho del director. Otra charla. ¿Cuántas llevaba ya a lo largo del curso? Si seguía así iba a repetir, y qué. Así Ally no estaría sola. Con lo retraída que era su hermana apenas tenía amigas, aunque ella tampoco pero por todo lo contrario. Le daba muy igual la amistad. Mientras ella estuviera bien y le aprobasen la Beca de Deporte todo iría sobre ruedas y pasarían ese maldito bache de una vez sin ayuda. Sin su maldita ayuda de mierda que ya llevaba semanas de retraso. El casero ya había vuelto tres veces a por el alquiler. Y ella ido a por suministros otras tres y tenido otros seis atracones. Cada vez eran más continuos y lo notaba a la hora del entrenamiento, y después de cada vomitona el alivio era tan grande que la última vez se había quedado dormida en el baño. Pero no podía hacerlo en casa más, Ally la iba a ver y ya se había fijado en algunos detalles. Sobre todo en los pantalones que le bailaban en la cintura como nunca antes. Se apretó el cinturón de camino a casa para acompañar a Ally, andando aprisa por los adoquines antes de que empezase a llover otra vez. Pero en cuanto entraron en la calle y vieron a esa mujer trajeada esperando en la puerta se frenó en seco y se ocultó tras los contenedores de basura de la parte trasera del restaurante que hacía esquina. Tiró de Allegra, agachándola tras ella.

- ¿Quién es?- Le hizo un gesto de silencio, viendo esos rasgos tan parecidos a los suyos y tan diferentes a la vez. Ella era una cría, no entendía nada.

- Servicios Sociales.- Esa era la charla que había tenido con el director porque sus notas no mejoraban, fijo que por eso una mujer trajeada esperaba en su puerta. Sino no le veía sentido.

- ¿Y si…?- Ni la dejó terminar, haciéndole otro gesto de silencio.

- Si vamos con ellos nos van a separar Ally, ¿eso quieres?- Negó en rotundo a sus susurros con cara de pena.- Pues ni te muevas de aquí.- Tomó aire y se levantó, yendo directa hacia esa mujer. Quizá no fuese más que una vendedora ambulante perdida, porque muy perdida tenía que estar para ir por esa zona con tacones y faldita ejecutiva.- ¿Quiere algo?- En cuanto se giró y le vio los rasgos apretó los puños. Árabe, ¿es que les atraía con algún tipo de señal invisible?

- ¿Señorita Green, verdad?- Su acento la delataba. Asintió cruzándose de brazos.- Mi nombre es Moona Jarrah, un placer.- Miró la mano que le tendía con una sonrisa alegre y levantó una ceja, mirando sus ojos enormes y oscuros, como su pelo rizado y espeso. Como su piel. Retiró la mano cuando se dio cuenta de que no pensaba estrechársela.- ¿Tiene un momento? Me gustaría hablar con usted de…

- No, no lo tengo. ¿Vende biblias o algo así?- Su gesto afable cambió por completo y rebuscó en su maletín sacando unos papeles.

- No exactamente.- Se los tendió y no dudó en cogerlos, mirando el titular de estos. Propuesta de Beca Estudiantil: Verona G. Abrió los ojos con pasmo.- Deme una respuesta cuando se digne a leer lo que le traigo. Buenas tardes.- Y dio media vuelta dejándola atónita, con los papeles en la mano hasta que Ally llegó hasta ella y reaccionó, leyendo un poco más.

- ¿Quién era?- Se encogió de hombros mientras Ally abría la puerta.

Propuesta de Beca Estudiantil: Verona G

Estimada Srta. Green.

Nos ponemos en contacto con usted para comunicarle la decisión de la Junta Estudiantil en motivo de su petición de una Beca enfocada al ámbito deportivo. Sentimos comunicarle que…

No… Mierda, mierda… Pasó la página y aparte de un montón de papeles con su nombre y el de su hermana, el de su madre… Espera. ¿Cese de Custodia? Miró algo que le explicara qué cojones era todo eso y vio la casilla de motivos. Fallecimiento del Padre/Madre o Tutor. Sintió el nudo crecer en la garganta mientras se encerraba directamente en su habitación, dejando a Ally fuera y cerrando con pestillo. Siguió leyendo.

Debido a su situación actual, sin embargo, hemos decidido aceptar la petición del Sr.Guennouni, su Tutor Legal actual…

¡Le había dado…! Apretó los papeles en su mano. ¡¡Puta de mierda!! Le dio una patada a la papelera, que se estrelló contra la pared con un ruido infernal, tirando todo por los aires. Y le siguió la lámpara de la mesilla, la ropa suya que encontró colgada en el armario, el retrato que hizo añicos contra el suelo. Y allí se encogió contra la pared intentando frenar el llanto. ¡No! ¡Calla! ¡No lo merece! Pero no podía frenarlo. Estaba muerta. Por eso no mandaba el dinero.

Cuando consiguió calmarse alisó los papeles que había arrugado en su mano ignorando a Ally, que tocaba a la puerta, que hablaba. Le pedía entrar. No, si lo sabía lloraría, ella aún la… Continuó leyendo para hacerse una idea de a lo que se enfrentaría ahora.

Debido a su situación actual, sin embargo, hemos decidido aceptar la petición del Sr.Guennouni, su Tutor Legal actual, y adjuntamos la información del Plan de Estudios del que podrá disponer el año que viene de aceptar la Beca de Estudios que se le plantea a continuación y que detallamos con todo detalle:

Pasó el plan de estudios mirando por encima un catálogo de un colegio privado llamado Le Rosey y se centró secándose las lágrimas volviendo a ver ese maldito nombre que ponía en todas partes. En sus ingresos en el banco, en las pocas cartas que habían recibido de ella desde Rabat, en… No, no quiso pensar en ella. Ahora estaba… Continuó.

El Sr. Guennouni acepta responsabilizarse de sus custodias cumpliendo el último deseo de su madre, Valentina Green. El Sr. Guennouni se hará cargo de sus gastos escolares futuros y gastos personales en el momento que acepten y firmen los consentimientos, aceptando con ello las condiciones.

1. Ambas hermanas obtendrán una Beca de Estudios que les permitirá ingresar en la escuela privada Le Rosey (Francia) para el curso 2010-2011 y posteriores, hasta su graduación.

2. Su lugar de residencia irá a cargo del Sr.Guennouni, así como cualquier gasto que requieran de cualquier índole.

3. En el momento que firmen el consentimiento legal del traspaso de custodia y acepten la ayuda que se les ofrece serán partícipes del Programa de Rescate Extremo (PRE), el cual es financiado por el Sr.Guennouni personalmente. (Información sobre el PRE Adjunta al dosier de Le Rosey)

No tuvo calma para leer nada más, mirando la cantidad de puntos y el espacio para que firmaran. Junto a una firma que ya conocía, la de ese…Se secó las lágrimas haciendo caso omiso a Ally, que seguía intentando entrar. Ya sabía básicamente lo que ponía. Acababa de morir su madre, y su último deseo había sido que ese árabe con el que se había ido el año anterior y ni siquiera habían conocido se hiciese cargo de ellas. Y él había aceptado, aparte de ofrecerles…

- Verona, por favor, dime qué pasa.- Tenía que decírselo pero… No, ahora no. Ahora tenía que ir a entrenar. Descargar su rabia contra esas inútiles, ir a comprar. Y comer. Necesitaba comer y hacer desaparecer el inmenso nudo que tenía en el pecho. Beber.

- ¡Nada Ally!- Volvió a intentar entrar.- ¡Estudia y déjame tranquila, joder!- Miró ese dosier tirado en el suelo, como todo lo demás.

Le Rosey, Francia. Quería meterlas en un colegio privado, pagarles… ¿Y a cambio? ¿Y ese Programa de a saber qué? ¿Rescate ponía? No necesitaba que las rescataran de nada, estaban bien. Perfectamente. Tiró el dossier dentro del armario, como todos los papeles, preparando la bolsa de deporte. Iría a por comida antes de entrenar. Ally no podía verla así otra vez, no ahora después del destrozo que había hecho en su cuarto. Y cuando lo hizo sin problemas con el mismo sistema de siempre se dirigió al campo de fútbol, dejando la comida en la taquilla. No había pasado ni la mitad del primer tiempo que vio la jugarreta que le hacían a la más novata de su equipo, tirándola en el suelo de boca. Fue directa a por la culpable, una chica que hacía dos veces su tamaño y contra la que toda su frustración se concentró en una patada en el pecho que la tumbó de espaldas sobre el césped. Y a pesar de que el árbitro pitaba y la intentaban separar le dio varios puñetazos y se llevó un mechón de pelo con ella a los vestuarios.

- ¡Qué haces, Vero! ¡Para ya! ¡Te van a expulsar!- Ignoró los mil y un comentarios de esas idiotas que no entendían nada. Ya daba igual, no le habían dado la Beca, no podía pagar el alquiler, la luz, el agua que ya no salía caliente por no pagar el gas. No podía encargarse de Ally, estudiar, el equipo, la comida, la ropa, el casero, su madre…

Su madre estaba muerta, se recordó dándole una patada a la puerta del vestuario. Se metió en las duchas con el uniforme de fútbol incluido sabiendo que hasta final de partido no la molestarían. Y lloró como no se había permitido hasta ahora, notando el nudo ahogarla como nunca antes. Ya estaba ahogada y hundida en la mierda, en esa casucha con olor a pescado, y ahora no podría siquiera plantearse seguir estudiando para que su hermana… Se encogió contra la pared empapada, con el agua caliente recorriéndola, ese sonido de presión liberada que daba contra el suelo donde su vista se quedó fija, en silencio, hasta escuchar la puerta del vestuario chirriar.

- ¡Lárgate, está ocupado!- Dijo sin mirar ni quién era. No podían ser ellas, aún no había terminado el partido.

- Señorita Green, soy yo, la señora Jarrah.- Ese acento…Ella. ¡Qué coño…!- Su hermana me ha dicho dónde podía encontrarla, espero no ser inoportuna.- ¿Ally? ¿Ally había…? ¡Joder! ¿¡Qué coño había hecho ya la muy pava!?

- Lo eres, pírate y déjame en paz.- Ahora no quería hablar con esa mujer árabe que seguramente iría en nombre de…

- El Señor Guennouni espera su respuesta a final de semana, no lo olvide.- Escuchó la puerta del vestuario cerrarse. ¿Esa semana? Se la podía dar ahora. Era un no, no aceptaría ayuda de ese hombre. Nunca. No tenía nada que ver con ellas.

Se escondió en uno de los retretes hasta que no escuchó un solo sonido. Ya había terminado el partido, se habían duchado. Y por supuesto habían perdido. Había empezado a comer hacía ya rato, igual que a beber mientras escuchaba las animadas conversaciones de esas idiotas que no sabían lo dura que podía llegar a ser la vida. Sus padres se encargaban de ellas, no tenían que enfrentarse a nada con quince años. Y Ally, con catorce, acabaría igual que ella si… No podía pensar, sólo comer. Comer y regar la comida con alcohol, el cual le fue nublando el sentido y facilitándole la tarea a la hora de sacar ese inmenso nudo de su cuerpo. Pero esta vez había bebido demasiado, no había calculado y estaba bastante mareada. Dejó la botella de Martini a un lado a oscuras, encogida y aún chorreando. Tenía que volver a casa, Ally se iba a preocupar, pero no podía moverse. Se sentía débil después del atracón y posterior vaciado, por lo que se apoyó en la bolsa de deporte aún llena a descansar. Sólo un momento, sólo…

- Querida, es tarde, ¿qué haces ahí?- Levantó la vista molesta dándose cuenta de la luz que la deslumbraba. Por la voz ronca era el guarda de seguridad y árabe, fijo. La perseguían.

- Déjame en paz, no es problema tuyo.- Se había dormido. Mierda, Ally estaba sola y…

- Ahora sí, mi niña.- El guarda dejó de alumbrarla y escuchó que se acercaba. Intentó levantarse pero no tenía fuerza y el mareo…- Shh…Tranquila…shh…- Sintió que la alzaba del suelo sin problemas.

- Suéltame, puedo hacerlo sola.- Murmuró a la sombra que la sacaba del vestuario a paso lento y en silencio, dejando su bolsa atrás. Y vio más sombras a su alrededor. Se revolvió como pudo empezando a espabilarse a marchas forzadas.- He dicho que…

- Cállate.- La seca orden mientras la puerta del vestuario se abría haciéndola parpadear la dejó muda, así como el rostro que vio a la luz del pasillo. Un hombre de tez morena con perilla, labios gruesos, nariz aguileña y pelo negro recogido en una coleta la llevaba. No era el guarda, iba completamente trajeado, y cuando fijó en ella unos ojos de pestañas largas y oscuras vio que le sonreía. Era…- Pareces un pajarito sin plumas, mi niña, no pesas nada.- Su corazón palpitó frenético y se revolvió, esta vez con todas sus fuerzas hasta que sus pies tocaron el suelo, ignorando el mareo.

- ¡¡Suelta!! ¿¡Quien coño eres tú!?- Chilló intentando liberarse de esos brazos que la rodeaban impidiendo que echase a correr. Conocía a ese tío, le había visto antes en…

- Menudo carácter.- Dijo riendo.- Me gusta preciosa, pero ahora te toca descansar un poco.- Sintió una mano taparle la boca con un trapo, un olor fuerte y penetrante. Su cuerpo dejó de responderle a las pocas bocanadas. Dejó de luchar y calló en la inconsciencia.

Mis múltiples formas de masturbarme

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En este relato completamente verídico os voy a describir como, de vez en cuando, practico mi autosatisfacción.

Me gusta excitarme viendo fotos o videos de mujeres desnudas, practicando sexo e incluso videos gays. No soy lo que se dice bisexual al 100% porque no me motiva besar a los hombres pero reconozco que me excita practicar sexo de vez en cuando con uno. Una vez puestos una polla me excita y me motiva.

El caso es que la mía me motiva mucho. La tengo grande de unos 20 centímetros y de un grosor normal. Tengo bastante flexibilidad y en ciertas ocasiones además de excitarme contemplando como bajo y subo la piel, como me deleito con mi capullo al aire mientras lo acaricio por los lados, como me relamo lo dedos después de segregar líquido preseminal, en ocasiones me chupo mi propia polla. Sentado me agacho y con la lengua me rodeo el capullo.

Por supuesto no es lo mismo que te lo hagan pero el caso es que me pongo a mil y termíno pronto. Otra forma es tumbarme en la cama y levanto las piernas. Mi cuerpo se pone en forma de C y así alcanzo a meterme el capullo entero en mi boca. Succionarme el capullo, saborear mi polla me encanta pero lo mejor viene cuando me corro y puedo saborear mi esperma, caliente y suave. Es un morbo total notarlo en la boca. Notar como bombea la polla en mi boca.

Por otro lado, y esto lo recomiendo, masturbarse mientras te metes algo por el culo es brutal. No sé qué pasa que debe de haber algún nervio en el ano que se contrae y produce una excitación brutal. El momento del orgasmo con algo en el culo o una polla que también he probado es brutal.

También he probado a usar una berenjena. Haciendo un agujero y metiéndola dentro se consigue un juguete placentero.

Cuando era muy joven, metía la polla entre el somier y el colchón y lo follaba. Duele un poco pero la libertad de empujar con las manos libres es estupenda.

Otra forma es usar un cepillo dental eléctrico y ponerlo en la uve del glande. Cuando vibra te corres de un modo brutal.

Con mi polla medio flácida he alcanzado a meterla un poco en mi ano y también tiene morbo pero en cuanto te excitas se hace imposible.

Como soy muy morboso y fetichista también me he masturbado con las bragas de novias, amigas y familiares (sucias y limpias) e incluso he llegado a masturbarme con sus zapatos oliéndolos y poniéndolos en mi polla.

Como soy tan fetichista, en ciertas ocasiones he podido conseguir pelos de la zona genital de alguien y me he masturbado saboreando el tacto de sus pelos en mi lengua.

Masturbarse con el jabón de la ducha es estupendo porque consigues un lubricante especial que se parece al lubricante que segregan algunas mujeres.

Espero haber podido inspiraros y si se os ocurren nuevas ideas podéis comentármelas.

Amante y luego tu

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“no era locura cuando pensé que escribir lo era, locura era pensar eso, pues eso, es mi vida”

Danii2 _ Espero les guste

Dos golpecitos, suaves y sutiles, no puedo preguntar, como siempre ¿Quién podrá ser? No, esta vez no por que sé quien es, aunque la verdad no lo sé del todo.

Una última mirada en el espejo, y me siento satisfecha, no porque crea que soy sexi, aunque en realidad y dejando la maldita modestia a un lado, lo soy, no porque lo crea, es por que lo soy, me siento así, pero no ando mirándome en un espejo para confirmarlo, solo para mostrarme decente, necesito acción, necesito…

De nuevo toca, el mismo toque, otros dos golpes pero esta vez más rápidos, pueda ser que se enoje o se termine yendo y eso definitivamente no puede suceder.

Abro, y entonces todo comienza como el primer día en el que dejé de ser una niña.

Ah, me enamoro cada vez que la veo, lena

A ver, ya es hora de cambiar de tema cada día al salir de la escuela, no?

Si no fuera así, juraría que podría hablar de otra cosa

Así como?

Así

Es bonita, pero tampoco para que te impresiones

Así, perfecta.

-Mierda! – se cubrió los ojos avergonzada y bajó su cabeza

-¿Entras? – le pregunté, aún sin comprender, no sé quien tenía más vergüenza, si ella por ser prepago, o yo por tener que pagarle a alguien para que se acueste conmigo

-Lo siento – Me miró por fin, pero que bonita seguía esta mujer

-¿Qué?

-Me voy

-Por qué? – pregunté aún señalando mi mano hacia adentro para que pasara

-no puedo estar acá

-¿por qué?

-¿Cómo porqué?

-Por que soy yo, o por que soy mujer

Suspiró – Entra, por favor – le pedí

-Quéjate si quieres, pero no puedo

-no va a pasar nada si te doy asco o algo por el estilo – no podía comprender

-Ja – dijo con sarcasmo – y hablas de asco… – suspiró de nuevo y miró hacia abajo – eres de lo más decente con lo que me cruzo

-¿Cuál es el problema entonces?

-¡Que te conozco! – dijo dramática –

-¿Sabes mi nombre? – le pregunté sabiendo la respuesta

-estudiamos en la escuela – evadió mi pregunta intentando recordar

-yo sé el tuyo, pero tu no el mío, lo que realmente responde en contra a lo que dijiste, no me conoces, estudiamos juntas – realmente no era tan segura al hablar con una mujer, tampoco era que no supiera como tratar a una, era solo que ser yo la que tenía el dinero para pagar me ponía en un nivel superior – Ahora, pasa que los vecinos comenzaran a hablar

Miró alrededor y pasó por fin

Ya no sabía que decir y a ella realmente se le veía la incomodidad – puedo hacer una pregunta

-¿Qué?

-Si se supone que trabajas en esto… no estás en riesgo de que más de una persona te reconozca?

-Si… pero no cuando es primer día – se rió para ella misma – estoy podrida en la suerte, no crees?

-ni tanto ¿Sabes? – Soné tranquilizadora – no sé nada de tu vida, la última vez que supe de ti fue el día antes de graduarnos, nunca llegaste a la ceremonia

-Problemas – resumió la explicación – luego fui por el cartón

-seguís igual de bonita – miró mi pequeño lugar y luego sonrió en agradecimiento

-y, ahora… debo cobrarte

-¿Cobrarme? – pregunté divertida

-Si – contestó a la defensiva, como desde el primer momento en que me vio –

-cuanto cobras?

-Debes saberlo… sino, no hubieras llamado…

-la verdad no sé, sólo pedí a alguien, y apareciste

-¿no sabias que era yo?

-No

-eres igual de rara

Y entonces recordé a la antigua Lola… – seguimos igual las dos entonces

-también soy rara? – se cruzó de piernas y se tiró a reír

-no, rara no, pero sí cruel

-te duele que te diga así?

-no, ahora no, soy fuerte. – se quedó mirándome – quieres algo de tomar?

-Vamos al grano, sí?

-por que estás tan molesta? Tomemos algo y luego hacemos algo…

No dijo nada más, busqué una botella de whisky, y serví dos copas, caminé despacio pero creí desmayarme en el camino, no sé si todavía seguía soñando, pues estaba esperando mucho para este día. No con ella, pero si con una mujer.

Me acerqué de nuevo y le di la copa – cuantos años tienes ya?

-Veinticuatro – contestó – vos, a que te dedicas?

-Publicidad

-Siempre supe que eras así

-¿Así, como? ¿Rara? – Dije sarcástica y entonces sentí que realmente no me sentía tan nerviosa, me sentía ofendida, ella era la que se estaba prostituyendo y seguía con su arrogancia de mierda que siempre me impidió acercarme – por que supongo, que ser lesbiana, debe ser muy raro en tu mundo ¿no?

-Que sabes tú de mi mundo? – tomó hasta el fondo y cerró sus ojos mientras agitó su garganta

-lo que me muestras

-deja de filosofar conmigo… – intentó recordar de nuevo mi nombre y no pudo

-Martina – le extendí mi mano – Olvidemos que fuiste la niña odiosa y tonta y popular de la escuela y yo fui “rara” como dices tú

Sonrió arrogante – puedes darme otra copa?

-toma esta – le brindé la mía

-no tienes que embriagarme para disfrutar de mi – soltó menospreciándose

-no tengo que embriagarte para disfrutarte porque por eso pago, no? – dije en su mismo tono

Se levantó, y con sus ojos oscuros me miró de la manera menos encantadora, no sabía realmente por que estaba tan enojada, no era mi culpa que en su primer día se encontrara conmigo. No era mi culpa que en mi primera vez, me tocara con ella.

Se sentó sobre mis piernas, me acomodé sobre el espaldar del sofá y me hice agua al pensar en un beso de esos labios rojos y relativamente pequeños. De inmediato se bajó, recuperó su “sentido” por así llamarlo y se hizo a mi lado.

No era exactamente que yo quisiera fingir serenidad cuando eso era lo último que existía en ese momento, los nervios habían pasado tan rápido como cuando llegaron antes de verla e incluso cuando la vi parada en la puerta de mi casa, ahora sólo quería burlarme, o de alguna manera vengarme… no era que me hubiera hecho algo en el pasado, pero su sola presencia que aparentaba tanto orgullo y soberbia me molestaba, quizás, aunque me costara admitirlo, porque por esos dos amigos suyos, nunca pude, así lo intentara, acercarme a hablarle.

-sólo digo que siempre supe que eras lesbiana

-No me digas… – comenté, sin prestarle la importancia que se merecía su afirmación

-siempre te gustó estar con más mujeres que con hombres

-Eso no dice nada – tomé otra copa, y ella me siguió – muchas mujeres prefieren eso, ya que la mayoría opinamos que estar con ellos nos resta inteligencia – encogí mis hombros, pensando en todos los hombres menos en mi buen amigo Homero

-no sólo era eso – cambió su posición y se ubicó mejor apoyando su brazo sobre el sofá, entonces aprecié sus piernas, llevaba un short, de tela delgada pero fina, de color oscuro, unos tacones en un tamaño considerable, no eran exageradamente altos pero demostraban elegancia con su tamaño – era la manera en la que mirabas a las mujeres – expresó, clavándome esa mirada acusadora y traviesa con la que sus ojos negros me apuntaban directo, se alborotó el cabello y me pidió otra copa más, entonces decidí traer la botella y servir otra ronda de nuevo – era la manera en la que me mirabas a mí – concluyó triunfadora

-Eras hermosa, obviamente me gustabas – admití

-Me di cuenta, yo lo sabía, me divertía cada vez que pasaba cerca de ti y te ponías nerviosa, sin saber que hacer – sonrió y mi corazón aceleró, que carajos le pasaba – porque nunca me hablaste?

-¿Por qué tenía que hacerlo?

-Pues – tocó mi pierna derecha, y por fin me dejó ver, entre tanto maquillaje y miradas burlonas, una tristeza que se asomaba cada vez que me tocaba – yo te gustaba

-¿y?

-¿Cómo, y?

-que me gustaras no quería decir que quisiera algo contigo

-no le encuentro lógica

-La lógica – le respondí, separándome un poco – es que tú eras tonta – y llamé su atención – demasiado plástica para mi gusto

-Eso lo dicen todas las personas envidiosas de otras – abrió comillas con sus dedos – “lo importante es la belleza interior! Pff – pronunció, tomando otro poco

-Yo creo en esa frase, y no te tengo envidia

-sí que la tienes – afirmó, en un tono retador – por eso me hablas de ese modo, a mí me molesta que mi primera vez en este trabajo tenga que ver a un conocido – dijo, con menosprecio – pero y ¿tu? Tienes que pagar para que alguien se acueste contigo.

La miré, tragué saliva y rogué por dentro no caer por culpa de sus palabras – no pago para que alguien se acueste conmigo

-Ah, no? – preguntó, respondiéndose al mismo tiempo – que hago yo aquí entonces? –

-No quiero involucrar sentimientos

-¿Qué significa eso?

-No tengo que darte explicaciones, si así vas a comenzar – negué con mi cabeza – iniciaste mal cariño

-¡no me digas que tengo que hacer! –

-Solo te estoy aclarando Lola, que aquí la que paga soy yo

-Púdrete – se levantó, justo se había acomodado tan bien que al levantarse tan de prisa no se acomodó bien su tacón derecho y su pie se dobló, me apuré a detenerla antes de que se cayera y en el afán de que con su orgullo no quería dejarse ayudar, me empujó bruscamente y la caída terminé siendo yo, me lastimé la espalda al chocar con la mesa en la que estaba la botella.

-Lo Siento! – se apuró a decir, intentando ayudarme

-Vete

Se quedó en silencio, quise levantarme pero no pude, extendió su mano y me miró arrepentida – ven, te ayudo – susurró, acepté su ayuda y me ubiqué sobre el asiento

-Uch

-¿duele?

-Vete -

Nuestros ojos se cruzaron, si no fuera así, sería la mujer perfecta, por que físicamente, no tenía ningún maldito defecto. – fue mi culpa… Martina

-En serio? – llamé a mi sarcasmo

-Déjame

-yo puedo sola, vete de mi casa

-No

-Pero mujer ¡quién te entiende! – dije casi en grito

Sintiendo mi cuerpo caliente y a punto de estallar pero del enojo, primero actúa groseramente, me hace caer cuando solo intento ayudarla y ahora que la echo dice que no

-Lo siento…

Y reí

-¿Cuál es la maldita risa? – dijo, ya sentada de nuevo y tocando su cabello desesperada

-no eres capaz de pedir perdón?

-Dije que lo siento

-a eso me refiero

-mira – respiró – intento disculparme a mi manera – explicó

-¿Por qué estás tan molesta conmigo?

El silencio se apoderó del momento, cogió la botella y bebió hasta que su garganta no pudo resistir más – Eso es un desastre

-¿Qué lo es?

-No me ves? – se levantó, se dio la vuelta para que yo la mirara – crees que me siento satisfecha de prepago? – Se retiró su chaqueta de cuero y me dejó ver su cintura pequeña, cubierta por un blusón de un color rosa claro – es un maldito infierno, no quería – se rindió, quebrantando su voz – no quiero acostarme con nadie por plata

-¿por qué lo haces entonces?

-tengo una familia a quien mantener

-¿ya tienes hijos?

-No, pero sí una madre y una abuela enferma

-y no buscaste algo más?

-Martina, todos te ven con este cuerpo y lo único que quieren es acostarse contigo, trabajo? Si he buscado, mi profesión es comunicación social, Pero en la empresa en la que estaba antes cambiaron de administración y llegó otro señor que me estaba poniendo a trabajar catorce horas diarias por un pago que no me estaba alcanzando ni para transportarme… y en este tiempo he sobrevivido con la liquidación de los años que he trabajado pero el dinero se acaba, a donde he ido o no hay trabajo o si hay, requiere también acostarme con viejos asquerosos y morbosos… y…

-Entiendo – interrumpí por que no podía hablar más

-Una amiga me habló de esto… me dijo que pagaban demasiado bien y eso me iba a dar para ahorrar algo mientras conseguía algo mejor

-tu mamá lo sabe?

-No

-tranquilízate – soné conciliadora – debe ser… pesado esto

-tenía mucho miedo de ver con quien me tocaba hoy… es mi primer día

-¿tienes novio?

-no tengo que responder eso

-Ok, perdón

-Necesito la plata Martina, hagámoslo rápido

-Siempre eres así?

-¿cómo?

-ibas bien

-a eso no vine?

-sí, pero yo no quiero acostarme contigo

-¿Por qué?

-Porque no – me gustaba demasiado para hacerlo, se suponía que en esto, lo último que iba a pasar era involucrar sentimientos, además, no quería que me recordara por ser la primera persona en su expediente de recuerdos malos.

-no me jodas ahora, ya te pedí disculpas, necesito la plata

Me levanté, su mirada me siguió hasta que mi cuerpo se perdió hasta mi habitación, saqué el dinero suficiente para pagarle por su trabajo y por una propina – sí así debía llamarlo por causarme un terrible dolor en mi espalda – toma – extendí mi mano para darle la plata

-¿Qué?

-Es plata

-yo sé que es plata, donde quieres que nos quedemos, acá o en el cuarto?

-toma esto y vete

-No, hagámoslo y me voy

-ya te dije que no me voy acostar contigo

-no te voy a recibir eso

-¿por qué?

-no te conté mis problemas para causar lástima

-no te tengo lástima

-entonces no me des limosnas

Suspiré, intentar algo con ella era imposible – ya te has quedado el tiempo suficiente para cobrar por tu compañía

-¿bromeas?

-¿Qué le ves de chiste a lo que digo?

-sólo te he causado…

-Toma esto, y vete.

-No lo voy a aceptar, deja de ser rogada, tú quieres y yo… – se quedó en silencio

-¿tu también?

-yo tengo que trabajar

-¿quieres?

-Es mi trabajo

-¿quieres? – le repetí

Me quitó la plata y se levantó, sin embargo, el whisky ya había dejado estragos, estaba desubicada y su maquillaje se había regado cuando lloró – Maldita sea

-¿Qué?

-Estoy borracha

-Pasa tu borrachera acá y cuando te sientas mejor, te vas

-¿Quién te crees tú? La hermana Laura… o…

-mira, para ser una santa me falta demasiado, así que deja las ironías conmigo, solo soy persona, si no quieres quedarte, ahí está la puerta, si quieres quedarte, lo puedes hacer

-¿y tu?

-yo me voy acostar, también estoy mareada – caminé hacia mi habitación, dejando casi que a una desconocida en situación de borrachera, necesitada de plata en la sala de mi casa, pero no me importaba, por que necesitaba un momento para mirarme en el espejo y preguntarme por qué no había sido capaz de acostarme con ella, por que me daba tanto miedo y tanta vergüenza, por que verla y hablarle me quitaba seguridad, por que me gustaba tanto pero sentía cierto desagrado, por qué no la trataba como se merecía y a cambio le regalaba mi dinero.

ll

Miré mi celular, Angie me había llamado dos veces en toda la tarde, terminar con ella no me tenía feliz, pero si tranquila. Estar al lado de una persona que solo demuestra interés económico y personal, es lo mismo que estar solo, Pero si es extraño no tenerla a mi lado, no pasar mi tarde con ella, no tenerla acá.

¿Martina? – escuché su voz, miré la hora y recién había pasado las siete de la noche

-¿Seguís aquí? – pregunté, reacomodándome y organizándome mi cabello antes de verla

-Si. ¿Puedo seguir?

-Pasa – dije, y entonces la vi igual de ebria que como estaba

-dejaste casi toda la botella

-y vos te la acabaste – bromeé y por primera vez sonreímos las dos

-te la pagaré – lo dijo en promesa – algún día, cuando tenga el dinero, pero lo haré

-no te la estoy cobrando

-pero era tuya – se adentró un poco más y visualizó la habitación – me gusta la decoración de tu hogar

-Gracias

-quería demostrarte algo – se tuvo un poco de las paredes para llegar a mi cama y se sentó a mirarme

-Cuéntame

-perdóname por ser or… – se enredó al hablar – orgullosa, grosera, irónica y cruel con mis palabras, lo siento de verdad

-Lo sé

-que sabes?

-que lo sientes

-te lo estoy diciendo

-uno puede decir mucha mierda – sonrió – pero tus ojos nunca mienten

-no me digas… – se acercó más a mi – que te dicen mis ojos?

-De hecho mucho – susurré, atreviéndome a tocar su cabello y acaricié el lado derecho de su rostro – por ejemplo, que mueres por besarme – rosé sus labios

-no lo creo – respiró sobre mi cara

-dice un buen autor que si quieres hablar con una mujer no hay que escucharla, hay que mirarla, y tu mirada me dice eso, y también me dice que lo sientes de verdad

-te has portado bien conmigo, y tienes razón, eres persona, a veces se me olvida eso y deshumanizo a los demás

-¿tienes hambre?

-tengo sueño – contestó

-¿vas a acostarte?

-Contigo – jugó

-¿Conmigo?

-Ajam… – sacó su lengua, y sutilmente humedeció mis labios

-no te cosa acostarte con alguien que consideras rara?

-debe ser excitante – susurró

Coloqué mis manos sobre su cintura y la atraje hacia a mi – tu lo eres – dije en voz baja, y me enrede entre sus labios, sus besos sabían a tequila, no podía definir que era lo me pasaba en ese momento, me sentía feliz, la deseaba demasiado, era de esas mujeres que solo ves en la televisión y en las películas extranjeras, de esas mujeres que solo ves al lado de tipos de plata y de camionetas que cuestan millones y millones, de esas mujeres que a cualquiera le puede gustar…

No podía tener labios mas suaves ni mas perfectos, no podía besar mejor, tenía algo que me encantaba, era una sensación casi obsesionante, abrasó mi cuello con sus manos, y se ubicó sobre mis piernas – quiero acostarme contigo – dijo excitada, casi sin poder hablar

-¿has hecho el amor alguna vez? – me separé y le pregunté

-Si – besó de nuevo mis labios – por que preguntas eso?

-¿si entendiste la pregunta?

-¿Qué si he hecho el amor? Pensó y luego me miró -Si – repitió

-¿hablas de sexo o amor?

-viste por que pienso que eres rara – sonrió

-¿Qué tiene de raro mi pregunta?

-el amor no existe. – me miró y quiso besarme – Eso responde tu pregunta?

-si existe Lola – tomé su rostro entre mis manos – yo soy el amor – mencioné, levantando su blusón de material delicado, y dejándola semi desnuda ante mis ojos.

N&B: Diario, Verona G.(3)

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07 de Junio de 2010. (Noche). Brighton (UK)

Le costó abrir los ojos, y en cuanto lo hizo escuchó esa melodía resonando con fuerza en su cabeza. Tragó despacio notando la boca sumamente seca, la lengua inflamada y… Miró la lámpara de la mesilla de su habitación, encendida. ¿Pero qué coño…? Intentó moverse viendo que llevaba puesta una camiseta y unas bragas, que ya no estaba mojada y la melena rubia le tapaba parte de la cara, pero al moverse un poco más para apartarla se dio cuenta de lo que tenía en el brazo y el gotero que sostenía una bolsa de líquido junto a su cama. Se quitó la aguja sin pensarlo dos veces y el dolor le hizo sisear entre dientes, plegando el codo. ¡¡Qué mierda estaba…!! Escuchó una voz ronca junto a otras y… la voz de Allegra. No…

- Ally.- Apenas le salía la voz. Se intentó levantar pero las piernas no le respondieron como debían y cayó de rodillas al suelo.- ¡¡Ally!!- Chilló con todas las fuerzas que pudo.

- ¡¡Vero!!- Levantó la vista hacia la puerta por la que entraba a la carrera, agachándose a ayudarla con el pijama puesto. Carraspeó intentando aclarar su garganta, su cabeza.

- Quién…-Y tras ella vio a ese hombre que tuvo que agacharse para pasar por el quicio de la puerta, a esa mujer árabe y otras dos mujeres con pañuelos en la cabeza. Mientras Ally la ayudaba a levantarse ese hombre les dijo algo en su idioma y cerró la puerta, quedándose él y la mujer de pelo negro y rizado. Se acercaba, estaban en su casa, él.- Largo de mi…casa.- Dijo forzando su voz para que saliese, poniendo a Ally tras ella como pudo sin caerse. Pero apenas podía sostenerse en pie.

- Vero, no pasa nada.- Le dijo su hermana sujetándola.- Él te ha traído, llevas casi dos días inconsciente. Tranquila, estamos bien, han pagado la luz.- Ignoró su emoción y no dejó de mirar con odio a esos dos intrusos de rasgos árabes. No estaban bien. Él era…

- Siéntate y hablemos un poco.- Ally la obligó sin apenas esfuerzo a sentarse. Su cuerpo no respondía, estaba aturdida aún. La mujer trajo un taburete de la cocina, donde él tomó asiento y él le susurró algo a esa tal Moona, que le hacía gestos a Ally para que fuese con ella. ¡Una mierda!

- No.- Le dijo directamente a Ally cuando vio que se movía, sujetando su mano.- Tú aquí quieta.- Miró su carita, sus ojos rasgados enrojecidos. ¿Había llorado?- Qué le habéis hecho.- Masculló con rabia a ese hombre que las observaba fijamente con una sonrisa.

- Moona, iala.- Chasqueó los dedos y la mujer se adelantó a la vez que él se levantaba. Y en un segundo las estaban separando a pesar de los gritos que su quebrada voz le permitió dar, al igual que las patadas al aire sin fuerza hasta ver a Ally desaparecer por la puerta sin oponer resistencia, mirándola con pena hasta que se cerró la puerta y escuchó que cerraban también la de su cuarto.- Cállate reina, vas a conseguir enfadarme.- La tiró sobre la cama, y antes de que pudiera reaccionar le tenía encima tapándole la boca, sujetando sus brazos. Se centró con odio en esos ojos tremendamente oscuros con el corazón acelerado por la ira. ¡No se podía mover, era enorme!- Ahora vas a escuchar lo que te diga y lo harás en silencio, pajarito, o no me tomaré la molestia de explicarte nada. Lo haré y se acabó.- ¿Qué haría qué? Frunció el ceño pero la soltaba, lentamente la soltaba. Se sentó mirando a la puerta. Ally, no escuchaba…- Estará bien, es una chiquilla muy simple e inocente. Dócil, no como tú reina.- Dijo levantándose y volviendo a ese taburete de madera que para su tamaño corporal con ese traje parecía algo ridículo. -¿Sabes quién soy?- Le apartó la mirada. Pues claro que…- Ya veo que sí. ¡Moona!- La mujer entró a los pocos segundos sin que él dejase de mirarla, y le importó más bien poco estar medio desnuda. Alguien la había cambiado de ropa y… Se llevó la mano a la cabeza, embotada, y miró el gotero. ¿¡La habían drogado!?- Es suero.- Le miró otra vez, a él y la cantidad de papeles que observaba con una sonrisa mientras esa mujer salía y volvía a entrar con un vaso que le acercó directamente a ella. Miró a otra parte ignorándola.- Bebe, estás deshidratada.- ¡Se estaba cabreando ya!

- No pienso aceptar nada suyo, váyase de mi casa.- Cruzó los brazos sobre el pecho y escuchó que se reía, lo que hizo que le mirase fijamente.- No voy a firmar.

- Orgullosa como tu madre, una verdadera reina. Me encanta.- Se levantaba otra vez, y se alejó de él mientras tomaba asiento en la cama.- Eres lista temiéndome, pero como te atrevas a abrir la boca una vez más no tendré piedad contigo.- Chasqueó los dedos y la mujer le entregó el vaso, yéndose de la habitación otra vez.- Dices que no vas a aceptar nada, ¿eh?- Se bebió el vaso de agua. ¡Joder, con la sed que tenía! Le dio la espalda esta vez pensando en Ally. Ya no la escuchaba hablar. Estaba sola con esas tías y ella…- Me parece que no tienes elección mi niña, tu hermana ya ha firmado por ti hace rato.- Se quedó sin aliento.- Estaba tan preocupada por ti que vio los papeles, nos llamó y aceptó firmar con tal de que te encontráramos. Y aquí estamos, reina, ya somos una familia completa.- Sintió su mano en el hombro y se retiró bruscamente. Ally había… ¡Mierda! ¡Joder!- Ya veo, sigues enfadada con tu madre por dejaros, ¿es eso?- Reventó.

- ¡Tú no sabes nada de mí! ¡Déjanos en paz!- Fue a levantarse directa a por su hermana, pero él atrapó su cintura con un brazo haciéndola caer sobre sus piernas, tapándole la boca y notando su aliento en la cabeza, paralizada.

- Cállate mi niña, no te enfrentes a quien no vas a vencer nunca o lo pagarás caro.- Pataleó, se revolvió y le dio golpes en esos anchos brazos escuchándole reír.- Estás débil, demasiado débil pajarito, y aun así vas por el camino difícil.- Le susurró en el oído.- Me encanta que lo intentes, así te cansarás antes.- ¿Antes? Ya estaba agotada, y aun así continuó hasta que no pudo mover un solo músculo, pues él la había inmovilizado cada vez más con piernas y brazos contra su cuerpo, el cual la rodeaba por completo. Sólo podía quejarse y aun así mantenía su boca tapada.- Prometes, Verona. Te he estado observando estas semanas y me has llegado a impresionar. Tienes una voluntad férrea y te importa poco el método con tal de conseguir lo que quieres, lo que necesitas.- Apenas podía moverse pero sí recordó… El supermercado. Era él.- En eso somos iguales, reina.- ¡Una mierda!- Yo quise a tu madre, ¿sabes? La quise de verdad.- Y a ella qué mierda…- Pero decidió fugarse del PRE para tener una familia, una vida mediocre, en este pueblo lejos de todo, en esta casucha. – Hijo de… Espera, ¿El PRE? Eso era…- Pero después de tantos años me pidió ayuda y no dudé en dásela. ¿Y sabes por qué me pidió ayuda preciosa mía?- Negó mentalmente, pues no podía hacer otra cosa ahora.- Porque se moría, estaba enferma y había tenido dos hijas con un pescador de mierda que la dejó tirada y no podía manteneros.- ¡Su padre no era ningún pescador de mierda! ¡Era un marine! ¡Y ella le había echado! Intentó moverse otra vez, y otra vez sólo consiguió agotarse y que sus quejas quedaran amortiguadas por esa enorme mano que le tapaba la boca y media cara.- Algo que tú has hecho a pesar de la porquería que te rodea reina, eres increíble. Con esta edad y ya eres toda una mujercita, más fuerte de lo que tu madre fue jamás.- Frunció el ceño. ¿La estaba alabando?- Pero bueno, ahora me tenéis sólo a mí y hay tanto de ella en ti que la espera ha merecido la pena.- Volvía a susurrarle al oído, y le levantó de repente la cara con la mano que mantenía su boca tapada.- Fíjate, ni una lágrima. Fuerte y orgullosa como Valeria. Y tus ojos…- Su risa ronca le hizo apretar los dientes.- Mírame reina.- Lo hizo con todo el odio que fue capaz, viendo una amplia sonrisa por su parte y esos ojos oscuros de pestañas largas que la miraban de una forma que la paralizaba.- Su viva imagen, y tan jovencita…- Se le atragantó el tono que estaba usando. No le gustaba nada, cada vez menos.- Con un espíritu como pocos, tan fiero…- Vio su rostro acercarse mientras le giraba la cara a un lado, sintiendo su respiración en la oreja y su nariz aguileña rozarla. El grito amortiguado que dio le hizo reír otra vez.- Va a ser un placer domarte, mi niña.- ¿¡Do…domarla!?- Un verdadero regalo de Alá hacerte completamente mía.- ¿¡¡SUYA!!? Se intentó separar de él sintiendo que el corazón le iba a estallar con la respiración agitada del puro miedo. -Shhh, tranquila.- Y hasta que no se calmó en silencio no volvió a hablar. No escuchaba a Allegra desde hacía mucho rato.- Ahora cuando te suelte vas a meterte en la cama, y si oigo un solo ruido iré directo a por la pequeña pianista.- ¡¡Será bastardo, Ally no!!- ¿Serás buena chica, verdad mi reina?- Volvió a rozarle la oreja con su aliento. Asintió como pudo con los ojos cerrados.

Empezó a soltarla lentamente, a liberarla de ese opresivo abrazo hasta que pudo alejarse de él lo más aprisa posible, encogiéndose contra el cabecero de la cama. Y él se tumbó a su lado sin dejar de mirarla sonriente, levantando la manta para darle a entender que tenía que ‘meterse’ en la cama. Con él. Cogió parte de la manta y se tapó las piernas apartándole la mirada, escuchándole reír y murmurar algo en su idioma. Estaba agotada, estaba hambrienta y la sed era…Sus párpados le pesaban. No, no podía dormirse, y después de un rato interminable de silencio vio que apagaba la luz de la mesilla, y a oscuras sintió una caricia en la pierna que hizo que se encogiera aún más, sacándola de su momentáneo sopor. Y cada rato volvía a hacer lo mismo, provocando que su espacio fuese cada vez menor hasta que no pudo encogerse más contra la pared y el cabecero de la cama, sin verle pero sabiendo que estaba ahí cada vez que le rozaba la pierna por debajo de la manta y le escuchaba reír. Pero no podía hablar por más que le jodiera, ni moverse, sino Ally… No, no te duermas. Se repitió cuando no hubo más roces que la despertaran, cuando sólo hubo silencio y oscuridad. Y un cansancio que la vencía poco a poco. No te duermas, no te duermas, no te duermas, no te duermas, no te duermas, no te…

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