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Channel: Relatos Eroticos
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Soy una puta sumisa…

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“HE SIDO UNA BUENA PUTA …MI AMO ESTAR ORGULLOS DE MI…”

Allí estaba yo en la calle esperando algún cliente que llegara y reclamara mis servicios. No suelo llevar muchas ropas, la mayoría de las veces mi collar de perra con mi cadena para ser paseada y botas altas por encima de la rodilla. Alguna vez puedo levar un corset, de eso que te dejan las tetas al aire y llegan a la cintura. Esa suele ser mi vestimenta cuando voy putear, mi amo dice que se debe ver bien la mercancía que se vende e incluso se debe probar un poco, por lo que me dejo manosear antes de que el clientes se decida si me adquiere o no. A mi me gusta mostrarme así, como mercancía…para ser usada.

Llegaron ellos andando por la calle y se acercaron a mi…

-puta, cuanto nos cobrarías…

-que es lo que queréis…

-que seas nuestra perra… dijo uno de los tres hombres, mientras me palpaba mis tetas.

-bien por los tres será…

-jajajajajajaja -se rieron los tres…

-una puta como tu no vale tanto…jajajajajajaja, tu eres una puta callejera, una golfa desgraciada, hija de puta…jajajajaja

-cuando termines tu trabajo ya veremos cuanto te damos… cerda, hija de puta… ahora vamos…

Cogiendo mi cadena me hicieron seguirles a cuatro patas como las perras hasta un parque algo solitario no muy lejos de donde estábamos. Cuando llegamos no se escondieron mucho, y aunque era de noche, se podía ver perfectamente nuestra figuras…tres hombres y una perra.

-vamos perra… tu haz tu trabajo… guarra…

Me acerque al que parecía ser el “jefe” y al que llamaba Ramón, abrí su pantalón y saque su polla que empecé a pajear y a meter en mi boca…

-ya os dije que esta puta es muy obediente y sumisa…

Los otros sacaron sus pollas y las cogí con mis manos. Así, mientras mamaba la de Ramón pajeaba las tras dos y después las iba alternando una, otra, otra… en mi boca… hasta que llege a meterme la tres a al vez en mi boca…

-traga guarra, hija de puta, trágate las pollas, mierda…

Yo sentía como me ahogaba, pero seguía tragando las pollas si protestar…

Después Ramón se salió de mi boca y se puso detrás de mí, y de un fuerte empujón metió su polla por mi culo…

-que carajo, furcia… pues si que tienes el culo abierto… mi polla a entrado sin problema… se ve que este culo lo usan muchos machos todos los días…¿a que si puta?

Dándome fuertes azotes en el culo me decía…

-responde zorra, ¿a que si?…

- si, si señor si, muchas…

-pero que puta eres guarra…

Mientras, los otros dos se divertían metiendo sus pollas en mi boca y dándome algunas bofetadas en m cara…

-bien vamos a meter dos pollas en tu culo, furcia…

Vi como uno que se tiraba en el suelo, y otro me cogía de mi pelo y tirando de el me hacia montar en cima del primero clavándome su polla en mi culo… después el que me había cogido del pelo, se coloco detrás y sentí como metía también su polla en mi culo, empezando a bombear con fuerza… Yo sentía como sus pollas llegaban a mi estomago y golpeaban contra el, me lamentaba del dolor cuando Ramón me cogió del cuello con sus dos manos y aprenatdo fuerte mi cuello me decía…

-te gusta, eh, cerda… puafffffffff, y escupía en mi cara, refregando su escupitajo por mi cara con su mano…

-puafffffff…puaffffffffffff… vamos amigos, rómpele el culo a esta cerda, vamos reventarla de una vez… jajajajajaja….puafffffff… plaffffffffff…(bofetón)

-puta… te gusta, a que si, ¿ a que sabemos tratar a las puta de mierda como tu?…

-si , señor, si

-por que eso es lo que eres, una puta de mierda, una guarra, una cerda, una fulana lameculos…

-eso haber que tal lames los culos, zorra…

Ramón se giro y puso su culo en mi boca… vamos guarra, méteme la lengua por mi culo… límpiamelo, cerda, límpiamelo…

Yo abrí la boca y metí mi lengua en aquel culo mientras los otros dos seguían bombeando y azotando mi culo…

-siiiiiii, asi perra, asiiiiiiiiiii, lame y comete bien mi culo… que bien lo hacer guarra…siiiiiiiiiiiiiiiiiii

Cuando quito su culo de mi cara y mi boca, se volvió y me dios dos bofetones que me deajron la cara “marcada”…

-jajajajaja…esto es por que me apetece, puta, simplemente…jajajajaja

Los otros salieron de mi culo a punto de correrse, se pusieron frente a mi

-abre bien la boca y los ojos hija de puta que te vamos a llenar de leches toda tu cara y vas a tragar leche…perra…

Los dos se corrían al mismo tiempo sobre mi cara, en mi boca y sobre mis ojos que Ramón se encargaba de que no se cerraran cuando caía semen sobre ellos…

-ufffffff … que corrida… que pedazo de puta haz traído Ramón…

-jajajaja…ya os lo dije… es la mas puta… ahora me correré yo… pero lo voy a hacer en tu culo puta…

Se puso de tras de mi otra vez metió su polla en mi culo sin miramiento…me cogio del pelo y tiraba de él, haciendo que mi espalda se arqueara…

-mirar como me follo a este animal… jajajajajaja…decía levantando una mano y golpeando con sus caderas fuertemente mi culo.

Permaneció así un tiempo hasta que sentí que me cogía de mi caderas y me pegaba a el son fuerza…sintiendo que su leche caliente inundaba mis entrañas…

-¡¡¡¡ toma leche hija de puta, toma lecheeeeeeeeeeee!!!!

Yo movía mis caderas con fuerza y apretaba mi culo para que no se me fuera a escapara aquella polla ni nada de aquella leche de dentro de mi…

-siiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, dame tu leche cabrón… dame tu leche….

Cuando termino salió de mi culo…se puso delante de mi y me dijo…

-¿Qué me has llamado, puta de mierda? pplaaaaaaffffffffffff….pplaaaaafffffffffff

Recibí dos bofetones que me tiraron al suelo…

-perdón, señor perdón…

-que perdón, ni que mierda…chúpame la polla y déjamela limpia, cerda…

Metí su polla en mi boca y se la mame para dejársela limpia… cuando le guarde la polla en su pantalón y le cerré la cremallera escuche que decía…

-Chicos nos vamos…

- y mi dinero, me tenéis que pagar por el trabajo…

-a las putas como tu no se les paga… se las usa y se tiran…

-jajajajajajajajaja…rieron todos…

-solo eres un objeto para usar y abandonar… apréndetelo bien es lo que eres, puta….

Y se alejaron si pagar nada por usarme…

Me levante…y volví a mi calle con la cara llena de semen de aquellos dos clientes y el culo lleno de leche de Ramón… Mientras iba por la calle, me decía a mi misma (no puedo decir pensaba pues mi amo me ha enseñado que las perras no piensan)

-“al menos he sido una buena puta golfa… mi amo estará orgullos de mi…”


Marina quiere ser madre

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Me llamo Alberto y tengo dieciocho años, vivo con mi padre, Vicente, de cuarenta años y con Marina, su esposa de treintaicinco. Mi madre había fallecido hace casi ocho años y hace algo más de dos años mi padre se caso con Marina. Desde el fallecimiento de mi madre, había vivido con mis abuelos maternos, mi padre no podía cuidar de mí, trabaja de camionero viajando por toda Europa y a consecuencia de ello, se pasa varios días fuera de casa. Después de la boda mi padre hizo que me fuera a vivir con ellos.

Al principio, mi relación con marina fue distante, era la sustituta de mi madre y eso no me gustaba nada. Pero poco a poco, fui cambiando mi aptitud hacia ella. Era una mujer maravillosa, me trataba con cariño pese a mis desplantes, siempre tenía una palabra amable y una sonrisa en sus labios hacia mí. Sin ser de una gran belleza, su cara tenía unos rasgos preciosos. Su máxima obsesión era ser madre, conforme pasaba el tiempo, se iba desesperando más. Un día, creyendo que yo no les oía escuche toda su conversación

- Nunca voy a ser madre, se quejaba Marina

- Aún tienes tiempo, Alberto tardó casi cuatro años en venir.

- ¡Cuatro años! Dios mío, voy a parecer su abuela

- No exageres, muchas mujeres tienen hijos ya mayores.

- Pero yo lo quiero ahora, no dentro de cuatro años

- Lo único que podemos hacer es seguir intentándolo, por eso que no quede.

Se subieron a su alcoba, y a través de la puerta cerrada los pude oír mantener relaciones. Pero nada, cuando le bajaba el periodo, Marina se venía abajo y lloraba. Tendría que esperar otro mes. Un día al regresar a casa, vi que Marina no había regresado todavía de la oficina y me subí a la buhardilla que teníamos en el chalet, solía pasarme las horas muertas allí escuchando música o leyendo. Al rato, oí un coche llegar, vi bajar a Marina y a otra mujer, Almudena, una compañera de la oficina. Tardé un rato en bajar, el salón está dividido en dos alturas, y desde arriba se puede oír todo lo que se habla abajo sin peligro que le vean a uno.

- Ya no sé lo que hacer, pasa el tiempo y no puedo quedarme embarazada

- ¿Habéis ido al médico?

- Yo sí, pero no, dice que él no le pasa nada

- ¿Y qué te ha dicho el médico?

- Que puedo tener hijos perfectamente, no me pasa nada

- Entonces ya sabes, el problema lo tiene él. ¿y si es estéril?

- Como va a ser estéril, si tiene un hijo.

- Pareces tonta, hija. ¿y si el hijo no es suyo?

En ese momento un sentimiento de odio afloro hacia aquella zorra. Insinuar que mi madre había engañado a mi padre. Me costó contenerme, pero lo hice.

- Imagínate que su esposa, viendo que no se quedaba embarazada, o por un desliz o por lo que sea, tuvo relaciones con otro hombre, y de resulta de ello, quedó embarazada.

- No sé.

- Tu misma me has dicho que el chico tardó cuatro años en venir.

- Sí, pero eso no implica…

- Cuatro años que tardaron ellos, más dos vosotros, seis años. Muchos años para no quedar embarazada.

- No sé qué hacer, cualquiera le insinúa de hacerme una inseminación por que el no vale para darme un hijo.

- Marina, cariño, hay otra manera más sencilla.

- ¿Estás insinuando…?

- Tu misma, pero visto lo visto, a lo mejor es la mejor opción.

- No, no eso nunca.

- Pues vete haciendo la idea de no ser madre.

Almudena se levantó y se despidió de ella, me volví a subir a la buhardilla. Marina entro en su alcoba, salí sigilosamente de la casa y al rato regrese como si nada. Marina estaba en la cocina,

- Hola cariño, ¿ya estad de vuelta?

- Si, ¿qué hay de cena?

- Filetes y patatas fritas.

Pude notar que estaba triste y pensativa, me acerque a ella y la agarré su mano

- ¿Te pasa algo? Te noto extraña.

- No, cariño, tengo un poco de jaqueca.

- Entonces siéntate, que yo hago la cena.

- No, ya la hago yo, no me duele tanto..

- Oye, que no soy tan inútil para no saber freír unas patatas y unos filetes.

- Bueno, hazlo tú, y se fue.

Cenamos y poco a poco se fue animando. Al final de la velada ya se reía y todo.

- ¿Te apetece que mañana vayamos al cine y a cenar por ahí? Le pregunté

- Claro que sí, me encantaría

Nos fuimos a acostar cada uno a su habitación. Me costó dormir, pensaba en la conversación de esa tarde. Y si tenía razón esa mujer y mi madre había tenido un amante y ese era mi verdadero padre. Pero no podía aceptar esa idea.

Al día siguiente fuimos al cine y a cenar, nos lo pasamos muy bien, sobre todo ella. Marina estaba feliz y yo también lo estaba de verla así. A partir de ese momento, una o dos veces por semana, cuando mi padre estaba de viaje, salíamos a pasar la velada por ahí. Mi padre nos animaba a que saliéramos, no quería que Marina se quedase en casa todo el tiempo. Una noche, después de cenar me dijo.

- Mañana he quedado con las chicas de la oficina a celebrar el cumple de una de ellas. No pasaré por casa, iremos directamente desde la oficina.

- De acuerdo, que os divirtáis.

- Lo haremos

Al día siguiente, pasadas las once de la noche, oí un coche parar a la puerta del chalet. Me asomé y vi un taxi parado. De él salieron cuatro mujeres, Marina era una de ellas, abrí la puerta y encendí la luz del porche.

- Eh, mirad que chico más guapo nos sale a recibir.

Reconocí a Almudena, la zorra que insinuó que mi madre había sido infiel a mi padre. Las otras dos me miraron y me silbaron, todas estaban un poco borrachas.

- Dejadle en paz, lobas, es muy joven para vosotras. Dijo Marina, se la notaba en la voz que también estaba un poco “alegre”

- Callaos, chicas, se va a enterar todo el barrio. Les dije

- Shhhh, shhhh empezaron a hacer las tres mujeres con un dedo en los labios.

Sujeté a Marina por un brazo para ayudarla a subir las escaleras, cuando ya estábamos a mitad de ella, oí la voz de Almudena

- Marina, no seas tonta, acuérdate de lo que te he dicho

- Vale, vale, contestó y agitó la mano en señal de despedida

Se montaron otra vez en el taxi y se fueron. La llevé al salón y se sentó en el sofá. Se agarró la cabeza con ambas manos y se recostó.

- Ay que mareo, me da todo vueltas. Tengo ganas de vomitar.

- Aguanta , que te llevo al servicio

Llegamos justo a tiempo, la pobre echó hasta la primera papilla. Se quejaba amargamente,

- Ay, qué mala estoy. Para que habré bebido, si no estoy acostumbrada

- Tranquila, no hables

La tenía sujeta la cabeza por la frente para que no se golpease con la taza, mojé una toallita y se la puse en la frente.

- Gracias cariño. Qué bueno eres.

- ¿Te encuentras mejor?

- Si, ya me voy encontrando mejor, gracias.

La incorporé y la senté en la tapa del servicio.

- Anda, cariño. Dame el cepillo y la pasta de dientes, no quiero acostarme con este sabor en la boca.

Después de lavarse los dientes, la ayudé a subir a su cuarto. La tumbé en la cama y me quedé sentado junto a ella. La tenía agarrada por la mano,

- ¿Quieres que te prepare una infusión o algo?

- No, gracias. No tengo el estomago para tomar nada.

Estuvimos un rato así, ella me miraba y me sonreía.

- No le digas nada de esto a tu padre, por favor.

- No te preocupes, será nuestro secreto. Y la di un beso en la mejilla

Me fui a levantar pero ella sujetó mi mano fuertemente para que no lo hiciera. Me atrajo hacia ella y abrazándome me dio un beso en la boca.

- No te vayas, quédate conmigo esta noche.

Empezó a desabotonarse la blusa, llevaba un sujetador negro transparente, pude ver sus areolas grandes y oscuras con unos pezones duros como piedras. Le quite la falda, sus braguitas hacían juego con el sujetador, una mata de pelo negro se le transparentaba. Le bajé las braguitas y ella se quitó el sujetador. Me quedé contemplando por primera vez su cuerpo desnudo, estaba ligeramente rellenita, pero eso la hacía más preciosa todavía y no tenía ni rastro de celulitis. Sus pechos no estaban firmes pero eran grandes y carnosos, sus muslos suaves como la piel de un niño, las caderas anchas y unos glúteos magníficos completaban un cuerpo espléndido.

Besé su vientre, ella respiraba profundamente, bajé a su coño y con mis labios cogía sus labios estirándolos, pasaba la lengua por su clítoris, ella gemía. Fui subiendo y le comí sus pechos, me metía en la boca sus areolas y con mis labios sujetaba sus pezones y tiraba de ellos.

- Métemela ya, por favor, no me hagas esperar dijo entre jadeos

Me puse sobre ella, me agarró la polla y se la introdujo en el coño. Inicié un bombeo pausado, quería hacerla gozar, ella se mordía los labios.

- Si, sigue así. No te pares, mi vida.

- Te quiero, amor mío, te quiero

Aumenté el ritmo de la penetración, ella cada vez gemía más alto. Hasta que tuvo su orgasmo y dio un alarido.

- Sigue, no te pares, amor mío.

Al instante eyaculé, ella me sujeto con sus piernas por la cintura y con sus brazos me apretó más aún contra ella.

- No la saques, por favor, no la saques, me dijo al oído.

Nos giramos hacia un costado para que ella no tuviera que soportar todo mi peso. Durante unos minutos permanecimos así, abrazados, exhaustos. Fuimos recuperando poco a poco el aliento. Me soltó y separarme un poco de ella. Nos mirábamos directamente a la cara. Tenía el semblante serio. Por fin, me acarició la cara, unas lágrimas rodaban por sus mejillas.

- Amo a tu padre.

- Lo sé

- Pero tu padre, bueno… no creo que pueda darme hijos. Llevamos más de dos años intentándolo y no consigo quedarme embarazada.

Asentí con la cabeza, comprendía que a ella le estaba costando mucho sincerarse conmigo. La acaricié la cara.

- He estado pensando mucho qué debía de hacer, incluso la fertilización “in vitro”, pero entrañaba muchos riesgos y no me aseguraban el resultado.

Y nunca hubiera podido engañarle con un extraño. Lo único que se me ocurrió es que tú fueras el padre.

Yo permanecía callado, mirándola con ternura. mientras seguía acariciándola la cara.

- Puede que no lo comprendas ahora, pero lo he pensado mucho y sé que serías un buen padre en caso necesario.

- Lo comprendo perfectamente y gracias por elegirme a mí, llegado el caso, sabré cumplir con mi deber

- Gracias, amor mío. Y me dio un beso en la boca.

Nos quedamos tumbados en la cama, ninguno de los dos pudimos dormir en toda la noche. A la mañana siguiente Marina se levantó y se dirigió al aseo. La seguí y cuando se estaba duchando, entre

- ¿Puedo pasar?

- Entra

Me metí en la ducha con ella, nos acariciamos. Con mis dedos pechizqué sus pezones que se pusieron duros. Me agarro la polla e inició un suave masaje. Le di la vuelta, apoyó sus manos contra la pared de la ducha, separó sus piernas todo lo que le permitía la ducha y la penetré. Dio un gemido, me agarré a sus pechos y empecé a follármela con frenesí. El agua caliente caía sobre nuestros cuerpos. Marina gemía a cada embestida mía, yo jadeaba y la besaba en su cuello.

- Te quiero, Marina

- No pares, no pares, Ahhhh

Había llegado al orgasmo, yo seguí follándomela hasta que me corrí. Me quedé quieto con mi polla dentro durante unos minutos como ella quería. La besaba en el cuello, con su mano acariciaba mi cabeza

- Cariño, eres un gran amante.

- Eres una mujer magnifica, mi padre es un hombre afortunado por haberse casado contigo.

- ¿Lo crees de veras?

- Si, se que le amas de verdad, y esto lo haces por amor.

- Si, le amo mucho.

Se puso de rodillas y agarro mi polla, me miro y sonriendo me dijo

- Te voy a dar un regalo que no le he dado nunca a nadie.

Se la metió en la boca y empezó a chupármela, se la metía hasta el fondo de la garganta y se la sacaba completamente, así estuvo un buen rato, yo jadeaba como un perro, era la primera felación que me hacían y estaba en la gloria.

- Me voy a correr,

Pero ella no paró de chupar hasta que me vacié en su garganta, se lo tragó todo. Por fin salimos de la ducha y nos fuimos cada uno a nuestras ocupaciones. Cuando teníamos ocasión, manteníamos relaciones, Marina tenía prisa por quedar embarazada.

Pasado mes y medio Marina nos reunió en el salón. Venia exultante.

- Vengo del médico, estoy embarazada.

- Amor mío, por fin. Y se besaron en la boca.

- Muchas felicidades, Marina. Y me abracé con ellos.

- Esto hay que celebrarlo, voy a por una botella de cava.

Mi padre se fue a la cocina y mientras tanto, Marina se acercó a mí

- Muchas gracias, amor mío, me has hecho la mujer más feliz del mundo.

Durante su embarazo seguimos teniendo relaciones, Marina me quería para ella sola y esta era la mejor forma de conseguirlo. Por fin dio a luz un niño precioso, cuando estábamos en el hospital llego Almudena con una canastilla de regalo. Marina le permitió coger al niño y con tono sarcástico la dijo

- Es idéntico a su padre, y me miro con una sonrisa en sus labios.

De esto ya han pasado dos años, ahora mismo Marina está esperando nuestro segundo hijo, ha cogido carrerilla porque su intención es llegar a tres lo antes posible.

Los albañiles

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¡Hola!

Mi nombre es Juan José, JJ para los amigos. Aunque nací hace cuarenta y dos años en un pueblo de Badajoz (de cuyo nombre ni quiero acordarme) ; hago mi vida desde hace casi veinte años en Sevilla. Vine en principio por una temporada, pero la ciudad me sedujo con sus encantos y aquí me tienen… Que ya hasta suelto hasta algún que otro “miarma” como cualquier sevillano que se precie.

Actualmente tengo novio… ¿ novio? Ah , que no lo he dicho, mis preferencias sexuales son las que vulgarmente se llaman las de un maricón… Siiii, ya sé que esta palabra no es muy políticamente correcta… ¡Pero es que yo no lo soy!. Sé que hay palabras más adecuadas para designar a las personas que les gusta una polla en vez de un coño, pero a mi la palabra maricón, me suena fuerte y solemne.

Como podéis haber supuesto estoy fuera del armario, bueno creo que nunca he entrado en ese sitio. Pero si pensáis que soy la clásica “loca” que va haciendo alarde de su condición a todas horas; erráis. Yo le doy la misma importancia a mis apetencias sexuales, que a mis gustos gastronómicos; si a alguién que conozco de entrada no le digo que me gustan los spaguettis con nata, no tengo porque decirle, si a la hora del sexo, me gustan los caracoles o las almejas …. Lo que yo siempre digo; ¡quien quiera saber que compre un libro!

Bueno, a lo que iba contando, que me pierdo. Aunque actualmente tengo novio… Uno muy guapo y que me quiere mucho, mi existencia sexual ha estado llena de muchas experiencias, unas muy bonitas y otras no tanto ( algunas rozaron lo horrible), pero es lo que tiene esta cosa que se llama vida… ¡Hay que exprimirla todos los días!, porque lo peor es que si no la aprovechas después no te devuelven el dinero.

Yo pienso que me gustan los hombres desde siempre. Era todavía muy pequeñito y ya andaba curioseando en los pitos de los muñecos, pero a estos les pasaba como a los angelitos: nasti de plasti.

A mi parecer existe una errónea creencia que considera a los niños pequeños, unos seres asexuados y según yo lo veo, nada más lejos de la realidad. Y con esto, no quiero decir que esté de acuerdo con esos depravados que para llegar a tener un orgasmo necesitan un ser inocente, ¡no!, lo que quiero decir es que los niños tienen su propia sexualidad , la cual viven a su manera, y que los mayores no debemos inmiscuirnos en ella; aunque creamos que ellos son consentidores de nuestros favores.

Hasta donde mi memoria alcanza, siempre he tenido una fijación con el sexo; concretamente con el que cuelga, que el otro siempre me la ha traído floja. Mi curiosidad era a veces obsesiva, y a la vez que iba creciendo , ésta obsesión se hacía mayor.

Mi primer descubrimiento de lo que podía ser el placer, me llego a los 8 años. En aquel entonces yo era un niño regordete e introvertido, tenía pocos amigos y me pasaba las horas muertas jugando a solas. Pero el que fuera tímido, no quería decir que yo fuera un chico poco travieso…¡ Era un trasto y de mucho cuidado !

Había una obra en el solar colindante con mi casa, y raro era el día que no me saltaba la tapia de mi patio y me colaba entre los pilares y materiales de construcción. ¿ Qué buscaba allí? Enredar, que a mí eso me ha gustado siempre un montón. Eso si, era tan astuto que nunca los albañiles que allí trabajaban fueron conocedores de mi presencia. Bueeeno….Tengo que decir,en favor de los pobres trabajadores, que yo me colaba cuando suponía que no había nadie.

Aquel día como tantos otros, yo creyendo la obra vacía como de costumbre, me di mi rondita de rutina por ella. Pero, tanto va al cántaro a la fuente hasta que se rompe, y aquel día había dos albañiles dentro todavía. Me escondí como pude, tras de un montón de ladrillos, cuyos orificios me permitían observar los movimientos de los dos trabajadores. Éstos lejos de marcharse pronto, parecían que tenían para rato, pues acompañaban a su animada charla con unas cervezas.

Desde mi tamaño, yo veía a los dos hombres como dos gigantes, dos inmensas moles de musculo y pelo; eso sí uno era más corpulento que el otro. Por lo que recuerdo, uno de ellos aparentaba tener unos cuarenta y largos años, el otro veintipocos. El cuarentón era un tio enorme, le sacaba al otro por lo menos una cabeza, con unas anchas espaldas y un pecho peludo como un osito. El más joven era también un tío regordete, pero con el vientre más plano que su compañero. Eso si, con el uniforme de trabajo, ambos lucían un culo, que ya a mi corta edad se me antojaba atractivo.

La charla de los dos hombres parecía no acabar , ¡para mi suplicio! ( pues no quería que me pillaran y me echaran la bronca en casa ). Y venga charlar, y venga charlar…. y yo sin poder moverme, creo que se me quedo dormida hasta la pierna.

En un momento determinado el mayor se levanta, “ ¡Por fin se van a ir !” pensé; pero que va, deja allí sólo al otro un momento y vuelve con algo en la mano. El tío trae una revista guarra,sabía que lo era por que mi hermano siempre tenía una debajo del colchón. Los albañiles se callaron por un momento y empezaron a pasar las páginas de la publicación, parándose de vez en cuando para decir palabrotas ( Si mi madre estuviera aquí, seguro que les reñía- me dije para mis adentros) Lo que no entendía es porque se tocaban la parte del pantalón donde tenían su pilila , y cada vez más, como si les picara. No sé que paso o dijeron, pero el cuarentón se desabrocho el pantalón, y saco de dentro de los slips su cosa . ¡Y que cosa! Yo por aquel entonces no tenía mucho con lo que comparar, pues los únicos pitos que había visto eran: el de mi hermano de trece años, el de algunos niños de mi edad en la piscina y el mio. Así que me parecio enorme, y por lo que se me viene a la memoria lo debía ser , porque su manaza no conseguía abarcarla por completo. Aquella gigantesca pilila , me llamo la atención en demasía, no por su tamaño (que también) sino por su gran cabeza rojiza y por la cantidad de pelos que adornaban sus huevos. Al poco, el joven hizo lo mismo, se saco el pito y comenzó a moverlo de arriba a abajo como si le picara; todo ello sin dejar de mirar la revista que tenían ante sí.

No sé que paso, que el más alto, en un momento determinado, empezó a rascarle el pito al otro; debía de ser parecido a cuando mi madre me rascaba la espalda, porque el jovencito suspiraba aliviado. A éste le tuvo que gustar mucho, porque en agradecimiento, se puso a frotar con la mano la pilila de su compañero. .

Pero al cuarentón no debía hacerle mucha gracia, que se la rascara, porque le quito la mano, ¡eso si también dejo de hacerlo con la del joven…! Lo que no entendí, es porque hizo que el chaval se agachara y se pusiera de rodillas, me dio la sensación de que lo estaba castigando; y la pena consistía en meterse el pipi del hombre mayor en la boca…. Esto parecía que le gustaba muchísimo al gigante peludo, porque le decía cosas como” ¡Que bien lo haces!¡Yo sabía que te gustaba!” y cosas parecidas.

La boca del joven albañil debía ser muy grande, pues se había tragado toda la churra del hombre de golpe. De vez en cuando la sacaba y podía ver que ésta se había puesto más grande que antes y muy mojada. Pero el joven albañil sólo la dejaba un breve instante fuera, con lo que no me daba tiempo de contemplar aquel cacharro, todo lo bien que me hubiera gustado.

Como al hombre que estaba de píe le agradaba tanto lo que el muchacho le estaba haciendo, y al joven parecía no digustarle. Pensé que no debería ser un castigo, que debería ser un juego: Un juego de mayores.

Cuando parecía que habían terminado la partida, el mayor le pidió al joven que se levantara; le bajo los pantalones hasta la rodilla y le hizo apoyarse sobre un inconcluso tabique. Circunstancia que hizo que no me aclarará con lo que estaba pasando, porque al principio pensé que era un castigo pero como los dos se lo estaban pasando bien, no podía serlo: tenía que ser un juego Pero entonces, si estaban jugando ¿ Porque lo castigaba de cara a la pared? ¡Ufff, qué lío!

El gigante peludo se agacho tras el muchacho y empezó a mirarle el culo (No sé habrá limpiado bien -pensé- ¡ jolines, pues ya es mayorcito, para que no sepa hacerlo!) Una cosa que me llamo mucho la atención del trasero del joven fue: la cantidad de pelos que tenía. Unos vellos risados y negros que se me antojaba acariciar, al igual que lo hacía el cuarentón con sus enormes manos. A su castigado compañero parecía gustarle como le tocaba, pues suspiraba de forma placentera. Tras un rato de dale que te pego con sus manos en el trasero peludo, el hombre mayor aparto las cachas del culo de éste e hizo una cosa que me pareció asquerosa en principio: metió la lengua en el agujero. Después pensé que debería estar muy limpio, porque para eso, se había llevado un buen rato comprobando como estaba. Por lo que se ve, el que te metieran la lengua ahí, debía ser otro juego de mayores, porque el joven le pedía a gritos que siguiera, que no parara.

Me deleite en mirar como la descuidada barba del gigante se paseaba por el velludo agujero, su lengua parecía que chupaba una piruleta; ¡Que lengua más grande tenía el albañil! De un lenguetazo pasaba por entero por el hoyo del joven…De vez en cuando con sus manos apartaba los glúteos de su amigo, como si quisiera chupar la parte interior del culo. Cada vez que hacía esto el muchacho gritaba como si le hiciera daño, pero no debía dolerle mucho, porque le seguía diciendo que siguiera, que no parara. Mientras tanto, yo que no paraba de observar al hombre que estaba agachado, de arriba a abajo, de abajo a arriba; me percate que su churra se le había puesto todavía más grande y que temblaba como un flan, un flan tieso como un palo ¿Estaría igual de duro? Tengo que reconocer que se me antojaba acercarme a el, para comprobar como estaba de firme. Pero contuve mi capricho ( no vaya a ser que se enfadaran, y se lo dijeran a mis padres.)

A la vez que le chupaba el culo, el gigante se empezó a tocar el pito, de arriba a abajo, de abajo a arriba,como si le picara, de buenas a primeras se echo un escupitajo en él; ¡Debía molestarle mucho! Mi madre cuando me picaba una avispa me juntaba una especie de pomada y se me iba el escozor. Pues al hombre parecía que no se le pasaba el picazón, por que otra vez su mano para arriba, para abajo, para arriba… Es que no debía ser lo mismo la saliva que la pomada, pero como decía mi madre: el comer y el rascar…
El gigante dejo de meter la lengua por el agujero, llevaba tanto rato que ya se le debía haber pasado el sabor; a los chicles les pasa eso, al principio están muy ricos pero al rato ya no saben a nada.

Pero el muchacho no se enteraba de que su culo había perdido el gusto, pues seguía apoyado contra el muro, de cara a la pared; como esperando que el cuarentón le siguiera comiendo el agujero.

Lo que paso a continuación me dejo totalmente ensimismado, el hombre más mayor, se coloco a las espaldas del muchacho y empezó a pasarle la churra por la raja del culo. (Otro juego de mayores-pensé) Era muy bonito ver como la cabeza roja subía y bajaba por aquella especie de montaña de carne. Al joven albañil parecía que no le disgustaba el juego (Debería ir ganando-me dije)

Y cuando ya pensé que la forma de divertirse de los dos albañiles no me podía sorprender más, pasó algo que me dejo petrificado. El gigante comenzó a intentar meterle el pito, por el agujero del culo al muchacho… Con lo grande que era ¡Eso no entraba por ahí! ¡Era imposible! Los ojos se me pusieron como platos cuando vi lo que ví, el enorme pito empujo y empujo contra el hoyo peludo, tanto que en una de las veces termino por meterlo… El más joven me tenía desconcertado, lo mismo se quejaba de que le dolía, que le pedía por favor que se la metiera más adentro… ¡No se aclaraba para nada ! Yo creo que por eso su compañero de trabajo, en vez de dejarla dentro todo el tiempo, se la sacaba y se la metía… Al principio, el ritmo con el que lo hacía era muy lento, tanto que cuando estaba fuera yo veía la churra en su totalidad, después comenzó a hacerlo más deprisa y ya no me daba tiempo ver como entraba y salía.

Cambiaron de posición, el muchacho se subió a un andamio que habia por allí, se echo de espaldas sobre el y levantando las piernas incitó a su compañero diciéndole: ¡Veras como así entrá mejor! El gigantesco albañil se acoplo, se colocó las piernas sobre sus hombros y empezó a empujar su cuerpo contra él. La postura parecía más cómoda, pues el chico suspiraba más y mejor. Lo malo es que donde yo estaba, ya no podía ver entrar la pilila del cuarentón en el culito peludo, pero en cambio, si podía ver plenamente el enorme trasero del albañil mayor. Era delicioso, ver como aquella masa de carne redonda y velluda, se contraía en cada movimiento, cuando empujaba se vaciaba, cuando se echaba hacia atrás: se inflaba. Parecía un balón, al que estuviera inflando con una bimba. Observar ese culo contraerse e hincharse, me tenía muy emocionado… Tanto, que cada vez me entraban más ganas de tocar a ese hombre Pero… ¿ y si se enfadaba?

Seguí mirando como los dos albañiles jugaban, por como se quejaban y suspiraban ,me era imposible saber quien iba perdiendo y quien iba ganando. ¡Van empatados!- me dije completamente convencido.

Pasaron un rato así, a mi lejos de hacerceme pesado; cada vez me gustaba más, me encantaba como el peludo trasero se movía hacia delante y hacia atrás, como las piernas del muchacho se agarraban a su cuello en una especie de tijeras…. Y sobre todo, lo que me gustaba era las palabrotas que se decían;¡ como me hubiera gustado ser mayor en aquel momento, para poder decirlas y que mi madre no dijera que me iba a lavar la boca con jabón!

Cuando menos me lo esperaba el albañil cuarentón, se paro y le preguntó una cosa que me dejó claro que se trataba de un juego: ¿ Dónde me corro?

- Correte en mi cara- le dijo el jovencito.

El jovencito se volvió a poner de rodillas, ante el enorme albañil. Este movio su pito ( su cabeza estaba roja a más no poder), de su cabeza salio un liquido que parecía leche que lleno por completo la cara del muchacho, pero la pilila del gigante peludo seguía escupiendo y ésta le resbaló hasta el pecho. El arrodillado albañil empezó a rascarse su cosita. Ésta era también grande, no tan enorme como la de su compañero,aunque lo suficiente para que ocupara toda su mano. Su puño subía y bajaba por el rígido trozo de carne; cada vez me apetecía más acercarme y ayudarle con sus picores. Pero de buenas a primera paro y al igual que el pito del gigante, empezó a escupir el líquido blanco…. Durante más tiempo y más cantidad.

El albañil que estaba de píe, tiro de su compañero por las axilas para ponerlo de píe. Cuando estuvo a su altura le limpio la leche de su rostro con la manga de su uniforme de trabajo,lo miro durante unos breves segundos. Cogio su cara entre sus dos manos y le dio un beso de novio. ¡Fue uno tan largo como los de las películas!

Tardaron un poco en irse, pero ya no siguieron jugando. Estuvieron charlando todo el rato y a mi eso me aburría…. Pero tenía que esperar a que se fueran.

Aquella tarde había aprendido tres cositas:

Los mayores tienen unos juegos muy extraños.
Las churras de los señores mayores no sólo echan pipí, también echan leche.
Ver jugar a los mayores es muy antojadizo, mi pipi se había puesto grande y me habían entrado ganas de rascarme como ellos.

La pena, es que como tardaron mucho en irse. Mis padres descubrieron que me colaba en la obra y a partir de aquel día, me vigilaron más estrictamente. Por lo que ya no pude ver jugar más a los albañiles ¡ Con lo bien que me lo había pasado!

Si has llegado hasta aquí, gracias por leerme.

Y por favor, antes de salir, tu valoración y comentario son importantes.

Nota del autor: Este relato se publicó en su momento, en la sección gay; pero dado el sentido de humor, con que es abordada la situación. Me he decidido por publicarlo también en esta sección.

Ya sólo queda saber tu opinión.

Doble racion de cuernos

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No lo sabia pero mis visitas a la viuda se convirtieron en el chisme del barrio, y a la vez me grangearon una reputacion de semental.

Durante las fiestas populares uno de los actos mas esperados es la embolada del toro. Desde el tejado de mi casa se podia ver perfectamente dicha embolada y mis padres invitaban a gente para poder verla, una noche entre otros subio un matrimonio joven, el es (lo sigue siendo) un autentico imbecil, el tipico don perfecto que piensa que lo suyo es lo mejor y lo que el no vale la pena. En cambio la esposa es una mujer muy cariñosa, y por aquellos años una belleza a quien los pantalones le dibujaban un precioso culo redondito que era la fantasia en la que se inspiraban muchos de mis amigos para pajearse.

La noche en cuestion vestia una camiseta que demostraba el poderio de sus tetas y que le cubria justo hasta el comienzo de sus muslos cubiertos por una ajustada malla. Llego el momento cumbre de la noche, nos colocamos todos bastante apretados para poder bien la embolada, Angeles (la chica en cuestion) quedo justo delante de mi, mi polla notaba la dureza de su culito y de inmediato se puso tiesa, naturalmente ella la noto y movio despacio el culo arriba y abajo apretandolo cada vez mas contra mi verga, aproveche el momento que todo el mundo estaba pendiente del toro para poner mi mano en su muslo, note el calor de su coño a traves de la malla incluso antes de llegar a frotar la raja y notar como se mojaba.

Cuando terminara el toro embolado hacian verbena popular, Angeles se fue de mi casa para cambiarse, despidiendose de todos y diciendo que nos veriamos en el baile.

Yo estaba con mis amigos cuando ella aparecio en el recinto como una diosa con un vestido blanco, poco escotado para ahora pero en aquellos tiempos mostraba mucho canalillo y la falda hasta mitad de muslo, unos muslos duros y brillantes, maquillada y con los ojos brillando (luego me confeso que en la ducha se tuvo que follar el tubo de crema de lo caliente que yo la habia dejado), me miro y se acerco donde estaba su marido que ya llevaba bebidos varios whiskis, me acerque a ellos y me invitaron a beber, mientras el se mofaba de mi porque bebia refrescos el alcohol le hacia cada vez mas efecto hasta el punto de estar a punto de pelearse con trs hombres porque uno de ellos le dijo a su mujer que estaba muy guapa. La gente del barrio intervino y le aconsejo que se fuera a dormir.

Estaba bastante bebido y Angeles y yo le llevamos a su casa y le acostamos vestido, ella me invito a una cerveza, cuando abrio el frigorifico ya se oia a su marido roncar, se agacho a coger los botellines y ante mis ojos la falda levantada mostro sus braguitas blancas tapando su apetitoso culito, mi nabo se puso en guardia de inmediato la agarre de la cintura y le hice notar mi verga por detras ella se levanto y pasando las manos por detras me apreto el culo para notar mas aun mi nabo, puse una mano en sus tetas debajo del vestido no llevaba sujetador y note sus duros pechos, sus pezones estaban erizados y los pellizcaba mientras la otra mano entraba dentro de las braguitas encontrando el clitoris excitado, lo frotaba mientras le besaba el cuello hasta que mordiendose los labios me encharco la mano.

Ella dio media vuelta me beso en los labios mientras me cogia la polla por encima del pantalon, me desabrocho y bajo mis pantalones arrodillandose, mientras se abria el vestido me chupaba los huevos, subio la lengua por la pija y al llegar al capullo lamio dando vueltas hasta que de golpe se la trago de golpe. Era la primera mamad de mi vida y me corri de inmediato, ella trago un poco pero recibio mi lechada en su cara y sus tetas.

Se puso de pie su cara manachada con mi lefa dibujo la sonrisa mas bonita que haya visto en mi vida, mientras se limpiaba yo contemplaba su precioso cuerpo, unas tetitas perfectas con unos pezoncitos rosados, cintura estrecha, muslos firmes y la entrepierna cubierta por unas chorreantes braguitas, me acerque a ella la cogi del culo y le comi las tetas, la tumbe sobre la mesa, le quite las bragas y abriendole los muslos deje su coñito a mi merced, la clave de golpe y grito, mientras su cornudo roncaba yo la clavaba, cada vez que tenia un orgasmo con los pies apretaba mi culo para sentirme mas adentro, se corrio varias veces hasta que mi leche cayo sobre su blanca piel.

Se incorporo me beso y me pidio que volviera al baile para intentar evitar habladurias.

Mi ausencia no paso inadvertida solo para mis amigos, ya os contare.

Domingo madrugador

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Era domingo me había levantado muy temprano para adelantar unas cosas del trabajo, pero por suerte acabe antes de lo que esperaba así que me metí en un chat que solía frecuentar.

Entraba allí, me calentaba un poco me pajeaba y poco más, pero ese día después de charlar con varios, comencé a hablar con uno que vivía no muy lejos de casa, no tardamos en congeniar, era más joven que yo y sabía lo que buscaba, además era muy morboso.

No me lo esperaba pero me calentó a tope y fue entonces cuando me dijo si quería que él me follara, ciertamente no me lo espera, pero mi polla contestó rápidamente a su pregunta. Le dije que sí y me invito a pasar por su casa. Ambos somos casados pero él estaba solo, por lo que tuve que vestirme rápidamente y decirle a mi esposa que tenía que mirar unas cosas al coche. Ella medio dormida, no me presto la menor atención.

Baje en el ascensor mirando mi paquete, no podía hacer que mi polla se relajara, disimule como puede por la calle y me dirigí rápidamente a la dirección que me había dado. Llame y la puerta de la calle, se abrió, era un edificio no muy viejo pero muy tranquilo.

Al llegar a la puerta me pare a respirar hondo, mi cabeza me decía no pero mi cuerpo me pedía entrar. Llamé y en unos segundos me recibió un chico en camiseta y pantalón corto, buen cuerpo, barba, era tal y como se había descrito.

Pase donde él me dijo, se quedó delante de mí y bajo su mirada, “veo que has venido preparado” me cogió el paquete y de lo sobo mientras me llevaba a su habitación. Puede ver una foto de su mujer y el de vacaciones, y algún tanga en un montón de ropa para lavar.

Me quede mirando a su cara, su mano apretó mi polla mmm abrí la boca y su lengua entro buscando la mía, me comía mientras me quitaba los pantalones, en unos segundos su mano apretaba mi polla directamente. Me dejaba hacer me estaba encantado y quería más. Se alejó de mí, “desnúdate”, obedecí encantado me quite toda la ropa mientras él hacía lo mismo.

Mis ojos se fijaron en su polla, de tamaño era como la mía salvo por el grosor, no lo pude evitar deseaba tenerla en mi boca y me arrodille ante él, comencé a lamerla, pasarla por mi cara, sintiéndola dura, oliéndola saboreando. La introduje en mi boca, disfrutando de su erección forzando mi boca para tragarla toda, mis manos mientras acariciaban sus huevos gordos, bajaban a su culo acariciando su entrada.

No se cuánto tiempo estuve chupando y la verdad es que me hubiera gustado seguir mucho más, pero no me dejo, me levanto y me dio la vuelta me cogió del cuello con su mano y se pegó a mí, sentí el calor de su cuerpo, su polla mojada por mi saliva moverse en mi culo. “te dije que te follaría y ya es el momento” casi me corro del morbo que me dio.

Me tumbe en la cama siguiendo sus instrucciones y abrí las piernas todo lo que pude, sus manos y su boca pasaron por todo mi cuerpo, su lengua juego en mi entrada, sus dedos entraron y salieron mientras mordía mis labios, mi polla no dejaba de soltar pequeñas gotas mientras yo gemía, no pude más y grite fóllame vamos métemela.

Fue entonces cuando se puso sobre mí y su capullo comenzó a abrirme suave pero sin pausa, yo no sabía que hacer con mis manos, si abrir más mi culo agarrarme al suyo o pajearme, y así es como note toda su polla dentro de mí, el tacto de sus pelotas sobre mí y su cara de placer incrementaron el mío. “vamos mueve tu culo fóllame quiero tu leche” comenzó un mete saca rítmico no muy rápido pero si muy intenso y profundo, podía sentir cada centímetro entrar y salir, cada movimiento de su polla, yo quería que durara, así que me limite a disfrutar de todo lo que sentía.

Me pellizcaba los pezones, me mordía la boca, me cogía la polla, estaba tope y el también, su corrida estaba cerca y quería sentirla toda, me agarre a su culo y tire de el para mí, atrape su polla e hice todo lo que pude para vaciarla. Sus gemidos se prolongaron, su cuerpo empujaba, el calor inundo mi interior y yo goce como nunca.

Aun jadeante, salió de mi interior y trago mi polla entera, chupo y chupo y yo me retorcí gimiendo, agarrándome donde pude, no pude más mi corrida salió larga casi continua llenado su boca, me agarro con fuerza clavando sus dedos en mi cuerpo, y aguanto todo en su boca. Cuando caí desfallecido continuó su mamada con la boca llena de mi corrida, yo me levante y le bese intercambiando saliva y leche caliente, le mire a los ojos y me di la vuelta y puse de nuevo mi culo a su disposición.

Cansado de estar en control

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Marco se dejó caer sobre el caro y cómodo sillón de su living.

Estaba agotado.

Se aflojó la corbata y recostó la cabeza contra el respaldo del sillón, cerrando los ojos. Unas manos bajando por las solapas de su chaqueta lo despertaron.

-Hola mi amor -le dijo su esposa besándolo en la mejilla. -¿Qué tal tu día?

-Uff… ni preguntes -respondió él, aunque ya se sentía mejor ahora que estaba en su hogar, con ella.

Cerró los ojos otra vez mientras las manos de su esposa, Silvia, lo masajeaban desde sus hombros hasta su abdomen, y volvían a subir. Después de un momento le respondió a su pregunta.

-Mi día ha sido especialmente estresante… -Y agregó -¿Sabes…? Estoy pensando en comenzar un romance de oficina.

Las manos de su esposa se detuvieron en medio de su recorrido, lo miró sorprendida.

-¿Por qué en la oficina? Traela acá, ¿cómo es ella?

Marco pensó un momento, casi riendo de ante mano antes de contestar:

-Es… alto, morocho….

Su esposa soltó un gemido de deleite y lo abrazó por el cuello.

-Delicioso, -le susurro al oído riendo. -la verdad es que me parece de los más excitante, ojala pronto los pueda ver juntos personalmente.

Marco soltó una carcajada.

-¿Es que no hay nada que te sorprenda mujer? Te acabo de confesar mi primera fantasía homosexual y vos ya estás haciendo planes para un trío.

Así era su esposa. Una vez más Marco dio gracias al cielo por haber encontrado una mujer que lo entendiera y compartiera sus obsesiones, fantasías y perversiones. Le tomó una mano de uñas perfectamente esculpidas y le besó los dedos.

-Cariño, te conozco bien. Y sé que vos también sabes… que sos un macho impresionante y si realmente queres a ese hombre en tu cama, o en tu escritorio, o donde sea, ahí lo vas a tener. Él no tiene ninguna posibilidad de escapar.

Marco sintió su sangre debatirse entre su cara y su miembro ante el halago y la idea de sodomizar a su empleado.

Ella tenía razón, el podía ser intimidante cuando tenía que serlo, y tenía que ser todo el jodido tiempo. Tanto… que cada día llegaba a su casa harto, cansado de estar en control.

-¿Qué tenes preparado para mi hoy? -Preguntó, girando el rostro hacia su esposa.

-No cambies de tema, -le respondió ella riendo y le mordió con fuerza el lóbulo de la oreja. Marco ni se quejó, apretó los dientes y sintió como se le endurecía la entrepierna.

-¿Cómo es él? -insistió.

-Pues… -Reflexionó unos segundos –Es joven, debe tener 20 años… –hizo otra pausa. -No hay mucho que decir, apenas si le he dirigido palabra, pero…

Marco recordó su reacción cuando le hizo hacer todo un balance de nuevo, solo porque le faltaba sumar un porcentaje al valor total. El chico no dijo nada, tomó sus papeles en silencio y sin ninguna expresión se retiró de su oficina.

-Tiene potencial. -Concluyó. Como si eso resumiera a toda una persona. Y entre él y su esposa, así era.

-Mmmm… -murmuro ella, besándole el hueco debajo de la oreja -Delicioso. -y se puso de pie, retirando los brazos de su cuello.

Una mano lo sujetó por el pelo y la cabeza de Marco se inclinó hacia atrás cayendo sobre el respaldo del sillón.

-Ahora levantate, anda al dormitorio y esperame en la cama. -El tono de su esposa no daba lugar a réplicas.

***

Agh!

Marco apretó los puños, sujetos al dosel de la cama por unas esposas de metal.

Escuchó pasos que caminan de un lado de la habitación hacia el otro, expectante al siguiente golpe. Lo tomó de sorpresa, como el anterior, descargando sobre su pecho.

Mierda, cómo dolía. No llegó a recuperarse que un tercer cintazo cayó en su entrepierna, aun con los pantalones puestos.

Menos mal. Aun así, el dolor del impacto lo dejó sin aire. Jadeando, podía sentir como sus testículos palpitaban. Si lo golpeaba otra vez ahí, estallaría.

Pero no lo hizo, obviamente. Su esposa sabía exactamente donde golpearlo, cómo, y la justa cantidad de veces antes de que hacerlo acabar. Se conocían así de bien; si ella quería, podía tenerlo al borde del orgasmo toda la noche. Aunque no era lo habitual, después de todo, mañana tenía que madrugar.

¡Zaz! En el muslo. La mente de Marco volvió al presente violentamente, olvidados su trabajo y sus responsabilidades. Y eso no era algo fácil de lograr.

Otro golpe en su entrepierna. Dios. Marco respiró profundamente, intentando calmarse.

-Creo que mi esclavo ya ha tenido suficiente de esto -escuchó que decía su esposa -es hora de que vea si mis atenciones han surtido efecto.

Unas manos le abrieron el cierre del pantalón. El cinturón ya se lo había sacado antes, evidentemente, y tirando hacia abajo le dejó expuesta la enorme erección. Su miembro estaba hinchado y palpitante, sus testículos enrojecidos. Había un poco de semen en el glande.

-¿Qué es esto? -dijo su esposa con esa voz de regaño que a Marco tanto le erizaba, y sintió como le sujetaba el pene con fuerza -¿Es que te ha gustado mi castigo? -comenzó a masturbarlo deslizando la mano hacia arriba y abajo.

-Tendré que pensar en castigos más crueles, me parece.

Marco sintió como dejaba caer su miembro y se estremeció de pies a cabeza cuando un manotazo de palma abierta descargó sobre sus testículos.

-Aghrr- gruñó.

-¿Qué dijiste? -le sujetó el pene otra vez, y se lo estrujó -¿Dijiste algo?

Él se quedó quieto, intentando calmarse, escuchando en sus oídos el bombeó de su circulación.

-Ah, así me gusta -Le soltó el pene, no sin antes tironeárselo hacia arriba -me gusta que mis esclavos sean educados y que solo hablen cuando tienen permiso.

Silvia le pasó las uñas por la parte interna del muslo, desde la rodilla hasta casi rozar los testículos, y de nuevo hacia abajo. Le agarró un puñado de carne de esa parte y le hundió las uñas con fuerza.

Puta madre que dolía. Apretó los dientes.

Ella lo soltó y volvió a pasarle las uñas, esta vez, sujetando su miembro con la otra mano, masturbándolo lentamente.

Justo cuando se estaba acostumbrando a sus movimientos, le dio otra brutal palmeada en los testículos que le puso el cuerpo entero al rojo vivo.

-Ni se te ocurra acabar Marco… -la voz de su mujer tenía una autoridad más acorde a la de un general ante un ejército, y sin embargo era una voz de mujer, sin que eso le restara efecto. Durante estas sesionas Marco realmente creía que estaba a su merced.

Le tenía rodeado el miembro y se lo acariciaba, llegando hasta el glande y volviendo a bajar, esparciendo la humedad de su sexo a lo largo de su erección, con la otra lo acarició con las uñas unos momentos, antes de volver a descargar su palma sobre él.

-No tenes permiso para acabar, ¿me escuchas? -Silvia le acarició los testículos casi gentilmente, haciendo círculos sobre su piel.

Unos segundos después levantó el brazo medio metro y lo abofeteó otra vez en esa parte sensible.

Dios. Seguía masturbándolo con una mano, y con la otra le acariciaba suavemente la piel caliente que cubría sus genitales adoloridos e hinchados.

El sonido de la respiración jadeante masculina fue interrumpido por otro golpe más.

Silvia le estaba pegando con toda su fuerza. Marco se quedó laxo en la cama, casi podía sentir lágrimas en los ojos. Si contraía un solo músculo, iba a eyacular.

Como si le leyera el pensamiento su esposa le sujetó el pene con fuerza.

-¡No…

Golpe

-Se te ocurra…

Golpe

-Acabar!

Golpe

Marco ya no sabía ni donde estaba, bajo la venda sus ojos miraban hacia arriba, perdidos en sus cuencas. Tenía el cuerpo tan vibrante que casi podía escuchar a sus células rogando por la liberación del orgasmo.

Sinceramente, él no podría haber dicho si ya había acabado o no, tenía el sexo caliente, palpitante y adolorido. Los testículos le ardían.

De pronto fue consciente de un peso sobre su pecho, y de que alguien le sujetaba la cabeza, levantándosela y sintió en su boca el sabor tan familiar del sexo de Silvia. Sus manos le tiraban del pelo ferozmente mientras aplastaba su sexo contra sus labios.

Marco no se hizo esperar y comenzó a besarle los labios vaginales, a chuparla y a succionarla. Le encantaba esta parte, teniendo como almohada los muslos de su esposa, y ella sujetándole la cabeza, se sentía sumergido en su sexo casi de cuerpo entero lo que era tremendamente erótico. Y el dolor en su cabellera era aplicado con una maestría implacable.

Ella estaba prácticamente sentada sobre su cara, gritando y gimiendo y él deseó tener las manos libres para apretarla aún más contra él. Poder penetrarla más con la lengua. La mordió, y ella se sacudió, gimiendo entrecortadamente -Me las… vas a… pagar…

La lamió y chupó de arriba abajo, hasta que sintió que Silvia le guiaba la boca hacia su vagina. Marco le metió la lengua lo más que pudo, y la penetró sin parar mientras, él sabía, su esposa se masturbaba el clítoris. Su boca estaba llena de los jugos orgásmico de su mujer, y no tenia reparos para tragarlos, le encantaba. Lo calentaba hasta la locura.

Sintió como la vagina de su esposa se convulsionaba y le apretaba la lengua y la sintió estremecerse mientras le aferraba la cabeza y le restregaba su sexo contra su boca hambrienta.

Cuando los espasmos acabaron, su esposa se dejó caer de espaldas sobre él, dejando que su cabellera le rozara la entrepierna aún hinchada.

Escuchó como exhalaba un murmullo de placer, y sonrió para sí.

-Mmm… qué buena lengua tiene mi querido esclavo -dijo incorporándose. A Marco nunca lo dejaba de maravillar lo rápido que se recuperaban las mujeres después del clímax. -Me parece que te mereces algo especial.

Él se tensó ante la palabra. Especial entre ellos solo podía significar una cosa.

Silvia se recostó sobre el estómago de su esposo, apoyando la cabeza sobre él como si fuera una almohada y comenzó a lamerle suavemente la punta del pene, dándole besitos.

Oh si, esto iba a doler, pensó Marco, con anticipación.

Sentía como su esposa le chupaba, lamía y besaba el glande, mientras le acariciaba con dulzura los testículos. Dulzura que hizo que la nueva cachetada que le dio en esa parte todavía adolorida se sintiera más brutal.

Él ni siquiera gimió, un solo golpe más y acabaría. Era demasiado sentir una boca chupándolo y ese dolor intenso…

Otro golpe.

Marco se convulsionó mientras eyaculaba copiosamente en la boca de su mujer, la cual se apresuró a engullir todo su miembro hasta la garganta, mientras le encestaba golpe tras golpe hasta que el orgasmo de su esposo empezó a remitir.

La boca de Silvia se llenó rápidamente de semen mientras ella, sedienta, le chupaba el pene con dedicación y le pegaba con toda su fuerza. El cuerpo de su marido se convulsionaba violentamente y el miembro en su boca palpitaba deliciosamente.

Los golpes cesaron junto con los espasmos, pero ella le siguió practicando sexo oral hasta que se preguntó si su marido se había dormido, pues estaba demasiado inmovil. Con una sonrisa de satisfacción se incorporó y le acarició la mejilla. Estaba totalmente volteado.

-Amor, ¿estás despierto?

Marco gimió en respuesta. Ni palabras podía articular. Su esposa lo beso en la boca, para que pudiera saborear su propio placer.

-¿Te gustó…

Beso.

…o fui demasiado dura?

Otro gemido, aunque esta vez acompañado por una pequeña sonrisa.

***

La mano de su empleado permanecía suspendida en el aire a pesar de que Marco lo estaba ignorando más de lo que cualquiera podría adjudicar al despiste.

-Deja los papeles en la mesa -le dijo sin mirarlo. Y siguió leyendo el monitor con gesto de irritación, sin realmente leer nada.

Ezequiel dejo los papeles en la mesa y se dirigió hacia la puerta. Marco levantó la vista.

Alto, casi tanto como él, pelo negro, delgado, su empleado aun tenía restos de adolescencia en su contextura, lo que contrastaba con su prematura seriedad.

Lo intrigaba… y eso lo molestaba.

-Ezequiel -Dijo Marco con una voz grave y algo ronca y pudo apreciar como el muchacho se estremecía sutilmente ante su tono.

Esto complació a Marco hasta lo indecible.

El chico se giró con ese rostro tan impasible y una mano apoyada en el picaporte.

-¿Si?

-Cerrá la puerta, tengo que hablarte de algo.

Mi amiga Alexa

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Mi amiga Alexa,

Les quiero contar como fue que conoci a mi amiga Alexa,

Como ustedes sabrán, cuando empecé a salir con Javier, mi vida fue todo un remolino de sentimientos y entonces fue cuando empece a buscar en los chats gays a travesis como yo. Me acuerdo que ya tenia rato en los chats y mi Nickname era TVKarlaJrz y lo normal era que los que me contactaban eran chicos calenturientos que quería sexo cibernético, no niego que unos cuantos me excitaban y terminaba masturbándome per la mayoría simplemente los ignoraba.

Un dia de esos que estaba buscando a una TV se conecto una AlexaTV y claro que le mande una invitación para un chat privado, pero no me contesto a la primera hasta que le dije que yo era una chica TV iniciando y que quería conocer TV y tener una amistad, fue hasta entonces que me contesto, y me acuerdo que le platique que mi amiga me había descubierto y que estábamos iniciando una relación y que quería aprender trucos para parecer mas femenina, y así empezó nuestra amistad, seguimos nuestra amistad por el Messanger y hasta que una vez nos decidimos a juntarnos, como en ese entonces estaba muy dado a que la gente mentía en ir a las citas, o mentían en su identidad, decidimos vernos en un parque cerca de la casa de ella, al llegar yo iba bien nerviosa, no sabia que esperar y pues llegue a la cita puntual y me di una vuelta al parque para asegurarme de que ella estaba ahí, pero no vi a nadie y di otra vuelta para asegurarme, hasta que ella se baja de su carro y me hace señas de que era ella, me estacione lo más cerca que pude y me acerque a ella, debo de confesar que me sorprendió verla, iba muy sencilla pero se veía muy femenina, ya llevaba su cabello largo, debajo de los hombros, unas zapatillas sin tacón y un pantalón muy pegadito, al cual podías ver que tenia su cuerpo muy trabajando y feminizado, la salude de mano y ella me jalo para darme un beso en la mejilla, nos sentamos en una de esas sillas que están en todos los parques, ahí estuvimos platicando por un buen tiempo y yo estaba maravillada por cómo se veía, no lo podía creer lo que se podía lograr, entonces me pregunta que si yo llevaba ropa para cambiarnos, obvio que no llevaba nada de ropa jajaja ni se me ocurrió en llevar, entonces me dijo que fuera por mi ropa para ver cómo me veía vestidita a lo cual me fui volando por mis cosas a mi casa y por suerte mi casa nada mas estaba mi madre y estaba con una amiga nada mas le dije que se me olvido un cuaderno y agarre mi ropa, la metí a la mochila y me fui de regreso al parque donde nos íbamos a ver de nuevo Alexa y yo.

Al llegar al parque, ella no estaba entonces tuve que esperar a que llegara y pasaron casi 20 min después de la hora pactada y vi su carro que se acercaba y me encendía las luces como senal de que era ella, me dijo que la siguiera hasta su casa, al llegar a su casa, noto que ya se había arreglado, se veía hermosima, se había puesto un vestido rojo con rayas blancas bien pegadito que dejaba ver todas las curvas de su cuerpo, y unos tacones rojos de plataforma, se había planchado el cabello y se veía hermosa, me baje del carro, con mi mochila y seria mentir si digo que no me excito al verla, pero respire profundo y me tranquilice y entramos a su casa, al entrar se veía que era de una chica TV porque había ropa y zapatos por todos lados, me senté en un sillón y me dijo a ver que ropa traes, me había llevado mi vestido blanco y la falda que había comprado y la ropa interior que le había robado a mis hermanas, como había estado viendo a Javier, no había dejado que mis bellos crecieran y por eso iba depildatia, al quitarme el pantalón ella vio que llevaba braguitas de mujer, a lo cual a ella le gusto mucho la idea y ver que iba depilada ahí se decidió de que me iba a ensenar, porque vio toda una mujercita en mi.

Me puse el vestido blanco que Javier me había regalado y Alex y los tacones que había comprado que eran de color azul, me veía muy bien, ahí ella me enseno como hacer para hacer como si tuviera bubbies, con una cinta adhesiva me la pego entre la cintura y mis axilas hasta el mismo lugar pero la otra parte de mi lado izquierdo de mi cuerpo, en eso apretó mi piel simulando con si tuviera unos senos, después me puse el sostén y con el unos globos los llenos de agua y así simularon unos senos por así decirse naturales, se sentía muy diferentes a los calcetines, porque ahí sentías el peso y el movimiento.

Ya cuando estábamos las dos vestidas, me dice que vayamos a un café para que nos vieras los guapas que nos veíamos, nos fuimos en su carro, al llegar al café a donde nos dirigimos, era un café bar y ahí en lugar de pedir un café pedimos unas cervezas, el mesero nos trato como unas mujeres pero estoy segura que tenía sus sospechas, yo todavía no había trabajado en mi voz y yo hablaba lo mas bajito posible, como ya había tenido la experiencia de salir al cine con Javier, ya no estaba tan nerviosa y eso me daba más confianza, hasta que nos dieron como las 9 de la noche, y me dice que si me animaba a ir a un show de travestis que se presentaba en la zona centro de la ciudad, vi la hora y ya era muy tarde pero con las cervezas que me había tomado se me hizo fácil ir. Le marque a mi madre y le dije que iba a ir a la casa de Javier a jugar con los videojuegos y ya estaba lista. Pagamos la cuenta y nos fuimos show, no estaba muy lejos y como a los quince minutos ya estábamos en el show, al entrar vi mucha gente heterosexual con sus parejas pero también había mucha gente de ambiente, llegamos a la mesa donde había amigas de Alexa y ahí me presento como la nueva chica, todas se portaron muy amables conmigo, todas me preguntaban muchas cosas, y yo no mas me limitaba a responder sus preguntas, nos llevaron unas cheves y el show empezó, salieron unas artistas muy bellas, imitando a Thalia, shakira, gloria Trevi, etc etc. La noche estaba muy padre hasta nos fuimos al baño, los baño en los lugares de ambiente es un rollo, porque todos entran al que se le de la gana, fuimos tres de nosotras al baño, la verdad no supe a cual baño entre pero cuando entre una de ellas se metió con migo y quedamos muy apretadas, ella se me acerca y me acuerdo que sin decirme nada me planto un beso!! Yo la verdad no me lo esperaba y me quede como piedra!! No sabia que hacer, la otra chica también se saco de onda porque no le correspondí y me hace como que me quiere besar de nuevo pero yo me quite a tiempo, la verdad no me gustaba nada y por eso no la quise besar, ella se dio cuenta de eso y salió del baño insultándome, yo hice lo que tenía que hacer en el baño y me dirigí a la mesa.

Cuando llegue a la mesa, vi que había cierta molestia de las chicas conmigo, la única que se acerco a mi fue Alexa y lo primero que hizo fue besarme en frente de todas, también me saco de onda pero ella me había excitado y me gustaba mas, entonces a ella si le respondí el beso, nos besamos bien rico por unos minutos, nos separamos y me agarro de la mano, como si yo fuera su chica, después de eso todas cambiaron su actitud y hasta podía decirse que me respetaron y se disculparon J. Después de eso paso como cerca de la hora y nos levantamos para retirarnos, nos fuimos agarraditas de la manos hasta el carro, en el carro ella me dijo que me beso porque era la única manera de que se tranquilizaran las chicas ya que estaban muy molestas porque había rechazado a la otra, le dije que si me había dado cuenta y por eso le seguí la corriente, pero si me dejo en claro, que desde ese día yo iba a ser su chica y que no quería que le negara nada, pero yo le aclare que no me iba a acostar con ella, que mi culito era de Javier, que no quería que nadie mas lo tomara, a lo cual ella muy a fuerzas acepto mi condición. Al llegar a si casa, se quiso poner medio cachonda pero ya era muy tarde y me tuve que cambiar para regresar a mi casa.

Al dia siguiente, recibo un correo de parte de mi amiga Alexa, disculpándose por su comportamiento y que me iba a respetar, que solamente íbamos a ser pareja en los bares de ambiente y que íbamos a continuar con nuestra amistad. Y esa amistad todavía continua hasta la fecha.

Espero que les guste este relato, se que no tuve sexo pero la verdad con ella nada mas fueron besos pero siempre nos respetamos mucho. Si gustan les voy a contar una vez que fuimos de antro y que ligamos a dos chicos.

Besos

Sus gemidos

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Lautaro abrió los ojos sacudido y sorprendido. Miró a la preciosa pelirroja que yacía debajo de su boca y volvió a lamerle la punta de un pezón para comprobar. Ella gimió otra vez ante la caricia de su lengua húmeda y si, él volvió sentir un tirón en sus genitales. Más específicamente en la parte posterior de sus testículos, justo debajo de ellos.

Eran los gemidos más… No. Eran “los” gemidos, se corrigió. Eran los gemidos que había estado buscando toda su vida, aun sin saberlo.

Verán… algunos hombres clasifican a las mujeres de su vida a partir de su aspecto, de su pelo, peso y color de ojos, otros por su personalidad, otros por su inteligencia, lo cual sabia él y tristemente ignoraban muchos, estaba íntimamente ligado al talento sexual de cualquier fémina.

Y no era que Lautaro no clasificara a las mujeres según esas cualidad también, no malinterpreten. Pero había algo a lo que él le daba especial importancia. Era lo más significativo, lo que más recordaba de una mujer… sus gemidos.

Había mujeres que apenas si suspiraban, otras que gritaban como locas, otras que hacían sonidos extraños… las había quienes gemían un “oh” otras un “ah”, también las que usaban consonantes siendo la “m” la más popular por mucho, y claro, había muchas que recurrían a todo un repertorio de gemidos dependiendo de la intensidad, profundidad, posición e imaginación del acto sexual.

Lautaro había escuchado en sus 27 años todas las vocales y aunque habían habido algunos gemidos memorables tanto si nos referimos a satisfactorios como a desastrosamente incómodos, la mujer que actualmente se hallaba en el piso, con su cabellera roja esparcida en todas direcciones y con el sujetador negro y la remera fina rosa corridas hacia arriba exhibiendo unos pechos pálidos y pecosos pues… esta mujer era especial.

Lautaro se metió un dulce pezón en la boca y sin despegar los labios de su piel se lo acarició con la lengua y lo succionó suavemente. El gemido que escapó de los labios de Rebeca se sintió como si le hubieran inyectado droga en ese punto especial en la base de los testículos, un afrodisíaco que no tardó en correr la corta distancia hasta su pene hinchándolo y haciéndolo palpitar peligrosamente cerca del orgasmo.

Mientras le besaba esa dulce boca había sentido ya el preludio de lo que prometía ser un encuentro sexual de lo más placentero, pero estos gemidos eran algo totalmente diferente.

Con cuidado pasó al otro pezón y se lo chupó y lamió otorgándole tanta dedicación como al primero. Rebeca volvió a gemir y Lautaro volvió a sacudirse al escuchar ese sonido tan delicioso, femenino y… excitante.

Abrió la boca sobre su pecho sujetándolo con una mano para hacerlo sobresalir y así abarcar mas carne sonrosada dentro de sus labios y cuando ella comenzó a retorcerse de placer largando gemidos entrecortados Lautaro sin pensarlo le penetró la boca con la otra mano, apoyándole dos dedos sobre su lengua y sujetándole blandamente la mandíbula.

Rebeca, tremendamente receptiva, le sujetó la mano y comenzó a chuparle lenta y dulcemente los dedos, acariciándolos con su lengua.

Ah esto era apenas un respiro. Lautaro casi sentía los lametazos en su sexo, pero al menos así no podría gemir por un rato lo cual le permitiría relajarse un poco más.

Podría pasarse todo el día mamándoles los pechos pensó, mientras pasaba de nuevo al izquierdo. No eran los pechos más grandes, ni los más llamativos que había visto. Pero eran los mejores. Y esto no tiene nada que ver con nada en particular, sino con un conjunto de factores.

La razón primordial era que esos pechos eran los de ella, y los de nadie más. Aunque bueno, que fueran tersos, llenos y cubiertos por adorables pecas también ayudaba a la cuestión.

Lautaro quería probarla, y para eso tendría que dejarle la boca libre. Decidió correr el riesgo, pero antes le saco los dedos húmedos de entre sus labios y la besó largamente. Su boca era dulce, y fácil de besar. Besarla… esa es otra cosa que podría hacer todo el día.

Fue besándola desde la boca hasta el ombligo pasando por su cuello, el valle entre sus pechos, sus costillas, cada una de ellas, cuando llego a su ombligo le metió la lengua. Ahora era el turno del cuerpo de Rebeca de pegar una sacudida. Le sujetó la pequeña cintura y le lamió la distancia que separaba el obligo de los risos castaños cubiertos por un jean desabrochado y una minúscula bombachita blanca, por lo que llegaba a ver. Le dio un sonoro beso en el elástico de la traslúcida ropa interior y se irguió para desvestirla del todo.

Lo hizo lentamente, sin prisas. Mirándola a los ojos. Él no era de apurarse de por si… pero con Rebeca se tomaba aun más tiempo. Ella lo miraba un poco subyugada por su mirada fija, pero le devolvía la mirada con timidez.

Cuando terminó de desvestirla le sujetó las caderas y la trajo hacia si, a lo que Rebeca soltó una risita sofocada. Le fue a abrir las piernas pero ella se lo impidió cerrándolas con fuerza, por lo que Lautaro le tomó los tobillos y se los besó y chupó ante lo cual ella comenzó a retorcer sus pies.

Se puso unos de sus pálidos pies sobre un hombro y le acarició con la lengua la pantorrilla de la otra pierna hasta la rodilla, articulación donde hundió su lengua lamiéndola en la parte posterior. Rebeca apoyó la cabeza contra la alfombra respirando entrecortadamente. Seguía mirándolo pero sus parpados parecían pesarles más y más a medida que él avanzaba por su pierna.

Cuando llegó al muslo se acomodó en el suelo ante su sexo expuesto y le lamió el surco que va desde sus nalgas hasta el hueso de la cadera. Primero de un lado y luego del otro.

Ella estaba silenciosa, expectante y agitada. Lautaro estaba disfrutando cada paso de la seducción. Acarició con la lengua los labios mayores, luego el surco que entre estos y los labios menores y finalmente, le pasó un largo y lento lametazo desde la base de los labios cerrados hasta la cima, donde se hallaba escondido el pequeño órgano del placer femenino.

Rebeca estaba en ese estado sexual entre la lasitud y la tensión. Respiraba con una lentitud forzada, tratando de calmar su pulso. Pulso que Lautaro podía apreciar casi en la punta de su lengua. La lamió otra vez, y otra vez, desde la base hasta la cumbre, y de nuevo hacia abajo, varias veces y cada vez le iba abriendo un poco más los labios que ahora ya se veían sensualmente hinchados y palpitantes.

Con una vista embriagadora de su columna arqueada y sus pechos y sus pezones erguidos, Lautaro comenzó a besarle el sexo como solo él sabía hacerlo. Lenta y concienzudamente, alternando entre lametazos, chupadas y penetraciones de su lengua. Acariciando sus labios, para luego besar y succionar suavemente su clítoris alerta a las sacudidas y temblores del cuerpo de Rebeca para no hacerla acabar antes de tiempo.

Quería sentir su orgasmo con su miembro dentro de ella.

Se incorporó y se sacó los pantalones siempre mirándola. Una vez desvestido, con su enorme erección expuesta tomó el preservativo y rasgó el paquetito.

-Tomo la píldora. –dijo Rebeca ruborizada. Al ver que él vacilaba agregó –la empecé a tomar cuando nos conocimos.

-Pero nos conocemos hace una semana –Dijo el confundido. En realidad la había visto antes pero solo a la pasada.

-Bueno… hace un mes y medio. Era el cumpleaños de…

-Si, si, me acuerdo. –Lautaro se recostó sobre ella divertido. -¿me estás diciendo que desde ese día has estado planeando seducirme y llevarme a la cama? –bromeó besándole el cuello. Sintió los brazos de Rebeca envolviéndolo y su risa sofocada contra su piel.

-Si… era todo un plan –dijo riendo. –y en realidad estamos en la alfombra.

-De todos modos me siento engañado –contestó Lautaro presionando la punta de su pene contra la suave y húmeda entrada de su cuerpo. Rebeca dejo de reír. El también, mirándola a los ojos le hundió el miembro centímetro a centímetro hasta que llegó al fondo.

Se quedó quieto largos segundos, absorbiendo la sensación de felicidad que lo estaba invadiendo. No, no de felicidad. De paz. Le acunó el rostro entre sus manos mientras se apoyaba en sus codos y comenzó a moverse despacio, saliendo y penetrando.

Rebeca lo abrazó y comenzó a gemir deliciosamente. Ah esos gemidos serían su fin, pensó Lautaro apretando los dientes. No aguantaría mucho más. Apoyó su frente contra la de de ella y aceleró el ritmo un poco, sintiendo sacudidas y temblores con cada sonido que ella hacía.

Cuando estuvo a punto de acabar le tapó la boca con sus labios bebiendo esos gemidos, respirándolos, pero parecían traspasarlo de todos modos, abriéndose paso hasta su corazón donde intoxicaban su torrente sanguíneo.

Finalmente metió una mano entre sus cuerpo y con dedos diestros le acarició el clítoris provocándole el clímax, y fue con ese prolongado gemido que el mismo llegó al orgasmo mas intenso de toda su vida, mientras se derramaba en calientes espasmos dentro de ella.

La cabeza le daba vueltas, el corazón le martillaba. Tardo unos minutos en poder ser capaz de levantar la cabeza de su cuello. Ella le acariciaba el pelo con un gesto de satisfacción que debía ser el reflejo de la satisfacción de él.

Lautaro se puso de lado, abrazándola sin salir de su cuerpo, acariciándole la espalda.

La miró a los ojos y supo que a partir de ese momento, el sería el encargado de arrancarle sus gemidos de placer.

Cosa que haría con gusto.


Enemigo público

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-Hola me llamo Caterina, pero puedes llamarme Cat, soy tu nueva psicóloga. –dijo la mujer mientras cogía una carpeta del respetable montón que había encima del escritorio.

-Hola –respondió hosco el hombre mientras valoraba a aquella mujer.

Sus gafas de pasta negra agrandaban los ojos verde oliva y le daban una ligera expresión de sorpresa. Vestía un traje chaqueta de un discreto color negro, pero que se ceñía a su figura como una segunda piel. Los botones de su camisa inmaculadamente blanca estiraban la tela entorno a su generoso busto creando finas arrugas y pequeños huecos entre ellos por los que se adivinaba el suave tejido de su sujetador. El hombre sintió una punzada de deseo y cambió de postura en la silla haciendo tintinear sus cadenas.

-Mario Frías Pontenova, -leyó Caterina en el informe –nacido en una aldea de Triacastela hace treinta y cinco años, soltero, tres condenas, la última por asalto a un banco. En el juicio te declaraste inocente y alegaste que estabas en casa viendo la tele. ¿Qué opinas de eso?

.¿No sabes que aquí somos todos inocentes?

-Odio a los gallegos, no hay cosa que más me jorobe que me respondan con otra pregunta.

-Si lo prefieres puedo responder con silencios y omisiones como nuestro querido presidente, también gallego por cierto.

La mujer se levantó y sin soltar el informe lo ojeó mientras se apoyaba en el frente del escritorio. Su falda de tubo, ligeramente por encima de la rodilla y sus largas piernas rematadas en unos tacones de aspecto barato pero vertiginosos, provocaron un nuevo tintineo de cadenas.

-¿Estas nervioso? –pregunto Cat que se ahora si se había percatado del gesto de incomodidad de Mario -¿O es más bien tu manera de ser? Por lo que veo llevas aquí apenas tres semanas y ya te has visto envuelto en dos altercados.

-¿Altercados?

-Otra vez, otra pregunta, se te da bien este jueguecito –dijo la mujer levemente irritada.

-¿De veras? –replico Mario cachondeándose.

-Vale, basta de jueguecitos, esto es serio, mis informes pueden ser muy importantes para que consigas la condicional en un futuro, así que colabora un poco más o te pudrirás en este antro. Cuéntame que paso en las duchas..

-Yo no tuve la culpa. Ya lo sabes, soy inocente. Defensa propia. –Respondió Mario con sorna.

-¿Llamas defensa propia a dos codos dislocados y una muñeca fracturada? –inquirió con dureza la psicóloga mientras tiraba el informe sobre la mesa –y lo del comedor, ¿También fue defensa propia? Lástima que haya diez testigos que aseguran haber visto como lo atacabas sin mediar palabra y le rompías la mandíbula.

-No quiero hablar de eso.

-¿Cómo que no quieres? ¿Te crees que esto es una consulta de cien euros la hora? –gritó Cat enfadada. –Me parto el culo trabajando con vosotros por un mísero sueldo de mierda. Intentando recuperaros para la sociedad, luchando contra vuestras insinuaciones y tratando de hacer ver a la gente que sois personas.

Cat se había acercado mientras hablaba hasta que su cabeza estuvo justo encima de la de él. El aroma de un perfume fresco y caro invadió sus fosas nasales a la vez que minúsculas gotitas de saliva de la enfadada joven escapaban de aquellos labios rojos y sensuales que no dejaban de gritarle y provocarle. Finalmente no pudo más y se irguió de la silla. Su metro ochenta y cinco y su cara ruda con la nariz de boxeador hicieron que Cat diera dos pasos atrás.

-Tu que coño sabrás. –Le interrumpió él con desprecio haciendo tintinear las cadenas –Por si no te habías dado cuenta, esto no es un jardín de infancia. La vida en la cárcel es dura, y en esta más. O eres de los que dan o de los que reciben y en todos los sentidos.

-¿Quieres saber? -pregunto Mario con un tono frio como el hielo y arrinconando a la joven contra el escritorio –Muy bien. Ahí va. El primer día cuando estaba en la ducha, llego el comité de bienvenida a desearme una feliz estancia. Tres tipos entraron desnudos acariciando sus vergas mientras que con una sola mirada despejaban el lugar. Y en efecto, no hice lo que debía. No me deje sodomizar y les zurre. Les pegué metódicamente. Sin piedad. Haciéndoles daño a conciencia para no tener que volver a hacerlo otra vez.

La respiración de Cat era agitada, el cuerpo robusto de aquel hombre le arrinconaba obligándola a mantener una postura incómoda apenas equilibrada por las manos que tenía apoyadas tras ella en el escritorio. Su rostro estaba tan cerca del de él que podía oler la mezcla de aftershave barato, pasta de dientes penitenciaria y sudor que desprendía. Pensó en dar la alarma pero las palabras de Mario y su mirada hipnótica y furiosa interrumpieron el hilo de sus pensamientos:

-Hace tres días, un tipo me dijo que el Gordo Cabrón, así le llaman, quería darme una paliza. Seguramente era mentira, pero en el trullo no hay tiempo de pedir pruebas, contrastar declaraciones y hacer careos, así que fui al comedor dispuesto a todo. Al entrar, los pocos que estaban comiendo se giraron. Gordo alzo sus dos metros y sus ciento cincuenta quilos de la silla y se dirigió hacia mí. Los guardias en la puerta se mantenían quietos y miraban la escena con una mezcla de desdén y curiosidad.

-Di otro paso más y esperé –continuó el preso dando otro paso delante haciendo que el áspero tejido de su mono rozara sus largas piernas – De repente con un movimiento sorprendentemente rápido para su tamaño se abalanzó sobre mí y me dio un puñetazo en la boca del estómago. Resoplando y boqueando retrocedí y le lance una bandeja de comida. Aquella bestia de puré de verdura vaciló un instante, el tiempo justo para reponerme y sacudirle dos derechazos que impactaron en su cara. El tipo, al igual que los guardianes, ni siquiera pareció enterarse. Me lanzó dos puñetazos que esquive sin problemas y avanzó hacia mí intentando arrinconarme en una esquina, pero yo le golpeaba y me escurría hasta que una patada afortunada le alcanzo la rodilla. Gordo Cabrón vaciló e hincó una rodilla en tierra…

Cat estaba hipnotizada por el relato de aquel hombre, su cuerpo temblaba ligeramente no sabía si por la intensidad del relato o por la incómoda postura que él le obligaba a adoptar.

-… Gordo Cabrón bajo las manos para, apoyándolas en la otra rodilla poder levantarse y no desaproveche su error. Mi pie impacto de lleno en su mandíbula con un escalofriante crujido. Eso sacó a los guardias de su aparente desinterés y me impidieron estrangularle…

Cuando Mario terminó el relato sus manos rodeaban el suave cuello de Cat. Eran unas manos rudas y ásperas, acostumbradas al trabajo duro, pero acariciaban el cuello de Cat con la suavidad de un pulidor de piedras preciosas.

Sin pensarlo dos veces se puso de puntillas y le besó.

Los labios cálidos y suaves de aquella mujer estaban rozándole. Con el apremio de meses sin tocar una mujer le devolvió el beso con violencia, introduciendo la lengua en su boca y saboreando todo su interior. Sabía a humo y a caramelos de menta. Retiró las manos de su cuello y con las cadenas tintineando entorno a su muñeca, las paso por encima de su cabeza y le rodeo la cintura.

Sus cuerpos se unieron en un estrecho abrazo, los pechos de ella vibraban contra el torso de él y el miembro de él palpitaba erecto contra la pierna de ella.

Cat interrumpió el beso para coger aire, todo su cuerpo vibraba anhelando aquel hombre.

-No deberíamos… -dijo Cat entre jadeos.

-¡A la mierda! ¿Te crees que estoy aquí por ser un tío responsable? -replicó Mario mientras se agachaba y le levantaba la falda.

Cat reaccionó e intento bajarla pero apenas había empezado el gesto cuando los labios de él se cerraron sobre su sexo.

La fina seda del tanga apenas mitigó la avalancha de sensaciones. Su sexo hervía de lujuria y su cuerpo se arqueaba con el placer.

De un violento empujón Mario la elevó por el aire y la depositó sobre el escritorio. Cat abrió sus piernas y se dejó hacer.

Los labios y las manos de Mario recorrían el interior de sus piernas acercándose poco a poco a su sexo mientras ella se desabrochaba la camisa. Su cuerpo entero ardía de deseo cuando el apartó la húmeda tela del tanga para lamer su interior con glotonería.

Aquella mujer sabía a gloria, su sexo inflamado y húmedo destacaba bajo su pubis desvergonzadamente rasurado. Al intentar levantar un poco más su falda, la cadena de los grilletes, fría y dura, rozó su clítoris arrancándole un respingo. Como disculpándose Mario lo envolvió con el calor de su boca y la vida de su lengua.

Cat jadeaba y se retorcía con cada lametazo de aquella lengua diabólica. Sus manos se agarraron con fuerza a la cabeza de Mario cuando los dedos de este resbalaron en su interior.

Los dedos de Mario entraban y salían de su vagina sin dejar de acariciar aquel sexo rojo y tumefacto con la lengua. Cat jadeaba y maldecía en bajo meneando las caderas al ritmo de las manos del malhechor.

-Déjame, –Dijo Cat incorporándose, apartándole con un suspiro y agarrando los grilletes de Mario por la cadena –ahora me toca a mí.

Con un par de tirones arrastró a Mario y lo sentó en el cómodo sillón reclinable del escritorio. Se inclinó sobre él y le volvió a besar.

Intento acariciarle los pechos pero la postura y los grilletes entorpecieron la maniobra. Cat, al percatarse se apartó y se quitó la camisa y el sostén lentamente, dejando a la vista unos pechos grandes erguidos y blancos. Mario intento incorporarse para tocarlos pero ella le empujo con el zapato de tacón y le hizo caer de nuevo en la silla mientras se acariciaba los pezones con un con un gesto travieso. La falda y el tanga desaparecieron dejando aquel cuerpo sinuoso y turgente desnudo a la vista de él.

No hizo falta que volviese a incorporarse porque ella se inclinó sobre él dejando unos pezones rosados y duros a escasos centímetros de su cara. Ella jadeo de nuevo cuando él los introdujo en su boca y los chupó y mordisqueo con lujuria mientras Cat frotaba su sexo contra la áspera tela del mono penitenciario.

Con los ojos humedecidos por el deseo bajó la cremallera del mono y le saco el miembro erecto y duro como una estaca del bóxer para metérselo en la boca. Con delicadeza recorría el glande con su lengua y con sus labios, sorbiendo ligeramente y arrancándole palabrotas a Mario mientras con la mano libre se acariciaba el sexo con suavidad. Cuando le pareció que Mario ya no podía aguantarse más se apartó. El pene erecto se movía espasmódicamente buscando un lugar suave y húmedo. Se inclinó y lo golpeó con sus pechos, lo introdujo entre ellos y subió arriba y abajo toda su longitud hasta que un jugo caliente y espeso corrió entre ellos.

Antes de que Mario pudiese hacer nada volvió a coger el pene aun duro entre sus manos y lo chupo con energía. Cuando noto que la excitación y el deseo volvía a correr por él trepo por la silla y lo introdujo en su interior. Era como si un hierro duro y candente se clavara en sus entrañas. Mientras subía y bajaba por el jadeando de placer, él manoseaba sus pechos y la acosaba con besos bruscos y apresurados.

Su pene palpitaba y se retorcía cada vez que Cat se deslizaba por él. Ella jadeaba y continuaba subiendo y bajando aquel esplendido cuerpo, ahora sudoroso y jadeante por el esfuerzo y por el placer.

Cat se dio la vuelta y volvió a introducir el pene de Mario en su interior. Ahora con cada empeñón los huevos de Mario aprisionados por la cremallera del mono y por el calzoncillo golpeaban la parte externa de sus genitales abiertos como una flor. Estaba tan excitada que no pudo contenerse más y se corrió. El placer, como un fuego incontrolable proveniente de su sexo, prendió y se expandió por su cuerpo agarrotándola e impidiéndola respirar por un segundo.

Mario no le dio ninguna oportunidad, apenas recuperada del orgasmo, se irguió y empujandola contra la mesa la volvió a penetrar. Al principio creía que se iba a resistir pero lo que hizo fue separar las piernas y apoyar mejor los brazos para ponerse un poco más cómoda. Mario a su vez fue desplazando las manos desde su culo hasta su espalda sin dejar de embestirla a un ritmo frenético.

El sudor de él caía sobre el suyo derramándose por su cuerpo, haciéndole cosquillas y excitándola aún más. Su vagina vibraba y le atormentaba con nuevas oleadas de placer cada vez que aquel miembro duro penetraba con violencia en su interior obligándola a morderse los labios para no gritar.

Mario interrumpió un momento el vaivén esperando que Cat echase un poco la cabeza hacia atrás para poder respirar un poco de aire extra. Mario, con un movimiento fulgurante paso las manos esposadas por encima de la cabeza y tiro hacia atrás de modo que las esposas se apretaron en torno al cuello de Cat. Todo el cuerpo de Cat se puso rígido.

-Vil, cruel e fementido. –le susurro Mario al oído sin dejar de follar aquel cuerpo agarrotado por el miedo.

Cat se asustó al sentir la falta de aire pero Mario aflojo ligeramente la presa sin dejar de penetrarla . Nunca había sentido nada así, aquel hombre incansable, la falta de oxígeno y el subidón de la adrenalina le ayudaron asentir cada sensación, la polla de aquel delincuente abriéndose paso en su vagina, los testículos chocando contra el exterior de su sexo, las piernas sudorosas golpeando las suyas con un ruido húmedo, la cadena de las esposas clavándosele en el cuello cada vez que tiraba de ella para poder penetrar más profundamente en su interior… Los brutales empujones del atracador le hacían retorcerse de placer. Todo su cuerpo temblaba y vacilaba con las embestidas. Llegó un primer orgasmo agudo y rápido como un relámpago seguido de un segundo instantes después más largo y perturbador como un trueno lejano.

Mario no pudo más y con un último empujón su polla se retorció y con una serie de espasmos que parecían no tener fin derramo el contenido de sus testículos en el interior de aquel espléndido cuerpo arqueado por sucesivos orgasmos.

Con cierta dificultad se desenredaron jadeantes. La polla de Mario yacía exhausta pegada contra la pierna, mientras que por los muslos de Cat corrían, ayudados por la gravedad, una mezcla de semen y secreciones orgásmicas.

Cat le dio un beso largo y dulce antes de adecentarse un poco con unos kleenex y vestirse de nuevo.

Mario se quedó mirando cómo se vestía. Intentando grabar cada lunar y cada gesto en su memoria de lobo solitario.

A Bea le gusta ganar siempre

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Conocí a Bea en Ibiza el año pasado en casa de unos buenos amigos que hacía años que no veía desde que estos se mudaron a esta magnífica isla hace 4 años;

Nada más verla me impactó su mirada, morena, delgada, vestida de forma conservadora, discreta con unos pantalones vaqueros entallados que dibujaban su magnífica silueta y una blusa blanca, que con la luz de la noche, transparentaba marcándosele un sujetador negro de encaje bastante grande, me pasé toda la noche sacando información de mi amigo sobre ella, mientras nuestras miradas se cruzaban varias veces durante la noche, he sabido que ella es una controller, una controladora de cuentas en una gran empresa exportadora sita en el polígono de Bergondo , cerca de la ciudad donde yo resido, no pude parar de mirarla, de sonreírle viendo que ella tampoco retiraba su vista de la mía, jugando, como me gusta jugar, me comentaron que tenía 32 años, sin hijos aunque deseaba tenerlos, esto lo sabía mi amigo por su esposa que la conoce desde sus tiempos de instituto, me comentó que era una chica bastante rara, muy callada, muy observadora pero que su mirada siempre causa impacto en todo el mundo, es más, muchos tíos no le habían entrado porque les daba algo de miedo, bromeó, riendo;

Mi amigo me la presentó, haí fue cuando por fin pude ver su preciosa dentadura al sonreírme, al besarla en su mejilla aproveché como siempre hago, es un fetiche mío, oliendo su cuello, encantándome el olor de su perfume, soy algo perro, me encanta oler, sobre todo un coño, antes de lamerlo, como dije, un fetiche;

Pasé toda la noche saludando a gente que hacía años que no veía ya que todos nos habíamos esparcido por toda España por cosas de la vida, por nuestras profesiones, disfrutamos todos de una noche genial en verano, casi todos veíamos a pasar el fin de semana, nuestros amigos habían reservado para nosotros una planta entera de un hotel cerca de su casa;

La noche iba pasando, todos bebíamos más de la cuenta, todos hacía años que no nos veíamos, todos habíamos venido sin nuestras parejas, era una reunión de compañeros de carrera durante todo un fin de semana, todos desmadrándonos , liberándonos un poco, viendo como la fiesta , en ese chalet, en el jardín con la agradable temperatura que había , hizo que todos nos pasáramos sin tener problemas porque no teníamos que volver a casa, todos nos reimos viendo como dos de nuestras compañeras, por el alcohol, sin pudor alguno, estábamos en Ibiza sin parejas, se sacaron sus blusas y se tiraron a la piscina, como dije, todo fuera de control;

Eran las 3 de la mañana, la gente ya estaba bastante pedo, recibí un SMS en mi móvil, me extrañó por la hora en que me lo enviaban, lo miré, me quedé flipado pensando que se trataba de una broma ya que me ponía :

Habitación 710

Sonreí, pensé que era una broma o simplemente de que alguien se había equivocado porque no tenía ese número de móvil grabado en mi agenda pero re envié a ese número de móvil un mensaje:

Quien eres?

Recibí de nuevo un SmS en el que ponía:

Estoy detrás de ti

Me di la vuelta, quedándome asombrado viendo a un grupo de chicas, riendo entre ellas, mirándome todas pero viendo que era Bea la que tenía su móvil en su mano, mirándome fijamente, sonriendo;

Volví a girarme, me fui a buscar otra copa, la iba a necesitar;

Estuve pensando que al ver a todo ese grupo de chicas juntas, riendo, mirándome, estando algo bebidas , le habrían dado mi móvil a Bea para que jugase , simplemente jugando, como suele gustar a muchas chicas pero NO sabiendo ellas que el que juega con fuego se quema, esta es mi frase;

Pasaron las horas, a las 5 me fui de la fiesta, la mitad de la gente yacía tirada, dormida, borrachos perdidos en el suelo, hacía años que toda esa gente no salía y menos tan despendolados, me quedé sonriendo viendo a Patri, una antigua amante que tuve en la universidad, casada con tres hijas, haciendo una mamada a Jose allí mismo, en el suelo, delante de todos mientras podía ver como unos cuantos chicos, casados, marcaban unos paquetes enormes en sus pantalones, excitados viendo delante suya como la polla de su amigo era devorada por una chica, deseosos que esa polla fuese la suya, pero bueno, sonreí, cosas que pasan estando con amigos, de borrachera, a 700 kms de tu casa y sin tu pareja, no?

Esa chica el Lunes, en su casa, en su trabajo volverá a ser la persona más mala que he conocido con sus empleados, la fama la persigue;

Llegué a mi habitación, me pegué una ducha, me sentó genial, me tumbé desnudo en la cama, como hago en casa, pensé en el SMS, cerré mis ojos, solo pude ver la mirada lasciva de Bea, sonreí al notar como mi polla estaba completamente empalmada;

Sonó mi móvil, otro SMS;

Vas a venir o tendré que llamar a otro?

Sonreí, me encantan los juegos en una mujer pero esta vez iba a saber quien era su contrincante, me levanté, abrí la puerta y salí de mi habitación completamente desnudo, tan solo con la llave de mi cuarto, cruzándome por el pasillo con las miradas alucinadas y sonrientes de 2 amigos de regresaban, como podían a su cuarto, quedándose ambos viendo como tocaba con mi llave en la puerta que me habían indicado en el mensaje;

La puerta se abrió, viendo la preciosa cara de Bea, alucinando viendo como su cuerpo estaba vestido con un precioso traje de latex negro brillante, era la primera vez que veía uno así y más, siendo vestido por una mujer, Bea al ver que estaba totalmente desnudo, que había ido desnudo , que me presentaba desnudo mirándome ahora a mi polla, viendo mis 19 cms de polla gorda, depilada al cero, sin un solo pelo, viendo como colgaban mis gordos testículos, cargados de esperma me miró a mi cara, me sonrió, sin decir nada, mirándome fijamente, viendo como sus ojos se dilataban, sabiendo en ese momento que ella estaba también excitada por tener un jugador valiente como a ella le gusta, todo esto sin haber entrado yo todavía dentro de la habitación, viendo los dos compañeros en el pasillo, como mi polla era cogida por las manos de Bea, mirándolos a ellos, sonriéndoles con cara de niña mala y como ella me guió dentro de la habitación tirando de mi empalmada polla;

Bea cerró la puerta, me arrastró, dándome tirones en mi polla hasta la cama, sentándome en la cama, estando ella de pié, sonriendo, viendo la presa que ella había cazado hoy, mirándome fijamente, poderosa, teniendo sentada a su presa, el cuerpo que ese traje de latex mostraba era incleible calentándome viendo como los pliegues de su coño se le marcaban en su entrepierna brillante;

Bea me tiró para atrás de un solo golpe con su mano, yo tirado en la cama, ella de pié, observándome, sin decir una sola palabra;

Me quedé flipado viendo como de sus manos me tiró a mi lado una venda y dos pares de esposas, la miré extrañado pero Bea me indicó con su dedo que me pusiese la venda en mis ojos e indicándome que me colocase mis esposas en mis dos muñecas, haciendo esto que lo pensase, no la conocía para nada, solo lo que mi amigo me había contado, ella pudo ver que me lo estaba pensando e hizo algo que hizo que no me lo pensase, abriendo las dos cremalleras que tenía en redondo en su pechos, quedando a la vista, a mi vista, de los dos enormes pechos talla 110, copa D, grandes, gordas, duros pechos, con unas aureolas enormes, viendo sus empitonados pezones apuntando a la ventana de la habitación;

Coloqué en mis dos muñecas los dos pares de esposas mientras la miraba, me excitaba ser por una vez dominado, jugando fuerte, por una noche , viendo la sonrisa de zorra juguetona que Bea tenía estando ella de pié, viendo como su sumiso amante se colocaba la venda delante de ella, su presa;

Bea me hizo arrastrarme como un lagarto hacia la parte superior de la cama, enganchándome mis esposas a ambos lados del cabecero, dejándome completamente inmóvil a manos de una desconocida, sin poder ver nada, desnudo;

Mis piernas fueron separadas del todo, sus manos recorrieron mi cintura, mi pelvis hasta coger con sus dos manos, agarrándolos fuertemente mis huevos, mis gordos y cargados huevos que llevaban 2 semanas sin ser descargados, sin tocarme mi polla como lo espera cualquier tío, alucinando como ella no paraba de magrearme mis testículos, cogiéndolos a peso, comprobando la calidad de dos enormes testículos cargados y depilados al cero, sin un solo pelo siendo esta la primera vez que tenía unos así y más en sus pequeñas manos, más, delante de su boca sintiendo yo en ellos como la respiración de la boca de Bea rozaba mi entrepierna, excitándome mi polla, completamente empalmada sin ser tocada, estando la cara, la boca de ella viendo todo mi rabo mientras solo mis huevos eran magreados;

Solté un enorme bufido, de placer al sentir la lengua de Bea lamiéndome mis testículos, recorriendo con su lengua todo el contorno de mis huevos sin ser cogida mi polla, haciéndolo a posta, sabiendo en ese momento que la chica es mala, pilla, que le encanta jugar, sus lamidas me estaban matando, mi polla no paraba de emanar líquidos como una fuente , excitado ahora al sentir su lengua, la punta de su lengua lamiendo lentamente todo el tronco de mi polla, solo el tronco hasta llegar a mi glande, haciendo esto que casi me corra en ese momento al notar la lengua juguetona de Bea lamiendo en círculos mi glande, impregnando su lengua con mis líquidos pre seminales, deseando sentir de una puta vez su boca , que se introdujese toda mi polla dentro de su boca pero no, siendo mala, castigándome, su boca no come pollas, no, no es igual que el resto de las chicas, ella es peor, te deja así;

Bea se retiró, dejando mi polla emanando líquidos en mi vientre como si de un grifo mal cerrado se tratase, escuchando como se abría una cremallera, quedando yo en espera, imaginándome cual de las 400 cremalleras de su precioso y lascivo traje de latex estaba siendo abierto, no tuve que esperar mucho, notaba como Bea, subiéndose a la cama, andando de pié sobre el colchón, colocó sus dos piernas, una a cada lado de mis axilas, quedándome paralizado al poder oler, solo oler el olor del coño de Bea en mi nariz, hija de puta, ella sabía de mi fetiche, estaba claro que mi ex, la que estaba mamando la polla de mi compañero en el suelo en la fiesta, era una que estaba en el grupito de chicas cuando Bea me había enviado el SMS, le había contado mi fetiche de oler coños, como con ella hice, habiéndola castigado durante meses sin follarla, solamente oliendo su coño y lamiéndolo hasta hacerse correr, hija de puta, mi polla se empalmó a no poder más, tenía a Bea sentada de cuclillas, con su coño al aire rozando la punta de mi lengua para que oliese el coño, su coño, viéndome además como mi polla se endurecía cada vez más, delante de ella, bajando ella su culo, obligándome a comer su coño, colocándolo en mi boca, presionando su sexo contra mi cara, levantándolo un poco, permitiéndome respirar en el momento al sentir como mi lengua ahora recorría toda la raja de su sexo, saliéndose con la suya, siendo la Ama, siendo su coño lamido por mi lengua, notando yo como ella también tenía completamente depilado su coño, sin un solo pelo, excitándome aún más el comprobar como mi Ama, Bea, emitía por su boca sus primeros suspiros, empapando por completo mi lengua, mi boca siendo bañada en flujos por la excitación que la muy guarra estaba sintiendo y más en este momento, corriéndose, vaciando su coño una cantidad ingente de flujos que tuve que tragarme, cosa que me encanta , al ser su clítoris, hinchado como una pelota, recorrido en círculos por la punta de mi lengua haciendo que ese círculo , cada vez fuese más cerrado, acercándome cada vez más pero sin tocarlo, jugando, siendo yo malo, sintiendo Bea como su clítoris, su hichado clítoris latía, como un corazón, corriéndose en ese momento, al posar mi lengua, dejándola parada, quieta en su botón, en su clítoris, perdiendo las fuerzas sus rodillas, cayéndose, quedándose completamente sentada en mi boca, teniendo su coño dentro de mi boca, lamiendo ahora la entrada de su vagina, en círculos de nuevo, escuchando por primera vez una palabra saliendo de su boca:

Hijo de puta!

Sonreí al escuchar esto, sabía que ella en ese momento, siendo la Ama, había perdido la batalla pero no la guerra, gozando como nunca, sabiendo que sus flujos eran tragados por mi garganta, saboreando mi triunfo, su presa estaba venciendo a su cazador, estando esposado al cabecero de una cama, con los ojos vendados, con una desconocida, en la habitación de un Hotel;

Bea levantó su trasero, se bajó de la cama, pasaron unos segundos, pocos la verdad, mi boca brillaba impregnada de los flujos del sexo de Bea, sentí como ella volvió a subirse a la cama, me abrió mis piernas, agarró fuertemente mi polla empalmada, esperando yo que por fin fuese comida por su boca, no siendo así, quedándome a cuadros, no esperando , notando como la muy guarra, sabiendo que no podía moverme, me introdujo un dedo suyo dentro de mi ano, me quedé tenso, acojonado, más al retirar ella de mis ojos la venda que impedía ver lo que allí estaba pasando, quedándome flipado del todo al ver ahora su cara cabreada por haber perdido la primera batalla, mirándome fijamente viendo la expresión de mi cara mientras seguía introduciendo su dedo dentro de mi virgen culo, cada vez más, llegando con él a mi inexplorado punto G nunca sentido antes, mientras la muy puta me miraba, sonriendo, viendo como sus ojos se dilataban, felices por verme así, inmovilizado, rozando con la punta de su dedo mi punto G, escuchando mis suspiros, mirándola, viendo como mi polla ,sin ser tocada, se corría, expulsando un chorro de semen por el aire, ella no paraba de mirarme, sabiendo que esta batalla si que la había ganado, sacando su dedo de mi culo mientras mi polla seguía expulsando esperma, cerrando yo mis ojos, suspirando, abriéndolos de un golpe al notar como mi culo volvía a estar ocupado pero no por su dedo, notando una cosa gorda, dura, fría colocada en mi ojete, pudiendo ver que la muy puta, la muy guarra tenía en su cintura de latex, un arnés, con un consolador negro de latex de unos 10 cms apuntando a mi culo, queriendo en ese momento yo parar el juego, no dándome tiempo para ello, penetrándome cm a cm mi culo, siendo mi culo partido por primera vez en dos, por completo, sintiendo una calor enorme que me quemaba notando aquella barra gorda dilatando las paredes de mi virginal ano, estaba siendo desvirgado por ella, no pudiendo hacer nada para que aquello parase, estaba encadenado a la cabecera de la cama, esto me pasa por acostarme con alguien desconocido pensé , abriendo mis ojos, mirándola, viendo como ella sonreía con cara de mala, contenta de volver a ganar otra batalla, 1 a 2 a favor de ella, la muy puta dejó dentro de mi culo esa cosa durante 2 minutos, sin moverse, habiéndome follado literalmente, a posta, hasta que supo que las paredes de mi culo se relajaron, adaptándose , aflojando mi culo esa cosa, fue entonces cuando ella sacó, por fin, el consolador , sintiendo un alivio enorme al tener mi culo libre;

Bea seguía sin decir nada, ni palabra, solo me miraba, solo sonreía, sus pechos estaban a punto de explotar, nunca en mi vida he visto unos enormes pezones tan sumamente empitonados como los suyos en ese momento, sobre excitados por lo que había conseguido, joder, no es que sus pezones pudiesen cortar el cristal de la ventana de ese hotel, no, podrían rajar los cristales BLINDADOS de un coche antibalas, dios, mi culo dolorido, desvirgado, atado viendo la enorme sonrisa en su boca, mira que son malas, con gana las tias, como les jode perder en un juego, pensé, no tenía ni palabras;

No acabó aquí la cosa, no, la muy puta se inclinó delante de mi polla, de mi corrida polla, mientras me escocía mi culo, notando y agradeciendo que la muy zorra por lo menos había untado bien el consolador con vaselina, notaba como esta vaselina resbalaba, saliendo de mi culo;

Bea agarró mi polla, lamió todo el tronco de mi polla de nuevo, tocando mis huevos, comprobando que aún había más esperma en ellos, sonrió, comenzando a hacerme la paja más sensual, sexual, salvaje que en mi vida he tenido ni tendré, controlando , midiendo todo, la intensidad de la fuerza en sus manos, la intensidad de la rapidez de la paja, de menos a más, viendo como orgullosa mi polla se endurecía cada vez más, como un mástil, mientras me miraba, escuchaba los suspiros, mis jadeos que mi boca emitía con cada nueva pasada que ella me hacía, viendo como más y más jugos salían de mi glande, viendo lo gordo, lo roja apunto de estallar delante suya, estando yo atado, sin poder vengarme para nada hasta que me corrí, descargando, vaciando mis huevos, dejándome sin una sola gota de semen dentro de mis testículos, mojando sus pechos, sus pezones, su traje de latex brillante, mientras me miraba, me torturaba más siguiendo la paja hasta que no quedó una sola gota de esperma de mi sexo;

Soltó mi polla, dejándola caer, vencida, sonriendo, victoriosa por KO de esta nueva batalla, viendo como se levantaba, pudiendo ver el arnés en su cintura, enseñándome como tenía en sus manos la tarjeta llave de mi habitación, viendo como ella, tal como estaba, salía de la habitación cerrando la puerta, yéndose a dormir, a descansar a la mía, dejándome allí tirado, humillado, corrido, con mi culo escociéndome y teniendo atadas mis muñecas al cabecero de la cama, solo, indefenso;

Me quedé dormido esperando que el juego acabase, volviendo ella a liberarme pero no lo hizo;

Me desperté por la mañana, desnudo, en la cama de Bea, mis muñecas habían sido quitadas, menudas marcas me quedaron en mis muñecas, encima de mi vientre la muy guarra me había dejado la llave de mi habitación, me levanté, aún me dolía mi culo, fui al baño, encontré una bata, me la puse y me dirigí a mi habitación, dándome una ducha en agua caliente, calmando mi culo, mi dolorido culo, pensando que hoy habíamos quedado otra vez con la gente a las 9 de la noche, me tumbé en cama, mirando al techo, pensando como poder vengarme de Bea quedándome dormido de nuevo hasta el mediodía;

Cuando me desperté, entré en Internet en mi portátil, hice unas consultas, llamé por teléfono y después de esto, sonriendo, esperando volver a Bea para vengarme, me pasé toda la tarde en la preciosa cala que el Hotel tiene, una playa nudista como la que en Coruña tenemos, tomando el sol, disfrutando de la soledad, escuchando el mar, sintiendo el sol en mi cuerpo y sobre todo, algo que me encanta, el sentir el calor del sol torrando mi polla y mis huevos, al cabo de media hora me di un baño en el mar, no hay nada más relajante que estar dentro del agua del mar estando desnudo, sintiendo como el agua recorre cada poro de tu sexo, y como es mi caso, si este lo tienes completamente depilado al cero, más, mucho más;

Cuando salí del agua no pude más que sonreir al encontrarme a varios ex compañeros de la facul viendo como tomaban el sol desnudos por primera vez, es fácil de saber, me hizo gracia ver los cuerpos de mis ex compañeras con sus pechos y sus sexos completamente blancos, con las marcas de la ropa, eso sí, allí, estando en una playa a cientos de kilómetros de tu casa, sin tu pareja, en pelotas, eso me hace gracia, sobre todo ver las chicas que no se atreven ni hacer un simple topless y ahora, con su coño al sol, con su coñito blanco como la leche, disfrutando por primera vez, acompañadas de otras compañeras por supuesto, gozando con esta nueva y fantástica sensación, me sonrieron al verme, más viéndome de pie y ellas acostadas en sus toallas teniendo ellas a su vista , viendo mi sexo depilado al cero, mis huevos colgando ante ellas, diciéndoles que nos veíamos por la noche, en la fiesta;

Llegué a casa de mis amigos, puse al tanto a mi amigo, mi confidente de carrera de todo lo que me había pasado con Bea quedándose atónito con cada frase que le comenté, alucinando los dos viéndola, mirándola, viendo como nos miraba, con esa mirada de serpiente embaucadora que tanto atrae, viendo la enorme sonrisa en su boca, feliz por haberme vencido, dejándome tirado en su cama, atado, habiéndome follado con un consolador;

Pude ver como ella cogió su móvil, sonrió al ver en su pantalla mi mensaje:

Quedamos en tu habitación, la guerra no ha acabado, quiero más!

Pude ver como sonreía, me miraba sonriente, viendo como ahora escribía en su teclado;

Quedamos en 1 hora, mañana mi vuelo sale a las 9 AM, volverás a perder!

Ahora fui yo el que sonreí, viendo su enorme sonrisa mirándome, comprobando que había leído su mensaje;

Me tomé unas copas, las necesitaba, estuve hablando con varios amigos que no habían podido llegar ayer a la fiesta, acordándome de la hora, despidiéndome de todos rápidamente ya que esa era la última noche que íbamos a pasar juntos, diciéndole gracias a mi ex, viendo su enorme sonrisa cómplice, viendo en su mirada que si había ella la que había contado a Bea mi fetiche por oler coños, de lamer coños, de ser un lame coños como ella me llamaba en la carrera, me dirigí al Hotel, enviando más SmS desde mi móvil, todo tenía que salir perfecto;

Peté en la puerta de Bea, viendo la enorme sonrisa en su cara, impaciente por volver a jugar, viendo que volvía a tener puesto el precioso traje de latex brillante haciéndome pasar, jugando con nuestras miradas, retándonos , tomando yo las riendas, viendo las esposas con las que ella me había encadenado toda la noche anterior, tumbándola en la cama dejándose llevar, esperando que hoy fuese yo su Amo, sonriendo mientras veía como encadenaba sus dos manos a los extremos del cabecero de la cama, teniéndola ahora sí a mi merced, para mí, estando yo de pié desnudándome delante de ella, mirándola fijamente sin haber dicho una sola palabra, acercándome a su lado, sin decir nada, corriendo la cremallera que cubría sus preciosos y duros pechos, quedándose al aire ambos, viendo esos empitonados pezones apuntando al techo , viendo la mirada de pilla de Bea, gustándole que la tratase así y más viendo ella como mi polla se empalmaba, excitada teniendo la visión de sus pechos;

Recibí un mensaje en mi móvil, no lo toqué, le coloqué a Bea la venda que ella misma me había obligado a mi a ponerme la noche anterior, ella pudo escuchar como anduve por la habitación, abriendo la puerta, escuchando a gente andando por la habitación, estando ella atada al cabecero, estando sus empitonados pechos al aire, expuestos, siendo vistos por no sabe quien, tragó saliva en ese momento, ese cabrón ha preparado algo para mí, su sexo comenzó a excitarse, a mojarse, escuchando como caía ropa en el suelo de la habitación, escuchando como dos cuerpos se colocaron ambos uno a cada lado de la cama, su coño comenzó a latir, no dijo ni pio, no mostraba en su cara ni un puto ápice de sorpresa, no podía reconocer que esto la estaba excitando, solo su sexo lo sabía, callando como una perra, pero intuyéndolo yo, por eso notó como alguien se subió a la cama, se colocó en medio de sus piernas y no pudo retener más la sensación tan morbosa que estaba sintiendo, dejando de morder sus labios con sus dientes, soltando un enorme bufido, de aliento, de gusto al notar como unas manos cogieron la cremallera que ocultaba su coño siendo este bajado muy lentamente, poco a poco hasta liberar, expuesto, ante cualquiera, su coño depilado al cero, viendo todos lo que la expresión de su cara ocultaba, la raja de su coño brillaba como un diamante, bañado en flujos, encharcado en flujos por la excitación que estaba sintiendo, su secreto al descubierto, esta batalla había sido ganada por mí, 1 a 0;

Sabes lo que es tener tu coño completamente empapado en flujos, estando a la vista de un chico, estando atadas tus dos manos al cabecero de una cama, teniendo tus ojos tapados por una venda, pasando los segundos, tu coño, tu mojado coño no siendo tocado, lamido, penetrado porque esto te lo están haciendo a posta?, para que te joda? Para que tu coño siga mojándose, viendo todos lo perra que eres mojándote? ;

Esto es lo que buscaba, para comenzar, a mi nadie me gana en MORBO, te lo aseguro, Bea lo iba a comprobar hoy, me quedé aposta tirado teniendo su coño a 2 cms de mi boca, oliendo su coño, sin tocarlo, sabiendo que ella notaría el aliento caliente de mi boca teniéndolo tan cerca de su sexo, separando, abriendo del todo sus piernas, separando los dos pliegues de su coño, viendo su hinchadísimo clítoris, el mismo que ella me había obligado a comer la noche anterior, viendo la imagen que más me excita y que no es otra la de sorprender por completo a una chica, viendo como delante de mis ojos, su sexo, su coño, revienta, si, revienta, explota como un cañón antiguo, empapando mi cara con sus flujos, reconociendo en ese momento sin tener que decir nada más, no hace falta, que la excitación en un solo segundo, estando atada, indefensa, sin ver nada ni a nadie, notando mi aliento rozando tu coño mojado, explota como un petardo en tan solo un segundo, sin ser tocado, ni lamido, sin tener que tener una polla tocándola, no, tan solo con, en ese momento, en ese instante, al sentir, notar como tus dos empitonados pezones, están siendo LAMIDOS a la vez por, DOS lenguas de DOS personas, tan solo con esto, sin más, sin menos, pero sí ese punto, no solo por eso sino porque notas como en tu coño hay ALGUIEN MAS, observando TODO, observando como tu coño explota, se corre, como no hay manera posible de OCULTAR que esto te excita a la persona que tienes en medio de las piernas, esto que tantas veces he hecho con mis ligues, haciendo que sus coños exploten, libres, bañando mi cara con el NECTAR de sus sexos, sorprendiéndolas como nunca hubiesen esperado en su vida que hagan esto, sí, Bea no pudo contenerse, se corrió, su coño no paraba de correrse, delante de mi cara, de mis ojos, de mi boca, te puedo asegurar que mi empalmada polla podría atravesar el duro colchón que por debajo tenía, este PLACER no tiene igual, no lo tiene, te lo aseguro, es igual, Bea, volvió a perder otra batalla, 2 a 0;

Dejé recuperarse a Bea, ya no sonreía, ahora sí me dijo la primera palabra de todo el día:

Cabrón, te Odio!

Sonreí, escuchando esto, saqué mi lengua, lamiendo con la punta de mi lengua toda su coño, de abajo a arriba, arrastrando la ingente cantidad de flujos que su coño había expulsado, dejando parada la punta de mi lengua en su hichado clítoris como queriendo decir sin decirlo:

Me lo dices o me lo cuentas!

Ella lo sabía, le jodía un montón, pero mi lengua, colocada en su clítoris no hacía más que palpitase más todavía;

Bea notó como una persona se subía a la cama, colocándose en la misma posición que la noche anterior ella había ocupado, sabiendo que esto era una venganza, que tendría que comer la polla de un tío que aun por encima, por joder, yo había traido, que ni siquiera era mi polla, por joder más, quedándose parada esperando que esa polla fuese colocada en su boca mientras yo, por joder, no retiré la punta de mi lengua de su botón, notando como la muy guarra no paraba de mojarse más y más, estando cabreada pero estando excitada, quedándose de piedra, paralizada del todo, no esperando esto, no pudiendo decir nada de nada, sin poder reaccionar, al ser su boca, de un solo golpe ocupada, notando la punta de mi lengua vibrar, mojándose, palpitando mientras Bea, con su boca llena del todo sin poder decir ni hacer nada, estaba probando, por primera vez en su vida, atada a una cama de un motel, el primer COÑO de otra chica en su BOCA, siendo OBLIGADA al igual que lo fui yo a abrir la boca, saboreando, tragando para no atragantarse los FLUJOS del coño de una chica, y siendo obligada a utilizar su LENGUA y tener que lamer un coño porque si no el culo de la chica seguía aplastando su cabeza, tal y como ELLA me había hecho, la noche anterior;

Bea tuvo que lamer con su lengua el coño, sin querer hacerlo durante 10 minutos, jodiéndole tener que hacer eso o eso expresaba su cara pero su COÑO no decía lo mismo, su coño no paró de mojarse, de excitarse en todo momento, es lo típico de las mujeres, callan como PERRAS, pero solo sabrás lo que realmente le gusta a tu chica teniendo tu DEDO dentro de su coño, mientras miráis una película porno, comprobarás que le gusta MÁS de lo que piensas, más de lo que DICE, la chica se corrió en la boca de Bea, el coño de Bea se empapó por completo sabiendo que había hecho correrse a otra chica, le jodía a morir pero estaba a punto de correrse al sentir como el coño de la chica se exprimió como una naranja en un exprimidor en su boca, teniendo que tragar los flujos, todo por culpa mía, perdiendo de nuevo esta batalla, 3 a 0;

Dejé de nuevo a Bea para que se recuperase, sonriendo a la pareja que allí conmigo estaba;

La chica le retiró la venda a Bea de sus ojos, pudiendo ella ver en este momento como en la habitación, mirándola estaba yo de pié sonriendo y viendo como allí había una pareja, un chico y una chica, quedándose atónita por completo al ver el miembro del chico, 25cms de rabo negro, negro, se acaba de comer el coño de una chica negra, la miraba ahora a ella sin poder decir nada, me miró, enfurecida, no pudiendo decir nada, ella anoche había hecho todo lo que quiso, pero no dejaba de ser humillante todo esto;

Me acerqué a Bea, a su cara, plantándole un beso en sus morros de un solo golpe, con fuerza, intentando ella evitarlos, rindiéndose al cabo de unos segundos, dejándose besar ahora sí, sintiendo mi lengua dentro de la suya, notando ahora yo como era su lengua la que se introducía dentro de mi boca, compartiendo entre nosotros los flujos del coño de la chica, de la misma que ahora mismo estaba colocándose en medio de sus piernas, la misma que ahora estaba lamiendo su mojado coño, sintiendo, descubriendo como yo pienso y sé porque esto se lo he hecho con cada novia que he tenido, que NO hay nadie mejor para comer tu coño que el de otra chica, NADIE, ni tu novio, joder, NADIE;

Bea soltó mis labios, no paraba de retorcerse, de gemir, abriendo sus ojos, dilatando su boca por completo, no queriendo, no siendo mirada por mí y por el otro chico que estaba meneando su enorme polla negra, no iba a perder esta batalla no, y una mierda, la perdió;

Se corrió como una PERRA, ante tres personas, estaba teniendo el ORGASMO más grande de su vida, en ese momento, siendo su sexo comido por una chica negra, sintiendo su sexo como este era llevado a un campo que nunca había experimentado, explotando una y otra vez por dentro, durante 4 minutos, convulsionando todo su cuerpo mientras yo la miraba, ganando por 4 a 0 en ese momento, cerrando ella sus ojos, recuperando aire en sus pulmones, mientras que la lengua de la chica retirada, dejaba descansar su sexo;

No dejé que se recuperara, abrió sus ojos , dilatando del todo su mandíbula, viendo como la enorme polla negra del chico estaba forzando, intentando penetrar la entrada de su vagina, no cabiendo dentro de ella, era demasiado gorda, su vagina no paraba a toda prisa de expulsar nuevos flujos para lubricar su coño, gritando como nunca lo había hecho antes en su vida al ser su vagina dilatada de un golpe, reventada, siendo su coño desvirgado por segunda vez por esa enorme y gorda barra de carne que abrasaba su vagina, quedándose sin aire notando, sintiendo como las paredes de su vagina eran dilatadas, por completo, con cada cm que poco a poco la perforaban, llegando esta polla a nuevos sitios en su coño que nunca antes había sido visitada, siendo perforados, desflorados más de 9 cms de su vagina que ni ella misma sabía que tenía, mirándome, viendo sus ojos dilatados, permaneciendo esa cosa dentro de ella sin moverse durante 1 minuto, sintiendo como las paredes de su vagina se dilataban , se adaptaban a esa enorme polla dentro de ella, cerrando sus ojos, soltando un suspiro enorme al sentir como esa polla salía de su coño, del todo, tal y como ella me había hecho pasar al desvirgar mi culo con su arnés y su consolador;

Abrió sus ojos, me miró;

Vio como los tres nos fuimos de la habitación, dejándola sola, desnuda en la cama , atada;

Pensó que se quedaría allí tirada como ella me había dejado;

Pasaron las horas;

A las 7 de la mañana escuchó como la puerta de su habitación se abría, se quedó blanca al ver a su amiga, mi ex, viéndola desnuda atada a la cama, acercándose a ella con una llave en sus manos, liberándola de las esposas;

Te espera en el Aeropuerto, tienes solo media hora para llegar le dijo sonriéndola;

Bea estaba estupefacta, sin palabras , que decir a su amiga, sabría todo o no sabría nada?;

Sintió un alivio enorme cuando se sentó en el asiento del avión que la llevaría a casa;

Recibió un SMS, lo miró:

He ganado esta partida, estamos empatados, te apetece desempatar en Coruña el próximo fin de semana?

Bea se quedó blanca viendo ese mensaje, sabiendo que yo también iba en el mismo avión, se quedó pensando, sonriendo, contestando en su móvil a mi mensaje:

Touché; Quedamos, CLARO que quedamos, esta vez vas a PERDER, te lo aseguro

Los dos llegamos a nuestras casas, con nuestras parejas, felices de haber pasado un fin de semana ALGO distinto, no crees?

MORBO 35

Cuernos Playeros

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Mi esposa y yo rozamos los 40 años. Nos conservamos bastante bien y nos gusta cuidarnos. El cuerpo de mi mujer no tiene nada que envidiarle al de un mujer de 25-30 años. Sin embargo ella no piensa lo mismo y tiene una baja autoestima: siempre se ve defectos y siente envidia de otras mujeres con cuerpos bonitos.

Como dije antes, ella tiene un cuerpo espléndido: es morena, tiene el pelo largo, mide 1.75 m, sus ojos son verdes, unos pechos no exageradamente grandes y un coñito completamente depilado que haría las delicias de cualquier hombre.

Pese a ello, si una mujer guapa pasa por delante de nosotros, siente celos si me pilla mirándola y cree que puedo ser capaz de serle infiel algún día. Jamás he engañado a mi mujer con otra y no sería capaz de hacerlo, pues la quiero y no podría verla sufrir.

Cada verano solemos acudir a una playa almeriense a pasar 15 días de vacaciones, alquilando un pequeño apartamento. El año pasado, como de costumbre, estuvimos allí la última quincena de julio. Yo siempre deseo que lleguen las vacaciones para poder desconectar de todo, pero también tengo cierto temor, pues en la playa con mujeres en bikini, en tanga o en topless, aumentan exageradamente los celos y las imaginaciones de mi mujer y ya hemos tenido más de un enfado en ese sentido.

A mi mujer Silvia no le gusta practicar topless, dice que le da pudor, y cuando algunas veces se pone alguna mujer cerca de nosotros a tomar el sol sin la parte de arriba del bikini, a ella le comen los celos.

Yo ya le he dicho muchas veces:

- ¿Por qué no haces tú lo mismo? Tienes un cuerpazo y puedes presumir tranquilamente de él. Así, además, seguro que desaparecerían tus envidias e imaginaciones.

Pero ella siempre se niega y es imposible hacerle cambiar de opinión.

Los días de vacaciones fueron transcurriendo con cierta normalidad y los estuvimos aprovechando al máximo. Sin embargo el penúltimo día la cosa cambió por completo.

Ese día, después de almorzar, bajamos a la playa para pasar allí el resto de la tarde. A esa hora la zona en la que nos solemos poner para tomar el sol y darnos algún baño estaba bastante tranquila, pues siempre suele llenarse conforme avanza la tarde.

Así que llegamos a la arena y extendimos las toallas. Yo me quité la camiseta y el pantalón corto que llevaba y me quedé en bañador, que era ajustado al cuerpo, tipo bóxer, de color negro. Silvia se quitó su vestido rojo estampado y se quedó con su bikini de color verde pistacho. Nos tumbamos en las toallas y nos pusimos a tomar el sol de forma relajada.

Con el paso de los minutos la zona empezó a poblarse poco a poco de bañistas. Hasta las 19.00 solían seguir llegando veraneantes y a partir de esa hora la playa comenzaba a quedarse poco a poco otra vez más tranquila. Algunos días Silvia y yo nos habíamos quedado allí hasta más de las 21.00 viendo la preciosa puesta de sol que ofrecía aquel lugar.

Tras llevar un rato expuesto al sol decidí darme un baño. Mi mujer prefirió quedarse tomando el sol. Cuando llevaba varios minutos en el agua, vi que tres chicas con apariencia de extranjeras se aproximaban a donde estábamos nosotros y colocaban sus toallas a un par de metros de las nuestras.

Una de las chicas era pelirroja y las otras dos rubias, las tres tenían un buen físico y rondarían los 20 o 22 años. Una vez que habían extendido sus toallas, comenzaron a desprenderse de la ropa: se quitaron las camisetas, una de ellas el short y las otras dos sus minifaldas vaqueras. Y entonces me di cuenta de que esa tarde tendría que aguantar el carácter de mi mujer: las tres jóvenes se quedaron en topless y la única prenda que cubría sus cuerpos era un minúsculo tanga. La chica pelirroja lo llevaba blanco y las dos rubias lo llevaban la una de color rosa, la otra de color amarillo. Desde el agua pude ver cómo Silvia empezaba ya a mirar a las chicas. Permanecí bañándome un par de minutos y decidí salir cuando las tres chicas ya se habían tumbado en sus toallas: me imaginaba lo que me esperaba por parte de mi esposa durante el resto de la tarde.

Al llegar al sitio donde estaba mi mujer junto a las extranjeras, Silvia me susurró:

- ¿Has visto a esas tres? ¿Es que no tenían otro sitio donde ponerse? ¡Un poco más y ponen las toallas encima de nosotros!

- Mujer, la marea está alta, queda poco espacio de arena y hay mucha gente- le respondí tratando de quitarle importancia al asunto.

Me tumbé en mi toalla y no me atrevía ni a mirar al lado derecho, que era donde estaban las chicas. Hasta que no pasaron bastantes minutos no cambié de postura. Ni siquiera me había percatado de que Silvia estaba bañándose en el agua y de que las tres jóvenes hacían lo mismo. Silvia regresó pronto y me dijo que el agua estaba perfecta para el baño. Yo asentí y cerré los ojos para relajarme y seguir tomando el sol. Tras varios minutos escuché las voces de las tres chicas que se aproximaban. Abrí los ojos y vi cómo se quedaron un rato de pie para secarse al sol. No pude evitar fijarme en el cuerpo de las tres chicas: la pelirroja tenía unas grandes tetas, aunque sus amigas tampoco se quedaban atrás. Tenían los pezones tiesos debido al frío que sentirían al salir del agua y cuando se giraban podía ver la tela de los tangas mojados metida en la rajita de sus culos respingones. Miré la parte delantera de los tangas y me quedé con la boca abierta, viendo que la tela empapada estaba pegada a la vagina de las chicas, marcando los labios vaginales y en el caso de la pelirroja su tanga blanco transparentaba todo su sexo depilado. Me estaba excitando mucho y, para que Silvia no se diera cuenta y me montara el numerito, cerré los ojos e intenté abstraerme de la visión de aquellas chicas.

Al cabo de un rato mi esposa me comentó en voz baja:

- ¡Yo ya sabía que la intención de esas tres era la de llamar la atención y provocar y calentar a los tíos. Gírate y míralas!

Me di la vuelta y vi a las tres chicas tumbadas en sus toallas. La pelirroja y una de las rubias estaban bocabajo, pero la otra chica estaba con la cara al sol y tenía sus piernas algo abiertas. Su tanga amarillo se le había desplazado un poco y dejaba al descubierto parte de su coño. Al ver ese coñito joven casi al descubierto me excité y noté cómo mi polla se me empezaba aponer dura bajo mi ajustado bañador. Silvia se percató enseguida de mi erección y me dijo:

- ¿Lo ves? A ti ya te ha puesto caliente. Mira como tienes ya la polla.

- Silvia, por favor. Uno no es de piedra. Eres tú la que me has dicho que mirase- le comenté.

Para no aguantar más su enfado decidí ir a dar un paseo por la orilla. Regresé al cabo de unos 30 minutos y por entonces las tres chicas estaban en la orilla jugando a las palas. Mi mujer se estaba bañando, así que quise acompañarla y preguntarle si se le había pasado ya el enfado. Me extrañó su reacción, pues se mostró muy cariñosa y juguetona conmigo. Empezó a acariciarme la polla debajo del agua y sobre mi bañador. Yo le masajeaba sus pechos tapados por el agua. La playa había empezado a quedarse desierta y exceptuando las tres jóvenes extranjeras, en aquella zona solo quedaba una señora mayor tomando el sol, pero algo alejada de nosotros.

Seguimos un poco con nuestros juegos bajo el agua, lo que hizo que mi verga estuviera totalmente erecta y dura aprisionada por el ceñido bañador. Silvia me leyó el pensamiento y me dijo:

- Aquí no me apetece follar, ahora después cuando lleguemos al apartamento.

Me dio un beso y empezó a salir del agua. Yo la seguí y señalándole a mi polla tiesa le dije que me había dejado muy caliente y con unas ganas enormes de sexo, pero volvió a insistir en que esperase a la noche.

Al pasar por delante de las tres jóvenes que seguían jugando a las palas, la pelirroja no se cortó ni un pelo y me miró mi bulto de la entrepierna de forma descarada y con los ojos abiertos como platos. Silvia se dio cuenta y cuando llegamos a nuestras toallas me comentó:

- ¿Has visto cómo te ha mirado, no? Casi se le salen los ojos. Estas tres vienen buscando sexo, créeme. Estoy segura de que si ahora te dejase aquí solo, se te acercaban buscando follar contigo.

Yo no dije nada y me tumbé en la toalla. Lo mismo hizo mi mujer. Vi que la chica pelirroja dejaba a sus amigas jugando a las palas y que se acercaba a su toalla. Sin embargo pasó de largo y se dirigió a una zona de matorrales que había detrás. Se introdujo entre los matorrales y se detuvo. Estaba semioculta, solo se le veía la cabeza. Mi mujer también se había percatado de la acción de la chica y me preguntó:

- ¿Y ahora que estará haciendo entre los matorrales?

- Lo normal es que esté haciendo pipí. ¿También te va a molestar eso? – le contesté.

- Voy a aprovechar que tengo ganas de orinar, lo voy a hacer entre los matorrales y de camino veo que está haciendo la extranjera, que tarda ya mucho en salir para estar haciendo un simple pipí – me dijo Silvia.

Se levantó, se encaminó hacia los matorrales, se puso a un par de metros de donde sobresalían los cabellos pelirrojos de la chica y se agachó. A los pocos segundos Silvia salió de entre los matorrales y por la cara que traía, sabía que algo raro había sucedido. Cuando llegó otra vez a mi altura, me dijo apresuradamente:

- No te vas a imaginar lo que está haciendo allí la pelirroja: mientras yo hacía pipí la miré y estaba sin el tanga, completamente desnuda y masturbándose. Se dio cuenta de que la estaba viendo, pero ella seguía a lo suyo. Seguro que se estaba tocando pensando en tu polla erecta que acababa de ver.

Yo traté de restarle importancia al asunto e intenté tranquilizarla:

- Mujer, déjala, es un chica joven. A lo mejor es verdad que se ha excitado un poco, pero ¿no te ha pasado eso a ti alguna vez? A todo el mundo le pasan esas cosas. Si hubieras sido tú la que hubieses visto a un tío empalmado, ¿no te hubieses excitado también? Por favor, cuando salga la chica de los arbustos no la mires mal, ni le pongas mala cara, ¿vale?

Silvia pareció quedarse conforme. Tras unos minutos la joven salió de los matorrales con su tanga blanco ya puesto y con sus mejillas sonrojadas, supongo que de su estado de excitación que había tenido. Al pasar por delante nuestra me fijé en la entrepierna de su tanga y la tenía mojadita: se había corrido y al ponerse de nuevo el tanga la humedad de su vagina lo había empapado.

La chica pasó después junto a sus amigas, pero no se detuvo, sino que se fue directamente al agua a darse un baño. Las otras dos chicas dejaron las palas y la pelota junto a sus toallas y se metieron también en el mar.

Se llevaron en el agua un buen rato, tras el cual salieron, cogieron sus toallas y se secaron. Comenzaron a recoger y a sacar su ropa de la mochila. Pero se iba a producir algo que colmaría la paciencia de Silvia: antes de vestirse las tres chicas, sin ningún pudor se quitaron los tangas mojados por el baño, los metieron en una bolsa de plástico y la guardaron en una de las mochilas. Estaban las tres allí completamente desnudas. Yo no me atrevía ni a mirar a mi mujer, porque sabía la cara que tendría. Entonces cada chica se puso un tanga seco, pero no de traje de baño, sino un tanga de ropa íntima. Se vistieron con sus camisetas y con las minifaldas y el short, se pusieron las mochilas a la espalda y antes de irse nos dijeron educadamente “adiós” en inglés.

Yo les devolví la cortesía, aunque Silvia no dijo nada.

Cuando las chicas ya se habían alejado, mi esposa me preguntó:

- ¿Qué, también las vas a justificar ahora? No les ha importado quedarse totalmente en pelotas delante de un tío y de su mujer. Han tratado de calentarte y de excitarte hasta última hora.

En ese momento perdí un poco la paciencia y no estaba dispuesto a escuchar más a Silvia, así que le dije:

- Tú puedes quedarte un rato más si quieres, pero yo me voy al apartamento. He tenido bastante de tus iras por hoy.

Me levanté, me vestí y la dejé allí sentada sobre la toalla. Cuando llegué al apartamento me duché y me puse a ver la tele un rato. Se empezó a hacer tarde y comencé a preocuparme por Silvia. Cuando estaba a punto de salir a buscarla, llegó al apartamento llorando. Traté de calmarla y consolarla y le pregunté que qué le había ocurrido.

Ella lo único que hacía era pedirme perdón. Por fin se tranquilizó un poco y entonces me dijo:

- Tengo que contarte algo. Espero que me puedas perdonar. Por favor, no te enfades conmigo.

A partir de ahí me contó lo que le había ocurrido:

“Cuando te fuiste, estuve pensando en lo que me habías dicho tantas veces de que mostrase mi cuerpo como algo normal, pues así también desaparecerían mis inseguridades. Comprendí por fin que tenías razón, así que se me antojó dar un paseo por la playa antes de volver al apartamento, pero decidí quitarme la parte superior del bikini y hacer topless por primera vez en mi vida. Quedaba ya muy poca gente en la playa, pero quería comprobar si los hombres, como tú me has dicho siempre, se sentirían atraídos por mi cuerpo semidesnudo y me mirarían los senos.

Tengo que reconocer que tenías razón: los hombres con los que me crucé durante el paseo clavaban sus ojos en mis pechos, algunos con disimulo, otros de forma descarada. La verdad es que me sentí halagada que hombres de todas las edades e incluso chicos jóvenes mostraran interés y deseo por mi cuerpo.

Al acabar el paseo estaba algo acalorada y sudorosa, así que decidí darme un baño antes de abandonar la playa. Aproveché que en la zona donde habíamos pasado la tarde ya no quedaba nadie y me di un baño, pero esta vez completamente desnuda.

Quería experimentar la sensación de bañarme en el mar sin nada de ropa. Me quité la braguita del bikini, la metí en la mochila y me bañé durante unos minutos. Después salí del agua y me quedé unos minutos en la orilla, dejando que mi cuerpo desnudo se secara con la brisa del mar.

Entonces observe que por la izquierda se acercaban dos vendedores ambulantes, el segundo de ellos unos 100 metros detrás del primero. Supongo que habrían finalizado su jornada de venta en la playa y se disponían a salir de ella por el acceso que había detrás de mí. Ya no me importaba que me vieran en topless, pero no quería que me viesen completamente desnuda, así que me acerqué a la mochila y me puse la braga del bikini.

El primero de los vendedores no tardó en llegar a mi altura. Era un marroquí de unos 50 años. Se detuvo delante de mí y me empezó a enseñar los vestidos que traía por si le compraba alguno. En un castellano más o menos correcto me dijo:

- ¿Quieres comprar alguno?

No sé lo que me ocurrió, pero la situación de estar allí en topless delante de ese desconocido me excitó, más todavía al darme cuenta de que el vendedor no dejaba de mirarme las tetas. Entonces, en lugar de decirle que no quería nada, le comenté que me gustaría probarme alguno de los vestidos. Mientras me los iba probando, el vendedor estaba allí delante sin quitarme los ojos de los senos: estaba disfrutando y en su entrepierna su bulto era ya de unas grandes dimensiones.

El segundo de los vendedores llegó en ese momento a nuestra altura y tras saludar también me dijo que si quería comprar algo. Era un chico joven, también marroquí, de apenas 20 años y traía relojes, pulseras y gafas de sol. Le dije que esperara allí un momento mientras terminaba de decidirme por uno de los vestidos y que después quería ver algunas pulseras para comprar una.

Mi excitación iba creciendo sintiéndome observada por los dos hombres, pues el chico, que se había sentado en la arena, me miraba de forma más descarada todavía que el otro vendedor.

Al probarme el último de los vestidos, uno blanco que fue con el que me quedé, el marroquí que los vendía me ayudó a ponérmelo, rozándome una de mis tetas con su mano. Cuando le comenté que me quedaría con ese vestido, me ayudó de nuevo a quitármelo, tocándome en esta ocasión los dos senos y de forma más evidente. Al sentir el contacto de sus manos con mis tetas, sentí un calor en mi vagina y cómo empezaba a humedecerse. Mis pezones estaban duros y tiesos debido al grado de excitación. Miré al joven marroquí y vi que se estaba tocando su verga por encima del pantalón. Me miré la braga del bikini y comprobé que la había mojado con mis flujos vaginales. Esto no pasó desapercibido para los dos vendedores y cuando me quise dar cuenta el joven ya tenía su polla fuera del pantalón y se masturbaba. Su verga era enorme y me entraron unas terribles de sentirla dentro de mi coño. El chico se levantó y se acercó a mí. El otro vendedor dejó sus vestidos en la arena y comenzó a masajearme las tetas y a pellizcarme los pezones. Yo le dejaba hacer y entonces su manoseo se hizo más intenso. El más joven se había desnudado por completo y me besaba y lamía los muslos. El otro hombre apartó unos instantes sus manos de mis pechos para desnudarse también. Tampoco estaba mal dotado y tenía ya fuera su glande enrojecido.

Ahora era el más joven el que jugueteaba con mis tetas: me las oprimía, las manoseaba y me pellizcaba y mordisqueaba los pezones. Por segunda vez noté la humedad en mi vagina y estaba deseando que aquellos dos magrebíes me penetrasen todos mis orificios con sus enormes pollas.

Por fin el de más edad se agachó y comenzó a desatarme los lacitos laterales de la braga del bikini, primero el derecho y después el izquierdo. Se quedó con ella en la mano, la olió y me la puso en la nariz para que yo hiciera lo mismo. La zona que cubre la vagina estaba manchada y empapada fruto de mi excitación. Arrojé la braguita sobre la arena y allí me encontré completamente desnuda ante los dos vendedores que contemplaban mi coño depilado. El más joven me introdujo inmediatamente dos de sus dedos por el ano y empezó a penetrarme con ellos. El otro había empezado a lamerme el coño y a acariciarme el clítoris con la lengua. Poco después se humedeció la punta de su verga con saliva y me la introdujo lentamente en mi vagina. Cuando tuve su polla dentro por completo di un suspiro de gusto y satisfacción. Lentamente empezó con el mete y saca, mientras el chico joven dejó mi culo, cogió su móvil y comenzó a fotografiar y a grabar la follada a la que estaba siendo sometida.

Me corrí enseguida y mis flujos chorreaban por mi entrepierna y por los muslos. El hombre de más edad aceleró sus movimientos de penetración, comenzó a gemir de forma escandalosa y rápidamente noté dentro de mi coño varios chorros de semen.

Cuando terminó de correrse sacó su polla y el chico joven le entregó su móvil para que siguiera grabando aquello.

El joven me dijo que me pusiera de rodillas me metió su inmensa polla en la boca, para que le hiciera una mamada.

Yo estaba saboreando esa enorme verga joven que chocaba con el fondo de mi garganta. El chico estaba sudoroso y comenzó a gemir y a decir cosas en su idioma. Dio un par de gritos y su semen empezó a inundar toda mi boca. Yo me tragué toda esa leche y no desaproveché ni una gota.

Me puse de pie y el chico le pidió el móvil al otro vendedor y lo guardó en su mochila, satisfecho por lo que había fotografiado y grabado.

El más viejo me separó entonces los glúteos y comenzó a penetrarme por detrás. El joven hacía lo propio pero por delante. Experimenté un intenso placer al sentir cómo dos pollas me penetraban simultáneamente.

Les grité a ambos que quería más y más rápido y ellos me obedecieron acelerando sus movimientos. Notaba sus testículos peludos chocando contra mi cuerpo y sabía que el primero en correrse sería el de más edad, pues fue el primero en empezar a gemir y a gritar. Yo estaba como en una nube, gozando de aquel inmenso placer, hasta que noté los chorros de semen empapando mi ano.

El vendedor, tras correrse, se tumbó exhausto sobre la arena. Mientras, el joven seguía con todo su ímpetu metiendo y sacando su polla en mi coño. Debido a su aguante pude disfrutar de varios minutos más de penetración. Con mis manos le acariciaba y pellizcaba su culo y el chico se puso a gemir enseguida hasta que ya no aguantó más y descargó dentro de mi coño toda la leche que le quedaba. Se quedó unos segundos abrazándome y besándome por todo el cuerpo hasta que se separó de mi y se sentó en la arena.

Entonces me agaché para coger la parte inferior del bikini que estaba sobre la arena y ponérmela. Sin embargo el joven se levantó rápidamente y me pidió que si le podía regalar la prenda, que le gustaría quedarse con la braguita como recuerdo de aquel día. Yo accedí sin dudarlo y se la entregué: se llevaba como recuerdo mi braguita con el olor de mis flujos vaginales, además de las fotos que me había hecho y de las imágenes que había grabado. El más viejo me dijo que también quería un recuerdo mío, una prenda usada por mí, con mi olor. No se me ocurrió otra cosa que sacar de la mochila la parte superior del bikini y dársela. Él la cogió se agachó delante de mi coño e introdujo parte del bikini en mi vagina. Comenzó a masturbarme con su mano y con la prenda dentro. Consiguió excitarme tanto y tan rápido que no tardé mucho en correrme, empapando por completo el bikini. Satisfecho, el vendedor me lo sacó del coño y lo guardó en una bolsa de plástico en su mochila.

Yo cogí el vestido blanco, que el vendedor no me cobró, me lo puse sin nada debajo, me calcé las chanclas y tras despedirme de ambos hombres abandoné la playa, dejando a ambos allí desnudos sobre la arena.

Eso es todo lo que me ha pasado y lo que he hecho y por lo que te tengo que pedir perdón. Ahora ya en frío no sabes cuánto me arrepiento de lo sucedido.”

Cuando Silvia terminó de hablar, me quedé un rato callado, sin reaccionar. Ella se abrazó a mí, pero yo seguía si poder articular palabra: por un lado estaba enfadado por los cuernos que me acababa de poner mi mujer, pero por otro pensaba que, si eso le servía para eliminar para siempre sus celos, imaginaciones y baja autoestima, tendría que aceptarlo como una especie de terapia curativa.

Le comenté esto último a mi mujer y le dije que lo daba por bien empleado, siempre que a partir de ahora dejara de comportarse de esa manera tan infantil.

Ella volvió a abrazarse a mí y me prometió que su actitud cambiaría de ahora en adelante.

Yo la cogí en brazos, me la llevé a la habitación y tras desnudarnos estuvimos follando como salvajes toda la noche, sin importarme que en su coño todavía hubiera restos de semen de los dos vendedores.

El largo viernes de la juventud fogosa

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Para el Diego real, que me ganó una viril apuesta

El balón de fútbol salió rodando de la pista de cemento y, justo cuando iba a precipitarse por el terraplén que había a uno de sus lados, lo detuvo un chico que pasaba por allí estirando la pierna.

El que la había lanzado fuera, que estaba solo en la pista, reclamó el balón. Era un chico de dieciséis años, de estatura media, apariencia atlética y pelo más o menos largo pero bien peinado. Sus facciones eran agradables y poseía un aire de seductor. Se notaba que se preocupaba de su imagen. Iba vestido con una camiseta y unos pantalones de fútbol que dejaban ver sus sobresalientes gemelos y parte de sus igualmente musculados muslos.

El chico que había parado el balón se acercó para dárselo, en vez de lanzarlo directamente, y entonces el otro le reconoció.

–Ah, ¡si eres Diego! ¿Cómo tú por aquí?

–Hola, Jaime –saludó Diego, acercándose más.

Diego tenía la misma edad que Jaime y un físico similar, tal vez un poco más corpulento, y llevaba el pelo negro cortado a lo tazón.

–Es que volvía del dentista y decidí atravesar el parque –explicó, pasando el balón.

Los dos se conocían del instituto, donde iban a la misma clase. Habían crecido juntos y existía entre ellos cierta rivalidad no resuelta. Jaime era un chico popular y, a juicio de Diego, que solía ser discreto y humilde, demasiado presumido. A veces habían discutido, pero generalmente se llevaban bien.

A Jaime, que estaba sumamente aburrido jugando allí solo en una tarde de viernes, se le ocurrió una idea. Diego ya estaba marchando y le llamó:

–¡Espera un momento! Quédate un rato y jugamos… Todos mis amigos me han fallado hoy y estoy solo.

–Es que no sé… –empezó Diego, inseguro.

–No me vayas a poner excusas, tío –le cortó Jaime, imperativo–. Lo que pasa es que tienes miedo de que te gane.

–Eh, yo soy mejor que tú –repuso Diego, herido en su orgullo.

–¿Nos apostamos algo, Dieguito? –Jaime usó un tono burlón al llamar así a Diego.

–Lo que quieras, pero no me vuelvas a llamar eso… o te enteras.

Jaime sonrió. Solía salirse con la suya. Era muy competitivo y ahora quería comprobar hasta dónde estaba dispuesto a llegar su compañero de clase.

–Mira, el que marque más goles tendrá derecho a que el otro le sobe la polla –propuso, sonriendo pícaramente.

Diego se puso rojo y fue a negarse, pero se lo pensó mejor. La apuesta le daba más emoción al reto y, en el fondo, le apetecía seguirle el juego a Jaime. Dijo que estaba de acuerdo. Por suerte, también llevaba ropa deportiva, por lo que los dos estaban en igualdad de condiciones.

Así pues, comenzaron a jugar. El partido estaba equilibrado: a ambos se les daba bien el fútbol, de modo que ninguno conseguía adelantar al otro. Estuvieron así un buen rato.

Aunque ya estaba anocheciendo, el calor apretaba y el esfuerzo hacía mella, y empezaron a sudar, a pesar de lo cual se estaban implicando cada vez más en el juego. Ninguno quería perder. Hubo alguna entrada agresiva e incluso empujones y tirones.

–¡No me pises! –protestó Diego.

–Déjame en paz, perdedor –contestó Jaime, altivo. Ahora él llevaba una ventaja de dos goles. La hora de juego que habían fijado estaba a punto de expirar.

La verdad es que Jaime estaba más acostumbrado a tirar a portería, y por eso acertaba con más frecuencia de Diego, que, si bien conseguía regatear a Jaime muchas veces, acababa fallando los tiros por mala puntería. Finalmente, la hora acabó y Jaime se proclamó ganador por una diferencia de cuatro goles.

Andando despacio hacia Diego, Jaime se levantó su camiseta para secarse el sudor de la cara, y, después de suspirar, dijo:

–Parece que has perdido, Dieguito.

Esta burla molestó mucho a Diego, que se encaró con Jaime y le propinó un empujón. El otro respondió y pronto ambos rodaron fuera de la pista, enzarzados en una torpe pelea y manchándose de tierra y hierba. Cuando se separaron, los dos jadeantes y sudorosos, se miraron durante largo rato. Tanto roce les había hecho excitarse un poco, era inevitable. Y la tensión acumulada lo hacía todo aún más excitante.

–Te estaba destrozando –comentó Jaime.

–Siempre tan flipado –replicó Diego–. No me has hecho nada.

–Si quieres podemos echar una pelea de lucha libre en serio y así aclarar esto de una vez –soltó Jaime con decisión–. Esa caseta del jardinero de ahí está vacía. Podemos meternos, no nos verá nadie.

Diego dudó. Estaba cansado, pero Jaime también, y si se negaba quedaría como un cobarde. En su forcejeo por el suelo se había visto con fuerzas para dominar a su compañero.

–Vale… ¿Qué reglas?

–Es lucha libre –dijo Jaime, dirigiéndose ya a la caseta–. Pierde el que se rinda.—Acto seguido, añadió–: Y no te olvides de que, en todo caso, me debes una buena sobada en la polla, je, je.

Irritado por haber perdido y para remediar su humillación, Diego pidió que también hubiese apuesta para ese reto.

–Muy bien –aceptó Jaime–. Se me ocurre lo siguiente. El que pierda, será el esclavo del otro durante media hora.

Diego se limitó a asentir con la cabeza. Sólo pensaba en la revancha, en quedar por encima de su orgulloso compañero.

El interior de la caseta estaba algo oscuro. Milagrosamente la luz funcionaba, lo que solucionó ese problema. No había ventanas y podían cerrar la puerta, así que era difícil que alguien les molestara.

Nada más delimitar la zona de pelea Jaime se quitó la camiseta y se descalzó. Diego, más reticente, hizo lo mismo. Ahora estaban frente a frente, sus torsos desnudos y sudorosos, observándose fijamente.

Diego envidió por un momento la buena forma de su adversario, que tenía más definidos que él los abdominales y unos pectorales perfectos. Por su parte, a Jaime le preocupaba el hecho de que Diego era un poco más grande que él. Como le había visto en educación física, sabía que tenía mucha resistencia.

Tenía que tomar la iniciativa y no perderla.

Se adelantó y, sin que Diego pudiera reaccionar, le agarró con fuerza el bulto de la entrepierna, apretando hasta que Diego, ciego de color, cayó al suelo de rodillas. Jaime aprovechó para atraparle con sus piernas y presionar.

–Eso es trampa –gimoteó Diego, muy dolorido e indefenso, aunque resistiendo la poderosa tijera de Jaime.

–Te dije que era lucha libre, vale casi todo. Por cierto, no está mal tu paquete.

La tijera de Jaime hacía presión, sobre todo, en el pecho de Diego, que era fuerte, y por eso no estaba haciendo demasiado efecto.

–Ríndete –exigió Jaime.

–No…

Poco a poco Diego empezó a ponerse rojo, casi no podía respirar porque las piernas de Jaime le estaban aplastando. Pero no se iba a dejar vencer tan fácilmente. Cogió con sus manos las piernas que le aprisionaban y empezó a tirar de ellas para separarlas de su cuerpo. Jaime aguantó todo lo que pudo, pero al cabo comprobó que Diego lo estaba logrando y se lanzó sobre él para que no pudiese levantarse y mantenerse él arriba, en una posición ventajosa. Diego fue capaz de soltarse entonces, echar a Jaime a un lado y ponerse de pie.

Aún le dolía la entrepierna y prefirió dejar que Jaime también se levantara en vez de atacarle.

Tras unos segundos de descanso, se lanzaron el uno sobre el otro. Se estaban empujando, tratando de llevar al otro al suelo. Jaime empezó a retroceder ante la fuerza con que Diego empujaba. Sin embargo, él controlaba mejor los movimientos: logró zafarse antes de caer de rodillas y, poniéndose detrás de Diego, le rodeó el cuello con un brazo, usando el otro para cerrar la llave.

Instintivamente, Diego cogió con las manos el brazo que le ahogaba. Era un brazo hecho de acero, podía sentir todos sus músculos, y no era capaz de librarse de él. Jaime le tenía bien cogido y casi no podía soportar el intenso dolor.

–Eres… Eres muy fuerte –consiguió decir Diego, que estaba a punto de rendirse.

–¿Sí? Vamos a ver si consigo transmitirte un poco de esa fuerza –adelantó Jaime.

Liberó a Diego, que se desplomó mientras aspiraba aire como podía, totalmente sofocado. Rápidamente, el implacable Jaime le agarró de una oreja y le hizo chillar de dolor. Pero aún quería jugar más con él, y le soltó.

–Ahora sí te vas a rendir –anunció Jaime.

Diego estaba a cuatro patas, respirando con dificultad, y no tenía fuerzas para levantarse. Jaime se sentó sobre él y le aplicó de nuevo una tijera, esta vez mucho más enérgica. Diego se retorció de dolor. Apoyó sus manos en los muslos de Jaime, que estaban completamente tensos. Estaba sufriendo la potencia que tanto fútbol había dado a esas piernas.

–La otra vez sólo hice la mitad de fuerza –confesó Jaime–. ¿Qué tal ahora?

Diego luchó y se agitó, pero el dolor era ya irresistible, hasta el punto de creer que Jaime lo iba a partir en dos, y gritó que se rendía varias veces. Cuando Jaime le soltó, rodó por el suelo y quedó boca abajo, tosiendo, abrumado por la humillación.

–Has perdido este reto también, Dieguito.

Era cierto, y además en la pelea le había dominado claramente Jaime. No había tenido oportunidad de ganarle o de hacerle daño. Y tenía que reconocer que su compañero le superaba en forma física, reflejos y técnica. Se dio la vuelta para mirarle.

Al estar en el suelo Diego y Jaime de pie se resaltaba la superioridad del segundo, que, para afirmar aún más su victoria, plantó su pie descalzo en el pecho de Diego. Éste ni siquiera intentó apartarlo. Jaime le había sometido y no iba a resistirse. Mirando a su compañero desde el suelo, con su pie dejando claro quién mandaba, admiró su fuerza y cómo le había superado aquella tarde.

–Me debes varias cosas, ¿no? –dijo Jaime, sonriente y relajado–. Más vale que pagues o si no –flexionó los músculos de sus brazos al máximo para mostrárselos a Diego– vas a sufrir más.

Diego tragó saliva. Aquellos músculos bien marcados y trabajados eran superiores a los suyos. Su propio cuello había comprobado su poder. Era mejor hacer caso a Jaime. Recordó, un poco turbado, una historia que se contaba en su pueblo sobre un gitano de quince o catorce años que había sometido a un chico del lugar tras una pelea y le había obligado a mamársela. Perder contra un macho más apto tenía un precio.

–Tranquilo, tío, haré lo que me digas…

Jaime se inclinó sobre Diego, le tomó del pelo y le puso de rodillas. Acto seguido, se bajó los pantalones, revelando unos boxers sumamente ajustados que marcaban unos imponentes atributos.

–Creo que tengo un poco más que tú –observó Jaime, y dirigió la cabeza de Diego hacia su bulto para que restregara su cara en él–. Ésta es la sobada de polla.

Cuando se cansó de frotar la cara de Diego contra su paquete, le ordenó que le quitara los boxers. Tenía una impresionante erección.

–También quiero ver la tuya, pero antes… –dijo Jaime, acercando lentamente sus labios al rostro de Diego.

–¿Qué haces?

Sin contestar, Jaime le besó en la boca. Sorprendido, Diego intentó zafarse, pero Jaime le sujetó las muñecas, inmovilizándole, y siguió besándole hasta que, rendido el otro al placer, tuvo vía libre para explorar su boca. Fue un beso largo en el que Jaime conservó en todo momento la iniciativa. Al terminar, Diego tuvo que coger aire.

Jaime volvió rápido a la carga.

–Eres mi esclavo durante media hora. Déjame hacer lo que me apetezca o te pegaré, ¿vale?

–Sí, sí –musitó Diego, que, aún de rodillas, estaba babeando mientras contemplaba el considerablemente grande pene de su compañero.

Jaime acarició su pecho, pellizcándole los pezones y provocándole gemidos. Luego pasó a lamerlos, y de ahí al ombligo de un Diego ya entregado al placer. Su pantalón corto no podía disimular por más tiempo la erección que sufría.

Separándose de él, Jaime le dijo que le enseñara la polla. Diego obedeció, pero sin ponerse de pie.

–Voy a compararlas –dijo Jaime, examinando atentamente ambos miembros–. A mí me mide dieciséis centímetros. ¿A ti?

–Quince centímetros –respondió Diego–. La tuya es más grande.

–No te gano por mucho. De ancha son parecidas… Y de bolas gano yo.

Diego movió la cabeza, dándole la razón. El volumen de las bolas de Jaime era mayor que el de las suyas.

–¿Qué vamos a hacer ahora?

–Hazme una mamada –exigió Jaime, volviendo a agarrarle de la cabeza.

Obedeciendo de inmediato, Diego cogió con una mano la polla de Jaime, la acomodó a su boca y empezó a succionar. Apenas le cabía entera, y varias veces se le salió, dando ocasión a Jaime para golpearle con ella en la frente a modo de castigo.

–Venga, sigue chupando… Joder, lo haces muy bien.

Mientras lamía sin cesar, Diego acariciaba con la mano libre el torso de Jaime, recorriendo sus abdominales. Estaba encantado de buscar su satisfacción. Había perdido contra él y era lo justo. Además, sabía que, si se rebelaba, él podría hacerle daño fácilmente. Cada vez estaba más convencido de su superioridad.

Por su parte, Jaime dirigía los movimientos de la cabeza de Diego agarrándole por el pelo, regulando de esta forma la velocidad con que chupaba. Con su glande ya completamente húmedo, detuvo los movimientos de Diego.

–Cómeme las bolas –ordenó.

El otro lo hizo, aunque su boca no era suficiente para dar cabida a la vez a las dos bolas de Jaime, de notable tamaño. Aun así, se veía a éste bastante complacido, pues Diego cada vez se la chupaba mejor. Saboreaba bien su polla, lamiéndola de la base a la punta, metiéndola de lleno cada poco en su boca… Al cabo de un rato, Jaime estaba jadeando de placer, a punto de perder su control sobre Diego.

–Qué placer…

Para evitar ser dominado desde abajo, apartó a Diego de su polla.

–Eh, espera… –protestó Diego–. Pensaba que probaría tu corrida…

–Tranquilo –dijo Jaime, aún jadeante. Su polla, hinchada y dura como una barra de hierro, estaba más grande que nunca–. Probarás mi corrida, pero no en la boca.

Diego dudó un momento.

–Ponte a cuatro patas, rápido –dijo Jaime–, y no te quejes, esclavo.

Cuando Diego adoptó esa posición, Jaime se fijó en su culo, que encontró magnífico, suculento. Lo palpó viciosamente, jugando con él. Después, acercó su polla al agujero de Diego y, antes de continuar, dijo:

–Te va a doler un poco, lo sabes, ¿no?

–No te preocupes. Quiero perder mi virginidad así, con tu polla dentro de mí.

–Vale, tío, entonces suplícalo.

–¿Eh?

–Suplica que te meta mi polla por ese culo apretado que tienes –aclaró Jaime con un la perversidad brillando en sus ojos y tono autoritario. Estaba ansioso por deslizar su pene por el ano de Diego, aunque también quería humillarle todo lo que fuese posible.

–Por favor, Jaime, quiero que me metas tu polla –empezó Diego, volviendo un poco la cabeza para mirar a su superior–. Quiero que me folles como quieras, que te corras dentro, que me trates como a un perro… Soy tu esclavo.

–Bien, así me gusta.

Tanteando, Jaime acarició los testículos de Diego, menores que los suyos pero también sabrosos.

Ingresó de pronto un dedo en el agujero y lo movió para todos lados, curvándolo. Metió otro dedo y repitió la misma operación unos segundos, y entonces introdujo otro dedo más. Adentro estaba cálido y apretado, ya que Diego se tensaba del dolor.

–¿Va bien? –quiso saber Jaime, obteniendo por respuesta unos gemidos. Pasó en ese momento a besar y lamer el cuello de Diego, y a mordisquear su espalda con deleite.

Por fin, Jaime sacó sus tres dedos. El ano de Diego ya estaba dilatado, preparado para ser sodomizado. Al principio metió lentamente la punta, pero pronto fue más brusco, lo que provocó quejidos en Diego. Jaime, regocijado, dijo:

–Venga, resiste un poco, tío… Sólo acabo de empezar.

Diego asintió, apretando los labios y soportando el dolor que le causaba la polla que se abría paso en su interior. Jaime lo penetró con fuerza y con el glande tocó su próstata. Un gemido diferente se oyó. Jaime sonrió ladinamente y volvió a arremeter. Nuevamente volvió a tocar la próstata. Diego sintió un inmenso gusto.

–Jaime…, Jaime…, ufff… –musitaba entrecortadamente. Sucesivas olas de placer le hicieron arquear la espalda.

Allí, en aquella cochambrosa caseta de jardinero, estaba experimentando el mayor placer de su vida de la mano de su rival del instituto, que con cada nueva embestida conseguía arrancarle gritos de placer cada vez mayores.

–Ya sabía que te gustaría, Dieguito –canturreó Jaime, contento, sin dejar de embestir. Sujetaba a Diego por las caderas para mantener el ritmo frenético de su penetración–. Estoy casi listo para correrme –prosiguió–. ¿Lo quieres dentro, no?

–Sí, sí…, por favor –suplicó Diego. Ahora Jaime le tiraba del pelo, como si fuese un caballo al que estuviese montando.

Con la última penetración Jaime dejó escapar un largo gemido, preludio de su orgasmo. Hasta siete chorros de semen inundaron el culo de Diego, que también se corrió.

–Ya está –murmuró Jaime, exhausto. Gruesas gotas de su semen chorreaban del ano de Diego y bajaban por sus mulos. Esa visión le excitó–. Ponte boca arriba para que pueda verte.

La corrida de Diego, cuatro o cinco chorros, había ido a parar al suelo, pero su punta estaba cubierta de semen aún, y Jaime sintió unos deseos irrefrenables de probarlo.

–No te muevas.

Se abalanzó sobre Diego, que estaba medio tumbado, y, de rodillas, le hizo una mamada a toda velocidad, impidiendo que la erección de Diego disminuyera. Pronto una descarga de semen llenó su boca, y lo tragó prácticamente todo. Finalmente, no había podido resistirse a los encantos de Diego, que le miraba entre sorprendido y agradado.

–Déjame que te limpie eso –dijo Diego en referencia al semen que resbalaba de la boca de Jaime.

Juntaron sus labios y la lengua de Diego tomó el control, sometiendo con facilidad a la de Jaime, que le dejó hacer. Esta vez fueron las manos de Jaime las que acariciaron el vientre y pectorales de Diego.

El beso duró más de un minuto y, tras separarse, pasaron unos instantes de confusión y embarazo. Estaban completamente desnudos en aquel lugar, empezaba a hacer un poco de frío y la situación les resultaba nueva. Ninguno había tenido antes relaciones con un chico.

Jaime fue a decir algo pero una voz extraña le cortó.

–Eh, ¿qué estáis haciendo vosotros dos?

Sobresaltados, creyeron que habían sido descubiertos por un jardinero o un paseante. Jaime y Diego sólo se tranquilizaron al reconocer –no obstante con asombro– a un conocido del instituto.

–¡Álex! –exclamó Diego.

–Así es –confirmó el recién llegado–. He venido a cobrar lo que me debes.

Había algo de incomodidad y vergüenza en el ambiente, sobre todo para Jaime y Diego, desnudos y recién salidos de su tórrida experiencia sexual. Álex, más alto y ancho que ellos, con una barba incipiente, aparentaba más edad. Con maneras seguras a pesar de la sorpresa inicial, habló otra vez:

–Diego, la semana pasada perdiste una apuesta contra mí. Quien ganara un pulso al otro, tendría derecho a una mamada, corrida incluida. Gané yo, y desde entonces te has escaqueado… Ahora vas a tener que pagar tu deuda a la fuerza.

–¿Cómo me has encontrado aquí? –preguntó Diego.

–Siempre me ha gustado tenerte controlado, la verdad, así que, hace tiempo y gracias a las nuevas tecnologías, hice unos arreglos en tu móvil, de manera que puedo localizarlo desde el mío a partir de un plano de la ciudad –reveló Álex, mostrando en la pantalla de su móvil un punto rojo sobre el parque en el que se hallaban–. Pensé que hoy era un buen día para que me la comieses y salí a buscarte. No imaginé que fuese a encontrarte de esta guisa y en tan buena compañía.–Esto último lo dijo con algo de ironía, pues Jaime y él no tenían una relación fácil.

Quedaba otra cosa más que aclarar.

–¿Quién es ése? –preguntó Jaime.

Se refería a un chico, claramente de menor de edad que ellos, que permanecía a una distancia de dos o tres pasos de Álex. Éste le hizo una seña para que avanzara.

–Es mi primo Héctor, trece años recién cumplidos. Le había traído para que Diego se la chupase también, para iniciarle en este tipo de cosas a modo de regalo de cumpleaños.

Héctor, tal vez un poco cohibido, se limitó a asentir con la cabeza. Era de tamaño más reducido que los demás, pero aun así bajo su camiseta se intuía un cuerpo bien formado, musculoso para su edad. En general, tenía un aspecto inocente, con el pelo rubio formando una cresta y unos limpios ojos azules. Su rostro, inmaculado y suave, era de un atractivo irresistible.

–Si este chaval ni siquiera se debe de correr –soltó Jaime en tono despectivo, tratando de llamar la atención de Héctor, quien le resultaba sumamente apetitoso.

–Eh, me corro desde los doce años, para que te enteres, marica –dijo, enfadado, Héctor, y sus ojos azules, refulgentes, consiguieron intimidar a Jaime.

–Bien, no perdamos más el tiempo –intervino Álex–. Mi idea era cobrar la apuesta y ya está, pero ya que os veo tan metidos en el tema… ¡Héctor, sujeta al de pelo largo, rápido!

Antes de que Jaime pudiese defenderse, Héctor se le echó encima y le inmovilizó en el suelo. Jaime había gastado muchas energías haciendo el amor con Diego y se encontró completamente indefenso frente al primo de Álex, cuyos músculos, tensos como cuerdas, le retuvieron sin problemas.

Al la vez, Álex se ocupó de Diego, que ni siquiera hizo amago de escapar. Ahora que ya había probado la polla de Jaime no tenía problema en hacer lo mismo con Álex.

–Sácatela –dijo, relamiéndose.

Sabía que a Álex le medía dieciocho centímetros. Una cifra mágica, la medida ideal. Cuando le vio sin pantalones y calzoncillos, no pudo por menos que abrir mucho los ojos, lleno de admiración. Era larga, sí, pero también muy ancha. Hasta Jaime, que era muy orgulloso, echó un vistazo con envidia evidente.

–Venga, a chupar –dijo Álex.

Diego no se hizo de rogar. Introdujo el fabuloso pene en su boca hasta donde le fue posible, iniciando una succión que pronto hizo que Álex suspirara de placer repetidas veces. Diego podía poner en práctica lo aprendido con Jaime hacía un rato.

Mientras Diego satisfacía a su primo, Héctor miraba la escena con ojos ávidos. Debajo de sus pantalones piratas crecía un bulto en su entrepierna. Consciente de esta distracción, Jaime trató de zafarse de su agarre. Héctor se dio cuenta y se lo impidió, aplicándole además un severo correctivo en forma de puñetazo en la espalda. Era un chico deportista, competitivo y espabilado, y Jaime, en su actual estado, no era rival para él.

–Suéltame –gimoteó Jaime, frustrado y dolido en su amor propio, a punto de llorar a causa del golpe recibido. Le molestaba que le ganasen, más aún si era un chico de sólo trece años.

–No, ni de coña… Y si vuelves a resistirte te parto la cara, ¿vale? –le avisó Héctor.

Jaime palideció. Decidió no insistir, no fuera a ser que el chico cumpliera su amenaza.

El disfrute de Álex estaba siendo colosal. Para Diego, empero, darle gusto representaba un desafío importante. Por un lado, a Álex costaba más complacerle que a Jaime: era más exigente y le abofeteaba cuando iba demasiado lento o si dejaba de mirarle a los ojos. Por otro, su polla era tan grande que apenas podía respirar, y tenía que hacer pausas y sacarla de la boca, masturbándola o acariciando con la lengua sólo la punta mientras se recuperaba.

–Para, tío, para –dijo Álex de repente.

Diego le estaba llevando al éxtasis y, en medio de esas sensaciones maravillosas, se le habían ocurrido varias ideas. Al fin y al cabo, estaba seguro de poder imponer su voluntad. Diego le haría caso y, en cuanto a Jaime, con Héctor de su parte no tenía nada que temer. La edad de su primo y su rostro angelical engañaban, ya que era duro de pelar. Siempre había sido un rebelde, y se había metido en muchas peleas. Y generalmente las había ganado. Incluso para él, su primo mayor, le habría puesto en un aprieto tener que pelear contra el chico.

–Héctor, haz que se ponga de pie.

El aludido levantó a Jaime retorciéndole el brazo izquierdo hasta colocarlo en el centro de su espalda. Jaime gritó de dolor.

–Ya tenía ganas de verte así –se regodeó Álex, y dirigió su mirada a la polla de Jaime, que volvía a estar empinada–. ¿Cuál polla es mejor?

Apretó la punta de su polla contra la de Jaime, la cual, no pudiendo resistir el empuje de los dieciocho centímetros, cedió y se hizo a un lado. A continuación, Álex puso su mano en la barbilla de Jaime y le obligó a mirarle de frente.

–Creo que tenemos un vencedor –dijo, feliz–. Mira, harás lo que yo diga, o si no mi primo te va a reventar. ¿Queda claro?

Jaime afirmó con la cabeza, abatido.

–Perfecto –prosiguió Álex–, ahora ve y limpia el culo de Diego. Quiero que le hagas una limpieza con la lengua antes de que meta ahí a mi amiga, más que nada porque supongo que la tuya ya ha estado dentro y a mí me gustan las cosas como nuevas.

A una indicación de Álex, Héctor dejó libre a Jaime. Hubo un instante de duda en que pareció que éste se iba a negar. Finalmente, se agachó. Diego, a cuatro patas, le ofreció su ano abierto. La lengua de Jaime efectuó la limpieza bajo la atenta vigilancia de Álex y Héctor.

El proceso duró unos cinco minutos. Álex dijo que ya era suficiente. Su siguiente instrucción fue que él penetraría a Diego y que, al mismo tiempo, Jaime se situaría de tal modo que Diego pudiese practicarle una felación.

–Es un premio que te doy –dijo Álex–, porque tengo respeto por mis enemigos. Un día, cuando estemos a solas, ya veremos cuál da y cuál recibe.

Se dispusieron como había indicado Álex. El ano de Diego fue brutalmente horadado por los dieciocho centímetros de Álex. Lo tenía dilatado y lubricado, pero nada impidió que tuviese que ahogar chillidos quejumbrosos al principio. De todos modos, se concentró en la ya conocida polla de Jaime y aguantó bien la rudeza de Álex.

Pronto los movimientos de Álex se hicieron más rápidos, más fuertes. Diego supuso que tenía más experiencia que Jaime: esta vez era como si todo su cuerpo estuviese ardiendo, y casi se le saltaban lágrimas de dolor y gozo. Se esmeraba, por supuesto, en chupar el pene de Jaime, que de vez en cuando se inclinaba sobre él para morderle en el cuello o en el hombro.

Álex hizo lo mismo, disputándole el terreno a Jaime.

–No eres más que mi puta, Diego, no lo olvides –masculló Álex, incrementando la potencia de sus vaivenes.

Quince minutos más tarde, Jaime eyaculó en la boca de Diego. Era lo que Álex había estado aguardando.

–¡Yo duro más! –exclamó, incidiendo en su superioridad sobre Jaime.

Extrajo su polla del ano de Diego para cambiar de posición. Él estaba arrodillado y Diego boca arriba, con las piernas sobre sus hombros.

–Lo prefiero así. Es como si fueras una mujer y podré verte la cara cuando me corra.

Dicho esto, volvió a penetrarle. La postura era incómoda y Álex no podía moverse muy bien. Pero cuando se acostumbró las embestidas fueron tremendas. Diego, desparramado en el suelo, con sus piernas abiertas y su agujero convertido en una hoguera, ni siquiera se dio cuenta de su tercera corrida de la tarde, que le llegó hasta el pecho.

–Por favor…, para… Para –imploró Diego poco después. Álex tenía un aguante extraordinario.

–No te oí bien –dijo Álex, fuera de sí, sudando a chorros, los músculos relucientes y marcados por el esfuerzo–. ¿Qué quieres? ¿Más hondo? ¿Más fuerte?

Redobló sus acometidas. Diego, ya muy sensible, se excitó nuevamente, lo que enloqueció a Álex. Adoraba a ese chico. Quería que sintiese toda su plenitud, y, para ello, pellizcó sus pezones. Con una fuerte convulsión, Diego tuvo otro orgasmo. Su semen volvió a esparcirse sobre su abdomen.

También Álex había llegado a su límite y, emitiendo una serie de gemidos irregulares, explotó en el ano de Diego, colmándolo con unos diez chorros. Había tenido el mejor orgasmo de su vida.

Sin separarse de Diego, Álex se acomodó sobre él para poder lamerle el torso.

–Pienso hacerte esto todas las semanas –le susurró maliciosamente. No obstante, le besó en los labios largo rato, con verdadera adoración.

Al finalizar el beso Álex sintió algo a sus espaldas. Héctor, que hasta entonces había contemplado todo en silencio, estaba detrás de él, desnudo.

Los tres adolescentes se quedaron abortos, cautivos de la belleza de aquel cuerpo más joven, desarrollado en su justa medida. Todo en él era perfecto, desde sus piernas firmes y esbeltas hasta su amplio y hercúleo pecho, pasando por sus abdominales perfectamente definidos y sus brazos recios. Ninguno de ellos podía presumir de un físico tan excelente. Y ninguno de ellos podía presumir de unos atributos masculinos igual de hermosos. No era especialmente grande, sólo unos catorce centímetros y medio, pero despertó su lujuria y admiración porque era muy vistosa, magistralmente moldeada por la naturaleza. El hecho de que el incipiente vello púbico de Héctor fuese dorado les excitó aún más si cabe.

–Héctor…, ¿qué estás haciendo? –acertó a decir Álex sin apartar la vista de la entrepierna de su primo. Hacía mucho tiempo que no le veía empalmado y le asombraba cuánto había crecido.

–Calla la boca –le cortó Héctor secamente–. Ha llegado mi turno…

Héctor cogió con violencia la nuca de su primo y le empujó hacia abajo, y con total decisión le clavó la polla en su culo indefenso, metiéndola entera de un tirón. Álex, incrédulo ante esa intrusión, lanzó un involuntario gemido y se dejó caer hasta que su pecho estuvo contra el de Diego.

–Vale, primo, estás algo estrecho y frío, pero voy a dar el máximo, ¡te lo juro! –gruñó Héctor, los ojos azules oscurecidos de placer, sujetando fuertemente a Álex–. Eh, tú –añadió, dirigiéndose a Jaime–, vete preparando porque eres el siguiente.

Nadie se atrevió a contradecir al pequeño dios. La noche del viernes sólo acababa de empezar y la juventud parecía más eterna y placentera que nunca.

Le entregué mi mujer a otro hombre

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Esa era una noche especial. Así se sentía por lo menos. Marisol, mi esposa estaba extra excitada, cosa que no era demasiado común, y yo me sentía como dueño de la situación. Ya estábamos desnudos en la cama acariciándonos y besándonos y yo sentía que todo lo que pasara ahí dependía totalmente de mí. En el silencio de la noche, nuestros hijitos, una nena de 3 y un niño de 2 años dormían en sus habitaciones.

Marisol es una bella hembra de 35 años. Tres años mayor que mí, cosa que siempre me ha excitado. Ella mide 1,67 m, pesa 55 Kg. y tiene tetas bien formadas y un delicioso culo. De hecho fue su culo el que hizo que me enamorara de ella. Su cabello es muy negro y le llega mas abajo de los hombros. Su hermoso cuerpo y la forma cómo otros machos la miran con deseo me llenan de orgullo y morbo.

Y ahí estábamos en la cama Marisol y yo, gozando de besos y caricias y declaraciones de amor. Ella sobre todo me decía lo mucho que me amaba y que yo era su todo. Y el estar tan enamorada de mí y lo excitada que estaba, la hacía más dócil que otras veces tomando en cuenta lo que en mi mente pasaba esa noche. Es que también llevábamos un tiempo de sexo esporádico y aburrido, y mi nuevo trabajo, mejor pagado pero que me obligaba a levantarme muy temprano, hacía que yo me quedara dormido temprano también. Esa noche mi amorcito quería verga, y al ser yo el dueño de la verga era por lo tanto dueño de la situación.

Cuando le pregunté lo que quería que hiciéramos, ella me ofreció a mí que hiciéramos lo que yo quisiera. Le dije que se arriesgaba a mucho al ofrecerme eso, y Marisol me respondió que me amaba tanto que quería complacerme. Me di cuenta de que hablábamos de distintas cosas. Ella se refería a lo que habríamos de hacer en la cama, y yo me refería a algún proyecto mío en particular que me gustaría realizar. Mi mujer insistió en su pregunta, para empezar a complacerme. Acariciándole el coño de una manera suave y provocante, le susurré al oído que me gustaría probar un trío.

otra vez con eso… – suspiró mi mujer aún excitada y gozando de mis dedos.

Tú sabes lo mucho que me gustaría.

Estás seguro? No sé, me da un poco de miedo, no sé si yo podría – me dijo.

Pero si yo estaría ahí a tu lado en todo momento – le insistí, besando su cara y labios y jugando dulcemente con mis dedos a la entrada de su coño, haciéndola gozar.

No sé… y si después te arrepientes o te dan celos ahí mismo?… – En medio de sus preguntas mi amorcito igual suspiraba de placer.

Lo harías por mí? – le pregunté a la vez que le fui metiendo mis dedos más adentro de su coño ahora en un ritmo más apasionado.

Si quieres, sí… lo haría para complacerte, eso sí. Pero sólo porque te amo… ohhh que rico como lo haces.

De verdad? Ohhhh, mi vida, no sabes lo feliz que me haces!!! – Y me puse a besarla como loco por todas partes y a meter mis dedos más profundamente en ella. Mi estrategia era excitarla a ella, pero conservar el control de mis actos hasta conseguir lo que yo quería. – Cuándo podemos hacerlo? El trío… – pregunté.

No sé, cuando tú quieras, mi vida… Pero estás bien seguro? …Y con quién seria? – en medio de su excitación Marisol igual quería saber si yo hablaba en serio o si era como las veces anteriores donde sólo habíamos fantaseado en la cama, con mezclados resultados cada vez.

Con Rolando.

Rolando? El de tu trabajo?

Sí, o no te gusta?

Sí, bueno, si tu quieres… – sonaba como si ella solamente aceptaba mi candidato para darme en el gusto. Lo importante para mí en todo caso es que esa noche Marisol aceptó al fin mi proposición.

Estando ya de acuerdo en ese punto, ninguno de los dos habló más en ese rato, y nos dedicamos a coger como desesperados. Yo al menos me imaginaba al grandulón de Rolando en calzoncillos junto a nuestra cama esperando su turno para subirse encima de Marisol. Y mi amada esposa, me acariciaba y mi miraba a ratos morbosamente imaginando casi lo mismo, y al cerrar los ojos probaba el tratar de imaginar que ya tenía a Rolando encima, para saber si soportaría esa situación. Esto último lo sé porque otro día me lo dijo, cuando le toqué el tema.

Rolando es un compañero de trabajo de más o menos 1,85 mt o más, macizo y que pesará seguro unos 90 kg. El usa el pelo corto y exceptuando por su estatura, es un tipo bien común. A él le encanta el sexo y a menudo habla de eso, sobre todo si estamos los dos solos por motivo de nuestro trabajo en terreno. Rolando es soltero y varios años menor que yo. A él le gusta Marisol, y no pocas veces ha hecho bromas algo subidas de tono con respecto a ella. Al principio me incomodaba eso, pero luego acepté que él era así, y que siendo yo un cornudo de corazón no debía ser tan doble moral y hacerme el ofendido cuando sus comentarios en realidad me excitaban. Además estando los dos solos en terreno, estábamos más en confianza en las afueras de la ciudad o en la privacía del camión. Y las dos veces que él estuvo de visita cuando estuvimos trabajando cerca de mi casa, Rolando miraba con deseo a Marisol, y ella se sentía algo incómoda, aunque también halagada como mujer al ser él tan alto y más joven que nosotros y sentirse por admirada por supuesto.

Como una especie de cornuda broma una vez le llevé a Rolando dos fotos de Marisol que saqué por la impresora. En ambas ella estaba desnuda, una de frente y la otra de espalda. Cuando estábamos almorzando en el camión le mostré las fotos, y Rolando quedó más que impresionado. No había cómo hacerlo parar. El alababa las tetas de mi mujer, y tanto su coño como culo le parecían espectaculares. Yo no sólo me excité escuchándolo, sino también viendo cómo él acariciaba con sus dedos las partes íntimas de mi esposa en las fotos. Y cuando quise que me devolviera las fotos, él dobló el papel y se lo guardó en la camisa. Me dijo que ahora esas fotos eran suyas. Y tomando en cuenta lo grandote que él es y que yo no podría ir al jefe a exigir que se las exigiera, no me quedó más que aceptar que la situación se me había escapado de las manos. Y desde ahí que en forma más frecuente me tocó escucharlo hablar de Marisol y las cosas que le gustaría hacer con ella. Incluso supe que en casa cuando él estaba demasiado caliente, se iba al baño con la foto de mi mujer y se pegaba una feroz paja en su honor. Lo “peor” es que el asunto cada vez me excitaba más y que las bromas ahora eran correspondidas por mi parte y yo hasta le daba cuerda a Rolando y lo hacía describirme con detalles como se cogería a Marisol, lo que hasta nos hizo pegarnos unas pajas ahí mismo en el camión de servicio de la empresa unas cuantas veces.

Por eso mi acuerdo con Marisol me era tan importante. Ella es una mujer de palabra, que cuando promete algo siempre lo cumple. Y unos cuantos días después, entusiasmados por tener sexo, y en la intimidad de nuestra habitación, le volví a hablar del tema e insistí en medio de nuestras caricias, que pusiéramos alguna fecha para probar el trío. Marisol quiso que yo pusiera la fecha y que arreglara todos los detalles, ya que ella sólo lo hacía por complacerme a mí. Al principio de esa conversación ella pudo mantener su rol de esposa decente en la cama con su marido, pero luego de que la encendí bien, se dejó llevar por el tema, y mientras yo metía y sacaba mi verga de su coño, logré que habláramos de Rolando. Yo le decía que así la tendría él a ella: debajo suyo, bien abierta de piernas y ensartada hasta el fondo. Marisol gozaba con mi verga y se sonreía de mis fantasías, y me seguía el juego cada vez que yo le preguntaba algo. Por ejemplo si yo preguntaba que si cogerían con o sin condón, ella respondía que sin; o si yo le ponía mi pulgar cerca de la comisura de los labios, Marisol lo mamaba y yo le preguntaba si así le iba a mamar la verga a Rolando, y ella asentía y me miraba cachondamente. Hasta hablamos de sexo anal si él lo exigía, y Marisol a todo me decía que sí. Ella se excitaba por mi verga y por complacerme. Y a la vez yo me excitaba pensando en ella como la puta de Rolando. Y así la morbosidad nos llevó al orgasmo.

El viernes acordado ya habíamos acostado a nuestros pequeños cuando Rolando llegó a casa. Todos sabíamos lo que iba a pasar, pero no era fácil dar el primer paso, así es que serví algo de alcohol y nos fuimos al dormitorio a conversar o bailar al son de alguna música buena. Marisol estaba algo nerviosa y apuró varios tragos para relajarse mientras conversábamos. Yo comencé a bailar con ella y la fui poniendo a tono y seduciendo. Ella se dejó llevar por mi deseo y aceptó que yo le acariciara el culo por encima y luego por debajo de la falda. Mientras bailábamos le dije lo mucho que Rolando la deseaba, y la fui preparando y le dije que todo estaba bien, que yo le daba permiso a ella para hacer lo que deseara esa noche. Luego fue el turno de Rolando de bailar con ella, quien entonado y entusiasmado, la fue acariciando por encima de la ropa y logró que Marisol aceptara finalmente sus besos (al principio ella estaba tímida). Yo me apegué a ella por detrás y besando su cuello y lamiendo cerca de su oreja, su principal zona erógena, le abrí la blusa primero, dejando que Rolando la viera y la siguiera seduciendo, y luego le quité la blusa y los sujetadores, liberando sus deliciosas tetas. Rolando y yo desnudamos nuestros torsos y nos apegamos a mi mujer, excitándonos todos por la situación.

Al ver cómo se besaban y lo entusiasmada que Marisol estaba ahora, más otros traguitos para liberarse de todos los posibles remordimientos, la desnudé por completo y me la llevé a la cama. Allí nos besamos mi mujer y yo, y me subí encima de ella, aunque sin penetrarla aún. Yo la besaba y le acariciaba las tetas, y con mi verga acariciaba la entrada a su coño. Rolando se acercó con su verga a la cara de Marisol, y a mi amorcito no le cupo duda de lo que él quería. Y sí que fue una delicia el ver esa vergota entrar a la boca de mi Marisol. Ahora sí que yo podía estar seguro de que íbamos a completar ese trío y que mi fantasía de verdad se estaba cumpliendo.

Con mi miembro casi entrando a su coño, le pregunté a mi amorcito si quería verga. Con un profundo suspiro y con expresión de puta caliente, me dijo que sí. Yo le hice la señal acordada a Rolando, y mi compadre dejó de cogérsela por la boca y se ubicó entre sus piernas encima de ella. Marisol me miró algo sorprendida pero caliente también, y dejó que se cumpliera la promesa que me había hecho. Yo le sonreí tiernamente y acaricié su hermoso rostro en el momento preciso en que la gran, dura y gruesa verga de Rolando se abría paso entre los labios vaginales de mi amada esposa y le llenaba por completo el coño. Los dos suspiraron al unísono, y Marisol, cerrando los ojos, fue acariciando la ancha espalda de su ocasional amante. Rolando se la iba cogiendo rico, a su propio ritmo, y tanto le besaba las tetas como besaba con lujuria la boca de mi esposa. Ella por su parte ya estaba entregada al deseo y se dejaba coger y gozaba con ese macho encima.

Disimuladamente primero, y sin importarme luego, me fui pajeando cerca de ellos. Marisol a ratos acariciaba la cara de su semental, y a ratos se apegaba a él demostrando lo mucho que gozaba de ese grandulón. Y todo el tiempo me daba vueltas el hecho de que Rolando se estaba cogiendo a mi Marisol en nuestra cama, sin condón, y a pocos metros de las habitaciones de nuestros hijitos. Qué morbo más delicioso!! Y como broche de oro, a ellos les llegó su bien merecido orgasmo y yo terminé de pajearme y tiré semen para todos lados, sobre todo encima de la alfombra en la que estaba parado.

Rolando se acostó a un lado de Marisol, y yo me acosté al otro lado de ella. Mi amorcito estaba extenuada. Me acerque para besarla y ella me preguntó si todo fue como yo quería. Le dije que sí, besándola una y otra vez. Le dije que la amaba con locura y que había estado fantástica. Ella aún jadeando, me dijo que también me amaba. Y mientras ella se reponía mirando al techo y a ratos mirándome a mí, yo miraba a Rolando, ese coloso desnudo y complacido. Y entre las piernas de mi mujer veía yo la leche de mi compadre como prueba de que yo le había regalado el cuerpo de mi amada Marisol a Rolando.

Rolando se sonreía tanto feliz como triunfante hacia mí, y luego acarició la cara de Marisol y le dijo lo muy delicioso que había sido todo, y quiso besarla. Ella juntó sus labios tímidamente, como si un besito de enamorados bastara. Se notaba que había vuelto a ser mi esposa, enamorada de mí, y que ya había cumplido con su parte del trato. No me refiero a que ella rechazara a Rolando, sino más bien que ella sentía que pasado ese momento ella era mi mujer y sus besos eran sólo para mí. Rolando lo entendió y dio una nueva mirada al desnudo y utilizado cuerpo de Marisol y me sonrió complacido.

Yo había soñado tantas veces con ese día que pensé que todo se iba a cumplir tal y como yo lo había planeado. Por eso cuando quise iniciar una conversación sobre lo que habíamos hecho y que nos volviéramos a excitar con el tema, me di cuenta de que Marisol y Rolando estaban satisfechos y en otra onda que la mía. Más bien empezamos a hablar de otras cosas, incluso del tiempo y las temperaturas. Me parecía a mí por lo menos casi ridículo el ver a mi mujer con el coño lleno de semen y a mi compadre desnudo después de habérsela cogido, y que hablásemos de tonterías. Luego de un buen rato Marisol se puso la blusa y se fue al baño. En ese rato Rolando y yo empezamos a hablar de nuevo de lo que había pasado, y su verga comenzó a cobrar vida con nuestros comentarios y acariciando además las bragas de mi mujer que yo le tiré a la cara como broma. Marisol, al típico estilo de las mujeres, se demoró bastante en el baño, por lo que Rolando comenzó a excitarse más en ese rato con nuestra conversación.

Cuando Marisol volvió, le dije al oído que Rolando se iba a ir a su casa, pero que tenía ganas de cogérsela una última vez. Ella me miró como diciendo que esta vez sí que yo estaba abusando de ella, pero puso cara de no le costaba mucho ponerse nuevamente y deshacerse de mi compadre, y me dijo que lo haría.

Y no fue como yo creía tampoco. Yo me había imaginado que la segunda vez cogerían como desaforados y que Rolando hasta se la ensartaría por el culo luego de probar mil posiciones ahora que ya estaban en confianza. Me equivoqué. Ella se puso debajo de él y recibió una vez más la verga de Rolando en su coño. El le manoseaba las tetas y trataba de besarla en la boca, y Marisol como podía evitaba los besos de ese grandulón en su boca. Lo “peor” es que Rolando gozaba del coño de mi mujer, y Marisol quería liberarse luego de él, y yo me pajeaba viendo esa casi violación donde el desnudo y pequeño cuerpo de mi esposa yacía debajo del macizo cuerpo de Rolando. Después de todo sí se parecía eso a alguna de mis fantasías donde Rolando utilizaba sexualmente a Marisol y ella actuaba como mi fiel y recatada esposa, y en donde no había duda que la fuerza de él primaría sobre los principios de ella.

En un cierto momento, Rolando metió la mano por debajo del culo de Marisol, y le dio un rico agarrón donde quedó acariciándola por fuera del hoyito del culo. Marisol trató de quitar la mano de mi compadre de su trasero, pero no pudo, y algunos minutos después vi cómo Rolando volvió a extasiarse con el cuerpo de mi mujer y tirar sus andanadas de semen en el coño de Marisol, haciéndola suya una vez más.

Cumpliendo su promesa, Rolando se vistió, nos agradeció por la velada, y se marchó. Satisfecho por todo lo que había pasado, me acosté al lado de mi amorcito y le dije lo mucho que la adoraba. Ella recibió todas mis caricias y besos, aunque se notaba algo más fría también. Y cuando quise hacer valer mi derecho de marido, Marisol no me lo permitió y me quedé sin meterle la verga. Con voz algo seria me dijo que mañana hablaríamos de eso.

Suerte que al otro día (que era sábado) ya se le había pasado esa mala onda y pudimos compartir como siempre. Es decir mejor que otras veces ya que yo estaba extremadamente cariñoso y atento con ella y Marisol estaba por supuesto feliz por ello. De vez en cuando durante el día nos mirábamos y se notaba que cada uno pensaba en lo que había pasado la noche anterior. Ella no comprendía como yo podía ser tan morboso, inmoral y loco que me gustaba entregársela a otro hombre. Y yo me preguntaba por qué no habíamos hecho esto antes, y cómo iría a ser la siguiente vez. En la noche nos reíamos porque al hablar del tema nos dimos cuenta lo muy diferente que los dos pensábamos. Lo que recuerdo perfectamente de ese sábado temprano, es que yo miraba a Marisol atendiendo a nuestros hijos y las labores de nuestro hogar, y la veía al mismo tiempo desnuda mamándole la verga a Rolando y permitiendo que mi compadre le llenara el coño de leche una y otra vez. Hasta me sorprendí con pensamientos tan mórbidos que no debiera ni siquiera revelar aquí: yo jugando con mis hijos como un padre dedicado, mientras Rolando se cogía a su desnuda madre a pocos centímetros de ellos. Y me excitaba la idea de que mis pequeños hijos fueran testigos de cómo el tío Rolando en presencia de todos se cogiera a su mamita, y le agarrara las tetas y la hiciera mamar verga para finalmente cogérsela por el coño y el culo delante de todos nosotros.

La siguiente vez que Marisol y yo cogimos, ella me confesó que en realidad sí había gozado con Rolando, pero que eso iba en contra de los valores que le habían inculcado como mujer y esposa sus padres, la escuela y la sociedad. Yo la calmé con mucho amor y comprensión y le dije que la responsabilidad de una mujer la tenía su marido, y que si yo no tenía nada en contra, ella no debiera sentir remordimientos, y que cada pareja hacía sus propias reglas, etc., etc. Y como ahí estábamos excitados nuevamente, Marisol aceptó que tuviéramos una nueva cita con Rolando. Y ese fue el punto de partida de mi vida como cornudo, y poniendo mi mujer al servicio de ese caliente semental. Mi amada esposa, entendió el rol de Rolando en nuestra vida de casados, y como esposa de cornudo se entregó a su deber y placer de excitarme acostándose con mi compadre en los diferentes sitios donde nos juntábamos, incluso en el camión de la empresa a veces. Yo le quería dar un buen macho a mi esposa, y Marisol lo recibía con gusto, sobre todo porque Rolando era mucho más ardiente, joven y bien dotado que yo. Y mi recompensa era verlos a ambos gozar del sexo sin límites y mirar luego los hoyitos de mi esposa llenos de la leche de él. A veces pasábamos por casa en horario de trabajo (ya les contaré de eso), para que Rolando la hiciera suya, mientras yo en el jardín jugaba con mis pequeños. Luego él salía a cuidarlos mientras yo introducía mi delgada y corta verga en el inundado coño de Marisol, y al sólo contacto de la leche de mi compadre, yo eyaculaba precozmente por supuesto. Luego en el camión él gozaba contándome todos los detalles de cómo se había ensartado a mi esposita y las cosas que se decían en plena cogida, y yo gozaba escuchándolo, y pensaba en mi amada Marisol, en casa, cuidando de nuestros hijos y con su coño inundado del semen de Rolando.

Vacaciones

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Llevaba saliendo con mi novio 5 meses, Thomas nunca fue un chico escultural, pero compartíamos residencia, teníamos cosas en común, lo que se suele decir y mirar cuando tu novio físicamente no te pone, pero es un chico con el que congenio, hacía muy poco que acababa de ingresar en la Villa Universitaria, tengo 18 años, para que os hagáis una idea, yo soy mulato, mi moreno no es muy oscuro, tengo los ojos color miel, las labios gruesos mido 1,78 y peso 72 kilos, mi cuerpo esta fibrado debido al baile que hago a diario, con cara de niño de 14 años, el pelo muy corto anillado y suelen decir de mi que tengo una mirada muy expresiva. Thomas tiene la piel blanca, mide 1,80, es rubio y tienes los ojos verdes. Su cuerpo, como ya dije no era escultural, delgado eso si. Yo diría que se encuentra en el montón grande, él y yo pertenecemos a los cerebritos. No era algo que me hiciera especial ilusión, porque la verdad no me considero un friqui, ni un empollón, pero mi dificultad para relacionarme, esta unida a la timidez que por desgracia tengo. A mis 18 años y todavía sin haber mantenido sexo, era otra de las cosas que no me gustaba, pero con Thomas me llegaría la oportunidad pronto. Esa ocasión se dio, cuando llegó lo que llaman ” El día del aniversario ” Consiste en lo que se llama de toda la vida ir de excursión con los compañeros de la Villa, un complejo rural donde estaríamos 7 días. Pagando la cuota, podías estar desde uno solo en la cabaña, hasta cuatro personas, Thomas y yo la cogimos para nosotros dos. No me apetecía ir de excursión con los compañeros de la Villa, pero yo solo pensaba en estar con Thomas a solas en esa cabaña. Cuando llegamos dejamos el equipaje en la cabaña, era bonita y muy bien preparada. Con un montón de cosas por hacer y con Thomas con ganas de realizarlas, sabía que el sexo se pospondría para la noche, pero después de 5 meses, unas horas más no sería un problema. Llegamos a las 8 de la mañana, desayunamos montamos a caballo, etc… Comimos pronto y nos fuimos por el río en barca, llevábamos poco tiempo por el río, cuando el grupo de Pablo, Manu y Omar se acercó a nosotros, Manu se pasó a nuestra barca.

- ¿Qué hacéis por aquí chavales? – Pregunto Pablo con ese tono de burla de “los chulitos” de la Villa. Siempre iban juntos, pertenecían al equipo de Basket del la Villa.

- ¿Eso me pregunto yo? – Dijo Thomas algo molesto por esa forma de llegar nuestra barca como si fuéramos amigos, cogiéndose confianzas que obviamente entre nosotros no existían.

- No te pongas así – Dijo Manu – Solo hemos venido a divertirnos ¿Verdad muchachos? – Preguntó a los otros que respondieron a su pregunta afirmando entre risas.

- Hagamos una carrera, mira cabrones yo con él solo y os ganamos a vosotros 3 capullos. – Dijo Omar mientras se sentaba a mi lado, agarrando los remos.

- Venga si. – Dijo Pablo.

- Vosotros hacer lo que queráis pero a nosotros dejarnos en paz. – Les dije.

- Solo es una carrera, tienes miedo de perder. – Mencionó Manu.

- No tengo ganas echar una carrera. -Repliqué.

- Puede ser divertido – Dijo mi novio subiéndose a la otra barca. Yo me quedé atónito eran los mismos tíos que el la Villa se metían con él. ¿Por qué ahora iban a ser diferentes? Manu se pasó a la otra barca y Omar se quedó sentado a mi lado. Después de la reacción de Thomas, yo me encontraba ahí, en la dichosa barca con un negro de dos metros remando. Yo me encontraba de cara a Omar, de espaldas a los demás y lo que venía, ya que a Omar le sobraba con él sólito para remar, como yo dije no quería y eso no iba a cambiar porque Thomas si quisiese hacer la dichosa carrera. En el río había un saliente de roca, que dividía el camino en dos, como iba de espaldas no me di cuenta, hasta que comencé a ver la pared de roca. Miré hacía delante y el río se encontraba divido todo lo que me alcanzaba la vista, Omar continuaba remando…

- ¿Qué haces?¿Por qué te has metido por aquí?

- Tranquilo se donde estoy. – Respondió.

- A mi me da igual donde tu estés y lo que sepas vuelve por el camino de ellos. – Le dije malhumorado.

- ¿Y perder la oportunidad de ganar? No – Seguía remando.

- ¡He dicho que volvamos! – Le dije enfurruñado.No me hizo el menor caso y siguió remando, pese a que yo continué replicando, él pareció no escucharme. Paro de remar, supuse que ya había asumido que no sabía donde estábamos. Dejó los remos y se quitó la camiseta marcando una tableta de chocolate y en este caso con el color de su piel, chocolate puro y el sudor le impregnaba el pecho.

- Al fin te diste cuenta que estamos perdidos, hay que volver. – Le dije

- No estamos perdidos.

- Y dale que cabezón er… – No terminé la frase porque me agarro de la camiseta y comenzó a morrearme violento.Me separé rápido de él.

- ¿Qué coño haces? Quita.

- ¿Crees que me importa algo la mierda de carrera? – Se mordió el labio inferior mirándome.

- Pues a mi menos, vayámonos ya de aquí y olvídate de mí – Le dije alzando mi vista y levantando una ceja.

- Nos iremos cuando acabemos. Me quitó a la fuerza mi sudadera y rajó mi camiseta interior.

- Para, estate quieto… – Dije intentado levantarme.

- Ese gilipollas no sabe darte lo que necesitas – Se sobaba el paquete mientras decía eso.

-¡Déjame! – Dije hiendome a un rincón de la barca.

- Solo quiero hacerte disfrutar. – Me echó sobre el suelo de la barca a la fuerza y a estirones comenzó a quitarme el pantalón y me descalzó. Yo forcejeaba con el en vano. Era una bestia a mi lado, quedé en slips blancos, poco tardó él en quedarse en boxer negro, pegó su paquete al mío, noté la presión de él sobre mí, su bulto duro pegado contra el mío, sus manos agarraban mis muñecas por encima de mi cabeza, mientras me comía el cuello.

- Para, no sigas, para… – Cuanto más se lo decía mas cardíaco se ponía, mas me chupaba y comenzó a lamer mis pezones, atrapaba uno entre sus dientes y luego hacía lo mismo con el otro. Dios mío me estaba encantando que lo hiciera, no me sentía bien con eso, era como si estuviera engañando a Thomas. Su lengua recorría todo mi abdomen, me quitó los slips dejando a relucir mi miembro semierecto, me miró con mucha pícardia acompañado de una sonrisa picante, lo agarró y se metió mi miembro en la boca, lo sentí en su garganta.

- Aah – Se me escapó un gemido, que intentaba contener. Siguió chupando, succionando mi miembro, presionando sus labios, haciendo que gimiera de manera continua, mire hacía el cielo, era sencillo ver el azul del cielo acostado en la barca, me sentía como en una nube, me estaba gustando lo que me hacía pero no podía dárselo a entender, me limite a guardar silencio, disfrutando de esas sensaciones que desconocía. Aunque mi boca no hablara, mi cuerpo si, sudaba, mi respiración se agitaba, mi pulso se me aceleraba y no pudo evitar que mi cuerpo vibrara, cada vez que sus dedos se paseaban por mis muslos. Seguió lamiendo mi miembro, mientras comenzó acariciar mi ano con las yemas de sus dedos. Subió hasta mi boca y me morreo, fue una sensación rara notar mi sabor en su boca, pero le respondí a ese morreo que estaba ansiando.

- ¿Te gusta? – Susurró suavemente.

- Si… – Se hizo un silencio mientras nos morreamos, escuchaba los pájaros, el ruido del caudal del agua y nuestras respiraciones. Mis piernas se cruzaban a la altura de su cintura, mis manos recorrían su espalda ancha. Me puse sobre él, le besé los labios, recorrí su pecho imitándole un poco, besé sus abdominales y tiré del elástico de su boxer, dejando salir a un miembro que me asombró, se notaban las venas bien marcadas, un tronco más ancho que la cabeza y el más ancho que había visto. Aunque no tuviera experiencia sexual , si había visto algunos compañeros desnudos. Me lo metí a la boca algo torpe y sin poder abarcar un poco menos de la mitad de ese miembro en mi boca. Comencé a darle lametones y comencé a escuchar sus gemidos, cerré mis ojos sabía que me estaba mirando y no era capaz de mantener esa mirada. Empecé a succionar la cabeza de ese descomunal miembro, mientras lo pajeaba con mis dos manos. Después de un rato así, él me apartó y me puso de espaldas a él, con mis manos apoyadas en el suelo de la barca, abrió mis nalgas con sus grandes manos y comenzó a lamer mi ano. Notaba como su lengua entraba y salía de mi interior mientras, sus dientes se agarraban a la entrada de mi ano.

- Aaaaaah ohhhh mmmmmmmmmmmmm… Ufff – No podía parar de gemir. – No me… Ah… han… mmmmm… follado nunca… Aaahhhh. Se separó de mi – Lo sé.

Continuo lamiéndome y metió un dedo en mi culo, metiendo y sacando el dedo, metió otro más, yo me estremecía, consiguió meter 3 sin problema, cuando puso la cabeza de su miembro en la entrada de mi ano, volví a caer en la cuenta.

- ¡Me vas ha reventar con ese pollón! – Me giró sobre la barca quedando mi espalda sobre el suelo.

- Relájate, sigue como hasta ahora. – Me acariciaba el pecho y el abdomen.

Con cada una de mis piernas a cada lado de su cintura, mis manos acariciando su vientre, su miembro en la entrada de mi ano. Comenzó a penetrarme suave, clave mi dedos en su cadera, notaba como su barra de carne se abría paso en mi ano.

-Aaaaaaargg…. Omar…mmmm

-Así así, mmmm….

Cuando al fin su pelvis se pegó a mi cuerpo dejando aquel mástil hundido en mi interior, me morreo y pasó sus manos por debajo de mis omóplatos, dejándo su miembro dentro de mí, sentía como palpitaba en mi interior, comenzó a dar suaves movimientos circulares. Yo gemía sin creer que esa monstruosidad estuviera dentro de mí.

La comenzó a sacar suave y meterla suave, el ritmo fue aumentando más y más, hasta que se convirtió en una penetración continua, nuestros gemido y sudor se mezclaban, notaba con mi frente y mi cabeza estaba empapada en sudor, nuestros cuerpos pegados, la penetración empezó a ser más intensa, mis gemidos muchos más sonoros, esa barra de carne me tenía emparedado, en aquel momento no lo entendí, sin tocarme comencé a correrme llenando de semen nuestros vientres, sus embestidas eran frenéticas, clave mis uñas en su espalda dejando un hilo enrojecido a su paso y mis dientes en su pecho, tenía a ese macho entre mi piernas haciéndome enloquecer, haciendo que quisiera más y quería marcarlo como mío.

- Aaaaaaah oooooh – Sus gemidos fueron acompañados de su semen que noté en mi interior.

- No la saques, quiero tenerte en mis entrañas. – Al decirle esto Omar se pegó a mi cuerpo, descargó todo su semen dentro de mí, mientras me morreaba bruscamente y me manoseaba de forma bruta. Yo disfrutaba de él, me encantaba tenerle así. Mordí su labio inferior con fuerza mientras nos morreábamos, la sensación de que era mi macho me volvía loco.Acabamos echados sobre la barca desnudos, apoye mi cabeza en su pecho, moviendo mis dedos sobre él, los sonidos de la naturaleza era lo único que escuchaba y el latido de su corazón como bajaba el ritmo poco a poco. Sus grandes manos me agarraban contra él con fuerza. Después de eso nos dimos un baño en el río, nos vestimos y volvimos a complejo rural.

Puse de excusa a Thomas que nos habíamos perdido y que estaba muy cansado. Esa noche no tuve sexo con mi novio. Me quedé durmiendo pensando en cada instante vivido con Omar…

¿Qué.. haces aquí?

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Ya era una tarde como cualquier otra vez, en que la chica llegó a casa, se encontraba afuera buscando entre sus cosas dentro de la mochila, las llaves para abrir la puerta. Al encontrarlas abrió la puerta, yacía el lugar en total silencio, no se encontraba nadie, camino un poco y dejo la mochila sobre la silla. Cuando iba a cerrar la puerta una mano se interpuso logrando detener, miro asombrada por esa acción que le impidió cerrar la puerta y apareció Liliana sonriendo.

-Hola, Fernanda.

-Hola… ¿Qué haces aquí?.-confundida dejaba de cerrar la puerta-.

-Vine a estar contigo, y… Sí, creo que sólo eso.

-Eh… Está bien.

-¿Qué pasa, eh?.-se acerco-.

-¡N-Nada! ¿Por qué no mejor vamos a comprar algún aperitivo?

-Claro… Te extrañe.-se acercaba un poco más mirandole los ojos-.

-Ah…

-¿Qué ocurre, tú no me extrañaste?

-Si lo hice… Es sólo que…

Le quedo mirando a los ojos, y tal vez percibía un poco de desanimo ante Fernanda, sólo se acercó sin decir absolutamente nada, y le robo un beso. Frente a Liliana, estaba Fernanda con esa mirada tímida que intentaba aparentar fortaleza, no la detuvo, ni la aparto, sólo quedaron unos segundos juntando sus bocas. Se separo Liliana intentando fingir que no le desesperaba que esta no hiciera la acción que ella deseaba al juntar sus labios.

No sabía la reacción de Fernanda, pues, se quedaba con sus ojos sorprendidos, tal vez se decepciono, pero, Liliana al intentar arreglarlo dirigió su boca hacía el cuello de la chica y aún continuaba esa inesperadividad que tenía Liliana, al llegar a su cuello, le dio un ligero beso, esto hizo que Fernanda “despertará” y mirará atemorizada a Liliana dandole un beso en el cuello, se emociono al instante, cerro un poco sus ojos porque tal cosa que le hacía sentir Liliana hizo que su corazón palpitará muy rápido. Dio un ligero respiro y miro hacía arriba con sus mejillas con un color que se marcaba carmesí. Tenía un sentimiento que no podía contener, y ella se detuvo y le dijo:

-Ya podemos ir a comprar…-cercas del oído le decía, retirándose un poco-.

-S-Sí.-sentía sus latidos muy fuertes-. Por cierto, ayer encontré tu libreta, estaba guardada en alguno de mis libros.-le señalaba-.

-Qué bien que la hayas encontrado.-le tomo su mano y sonrió levemente-.

-¡Vamos ya!.-se inquietaba por ese sentimiento y soltó su mano-.

-Hey…-miro hacía abajo-

-¿Qué?

-No, no es nada.-jalaba de la perilla-.

-Lili…-se recargaba sobre la espalda de Liliana-.

-¿Sí? ¿qué pasa?.-asombrada al sentirla detrás-.

-Algo te ocurre, ¿no es verdad?

-¿Por qué lo dices? Te equivocas…

-Tal vez sea eso…-la abrazo por atrás-.

-Fernanda, ¿me quieres?.-sus labios borraban una sonrisa-.

-¡Por supuesto! ¡te quiero mucho!.-sonreía al decirle-.

-A pesar de todo, ¿me quieres?.-miraba aún más hacía abajo-.

-¡Sí! A pesar de todo, Lili… No puedo dejar de quererte.-coloco su cabeza sobre su hombro de de ella-.

-Qué bueno…-la voz ya se oía baja-.

-¿Qué pasa?.-dejo de sonreír-. Recuerda lo bueno que hemos pasado, no te deprimas. Estoy contigo… Siempre lo estaré.

-Ya sé… Fernanda, lo sé bien. Sólo que…siento que te estás comportando indiferente conmigo, me hace sentir muy mal… ¿no te gusta que te bese? ¿ese es el problema?

-Es un malentendido…-recordaba hace un momento lo de la mano-.

-¡No lo es! Mejor me voy.-apreto la perilla-.

-¡Perdóname!.-decía recordando-. Tal vez suene patética en decirte… Pero es que siento algo fuerte cuando estás conmigo, no sé de que forma deba comportarme. Es algo grande que no puedo evitar, creo que te burlarás. No quiero alejarte, prometo no volver a soltar tu mano.-miraba entristecida-.

-Fernanda…-suspiro trantado de voltearse-.

-Quédate conmigo. No te vayas.-la abrazaba más fuerte-.

-No me iré.-recobraba la voz alegre-.Todo resulta un poco invisible de verlo, ¿no es así? Lo que sientes, y lo que siento yo. Ha sido mucho trabajo y esfuerzo llegar hacía ti. Sólo te diré que no será suficiente disculparse por haberme soltado la mano.-hacía reproche-.

-¿No? En verdad lo siento…-se lamento-.

-Deja de disculparte, ¿de acuerdo?.-lograba tomar sus manos, volteándo entre sí-.

-Entonces, ¿qué será suficiente?.-cruzaba ya su mirada con ella-.

-Tenerte entre mis brazos.-acerco levemente su frente con la de Fernanda-.

-Ya veo, hehe.-se sonrojo un poco-.

-No hay que deprimirse.-le acariciaba su mejilla-. No me gustaría verte llorar, mejor quiero seguir viendo tus mejillas sonrojadas… Eres sólo mía…-le besaba en la otra mejilla-.

-L-Lo sé… Me haces quedar nerviosa. Idiota.-miro hacía otro lado-.

-De eso se trata.-dejaba de besarle-. Fernanda, ¿sabes que quiero?

-Comprar un auto, y escuchar música, ¿no?.-le decía divertida-.

-Ehem… Aparte.-se frustraba-. Es algo muy importante.

-No lo sé…

-Te quiero a ti… Quiero a Fernanda.-sonrió con un poco de sonrojo-.

-¿Quién es esa?.-reía un poco-.

-He, tonta… Eres tú.-acurrucaba su cabeza en el pecho-.

-Sólo quería jugar. Haha…-acaricio su cabello con una de sus manos-.

-¿Jugar? Y porque cuando yo quiero jugar, te niegas.-medito-.

-¡A-AHHH! E-Es diferente, ¡es un juego diferente! No, ¡espera! No quise decir eso. Mira lo que me haces decir…-avergonzada dejo de acariciarle el cabello-.

-Yo no hice nada para que dijeras eso, pervertida.-sonrió picaronamente-.

-No soy perverida, tú lo eres.

-Si, lo soy, pero te amo.-la beso nuevamente-.

Los labios de Liliana y Fernanda estaban juntos dandose un tierno beso, la chica quien no podía evitar sonrojarse, sentía otra vez el sentimiento de hace un rato, cerrando completamente sus ojos dejándose a la merced. Ya nada podía impedir que ellas estuvieran juntas.

Cuando la lengua de Liliana se introdujo en la boca de Fernanda, de inmediato sintió esto a través de su boca, y dejo que sucediera aquel beso tan profundo que deseaba Liliana desde un principio. Ella cautivada por complacer su deseo, tomo de la cintura a Fernanda, y la llevaba poco a poco a un sofá que se encontraba cerca, empujando poco a poco. Mientras la besaba frecuentemente deniendose un poco y recuperar aire otra vez, le dejaba boca abajo haciendo que esto causará algo inesperado para Fernanda, pero a la vez, un desanimo porque no la vería a los ojos. Se dio cuenta de su desanimo así que acerco su boca al cuello dandole una ligera lamida, esto hizo que ella se estremeciera y apreto fuerte el espaldar del sofa, lo que ocurría continuaba y se agito un poco, Liliana coloco sus manos arriba donde estaban también las de Fernanda, pudo sentir que temblaban y se veían apretando el espaldar, se sorprendió pero continuo. Cuando Fernanda comenzaba a sentir una extraña sensación en su cuerpo, su parte intima se humedecía por lo que sintió vergüenza y le dijo que se detuviera, ella ante eso simplemente le seguió besando por el cuello y se detuvo por un momento diciendole que no se preocupará, cuando dirigió su mano a tocarle esa parte.

-¡Ahhh! Espera… detente.-le decía desde abajo-. Yo nunca he hecho esto.-agrego-.No tengo idea de que hacer, t-tengo miedo…

-Hehe… Fer.-eran pocas veces que le decía acortando su nombre-. También tengo miedo, es más, estoy temblando… Pero me tranquiliza besarte, quiero que lo disfrutes tanto como yo. Quedáte quieta… ¿ok?.-deslizo un poco su mano por ahí, y comenzo a bajar un poco el cierre-. Fernanda… ¿me amas?

-T-Te amo mucho Lili…ana.-respiraba rápido acortando sus palabras-.

-¿Quieres que me detenga? ¿eh?.-entonaba la voz-. No quiero presionarte a hacer esto.

-No te detengas… por favor.

-Vale…-le dijo tratando de bajar su pantalón-.

Así continuaron las cosas, el momento dado. Liliana acaricio lentamente por debajo de la sudadera que traía puesta Fernanda, bajo más sobre la sudadera y estaba otra prenda, hasta que llego a su piel, y la toco. Ella por su parte, se quedaba quieta, como le había dicho, le quito la sudadera junto con la prenda dejándole con el sujetador, la volteo cuidadosamente hacía arriba y la beso en los labios, terminando de deslizar el pantalón, cada vez más se humedecía su parte intima. Se separaron del beso, y el cuerpo de Fernanda estaba con sólo ropa interior, le dio otra vez vergüenza, e intento cubrir sus partes con las dos manos y Liliana al verlo, rió un poco quitando sus manos, las separo, casi atrapandola al sujetarle contra el sofa, mientras que con la otra bajaba su ropa interior de la parte baja. Dio un pequeño gemido y cerro sus ojos…

Dando permiso de proseguir con lo siguiente. Bajando su ropa interior se dispuso a acariciarle en su sexo. Dejo de sujetarla contra el sofa y con esa misma mano le trato de quitar el sujetador, Fernanda cooperó y lograron quitarlo ya dejando su cuerpo desnudo. Pero por esto Fernanda se extraño de que Liliana no sé quitará todavía la ropa, comenzo a ayudrle desde abajo, con una de sus manos desabrocho el sujetante, ya finalmente dio un deslize y ambas prendas le quito con rapidez. Ya Liliana bajo su cierre, pero en su intento torpe de hacerlo, no podía quitarse muy rápido el jeans y se vió a necesidad de que Fernanda le ayudará, ya después lo último era la ropa interior, y termino de bajarlo ella misma.

La sangre era bombeada rapidamente…. El color de sus mejillas, se encotraba totalmente excitada y sentía que un orgasmo podría venir en cualquier momento pero aún no querían que esto terminará pues apenas comenzaba. Haciendo movimientos circulares sobre el clitoris hizo que Fernanda perdiera el control y diera un fuerte gemido, no quería, quiso aguantarlo, colocando sus manos en la boca. Se vio de nuevo a tener que quitarlas: “Quiero escucharte…”

Esto que habían escuchado sus oídos la estremeció mucho, sin control, inclino su pubis y se aferro descontroladamente al sofa.

Su espalda también se encontraba en desventaja, de nuevo le fue dando besos y algunas mordidas, cuando ella quería abrazarla, es lo que más la tranquiliza. Enrredo sus manos por su cuello logrando tenerla como quería, las acaricias aún continuaban por todo su cuerpo, daba unos pequeños gemidos, y Liliana buscaba el punto exacto, el llamado “punto G”, que iniciaba su búsqueda, por la parte que yacía humeda. Por fin, la encontro, y metió su dedo, logrando que Fernanda no lo aguantará más y diera un fuerte gemido que hizo feliz a Liliana, seguieron, y hubo gemidos constantes dentro de la casa. Había llegado el orgasmo, con su respiración agitada y sus acciones que se volvieron un poco torpes, estaba llegando a su fin, abrazandola, cuando finalmente terminaron.

Liliana encima sobre el cuerpo de Fernanda, con una sudoración entre sus cuerpos, quedando entre sí, y descansando por haber hecho el amor.

Continuaron en el sofa, cuando Fernanda quedo dormida, tenía una sonrisa leve y suspiraba.

Por su parte, Liliana solo recargando su cabeza en el pecho de su novia, escuchando sus latidos y respiraciones, esto le dio cierta ternura y quiso frotarle un poco el pelo, fue hacía su mejilla y le dio un pequeño beso. La felicidad ante lo que había ocurrido no se podía evitar. Entonces se levanto recuperando su ropa y volviendose a vestir. Subió al cuarto de Fernanda para encontrar alguna sabana porque se encontraba con el cuerpo descubierto en el sofa, ya bajando se la coloco, y fue hacia la cocina a preparar algo. Pasaron unos minutos después de tanto esfuerzo no supo que hacer, y quedo mirando a la cocina con cierta tediosidad. Le vino a la mente a salir a comprar, entonces cerro la puerta silenciosamente para que no se despertará y camino bajando las escaleras. Aunque no se dio cuenta de que dejo las llaves.

En su camino iba en moto al supermercado, en cuanto Fernanda no se dio cuenta que Liliana salió, y siguió durmiendo. Llego al supermercado en busca de cualquier alimento de origen animal, o tal vez frutas, y en seguida fue a la caja para pagarlo, en un encuentro a sus espaldas estaba Santiago en la fila, de estatura alta, con un poco de su piel blanca, y cabello café, quien era un amigo del salón quien conocía a ambas chicas, quien la reconoció y le hablo, pronto empezaron a hablar. Al pagar las cosas, se fueron al estacionamiento.

-¿Y Fer? ¿Cómo está ella?

-Bien…

-¿Sabes dónde está?

-Sí, en su casa y tengo que irme rápido.-se dirigía cerca de la moto-.

-De acuerdo. Mandale saludos.

-¡Claro!.-se sentaba y comenzo a encender el motor-.

-Nos vemos, Liliana.

-Adios, Santiago.-se empezaba a ir-.

Ya alejandose del supermercado, continuaba acelarando, mirando a su paisaje que se tornaba cada vez más de noche, se dio cuenta que se había retrasado por hablar con Santiago.

Dentro de la casa, en el cuarto estaba Jacky, un cachorro de raza beagle que le había regalado Liliana, andaba muy inquieto al despertarse de su siesta de las tardes, corría dando vueltas, tirando cosas, por tanto ruido Fernanda se despertó, mirando a sus lados acostada todavía. Se incorporo y buscon con la mirada a Liliana, que todavía no llegaba, pues el supermercado se encontraba un poco lejos de casa. Le vino unos pensamientos negativos, tal vez ella la ha dejado y no regresará, o sólo fue en busca de eso. Pero los interrumpió, penso positivo y en sí, se entristeció algo, aún curiosa por los ruidos, fue directamente al cuarto, vistiendose ya, para ver si todo estaba bien, y abrió la puerta, y Jacky la recibió con brinquitos de felicidad, decidió cargarlo y bajar con él a la sala. Finalmente llego Liliana, estaciono la moto y al estar frente de la puerta busco en sus bolsillos, y recordo que no salió con llaves, tocó la puerta, tenía en el otro brazo una gran bolsa con varias cosas, en seguida Fernanda escucho, y pregunto quien era, escucho su voz, y se enojo un poco.

-¡No! ¿Qué facil, no? Te vas así y ya.-enojada le decía cargando a Jacky-.

-Lo siento, no te equivoques. Salí a comprar cosas, y me retrasé porque me encontré con Santiago, ¿ya? Estabas dormida, no quería despertarte.-insistió-.

-¡P-Pero!… Esta bien.-abrió la puerta dejando en el suelo a Jacky-.

-Hehe, no te enojes, ¿ves? Aquí tengo varias cosas.-le mostraba-.

-Ok…-se iba subiendo al cuarto-.

-¿Me ayudarías a cocinar? Estuve un momento pensando que hacer, pero no se me ocurre nada, así que… Por eso salí a comprar, para ver que platillos se podrán hacer.-intentaba alcanzarla-.

-No, no quiero.-siguió caminando hacía arriba ignorandola-.

-Lo siento… No quise molestarte.-seguía detrás de ella-.

-Es que… No es por ti. Ven aquí.-volteaba-.

-Que bueno que no te enojaste.

-Si me enoje, bueno, al menos un poco.

-Tranquila, no te dejaría sola.-fue a abrazarla-.

-¿En serio?.-jugaba-.

-Por supuesto.

-No es cierto.

-¡Si es cierto! No te dejaré sola.-abrazaba más-.Entonces, ¿me ayudarás a cocinar?

-Claro.

Ya en la cocina, comenzaron a preparar varios platillos, entre ellos postres, postres, y cuando hacían un pastel, Liliana jugando le soplo harina a la cara. De tan solo ver su cara, se río, y Fernanda se enojo y le comenzo a soplar también. Pasaron horas, cuando por fin, terminaba de hornearse. Ambas estaban agotadas, después de terminar se retiraron y Fernanda se sento en la silla, diciendole que en verdad costo trabajo.

-Wow, nunca había cocinado tanto.-sonreía en sí-.

-Ni yo… he… ¿lo haremos otra vez?.-la miro a los ojos-.

-¿Qué cosa?

-Lo sabes bien.-reprochó-.

-AHHH ¿¡QUÉ!? E-EH… P-Pervertida.-exalto-.

-¡No me referia a eso! ¡pervetida tú! Me referia a que si volveremos a cocinar.

-Ah… ya. Claro, pero en otra ocasión, ¿te parece?.-se miro apenada-.

-Pero si quieres también lo otro.-volvió a cruzar su mirada con la de ella-.

-¡Sabía que tanta inocencia me es imposible!

-Pero te amo… hay que volver a hacerlo.

-Estas hablando, ¿en serio?.-le señalo todavía exaltada-.

-Por supuesto…

-Debes estar bromeando, ¡nooo!.-se quito enseguida el tenis tratando de arrojarselo-.

-¡Ah! Fernanda…-esquivaba-. ¿Por qué no?

-Porque no quiero que te vuelvas adicta sexual.

-¡QUÉ! Nunca me volvería eso, o tal vez…

-¡Ya iré a hacer tarea.-seguía su camino-. Pero antes…-se acerco nuevamente mirandole a los ojos, de un suspiro después, le dio un beso en la mejilla-.

-Me haces tan feliz, Fer…

-También tú…

Fin.


Un gran amor de hermanos

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Hola mi nombre es yudi Lorena, aunque todos me llaman Lore la verdad nunca pensé en relatar mi historia porque no me sentía cómoda con lo que estoy viviendo ya que al avista de todos se que lo nuestro nunca podrá ser, pero luego de leer mucho me di cuenta que no soy la única, así que decidí relatar mi historia.

Bueno tengo 19 años y vivo en Colombia soy morena no muy alta jajajaja siempre me he considerado enana ya que mido 1.60, tengo unos pechos grandes y una colita redondita que herede de mi madre, mi cabello es largo y negro, mis ojos son cafés soy un poco acuerpada pero no soy gorda, soy la menor de la casa ya que mi hermanito Fabián tiene 20 años siempre soy la consentida porque soy mujer y la peque de la casa por lo que acostumbro a hacerle maldades a mi hermano y con unos cuantos pucheros logro que no me regañen.

Nunca llegue a ver a mi hermano como algo mas a pesar que es muy atractivo y es el tipo de niño que todas quisieran tener como novio, o al menos en su cama; es alto 1.70 ojos verdes claros delgado trigueño, ya que mi color de piel lo herede de mi padre y el lo heredo de mi madre, como decía juega basketball así que tiene un cuerpo bastante atractivo aunque no es demasiado musculoso.

Estoy en el segundo semestre de mi carrera de veterinaria y mi hermano va en el tercero, cabe decir que nos encantan los animales, y al ir un semestre adelantado, para mis padres es normal que me la pase en su habitación rebuscando en sus papeles u ordenador, cosas que necesite para mis tareas.

- Pero nuestra historia comenzó a finales del año pasado el 28 de noviembre para ser más exacta.

Mis padres nos habían dejados solos en casa ya que habían ido a visitar a nuestros abuelos a las afueras de ciudad; y nosotros no habíamos podido ir porque estábamos en los exámenes finales de la universidad, así que acordamos viajar cuando hubiésemos terminado todo. aunque para eso faltaban prácticamente dos semanas; al principio todo fue muy normal durante los siguientes dos días apenas cruzábamos palabra, pero para el sábado primero de diciembre ambos andábamos un poca mas alivianados de los exámenes.

Al ser fin de semana no me levante temprano como acostumbraba, sino alrededor de las 9:30 AM, y para mi sorpresa mi hermanito ya estaba despierto.

- aun pienso que todo lo tenía planeado porque estaba en la sala acostado en el sofá con su pantalón de dormir mirando TV, cuando en su habitación tenía su propio televisor.

Bueno no le preste atención y me dirigí a la cocina a servirme un poco de cereal.

- llevaba un short muy corto con una blusa de tiritas muy pegadita, ya que siempre acostumbro a dormir así.

Cuando me disponía a servirme un poco de cereal sentí como alguien me abrazaba y me decía

_ ¿Por qué no me saludas hermanita acaso yo he dormido con tigo???

_ yo sonreí porque no era su costumbre saludarme de esa manera, pero le dije – ¡¡hola!!

_ Pero dame un beso –me dijo

Yo un poco extrañada le dije -dame permiso y suéltame, ¿a ti que bicho te pico? A lo que me sonrió

Se sirvió una taza de cereal y empezamos a charlar sobres las cosas de la u y cosas por el estilo hasta que me comento que sus amigos,(los cuales conozco porque son de la universidad y ademes vienen a menudo a casa) le habían pedido que les ayudar con migo ya que había bateado al bobo de mi novio, pero que obviamente el se había negado diciendo que las “hermanas eran sagradas”.

Luego de terminar mi cereal me levante y me dirige a la sala a mirar TV y me tumbe en el lugar donde que antes estaba Fabián, en un momento llego mi hermano y empezó a molestarme para que le cambiara, como me negué se tiro encima mío y me dijo

_ cámbiale peque consentida si no queres que te reviente a cosquillas mira que no están mis padres para que te defiendan.

Yo le respondí riendo – no me importa – ¡ha no te importa vamos a ver!! Y me empezó ha hacer cosquillas yo le pedía que se detuviera porque ya me dolía el estomago de tanto reírme, pero luego sus cosquillas se convirtieron en toqueteos descarados así que le dije Fabián que te está pasando?? Quítate de encima, pero el no lo hiso lo que si hiso fue responderme

_ ¿Qué que me está pasando? – que no lo entiendes me gustas, ¿Por qué crees que no soportaba al bobote de tu novio, o que no le ayude a ninguno de mis amigos? Ahhh porque me encantas y no puedo sacarte de mi mente y no tolero ver que ningún tío con tigo.

Al oír esto quede en shock como podía ser que le gustaba a mi hermano, pero también un cosquilleo recorrió desde mi estomago hasta mi cabeza, y sin darme cuenta me había empezado a mojar, mi hermano por su parte me miraba como esperando una respuesta, y como no le conteste quiso darme un beso, pero yo no se lo correspondí y un poco atontada le dije fabi somos hermanos por favor!!

_ Pero peque… – peque nada y haciéndolo a un lado me retire a mi habitación. Decidí darme una ducha para aclarar mi mente un poco, pero al entrar al baño me di cuenta que estaba totalmente mojada no se si por el morbo de la situación o simplemente que en el fondo me gustaba mi hermano…

Luego de ducharme y con la cabeza más relajada, llegue a la conclusión de que mi hermano era muy guapo y que aunque me odiara por lo que había sentido, eso no lo podía evitar. No se, sentía las típicas maripositas en el estomago al pensar en el , tal vez siempre me había gustado solo que nunca lo había querido aceptar; así que me arregle me puse un vestido color blanco muy pegadito que termina en tres capitas y que además tenia un gran escote que dejaba ver muy bien mis pechos, luego Salí a hablar con mi hermano que estaba en su habitación, toque su puerta al o que me respondió

_ pasa está abierto

_ hola Fabián

_ hola princesa que bien te vez!!

_ gracias, oye podemos hablar??..

_ claro nena ven siéntate – haciéndome un gesto con su mano para que me sentara en su cama.

_ facho eres mi hermano y te quiero dime desde cuando sentís eso por mi??..

_ hay hermanita mi amor por ti empezó cuando tu tenias 16 y estábamos en la piscina de mis tíos, al verte con tu traje de baño no pude evitar ver que estabas re buena y que ya no eras mi hermanita menor si no que eras toda una mujer.

_ ump!! Y que si te dijera que tu también me gustas??..- le respondí,

_ sería el hombre más feliz del mundo

Y pude ver el brillo en sus ojos, esos ojos que siempre había envidiado y que ahora me volvían loca y sin decir nada más se me acerco y me dio un beso en los labios al principio fue muy suave y tierno pero a medida de que se lo correspondía se volvía mas apasionado.

Luego me tumbo en su cama se puso encima mío y empezó a recorrer mis piernas con sus manos y aprovecho que llevaba vestido para tocar mis nalgas y mi conchita mientras me besaba el cuello, yo me estaba volviendo loca estaba sumamente mojada, y sentí como mi hermano apoyaba su bulto en mi entrepierna mientras con su mano me frotaba el clítoris y me besaba el cuello, así que mis manos se deslizaron por su abdomen hasta lograr meterse en su pantalón y para mi sorpresa mi hermanito no llevaba bóxer, así que me encontré directamente con su polla la cual estaba supremamente dura, como mejor pude la tome con mi mano derecha a lo que mi hermanito respondió con un gemido…

Luego de eso se me olvido todo y mi mente se centro en ese gran miembro, y haciendo que mi hermanito se tumbara bocarriba en la cama empecé a hacerle una paja, la verdad tenía muy poca experiencia ya que ah mi novio solo se lo había hecho un par de veces y no paso de allí.

la verdad ser la peque de la casa tenía sus desventajas, mis padres solo me permitieron tener novio hasta los 17 y con eso de que tenia a mi hermano vigilándome no podía hacer mucho, y con el que más llegue fue con Jonatán, a quien le llegue a hacer una paja un par de veces pero nada más.

_ pero bueno continuando empecé a subir y bajar suavemente mi mano a lo que mi hermanito respondía con grandes gemidos que me ponían mas caliente aun y sin pensarlo lo lleve a mi boca su sabor era delicioso, intente meterlo todo pero no podía ya que era muy grande y además nunca había tenido uno en mi boca, pero aun así empecé a subir y bajar suavemente llegando a la cabeza y jugando con mi lengua luego bajaba y lamia hasta la base y jugueteaba con sus bolas para luego subir nuevamente, hasta que lo metí casi por completo en mi boca y empecé a saborearlo como una paleta luego sentí como la mano de mi hermano se posaba en mi cabeza y empezaba a marcar el ritmo que a el le gustaba así transcurrieron unos minutos hasta que escuche que Fabián me decía entre jadeos

_ uffffff que bien se siente tu lengua hermanita eres toodaa una profesional me encantas, no sabes me imagiine este momento oohhhhhh me llevas al cieloooo oooohhhhh me corro Lore me corro.

De pronto sentí como tensaba su cuerpo y su pene crecía en mi boca parecía que iba a estallar hasta que sentí el sabor de su leche, trague toda la que pude pero mucha se me escapaba por las comisuras de la boca y caían sobre mis tetas. Nunca antes había probado el semen ya que me daba un poco de asco, pero con mi hermano fue distinto no se si fue por la calentura o el morbo lo que si se fue que me encanto el sabor de su leche

Luego mi hermanito me dijo eres grandiosa y ahora te voy a demostrar que en esta familia todos somos buenos para el sexo, dicho esto me dio un beso y empezó a bajar por mi cuello y me incorporo para sacarme el vestid, luego mis braguitas y mi corpiño dejándome desnuda completamente, empezó a besarme todo el cuerpo hasta que llego a mi conchita la cual estaba encharcada por mis jugos y empezó a juguetear con su lengua limpiando y sorbiendo mis jugos muy gustoso luego empezó a succionar mi clítoris yo estaba en el cielo y no paraba de gemir hasta que sentí que uno de sus dedos empezaba ha abrirse paso atreves de mi conchita, pero paro luego de unos momentos al igual que su boca yo solo levante la cabeza y le pregunte

_ pasa algo fabi?..

_ princesa eres virgen?. Me pregunto

Yo un poco apenada conteste que si moviendo la cabeza a lo que mi hermanito respondió

_ no quiero que tu primera vez sea así quiero que sea algo lindo y especial que nunca olvides princesa pero lo que si no voy a hacer es dejarte así iniciada dicho esto siguió jugando con su lengua hasta hacerme explotar en un gran orgasmo delicioso.

Continuara…

Gracias a todos por leer mi relato es la primera vez que escribo y no se que tal lo he hecho se que me extendí un poco pero quería que supieran como empezó todo, agradezco que por favor me dejen sus comentarios y me digan si quieren que continúe narrando mi historia chau un beso a todos

De caceria

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Era una noche en la que no sabíamos bien que hacer… Darío, mi novio me propone ir a bailar, sabiendo que a mí me encanta bailar, mover mi cuerpo al ritmo de la música me fascina…

Mientras me preparaba, dándome una ducha, aplicándome crema en cada centímetro de mi cuerpo, eligiendo muy bien mi ropa interior (colaless rojo, porque así Darío alucina, sujetador rojo con bordados negros, que hacen ver mis pechos mucho más grandes y más redondos de los que ya los tengo) viendo como Darío me observa… cuando estaba en eso, se me ocurrió una gran idea!! Por lo que salte encima de Darío, lo bese con lujuria, y le digo “te tengo una propuesta indecente, que se te va a encantar!!” él me mira, y me dice “haber mi palomita, que tiene en esa cabecita?”, con una sonrisa pícara le comento “y si hoy nos divertimos tanto como aquella noche en el ascensor?? Pero ahora con alguna mujer?” noté como sonrió, sé que tenía unas ganas enooormes de hacer un trio con una mujer, sé que lo deseaba, y yo…yo también lo deseaba… y que mejor que en una noche caliente y de fiesta….continúe convenciéndolo “mi idea es que nos vayamos a bailar, a tomar algunas copas, que nos divirtamos mucho!! Y que seduzcamos a alguien por ahí, que yo busque a quien me parezca, y que hagamos que se caliente, que nos desee, que quiera vernos follar, que quiera unírsenos, ¿te parece mi amor?” En verdad no necesitaba que me contestara, porque en su cara, en sus ojos veía un sí rotundo, pero su respuesta fue besándome con lujuria, comiéndome toda, calentándome más de lo que ya estaba, me tenía vuelta loca, y me dice “ok, vámonos, no te entusiasmes mucho amor, dejémoslo para la fiesta jeje”

Así fue como partimos a la discoteque, yo con minifalda y una blusita que dejaba muy poco a la imaginación. Estando dentro de la disco, donde había muy buena música, y muchas mujeres solas… comenzamos a bailar, a tomar… me encanta como baila Darío, como se mueve y me toca…uuuff me pone a mil!! Fue entonces que vi una chica atractiva, se la muestro a mi novio y me guiña un ojo… a los minutos me acerco y le pregunto si estaba sola…me dice que sí que se peleó con su novio y la dejó sola (me pareció perfecto) le dije que era una pena, que se quedara con nosotros para que no estuviese sola, asintió y nos fuimos a la mesa…se la presenté a mi novio y nos pusimos a charlas divertidamente… le dije a Darío que fuesen a bailar, por lo que se levantaron y fueron a la pista…yo los observaba de lejos….me daba cuenta como él le coqueteaba y ella (Ana) se dejaba sin problemas… estuvieron largo rato solos, hasta que fui con ellos, y comenzamos a bailar los tres, yo me apegaba a ella, y Darío me seguía… se notaba como Ana se entregaba al juego, besé a Darío con pasión mientras él acariciaba su cintura… Ana me apretó fuerte… era como una señal, así que baje mi mano hasta su culo y lo acaricie con fuerza… ella saltó de la impresión pero luego me respondió con una sonrisa… Darío estaba entre las dos, lo sentía empalmado hasta más no poder…así que también bajo la mano hasta el culo de Ana y yo me puse tras ella para alcanzar sus pechos y poder masajearlos… Darío la besó…y Ana se terminó por entregar al placer…les propuse ir a los baños del segundo piso donde había mayor privacidad… estando en el baño la pasión se desató…Darío puso el cerrojo a la puerta, mientras yo me sacaba la blusita, y desabrochaba el pantalón de Ana, Darío ya estaba sin camisa, besé a Ana, y Darío bajo hasta su coño, sin ningún pelo igual que él mío, por lo que nos encantó… Ana me pasaba la lengua por el cuello, yo tocaba todas sus tetas grandes…Ana estaba encima del lavamanos con las piernas abiertas, y Darío estaba metido entre sus piernas, lamiendo cada centímetro, tragando sus jugos que parecían ser maravillosos… le pasaba la lengua en los muslos…se tragaba su clítoris, le metía la lengua, todo lo que podía….y Ana comenzaba a convulsionar… se estaba corriendo, y Darío la lamia sin compasión… mientras Ana se recuperaba Darío me ofrece su pene, a lo que me lo meto todo en la boca, una y otra vez, lo mamo como nunca, le paso la lengua por el tronco, por su glande, le chupo las bolas, y me lo vuelvo a comer todo, yo estaba empapada de tanta excitación, por lo que me doy vuelta para poder ser penetrada, en eso es que Ana baja de por mis piernas me sube la falda y desliza las bragas, pasa su lengua por mi entrepiernas hasta que me las abre tan bien como para que su cabeza se acomode sin problemas para pasar la lengua por mi coño húmedo, Darío aprovecha esta situación y comienza a penetrarme por el culo…aaaaah que riiicoooo me lo metes!! Ana seguía lamiéndome y yo estaba que explotaba de lo cachonda! Darío me lo metía todo, con rapidez, me daba duro, y cogiéndome con fuerzas, sus manos estaban en mi cintura sujetándome como si quisiera escapar…Ana me tenía bien firme con su lengua y las manos y mis pechos empitonados… luego de unos minutos en esta posición, tomo a Ana de los hombros y la empujo al piso, que estaba algo sucio pero que no nos importaba, se acomodó para quedar en cuatro, y así Darío podía darle por atrás, y yo me quedaba sentada para que ella pudiera seguir en mi coñito deseoso de más… Darío le metía la verga suave para poder disfrutar de un coño nuevo, para que Ana pudiera sentir lo rico que él tenía su polla empalmada… se la metía poco a poco, hasta el fondo y la sacaba para hacerlo de nuevo… Ana estaba vuelta loca, y Darío aprovechaba esto para meterle los dedos en el culo (que eso a él le fascina y lo calienta más) y yo le gritaba métesela toda mi amor! Hazla sentir lo que a mí me gusta, follatela riiico!! Y él claramente hacia lo hacía, y me respondía eso hago mi puta, duro como a ti te gusta! Ver como mi novio se follaba otro coño, como otra disfrutaba de la verga de Darío me tenía hecha una loca, como Ana me comía el coño, como pasaba su lengua y me la metía toda…como me metía los dedos al ritmo que Darío se la cogía, me tenían a mil…. Ana comenzó a convulsionar y le decía a Darío Dame más fuerte Darío, dame más!! Al oír esto, también empecé a convulsionar y a coger la cabeza de Ana para que me metiera más y más lengua, más dedos, más rico… Darío me miró, me vio gozando, disfrutando como otra mujer me lamia el coño y como él tenía su polla en el coño de otra mujer… no aguantaba más y se lo metió con brutalidad, se lo cogió con mucha fuerza y acabo dentro de ella.

Nos levantamos, besamos los tres, entrelazando nuestras lenguas en un largo y profundo beso… nos vestimos, arreglamos y abrimos la puerta….al salir nos dimos cuenta como nos miraban las personas que estaban ahí….y supimos que no solo nosotros disfrutamos de la fiesta en el baño…..

Salimos del lugar, nos despedimos de Ana y nos agradeció la fantástica experiencia que compartimos con ella….

Darío y yo caminamos, nos abrazamos y sabíamos que con cada trio más juntos estábamos…

Para ti…

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Cariño, empiezo por decirte que el motivo de esto es hacerte saber lo importante que eres para mi y lo mucho que quiero tu felicidad aunque esta no sea junto a mi y esta es nuestra historia.

Todo empezo por un correo al que respondiste, tan solo con tus palabras me enamoraste, sin decirme nada raro tan solo tu amabilidad, comprension y dedicacion hacia mi.

Luego comenzamos a hablar y se que tu comenzaste a sentir algo por mi, se te notaba, nos comenzamos a hacer inseparables, largas noches hablando contandonos miles de cosas, cams… Podia verte y casi sentirte… Era lo mejor que pudo sucederme.

Nos vimos en persona, a mi me dio vergüenza y a ti… Miedo jajajaja una loca psicopata persiguiendote por toda la ciudad… Jajajajajaja Ahora, podriamos volver a vernos, pero hay personas que nos quieren distanciar y tu… No haces nada, sabiendo que con tan solo una palabra, me tendrias por completo…

Estuvimos tan cerca…tan unidos pero acaso sabes porque el cielo es azul?

Me gustaria pasar mi vida a tu lado, estar contigo, hacerte sentir la persona mas especial del mundo, porque verdaderamente te lo mereces, hacerte feliz, muy feliz y demostrarte lo que verdaderamente siento por ti, ya que es algo muy fuerte, que, no se podria escribir, ni contar, ni hablar, tan solo se podria demostrar, se que no vas a dar ese paso, como tambien se que lo estas deseando, pero la distancia nos mantiene asi.

Soy una persona que le gusta dar amor para recibir amor tambien. Eres libre y debes estar con quien veas que te ira bien y que sea como quieres que sea no me opondre para nada; pero aun te confieso que me muero por ti.

No es justo que la vida de tantas oportunidades a ciertas personas y a muchas otras ninguna. Lo justo sería que tu y yo estuviéramos juntas, pero al no conseguirlo lo dejo todo a un lado, como si me hubiera cansado de llevarlo.

Gracias por todas las experiencias y cosas nuevas que me enseñaste, así como las lágrimas que me hiciste derramar porque gracias a ellas he crecido y sé que de ahora en adelante procuraré no volver a sufrir por las mismas estúpidas cosas…

En fin gracias por todo, que seas feliz. Quiero que sepas que cada día seré honesta y que mi apoyo incondicional no se desvanecera.

Al parecer ahora toca separarnos, lo presiento….

Te amo, no lo olvides en donde quiera que estes. Fuiste y seras una linda historia y recuerdo en mi camino.

La extraña me folla: Comeme el coño, cariño

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Yo tenía treinta años entonces. Era alto y fuerte, con un cuello de toro, piernas como columnas, brazos musculosos pero sin exagerar, llevaba el pelo negro, tenía un aspecto lorquiano de moreno de verde luna. Todos los días a las siete de la tarde me tomaba un whisky en el pub Bortimer, en la avenida del Mediterráneo de Madrid, un local decadente que me encantaba. Me gusta tomarme copas en sitios sombríos, esconderme en un rincón con mi copa en la mano para otear el horizonte. Aquel día fue distinto. Me senté en la mesa de siempre, estaba abstraído, mirando el culo de una rubia que se apoyaba en la barra. Sólo me di cuenta de su presencia cuando se sentó en la silla que estaba vacía delante de mí. Me fastidió porque me impedía seguir con los ojos clavados en la rubia. Le miré con cara de pocos amigos.

-Soy Eduardo Altares.

-¿Nos conocemos? –le pregunté, un poco escamado.

-Me estoy presentando. Soy el secretario de una persona que tiene interés en ti.

-¿Quién es?

-No te lo puedo decir.

-Vale y ¿por qué no levantas tu culo de la silla y me dejas tranquilo?

-Es una mujer madura, muy bien conservada, cuarenta y cinco años, que tiene mucho dinero y que quiere hacerte una oferta.

-A mí no me gustan los jeroglíficos ni los misterios –seguí poniéndome un poco borde.

Pero el hecho de que fuera una mujer despertó mi curiosidad.

-Ella está muy interesada en conocerte.

-La apuntaré en mi lista, pero adviértele de que es muy larga.

-No le importa esperar –el tipo no se rendía pese a mis chulerías.

-Tráeme una foto de esa mujer y le diré si me interesa que me conozca.

-No es posible. Ella está dispuesta a pagar bien, muy bien, por tener una cita contigo.

-¿Se cree que soy un puto? Yo sólo follo con las que me gustan.

-Esta te gustara, te lo aseguro.

-¿Y cuándo me ha visto esa mujer?

-En el gimnasio. Creo que le gusta tu cuerpo.

-¡Vaya, vaya! Pero yo no cobro a las mujeres, busca en otra parte –insistí.

-Serían tres mil euros por una cita.

-¿Una cita?

-Una cita especial, claro –me dijo aquel hombre de unos cuarenta y cinco años, que vestía un traje impecable y llevaba una corbata con un nudo doble Wilson, un tipo decimonónico.

El tipo se marchó en silencio, como una sombra, como había llegado. Me quedé perplejo. Aquella tía debía estar para encerrarla, o era más morbosa que yo. Y está idea empezó a echar raíces en mi cabeza. ¿Por qué no? Era una experiencia. Si no me gustaba siempre podría cortar.

El hombre volvió a Bortimer una semana después, se sentó otra vez frente a mí.

-¿Ya lo has pensado? –me preguntó.

-En eso estoy.

-Subimos la oferta: 4.000 euros.

-¿Por un polvo? –bromeé.

-Por una sesión especial. Deberás venir a la dirección que te daremos, no preguntarás nada, te presentarás en un palacete donde yo le estaré esperando, te subiré a una habitación magnífica especialmente diseñada, te pondrás un antifaz que te impida ver, ella tampoco quiere que hables, sólo debes sentir.

-Eso del antifaz no me gusta nada.

-Es una condición ineludible, ella no quiere que la veas, tendrás seguir las instrucciones de la condesa. En algunos momentos ella te atará.

-Demasiado rollo.

-Puedo llegar a cinco mil euros.

Dije que sí. Sentía curiosidad y la situación empezaba a ponerme cachondo. Llegó el día señalado. El palacete estaba en el barrio de Salamanca de Madrid, zona noble. En la puerta me esperaba Eduardo Altares. “Acompáñeme”. Una casona elegante del siglo pasado. Atravesé un salón con espejos inmensos y lámparas de cristal, un ambiente de otra época. “Me voy a tener que follar por cinco mil euros a una vieja del paleolítico. A lo hecho, pecho”, pensé. Eduardo me llevó a una habitación con muebles muy modernos, que contrastaba con el resto de las estancias de la casa. Había una cama que parecía un campo de fútbol, me fijé en unas argollas fijadas al cabecero. El secretario-alcahuete me señaló una ropa que estaba muy bien doblada encima de la cama. “Póntelo”. Había unos leotardos de cuero negro con una abertura a la altura de la polla, un chaleco, también de cuero negro, y un antifaz. “Quizá no sean de mi talla”, bromeé. “Ella sabe tus medidas”. “No todas”, le guiñé un ojo. “Ponte la ropa y espérala tumbado en la cama, no tardará”. Los leotardos, o lo que fueran, me estaban estrechos, cuando metí las piernas parecían a punto de estallar. Saqué la polla por el agujero, me puse el antifaz y me tumbe en la cama.

La espera duró sólo cinco minutos. Me la amenizaron con un disco de Ray Conniff. “Bésame…bésame mucho…. Como”. Estaba relajado cuando escuché el ruido de la puerta al abrirse. Me mantuve en silencio como me habían ordenado. Ella se movía por la habitación, notaba sus pasos, me imaginaba sus movimientos acercándose hasta mí. Me agarró una mano con delicadeza y me la sujetó con una de las argollas que estaba en la cabecera de la cama. Luego hizo lo mismo con la otra. Entonces empezó a acariciarme muy suavemente. Con sus manos recorrió mi brazo, me acarició el bíceps, la notaba cerca, sentía el calor de su cuerpo. Estaba a mi derecha, se recostó contra mí, de forma que su boca quedase a la altura de mi cuello. Me besó. Su lengua se acercó a mi oreja, me comía el lóbulo. Me susurró al oído: “No digas nada, ni hagas nada, sólo déjame disfrutar de ese cuerpo”. Tenía una voz dulce y delicada, encantadora. “Me está poniendo cachondo”, pensé pero no pronuncié una sola palabra para no romper el encanto. Hubiera necesitado las manos pero las tenía atadas al cabecero. La mano de la desconocida acariciaba mi pecho, masajeaba mis abdominales, su lengua se acercaba a mi boca. Cuando nuestras lenguas se juntaron ella se apretó contra mí, me abrazó fuertemente, se restregó contra mi polla que ya estaba dura y fuerte. “Te voy a comer la polla como no lo ha hecho nadie”, me dijo. Inmediatamente fue lamiéndome desde el cuello hacia el ombligo, como si tuviéramos todo el tiempo del mundo. Yo notaba su lengua, sentía sus manos, enloquecía con sus caricias que se iban acercando cada vez más a la tierra prometida. Me quitó los extraños pantalones que me había hecho ponerme y me proporcionó un masaje espectacular. Sus manos acariciaban mis muslos y mis huevos, las movía sobre mi pene, arriba y abajo. Y de repente noté la lengua de aquella mujer jugueteando con mis huevos, me los siguió comiendo. Y subió y subió. Le metió la polla en la boca. Yo notaba su deseo, aquella mujer tenía un morbo como yo nunca había conocido. “¿Quieres comerme tú un poquito el chochito, cariño? Seguro que sí. Todo llegará”. Se echó a mi lado, notaba su calor, estaba desnuda, se restregaba contra mí, agarró mi polla con sus dos manos, y se la puso sobre su coño, colocó la punta contra su clítoris y empezó a moverla de un lado a otro, la movía y la movía. Y al mismo tiempo gemía. “Cómo me gusta, cómo me gusta, tienes una polla tremenda”, gritaba. “Me la voy a meter hasta dentro, muy hondo”. Se colocó encima de mí y se puso a galopar y a galopar como una fiera hambrienta, se movía y se movía y gritaba. “¡Ahhh, ahhh. Me vuelves loca, hijo de puta, me vuelves loca, te estoy follando, te estoy follando”. Fue una galopada inmensa, tremenda, yo aguanté cómo pude. Quería quitarme aquel antifaz, liberar mis manos, agarrarla. Pero ella no me soltó. “¿Te apetece comerme el coño, cariño?”, me preguntó. Yo moví la cabeza de arriba abajo. “¿Quieres ser mi perrito?”. Volví a mover la cabeza de arriba abajo. Entonces noté que me ponía algo al cuello. Una correa. Soltó mis manos de las argollas y me dijo: “Camina a cuatro patas”. Obedecí. “Y busca mi chochito, perrito, busca mi chochito”. Se había separado de mí y yo me dirigí hacia ella siguiendo su voz. Debía de estar sentada en un silloncito no muy alto. Lo justo para que mi cabeza quedase entre sus muslos. “Chúpame, perrito, chúpame”. Está loca, pensé. Pero mis labios encontraron su chochito y mi lengua vibró sobre su clítoris. “Ahhh, ahhh, que bien lo haces perrito”. Mis labios agarraron su clítoris, metí mis dedos en su vagina, la comí con frenesí, como nunca se lo había hecho a nadie en su vida. Ella se derretía. Entonces ella se dio la dio la vuelta, se puso con el culo en pompa. Me pareció un culo magnífico. “Ahora fóllame el culo, cabrón, me estás volviendo loca”. Mi lengua daba vueltas en su ano, entraba y salía, mis dedos escargaba en su chochito. “Méteme la polla, méteme la polla”. Pero la hice esperar. Seguí con mi lengua haciéndola vibrar, después metí un dedo lentamente, después dos, después le puse la polla en el centro de su ano. “Sí, sííiii”. La restregué la polla por toda la raja del culo. “Síiiiiii, síiiii, síiii”. Luego se la meti poco a poco. “Ayyyyy”. Cuando la tuve entera dentro de su culo, me moví fuerte con mis caderas. Me moví salvajemente dentro de su culo hasta que me corrí. Me quedé tumbado sobre ella y creí que allí se había acabado la sesión, pero ella pensaba otra cosa. “Ahora perrito quiero comerte ese culo fuerte y prieto que tienes, ponte tu en el sillòn con el culito hacia mi cara, perrito”. Yo pensé que aquello no entraba en el trato, pero decidí seguir a ver hasta dónde estaba dispuesto a llegar aquella mujer. Me puse en el sillón con el culo en pompa y me hizo esperar, pero después noté su lengua entre mis piernas, sus dedos acariciándome el ano, su lengua comiéndose mi culo, noté que me metía el dedito cada vez màs, y después me metía dos y los movía dentro de mi culo. ¡Qué puta eres!, pensé. ¡Me quieres follar por el culo!, me mosqueé. Entonces noté que me acariciaba la raja del culo con algo duro y dí un respingo. “Otro día me tienes que dejar que te meta este consolador por el culito, perrito, ¿verdad que sí”. Sólo me metió la puntita, mientras con sus manos agarraba desesperadamente mi polla. Me hizo una paja monumental y me volví a correr. Entonces se levantó y se marchó. Oí que abría la puerta y me dijo: “Puedes quitarte el antifaz y vestirte”. Cuando me quité el antifaz ya no pude verla. Quien apareció, cuando ya estaba vestido, fue Eduardo Altares, igual de trajeado que antes. Me acompañó a la puerta de la casa y me dijo: “La condesa ha quedado muy contenta. Volveré a visitarte en Bortimer”. Y efectivamente lo hizo. Acudió a la cafetería, volvió a sentarse a mi mesa.

-Le he traído esta película –me dijo-. La señora quiere que la vea.

-¿Y qué hay en la película?

-Creo que es una escena que quiere que usted vea para que sepa lo que ella desea la próxima vez. Le pagará mucho mejor. Volveré dentro de siete días con la nueva oferta.

Cuando llegué a mi casa puse la película. Una mujer con un consolador en la cintura se follaba a un hombre con una venda en los ojos. La tía me quiere follar el culo. Todavía no sé lo que haré cuando dentro de siete días aparezca Eduardo Altares.

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Un hecho que cambió mi vida

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Esta historia se inicia cuando tenía 18 años de edad. Era un joven como cualquier otro: alto, moreno,más bien delgado; pero había heredado, de mi madre, unas caderas amplias y rematadas con una nalgas preciosas. Debo decir que esto era motivo de que me acomplejara pues mis amigos se burlaban de mi por este aspecto de mí físico. Me decía distintos apodos como madame popidur, el nalgas de negra; y como me llamaba Juan me decían Naljuan.

Mi vida pasaba, según yo, aburrida. Iba a la escuela, jugaba en un equipo de fútbol los domingos, los entrenamientos, las fiestas, las amigas. Además vivía en un conjunto habitacional donde había más personas mayores que jóvenes y no podíamos armar alboroto so pena de quejas de parte de los vecinos. Así que mis amigos: Edilberto y Panchillo, que vivían en el mismo edificio que yo, nos juntábamos alternativamente en algunos de nuestros cuartos.

Así pasaba el tiempo. Hasta que una mañana vimos que en el departamento, desde donde podía observar ampliamente por sus ventanas, de frente al mío se cambiaba alguien. Movidos por la curiosidad acudimos, con el pretexto de ayudar a la mudanza, a ver a los nuevos vecinos. No nos sorprendió ver a una anciana entrada en carnes ser la nueva vecina. Pero de todas maneras por educación ayudamos a la mudanza. Acomodamos los muebles y bultos, donde nos dijo la anciana. Nos platicó, mientras tomábamos una refresco que nos había ofrecido como agradecimiento por la ayuda prestada, que venía de una población lejana del sur del país y que nada más era ella y su sobrina las que vivirían ahí. Nos dijo que la esperáramos para que nos la presentara; pero pensamos que si así estaba la anciana así estaría la sobrina.

Pasaron los días y nosotros no nos volvimos a acordar de la vecina. Pero una mañana que había terminado de bañarme, teniendo como era costumbre la ventana sin cortinas, me fije que en el departamento de la anciana, que también estaba sin cortinas, el cuarto que daba hacia mi cuarto había una cama que estaba destendida, como si hubieran acabado de levantarse. Por curiosidad me puse a observar y cual sería mi sorpresa que ví, saliendo del baño, a una escultural mujer; una morena con el cabello ensortijado con unos pechos inmensos con unas areolas y pezones obscuros que se bamboleaban al ritmo de su caminar. Fue una visión fugaz porque se cubrió con una bata de baño y ya no pude ver nada. Pensé esto lo tendrán que ver mis amigos porque si se los cuento no me van a creer.

Me fuí a la escuela, regrese a mi casa y lo primero que hice fue ir a mi cuarto y con la luz apagada me puse a observar la ventana del otro departamento. Pero no sucedió nada. Frustrado me fui a entrenar, con mis amigos, fútbol. Durante la práctica estuve desconcentrado ya que mi mente estaba en lo que había visto por la mañana. De todas maneras a Edilberto ni a Panchillo les platiqué nada.

Al estar en mi cuarto haciendo mis trabajos escolares, me volví a fijar en esa ventana y casi me caigo de mi asiento por la sorpresa: vía a la morena escultural vestida con sostén de media copa (ahora lo sé, antes ni me imaginaba como se llamaban) que dejaba ver sus enormes pechos con sus grandes areolas y pezones erectos y una pequeña tanga, que al voltearse me dejó ver unas nalgas redondas e inmensas que hacían que su cuerpo se viera pequeño a pesar de las tremendas tetas. Además, llevaba un liguero con unas medias en red que le cubrían unas piernas gruesas pero torneadas; lo que no alcancé a ver fueron sus zapatos que después cuando se acostó en su cama supe que eran unas botas hasta la rodillas.

Pero eso no me sorprendió tanto sino lo que vi después: que estaba acompañada por un hombrón, que no había visto en el edificio, un tipo blanco como la leche, musculoso y con una tremenda verga que le colgaba pues aun estaba dormida. Se acercó a la morena y le pone su tremenda verga en la boca y ésta la empieza a darle tremenda mamada. Veía como su lengua recorría todo esa masa de carne surcada por un sin fin de venas del grueso de mi dedos indice, de como se ponía erecta que obligaba a la mujer a levantarse y tomarla con las dos manos que la recorrieron en toda su extensión. De como se la metía toda en su boca hasta tocar con los labios los pelos del pubis; de como con un ritmo sensual la sacaba y la metía en su boca, de como chupaba la tremenda cabeza, que palpitaba y parecía que pronto iban a salir los chorros de leche blanca por su orificio, que parecía como un ojo abierto.

Mientras observaba esto me saqué mi verga, que no se comparaba con la de aquel hombrón y me la empecé a masajear, a masturbarme muy despacio porque quería gozar hasta el último momento. Mientras los actores de esa obra erótica continuaban con su trabajo: él metiéndosela por la boca y ella mamandose la hasta dejarle la verga roja y más hinchada. De repente, ella con movimientos sensuales se despoja de su ropa, dejando ver un escultural cuerpo, sí es valido decirlos pues apenas le tapaba lo indispensable. Y aun no terminaban las sorpresas pues lo que vi casi me hicieron que me cayera al piso: la morena también tenía tremenda verga y esta estaba como un mástil de barco, su forma era como si tuviera una cabeza de hongo con el resto un poco más delgado pero de muy buen calibre, núnca havía visto esto. El hombrón toma con las dos manos, a esa verga palpitante, y le empieza hacer una buena paja, suben y bajan sus manos de esa masa de carne, luego se acomda de tal forma que se pone en posición de una 69 y empieza a mamarle la verga a la morena, yo no sabía que tanto hablaban o si gemían de placer porque no alcanzaba a oír nada; pero, con el movimientos de sus cuerpos y gestos de sus caras me imaginaba los ruidos que hacía y el gozo que se proporcionaban ambos. Así estuvieron un buen tiempo hasta que la morena se coloca en cuatro patas, ofreciendole su culo al hombrón, éste se abalanza y se lo empieza a mamar y después le mete la tremenda tranca en su ojete de un solo golpe; por la cara que puso la morena le ha de haber dolido, pero pronto puso cara de placer. Ya con la verga adentro del culo de la morena, el hombrón empezó a moverse como si la quisiera perforarla y después de un buen tiempo dejaron de moverse. El hombro sacó del culo, de la morena, su tremenda verga aun en erección y escurriendo, por ese ojo, todavía leche, se la ofrece a la morena y ésta se la empieza a mamar hasta sacarle todo lo que le quedaba aun, veía cómo se deleitaba con ese líquido en su boca, de cómo lo paladeaba y despues lo tragaba.

Estuvieron un tiempo acostados uno al lado del otro, yo no podía observar bien lo que estaban haciendo, hasta que la morena (que después supe que se llamaba Jessica) se colocó acostada sobre su espalda, lo que dejó ver su masa de carne erecta y el hombron le estaba haciendo tremenda paja hasta que se vino con una abundante leche la que recogió con una mano y se la ofreció a Jessica quien la bebió como si estuviera comiendose un rico postre. Se levantaron y se fueron al baño. Salieron los dos como si nada hubiera pasado. En eso entró la anciana desnuda, que me tenía reservado otra sorpresa, pues también tenía una verga de regular tamaño y su cuerpo no se veía tan avejentado, sus pechos eran grandes aunque colgaban aun parecían juveniles y tenía las nalgas aun firmes y sin gran cantidad de grasa en el abdomen en una palabra si desquitaba una buena cogida . Se hinca y empieza a proprocionarle tremenda mamada al hombrón, recién bañado, hasta que le puso la verga en posición de un nuevo pleito: lo acuesta y veo como se sienta sobre esa tremendo leño y se deja caer hasta que lo introduce totalmente en su culo y empieza a moverse tremendamente hasta que en minutos después hace que se venga en su culo. Veo como al levantarse, la anciana, se escurre el esperma, que le acababa de sacara a la verga del hombrón, por sus piernas y de como sale por borbotones de su culo. Luego con una lienzo y agua le lava la verga, al hombrón, no sin antes darle unas mamaditas para sacarle el resto de leche que le quedaba y por último le da de besitos muy amorosos en agradecimiento de como le llenó su culo de leche.

Se quedan platicando los tres en la recámara y luego se levanta y apagan la luz dejando en obscuridad el lugar. Yo por lo tanto continuó con mi maravillosa paja que al terminar me sale un chorro que salpico hasta los libros en que estaba estudiando. Todo me parecía un sueño pues ignoraba que alguna mujer pudiera tener verga, y no nada más había visto una había visto dos mujeres con vergas y un macho con tremenda verga, bueno para ser franco la verga en la que más me fijé fue la de ese hombrón y me había parecido hermosa, lo más bello que había visto hasta ese tiempo. Quise quitar de mi mente ese pensamiento pero no pude, no regresaban las escena de las hembras con verga, no, lo que regresaban eran las escenas de la verga rígida y dura y surcada con unas venas del calibre de mi dedo indice y que parecía tener un ojo abierto en la punta por donde, me podía arrojar una lechita caliente y por la cara que puso Jessica cuando se la estaba tragando, también rica.

Me dormí. Durante el sueño lo que pasaba era que la Jessica y su tía me tomaban de las manos y me sentaba en la verga del hombrón, este batallaba pero al fin lograba metermela, me dolía al principio y ellas con ambas manos hacía que me levantara y me sentara sobre esa hermosa verga blanca como la la leche que le iba a sacar, pero, después me empezaba a mover solo y el dolor se transformaba en gozo en un placer que nuca había sentido; que gozaba tanto que hasta me hacía que me viniera abundantemente y después, mi Goyo, me vaciaba toda su leche en mi culo palpitante y que al sacar la verga de mi culo me la ofrecía para que terminara mi faena con una lujuriosa mamada, dandome una leche de sabor agridulce que me la tragaba, despues de haberla tenido en mi boca, con mucho placer. Esto hizo que despertara y cuando me toco el calzón éste lo siento mojada por un líquido pegajoso, el sueño me había hecho que me viniera abundantemente. Estaba tan excitado que mi verga aun continuaba rígida asi que me masturbe hasta venirme de nuevo, la imagen que utilice para que se me para excitarme y lograr venirme, de nuevo, fue la imagen de la verga de ese hombrón (después supe que se llamaba Gregorio).

Durante la semana mi pensamiento se centraba únicamente en lo que había visto. Continuaré este relato despues…..

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